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Capitulo 53

Sasuke se negó a separarse de mi el resto del día. Se negó a ir a una cena que habían concertado y le gruño a Karin cuando intento convencerlo de que bajase solo un momento, a saludar, a mirarlos, a hacerles un gesto desde lejos, lo que fuera.

No hubo forma. La mano del alfa seguía acariciando permanentemente el lugar donde había notado el movimiento; había apartado la camiseta para dejar que sus labios me acariciasen la piel estirada y Sasuke murmuraba contra ella palabras que no entendía, haciéndome reír de vez en cuando.

Las tres semanas en Moscú pasaron lentas.

Muy, muy lentas.

Me pasaba los días rodeado de guardias de seguridad y comprando ropa con la compañía de Sasuke.

Mi alfa la tomaba con todo el mundo que me mirase más de tres segundos y sus manos gravitaban a mi alrededor las 24 horas del día. Recibía llamadas, comía con sus socios, firmaba contratos y saludaba a viejos amigos, pero acababa volviendo a meterse en la cama con un suave resoplido y recibía la calidez de su piel con agradecimiento.

Karin organizaba todo, aparecía con cosas que hacían falta y apartaba del camino todo lo que no podía ser útil, traía ropa nueva, se marchaba con ropa sucia, organizaba la agenda de Sasuke, ajustaba turnos de guardias de seguridad, pero no le dirigía la palabra a nadie si no era pedir, ofrecer, confirmar, dar órdenes.

Los días eran largos y agotadores. Empecé a echarme en la cama varias veces al día, cada vez que me vencía el cansancio; Sasuke me siguió como un cachorrito preocupado las primeras veces, y les costo a todos convencerlo de que no lo necesitaba a mi alrededor para dormir y que debía seguir con el calendario previsto. Así que me echaba la siesta solo, miraba el paisaje por la ventana y salía al jardín, con dos guardias de seguridad cerniéndose sobre mi para asegurarse de que no resbalara. Para cuando llego la hora de regresar a casa, todos estaban exhaustos e impacientes por volver, pero nadie tanto como yo.

Se hicieron maletas. Se cargaron equipajes. Habría jurado que Karin no durmió ni un segundo los dos últimos días, pero todo acabo. Sasuke me ayudo a subir al avión; Kurenai comprobó mi cinturón de seguridad, Karin cerro los ojos en cuanto se sentó en su asiento, sin decir una palabra.

Sakura se quedó en Moscú. No me atreví a preguntar por qué.


Me pasé durmiendo el viaje entero y me negué a dormir cuando llegamos. Apenas eran las siete de la mañana; Sasuke refunfuño durante un rato antes de derrumbarse en la familiaridad cama, pero Karin se apiado de mi y me llevo a las cocinas a beber té caliente. Miraba a su alrededor y llamaba a Kurenai a cada momento.

-¿Ocurre algo? – pregunte al final -¿No estamos seguros? –

La beta sacudió la cabeza.

-Se han ido todos los guardias que no eran estrictamente de confianza – dijo al instante – Solo hay personal al que yo confiaría mi vida. Y hay doble de seguridad de lo normal en la entrada –

Esboce una sonrisa, bebiendo otro sorbo de la taza.

-No dudaba de tu trabajo – dije y ella suspiro – La verdad es que preguntaba por ti –

Karin sacudió la cabeza.

-Estoy bien – dijo en voz alta.

Decidí no preguntar más y cambiamos de tema.

Hablamos sobre pequeñas cosas que no eran muy interesantes hasta que ya era muy tarde. Karin me acompaño hacia la habitación sin parar de hablar sobre la moda reciente.

-Últimamente los famosos muestran sus panzas con un outfit de lujo –

-No soy ningún famoso – refunfuñe mientras avanzaba hacia la puerta – estoy embarazado de un líder mafioso – dije, sarcástico, pero sonreí cuando escuche a Karin reírse.

-Sasuke – llame, antes de entrar a la habitación. Karin se refugio tras de mi al instante - ¿Sasu...? –

La puerta se abrió. El alfa apareció, preocupado y con la ansiedad apretándole la mandíbula.

-Buena suerte – oí a Karin decir, antes de que se escabullara del pasillo y desaparecer de mi vista. Caí en cuenta de lo enfadado y posesivo que olía Sasuke, pero no me dio tiempo de decir nada.

-Naru...- alargo una mano para atraerme contra si y en un segundo me encontraba rodeado por sus brazos; deje que hundiera el rostro en mi cuello, dócil y espere a que respirara hondo para tranquilizarse.

