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Capitulo 57

Asentí.

-Menma – repetí, sintiéndome estúpido – me gusta –

Sasuke sonrió. Su mano cálida me acaricio la mejilla.

-A mí también –

-A mi igual – Karin hablo y yo solo sonreí, pero mi sonrisa se borro al recordar la sombra que apareció esa noche.

-Karin, por cierto, vi a alguien en la noche, estaba paseándose en el jardín como un ladrón –

Karin alzo una ceja -¿En serio? Entonces tenemos que mejorar la seguridad –

Trague saliva. Mi mirada se fijo en el bebé que dormía plácidamente. La experiencia en la mafia me había dejado una desconfianza máxima hacia todo el mundo.

-Tranquilo – Sasuke me acaricio los hombros – estaré con ustedes –

Asentí despacio, negándome a escandalizarme.

Sasuke se las arreglo para echar a Karin y a Kurenai y se inclino sobre el bebé que dormía en mi regazo.

-Menma – dijo en voz baja. Lo mire.

-Ese nombre... me acuerdo de que lo use una vez para engañar a alguien –

-¿Si? ¿A quién? –

-No es nadie importante –

Sasuke sonrió.

-Bueno, eso significa que el nombre iba a estar en nuestras vidas –

Le devolví la sonrisa, bajando la cabeza para mirar a mi bebé.


Los médicos tardaron seis días en dejarnos ir. Menma comía bien, dormía mucho y lloraba poco; crecía rápido, pero no lo suficiente como para que dejase de sentir ese pánico irracional al verlo tan vulnerable, indefenso en mis brazos, diminuto en las grandes manos de Sasuke. Los médicos eran amables y los guardaespaldas me rodeaban las 24 horas del día, pero me alegre de marcharme.

Sonreí al entrar en mi habitación y ver una cuna de madera labrada al lado de la cama. Karin inclino la cabeza; parecía orgullosa.

-Era de Sasuke – dijo en voz baja – La he mandado a restaurar. Pensé que te gustaría –

-Gracias – dije ferviente y la beta me devolvió la sonrisa cansada.

-Bienvenido a casa –


Tenia dificultades para perder de vista a Menma; llevaba demasiado tiempo viviendo en la mafia. Sasuke se volvía loco de celos cada vez que alguien tocaba o miraba al bebé, pero ya no me parecía exagerado. Estaba siempre reunido, con comidas, cenas importantes, firmas de contratos, pequeños viajes a los que no podía acompañarlo. Se molestaba cuando tenía que dejarnos allí y llamaba varias veces, inquieto, pero nada superaba mi instinto. No estaba dispuesto a separarme de mi pequeño.

Me levantaba de noche a acunar al bebé, a darle pecho y cabecear mientras comía, a cambiar pañales y cantarle en voz baja. Sasuke se levantaba cada vez que yo lo hacía. Solo resultaba útil la mitad de las veces y sabia que necesitaba el sueño, pero no cedía, testarudo y se dedicaba a mirarlo con ojos brillantes. Menma enseguida empezó a dormirse con la voz de Sasuke, profunda y grave. Sasuke lo sostenía contra él como si fuese lo más delicado del mundo y apoyaba mi cabeza en sus omoplatos y suspiraba, respiraba el olor a talco y la dulzura del olor a bebé de Menma y el olor somnoliento de mi alfa y me sentía en casa.


Para ser justos, ese día estaba extraordinariamente aburrido. Después de darle pecho a Menma y acostarlo a dormir, estaba a punto de abrir los armarios y hacer la limpieza, cuando me llamo la atención el pequeño escritorio de Sasuke, al otro lado de la habitación.

Fue entonces cuando lo vi. Un destello dorado sobre la mesita de Sasuke.

Me acerque con el ceño fruncido ¿Era...?

Era el anillo de Sasuke. Se lo había olvidado.

Suspire. Le eche un vistazo a la cuna de Menma; oía su suave respiración y sabía que todavía dormía.

Camine hasta su mesita de noche y agarre el anillo, pensativo. "Debería habérselo llevado", pensé mordiéndome el labio inferior "¿Y si alguien lo veía sin anillo?"

Pero el anillo tenia una función que Sakura una vez me conto... 

Alargué la mano hasta el teléfono, pero me lo pensé antes de marcar. Sonaron dos tonos.

-Servicio de niñeras mágicas. Habla Karin –

Me eche a reír entre dientes.

-Necesito a nanny Mcphee –

-Ugh, por ahora ella no esta disponible, pero tenemos a una bruja escarlata –

-No, puede que secuestre a mi bebé –

Oí reír a Karin al otro lado de la línea.

-¿Qué necesitas? –

-Unas llaves –

-¿Llaves? ¿A dónde quieres ir? –

-Al despacho de Itachi –

Un pequeño silencio. Karin carraspeo.

-¿Perdón? –

-Quiero las llaves del despacho de Itachi –

Karin tardo en responder.

-Ya no queda nada útil en ese despacho. Lo he mandado todo al de Sasuke, sea lo que sea que te haga falta, seguramente estará allí –

-No. Es allí precisamente donde necesito ir ¿Puedes ayudarme? –

La oí suspirar.

