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Capitulo 51

Desperté con una sensación ligeramente desagradable en el estómago; no lo suficiente como para tener que levantarme a vomitar, pero la suficiente como para no estar cómodo. Me gire, buscando el calor de Sasuke al otro lado de la cama, pero mi lado estaba frio. Fruncí el ceño automáticamente.

-¿Sasuke? – pregunte en voz alta.

-"ici" (aquí) – me llego su voz desde el baño. Suspire, me levante con cuidado de la cama. Acababa de cumplir cuatro meses de embarazo y empezaba a costarme los movimientos. Poco a poco, iba requiriendo más y más atención de Sasuke, de su mirada atenta y de sus labios cálidos en mi piel. Me volvía más necesitado y gruñón cada día y me preocupaba; pero mi alfa sufría un proceso complementario; parecía estar sobre mis las 24 horas, me llamaba cada vez que nos separábamos, ahuyentaba efectivamente a todo alfa que se atrevía a acercarse. Era todo extrañamente tranquilizador, un sentimiento de familiaridad y estabilidad que me encantaba. Pero que jamás admitiría.

Tenia cita para ver al ginecólogo, y empezaba a hacerse tarde. Empuje ligeramente la puerta del baño, que se abrió al momento.

-Hola – susurre. Sasuke se estaba afeitando; llevaba la camiseta blanca con la que había dormido colgada en el hombro. Dejo la cuchilla sobre el lavabo, suspirando.

-Hola – respondío, con cautela. Me apoye en el marco de la puerta.

-¿Estás listo? – El alfa se limpio el rostro con una toalla y se acerco para rodearme con los brazos.

-Si –

Sasuke me beso en la frente.

Hasta ese momento, en bata blanca y tumbado en la aséptica camilla del hospital, con Sasuke a mi lado y el médico buscando un bote de gel, no me había dado cuenta de la importancia suprema de todo aquello. Pero en cuanto la mano ligerísimamente de mi alfa se enlazo en la mía, sentí la angustia acumulándose en mi garganta, áspera y amarga. El pequeño lector de forma de pinza que tenía en el índice empezó a pitar rápido y me esforcé por respirar profundamente.

-Si es un Omega ¿Todavía lo vas a querer? – murmure y Sasuke se inclinó hacia mí al instante como atraído por un imán.

-No digas tonterías – sacudió la cabeza, pero notaba su nerviosismo. Trague saliva – Es nuestro bebé. Da igual lo que es –

Lo miré a los ojos negros y le creí, pero en el fondo sabia la verdad.

Que, si daba a luz a un omega, la inestabilidad duraría años. El peligro, las conspiraciones, los cientos de puntitos oscuros en la red seguirían arañando en busca de poder.

-No es posible determinar si es alfa, omega o beta – nos recordó el doctor con timidez, ya agarrando el lector – solo podemos saber el sexo... si nos deja –

Asentí con rapidez, pero no solté la mano de Sasuke. No era la primera ecografía que me hacían, pero era la primera en la que mi bebé tendría forma. Y eso era importante. Era emocionante. Era terrorífico.

-Vamos a ver...- el médico se centró en la pequeña pantalla en blanco y negro, con los ojos entrecerrados detrás de las gafas – no te muevas ahora...-

Un sonido hueco, liquido y fuerte nos sobresaltó. Sonó una vez, y otra dos. Abrí la boca.

-¿Ese es... es el...?-

- Es el pulso del bebé –

Me quede boquiabierto mirando la borrosa mancha que se movía ligeramente en la pantalla. Cada sonido era un latido del corazón de mi bebé. Mi bebé.

-Sasuke – conseguí balbucear; no podía apartar la mirada de la pantalla.

-Aquí esta – el médico seguía esforzándose por distinguir la imagen blanquecina de un cacahuate borroso en la pantalla, ajeno a nuestro intercambio – aquí esta la cabeza, y este es el brazo, y el otro... y aquí están sus piernas. Es grande ¿eh? ¿No estás de cuatro meses? –

-Si – respondimos los dos. El médico asintió.

-Todo parece correcto ¿Quieren saber el sexo? –

Asentí con rapidez. Me aferre a la mano de Sasuke con más fuerza.

-Bueno, no puedo decirlo con seguridad, pero todo apunta a que es un niño –

Trague saliva a través del nudo que-definitivamente ya tenia en la garganta. Respire hondo, demasiado emocionado como para decir algo con sentido.