-Estoy bien – murmure. Sasuke frunció el ceño, pegando los labios a la mordida. Me mordí los labios para no gemir, pero no me atreví a apartarlo.

-¿Dónde estabas? – murmuro, besando la marca. Me estremecí.

-Estaba en la cocina con Karin. Lamento haberte preocupad-. – no pude terminar al notar su erección cuando pego las piernas.

Me eche hacia atrás para besarlo en la mejilla y luego en los labios.

-¿Me echaste de menos? – murmure, sonriendo y Sasuke gruño.

-No me gusta cuando te separas de mi – dijo contra la piel de mi garganta. Note sus dedos tirando de mi camisa.

-Sasuke, el bebé...-

-Tendré mucho cuidado – insistió, empujándome con suavidad hasta la cama – tendré mucho cuidado con el bebé –

Me deje cuando empezó a desnudarme, pero todavía no estaba convencido.

Me beso en los hombros y me mordisqueo la piel sensible de las clavículas.

-Sas...- respire hondo, con la nariz hundida en su pelo. Sus manos eran casi ansiosas al buscar la piel de mis caderas; Sasuke hundió los dedos en ellas y no entendía por qué le gustaba tanto, pero quería que me dejara marca.

-Quítate esto – pedí, tirando de su camisa. Roce con los dedos sus tatuajes que se extendían por su piel.

Sasuke me rodeo la cintura con los brazos. Me mordisqueo el lóbulo de la oreja y me interrumpí para gemir en voz alta, más agudo de lo que me habría gustado. Mi alfa suspiro, tranquilo, como si eso fuese la agradable señal que estaba esperando.

-Ya ahora – insistió.

Intente respirar hondo, pero el resultado fue demasiado tembloroso.

-S...Sasuke, ¿Q...? – tartamudee, pero el eligió ese preciso momento para introducir un dedo dentro de mí. Se lo permití estirando las piernas y cerrando los ojos.

-Te quiero así – a pesar de todo, Sasuke seguía hablando, casi con calma – te quiero así tumbado, no voy a lastimar al bebé...- 

Asentí casi frenéticamente, meciendo las caderas instintivamente bajo su tacto.

-M-más – conseguí balbucear y él sonrió contra mi piel. No se aceleró, pero tampoco paro, sus movimientos lentos y constantes. Sabia que notaba la humedad que iba en aumento entre mis piernas, mi erección casi dolorosa y mi respiración agitada. Intento murmurar algo parecido a "por favor" y el acelero el ritmo y lo necesitaba tanto.

-Iré lento – Sasuke mordisqueo mi oreja de nuevo, con una mano aún agarrándome la cadera. Notaba su erección contra la base de mi espalda – Voy muy despacio –

Cerré los ojos. El calor crecía en mis entrañas a cada segundo.

-Demonios -gemí, hundiendo mi rostro en la almohada – Sasuke, te necesito ahora –

-Aún no – él empezaba a perder el aliento, pero no se detuvo. Ya había dos dedos en mi interior, pero no tenia paciencia para más.

-Sasuke, voy... voy...- boquee y él asintió, imperturbable.

-Amo cuando gritas, puedes venirte y luego otra vez cuando este dentro de ti –

-Ah – Sasuke penetro con sus dedos mi interior – Ahí. Ah, rayos –

-Muy húmedo – le oí murmurar – tan húmedo, Naru, hueles tan bien.

Me retorcí y gemía cada vez que Sasuke encontraba ese punto en mi interior. Mi alfa todavía me miraba, con un ligero rubor tiñéndole las mejillas, pero enseguida tuve que cerrar los ojos y su bonito rostro desapareció. Volví a intentar respirar hondo, pero me atraganté con mi propio aliento.

-Sasuke – gemí y él me beso el rostro con ternura.

-Eres mío – dijo en voz baja. La satisfacción en sus ojos era instintiva, casi primitiva y con la siguiente caricia perdí el control.

El orgasmo me golpeo con violencia y se extendió por todo mi cuerpo como un espasmo. Abrí la boca, pero no conseguí emitir ningún sonido mientras mi visión se tornaba borrosa.

Sasuke me sostuvo contra él todo el tiempo; poco a poco, me quede relajado y sumiso en sus brazos mientras recuperaba el aliento despacio, con una sonrisa adormilada. Se acurruco contra mi cuello, respirando mi olor y pasándome los dedos por el estomago hinchado, ahora manchado y pegajoso. Él apretó los labios contra mi sien mientras retiraba los dedos.