-Sasuke se enfadará –

-¿Quieres que se enfade conmigo por entrar allí o contigo por no traerme lo que quería con todas mis fuerzas? –

-Tardare cinco minutos –

-Gracias –

Me metí el teléfono en un bolsillo. Abrí la mesita de nuevo y rebusqué un par de segundos antes de encontrar lo que buscaba; una pequeña navaja plateada, brillante y pesada, que fue a parar al otro bolsillo. El anillo de Sasuke fue a parar al mismo lugar.

Volví a la cuna de Menma, que todavía dormía. Me incline para besar su frente, y suspire.

-Me voy un rato, Menma – murmure – pórtate bien –

Sali de la habitación. Los dos guardaespaldas que había frente a mi puerta se enderezaron automáticamente.

-Voy a salir un momento – dije en voz alta – no quiero que nadie entre aquí –

Los dos asintieron, pero me costo dejarlo allí. 


El despacho era lúgubre y polvoriento. Olía a Itachi, a cerrado y a madera y Karin frunció el ceño cuando me dejo allí.

-¿Seguro que no quieres que te ayude? –

Sacudí la cabeza.

-Puedo solo, Karin, gracias –

El ambiente del despacho era tan oscuro que empecé a arrepentirme de haber venido. Pero tenia que buscar algunas respuestas, quería saber más sobre la mafia, quería saber sobre los antiguos lideres, quería saber que tan seguro era que mi hijo se convirtiera en el jefe de algo ¿Peligroso?

Sacudí la cabeza, esforzándome por eliminar todos esos pensamientos de mi mente.

Me arrodille detrás del escritorio y pase las yemas de los dedos por el papel pintado. Encontré los bordes de una caja fuerte con facilidad; no se veía a simple vista, pero era fácil notar sus límites. Saque la navaja del bolsillo y la abrí; encaje la punta de la hoja en la hendidura y el papel se rompió. Deslice la navaja por los cuatro lados y pronto tuve un gran rectángulo de papel pintado que arranque con cuidado. La caja fuerte apareció, plateada y de aspecto antiguo.

Abrirla me costo más. Aún girando el anillo y metiendo el código, las bisagras estaban recias y difíciles de girar. Estaba prácticamente sudando cuando la puerta cedió y se abrió hacia fuera; jadeaba cuando tantee dentro.

Había sobres, gruesos y de papel rígido. Había también una caja, negra y grande, que se abría con una combinación. Era sorprendentemente pesada; la tuve entre mis manos varios segundos, sorprendido, antes de dejarla en su sitio. Agarré las cartas, apilándolas cuidadosamente y cerré la caja fuerte, recuperando el anillo de Sasuke con dedos temblorosos.


 Para cuando cerré las puertas con el pesado manojo de llaves, ya sabía que había sido una mala idea.

Ya lo sabía mientras volvía a mi habitación, mientras guardaba las cartas, mientras arrullaba a Menma, que alzo las manitas hacia mi automáticamente con un puchero.

-Hola, mi niño – le bese la mejilla, vencido por la ternura – me has echado de menos ¿Verdad? Ya estoy aquí. No me voy a ninguna parte, Menma y papá tampoco –

-Naruto – lo oí llamar detrás de mi espalda. Sonaba tenso; deje a Menma en la cuna, suspirando.

-¿Si? – murmure.

-¿Qué hacías en el despacho de mi hermano? -trague saliva. Sasuke cerro la puerta a sus espaldas; parecía tan molesto que me dolía el pecho.

-Yo...- la verdad era que no tenia excusa. Me había dejado llevar por el aburrimiento y la inquietud más absolutos.

-¿Dejas solo a Menma para ir allí? – ahora si que sonaba enfadado -¿Pides las llaves sin avisarme y te metes a ese lugar? ¿Dejas a nuestro hijo con dos guardias para que hagas estupideces? –

Fruncí el ceño.

-Sasuke, llevo dos semanas cuidando a Menma, las veinticuatro horas del día – solté – Quizás necesitaba salir de esta habitación solo a respirar otro aire, ver otras paredes –

-Puedes avisarme. Puedes decirme que quieres salir y dejamos a Menma con niñera y salir ¿Alguna vez no te deje salir? ¿Alguna vez te mantuve encerrado como un prisionero? ¿Tú crees que soy un alfa que le gusta encerrar a su pareja? –

Parpadee. Su voz había subido de tono que me encontré temblando. Sasuke pareció darse cuenta, porque sus hombros se relajaron con brusquedad y respire hondo.

-¿Por qué fuiste allí? – dijo al final. Trague saliva.

-Bueno, yo... quería estar seguro de algo, quería saber más de ustedes, pero me encontré una caja fuerte –

-¿Una caja fuerte? –

-Si...- dentro había cartas. Y una caja grande, pero esta cerrada con una combinación –

-¿Cartas? –

-No se. Eran para ti, no abrí ninguno –

Sasuke me miro con una ceja alzada.

-¿Para mí? – asentí -¿De quién? –

-No lo se. Solo las tome. Deje la caja, no sabia lo que era –

Sasuke trago saliva.

-¿Dónde están? –

Le tendí el montoncito de sobres de papel grueso. Sasuke las hojeo con cuidado.

-Son...son de mi madre – dijo despacio, confuso. Fruncí el ceño.

-¿Ella... te escribía? –

-N-no. No sé –

Trague saliva.

-Sasuke ¿Qué paso con tu madre? –



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