"Es un niño. Vamos a tener un niño. Nuestro bebé es un niño"

Parpadee, perdido en una nube de confusión y euforia.

-Es un niño, Sasuke – tartamudee. Me gire para mirarlo, pero parecía hipnotizado por la figura bulbosa. Estaba serio y no parpadeaba, pero no emitió ni un sonido. Paso un segundo, luego otro. El médico acabo excusándose amablemente, dejando la varita con el ángulo adecuado en mis manos, que sostuve con toda la delicadeza que pude.

-Es un niño – repetí, a través de la enorme sonrisa que no podía contener.

-"c'est mon fils" (Ese es mi hijo) – murmuro, sin apartar los ojos de la pantalla – "il est mon héritier. Il est fort et en bonne santé" (El es mi heredero. El es fuerte y saludable) –

No entendía ni una palabra, pero entendía el bombardeo de emociones que sentía en mi pecho. Me ahogaba en el amor de Sasuke, en su instinto protector y mis ojos se me llenaron de lágrimas enseguida.

-El bebé está bien – dije, riéndome a través de las lágrimas y Sasuke rio también.

-Esta bien. Esta sano –

Asentí.

-Es un niño grande – dijo, emocionado.

Asentí de nuevo.

-¿Crees que será alfa? –

Sasuke sonrió, moviendo la cabeza.

-Me da igual – murmuro – es sano y fuerte. Eso es lo único importante ahora –

Después de unos días nos fuimos de viaje hacia Moscú por cuestiones de negocio. El viaje duro todo el día, y parte de la noche, y a pesar de las bromas, pase una gran parte de mi en el regazo de Sasuke, usando su cuerpo como manta y calefactor a la vez. Rusia era enorme y fría, hermosa y repetitiva y para cuando Sasuke abrió la puerta de una fastuosa habitación, todavía más grande que el del hotel, apenas sentía las piernas.

-Es enorme – fue lo único que pude decir. Sasuke me beso en la coronilla, desde atrás.

-Hace frio – susurro frotándome los hombros - ¿El frio es mucho para ti? –

Negué con la cabeza.

-Está bien, ya estoy acostumbrado – dije, distraído por el agradable masaje de sus dedos en mis músculos doloridos de la parte baja de mi espalda.

-Hay un calefactor eléctrico junto a la cama, si lo necesitas –

Sonreí, mirando el calefactor.

-Gracias – me estire para besarlo, y Sasuke suspiro contra mis labios, con una mano automáticamente acariciándome el vientre.

-Si necesitas algo, no dudes en pedírmelo – murmuro – ya sabes –

-Lo sé – incline la cabeza para dejar que me besara el cuello, con ternura. Los labios de Sasuke me llevaron corrientes eléctricas desde mi mordida a cada rincón del cuerpo.

-Tienes que dormir. El bebé está grande, fue muchas horas de viaje –

Asentí.

-Estoy bien – 

-Está bien – Sasuke parecía de malhumor.

-¿Sucede algo? – susurre, acariciándole el pelo. Sasuke negó con la cabeza.

-Tengo que reunirme con unos idiotas. Mierda y apenas estoy llegando –

Sonreí.

-Estaremos bien. Ahora eres el líder –

Sasuke se relajó y correspondió mi sonrisa.

-Tienes razón. Los voy a proteger –

Después de que Sasuke se fue. No me resistí en llenar la bañera de espuma perfumada; empezaba a dolerme la espalda y mis músculos doloridos agradecían el agua caliente. La bañera era más pequeña que la del hotel y tarde en encontrar una toalla para envolverme alrededor, pero estaba relajado, somnoliento y satisfecho con la vida cuando salí de la habitación.

Fruncí el ceño al ver el ramo de rosas que me esperaban sobre una pequeña mesa.

-¿Sasuke? – pregunte en voz alta, pero no obtuve respuesta.

Me acerque para observar las flores. Eran muy oscuras, casi negras.

"¿Cuántas son? Sasuke ya no me esta cortejando. No son las mismas rosas..."

Las conté despacio, intentando no pincharme con las amenazantes espinas. Había trece reunidas en un lazo y otra suelta.

Torcí el gesto, negándome en entrar en pánico.

"Estas rosas no son de Sasuke"

Ya casi estaba tomando aire para llamar a un guardaespaldas cuando algo de tela empapada me cubrió la boca y la nariz. 

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