-¿Bien? – murmuro con voz ronca. Asentí, pero todavía había un hormigueo incomodo en mi interior.

-Te necesito a ti...ya – me queje, sin aire y mi alfa se apiado de mi al fin, penetrándome con un solo movimiento constante y firme que me quemo por dentro. Cerré los ojos, ahogue un gemido, alargo una mano a sus espaldas para tocar la cadera de mi alfa pegada a la mía.

-Sasuke – murmure. Él se quedo en mi interior un largo rato, sin moverse, todavía presionando ligeramente y cubriendo mis hombros de besos. Me mordí el labio inferior para dejar de emitir esos jadeos temblorosos que empezaban a sacudirme el cuerpo entero, pero tuve que parar cuando Sasuke gruño a mis espaldas.

-No lo hagas. Quiero oírte – sonreí sin aliento, notando el ligerísimo dolor en mi labio inferior cuando dejé de morderlo.

Sasuke me sujeto de la rodilla y empezó a salir de mí, ignorando mi quejido de protesta. La fricción lenta era sobrecogedora, intensa, me dejaba notarlo entero dentro de mí, enorme, seguro, con el comienzo del nudo empezando a formarse. No llego a salir de mi del todo; se paro a la mitad y empezó a empujar de nuevo. Ya estaba tan relajado y empapado que se deslizaba con facilidad, suave y fluido. Solté el aire, intentando mantenerme con respiraciones profundas a pesar de mi corazón aleteando en mi pecho a toda velocidad.

Sasuke era lento, moviéndose dentro y fuera de mí con movimientos largos y las sabanas desaparecieron de debajo de mí, la cama, las paredes a mi alrededor, todo el resto del mundo que no fuese mi alfa. El ritmo hacia crecer el fuego en mi interior, abrasándome hasta las puntas de los dedos. Estaba ruborizado y jadeante en cuestión de segundos, con una segunda erección ya demasiado sensible y dolorosa que no me atrevía a tocarlo. La mano de Sasuke que me sujetaba la pierna se deslizo hasta mi muslo para alzarme un poco más y el ángulo cambio; me habría desmoronado en la cama si él no me hubiese sujetado. La visión se me nublo de estrellas y la respiración se me corto momentáneamente antes de soltar un gemido de nuevo, largo y prácticamente involuntario.

-Sasuke – gemí y él volvió a la realidad momentáneamente.

-¿Mm? – ronroneo - ¿Qué necesitas? –

-Un... poco más rápido. Solo un poco más rápido – suplique y él obedeció. Se sentía tan bien que empezaba a tener miedo de perder el juicio. Cada roce, cada respiración era más intensa que la anterior. Gemí en voz alta de nuevo, intentando mover las caderas para ayudarlo, pero Sasuke me tenia totalmente anclado a la cama y no me dejaba moverme.

-¿Así? – jadeaba, pero no tanto como yo. Hundí el rostro en las sábanas ya arrugadas de la cama.

-Joder, si...- masculle. Sasuke me beso en la nuca; sus movimientos se hacían más rápidos y bruscos poco a poco y sabia que estaba cerca por la forma de jadear contra mi cuello.

Cerré los ojos y me perdí en las olas de sensaciones que me recorrían, intensas y casi dolorosas; no paso demasiado tiempo hasta que mis caderas se trabaron definitivamente y Sasuke quedo atrapado en mi interior. El alfa mordía mis hombros, mi cuello y cuando llego a la mordida hundió sus dientes en ella de nuevo y no pude evitar soltar un gemido a la vez notar a Sasuke derramándose en mi interior.

-Oh, dios – murmure. La humedad en mi interior crecía por momentos. Cerré los ojos de nuevo y me perdí en la calidez de su cuerpo amoldado contra mi espalda.

-Sasuke – murmure cuando ya lo creía dormido. Él se movió ligeramente y el tirón en mi interior me hizo dar un respingo.

-Perdón – me beso en la oreja - ¿Todo bien? –

Asentí con una risa que se convirtió en un suspiro.

-Bien – respondí con los ojos cerrados mientras acariciaba mi estomago – necesitaba un nombre – recordé en voz baja.

-Si – estuvo de acuerdo – pero quiero verlo antes de ponerle un nombre –

-Oh – parpadee – sí, está bien. Podemos esperar –

Sasuke hundió la nariz en mi pelo, con un ritmo de respiración ya de dormir.

-Podemos esperar – murmuro, adormilado. 

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