Capitulo 36
Mi mente quedo paralizada en cuanto oí un asombroso rugido que se originó en algún lugar al otro lado de la habitación, apenas fui consiente de la figura del médico separándose de mi con brusquedad. Sentí la vibración en mis huesos, en el fondo de mi pecho, en las yemas de mis dedos. Me sentí débil, busqué la fuente del sonido, me esforcé por hablarlo. Era Sasuke; lo habría reconocido en cualquier parte.
Estaba en el umbral de la puerta y su rostro estaba encendido y su mandíbula apretada; sus ojos negros empezaron a tener destellos carmesíes. Mascullo algo que no entendí, y el médico retrocedió un paso quedando de espaldas hacia mí.
Trague saliva; el mundo que se había convertido en un borroso video a cámara lenta se hizo nítido bruscamente cuando mire mi brazo; todavía tenia la jeringuilla clavada en la piel y el líquido azul seguía adentro. Temblé, como en una pesadilla, me la saqué despacio, observando el punto de sangre que apareció al instante.
Todavía oía palabras en italiano; alce la cabeza de nuevo mirando a Itachi en tensión, se acerco a Sasuke y hablo en voz baja, como tratando de tranquilizar a su hermano. Sasuke tenia los ojos inyectados en sangre clavados en su hermano, respirando peligrosamente fuerte, llenando el aire de la habitación de feromonas. Sentí la ira en el ambiente y se me pusieron los pelos de punta. Intente tragar y me encontré con la boca demasiado seca; intente hablar, pero mi lengua no se movía. El miedo me había invadido, me quede helado como un inútil.
Probablemente me habría quedado así de no haber sido porque Itachi hablaba pausadamente, con un tono que habría rozado la ternura de haberse tratado de cualquier otra persona, el médico se llevo la mano al bolsillo trasero de su pantalón. Despacio.
La forma de una pistola se dibujo en la tela en cuanto la bata blanca que le cubría la espalda se levanto un poco; me quede sin aire.
"Sasuke. Sasuke no. Sasuke, cuidado"
Pero no podía hablar. Mi voz no salía ni mi boca se movía. En el segundo que le llevo al médico sacar la pistola un centímetro de su bolsillo, tome una decisión muy estúpida.
Me puse de pie sin saber a dónde había sacado el coraje. No necesite caminar ya que tenia los enormes hombros del hombre cerca de mí.
Alcé la mano derecha. La aguja de la jeringa atravesó la bata blanca y se hundió en la carne de la espalda del médico, lo oí gritar de sorpresa. Apreté el embolo con el pulgar, sintiendo los músculos flexionándose bajo mi mano.
El cuerpo entero del médico dio un espasmo. Sus rodillas cedieron y se derrumbo en el suelo, con la mano todavía en el bolsillo trasero del pantalón. Alcé la mirada y me encontré con Itachi y Sasuke mirándome en silencio. Itachi parecía impresionado; Sasuke no se relajo y mascullo algo entre dientes. Camino hacia mí, pasando por encima del cuerpo del médico como si fuera un pedazo de estiercol. Temblé cuando me rodeo con los brazos y me estrecho contra su pecho.
-Naruto – susurro, en voz tan baja que apenas lo oí. Sasuke me recorrió el brazo con los dedos, beso mi pelo, hundió el rostro en mi cuello para olfatearme, pero nada parecía tranquilizarlo.
-¡Andare via!(lárgate) – grito en dirección a su hermano - ¡se lo tocchi un'altra volta ti uccido! (Si lo vuelves a tocar, te mato) –
Estaba demasiado aterrorizado como para entender, pero a estas alturas ya nada me importaba más que ver desaparecer a Itachi; no respire del todo hasta que la puerta se cerró. A su lado, Sasuke seguía frenético, buscando heridas inexistentes en mi piel y me costó captar la atención de sus ojos negros.
-¿Qué era eso? – pregunte en un susurro, sin poder apartar la mirada de la jeringa clavada en el cuerpo inmóvil del médico - ¿Quién es? ¿Qué quieren? ¿Qué era eso? ¿Qué iban a hacerme? –
Note sus dedos limpiando mis lágrimas con ternura; no recordaba haberme echado llorar, pero aquí estaba, con los sollozos sacudiendo mi cuerpo.
-Lo siento – Sasuke se inclinó unos centímetros para cargarme en brazos – Lo siento – Lo escuche murmurar varias veces – No debí dejarte solo, ya no te harán nada, ya no te dejare solo -
No respondí. Cuando Sasuke se sentó en la cama y se iba a separar de mí, no lo deje. Lo abrace y oculte mi rostro en el cuello del alfa.
A Sasuke no pareció incomodarle; hablo en voz baja con alguien.
-Llévalo – hizo una pausa -sbarazzarsi del corpo –
La puerta se abrió de nuevo y el alfa me apretó más fuerte en absoluto silencio. Sasuke sostuvo mi rostro con sus manos para mirarme.
-Se ha ido – aseguro – No volverá a regresar. Estás bien ahora –
Parpadee, respirando cada vez más despacio. Intenté formar una frase coherente en mi mente, pero en cuanto abrí los labios todo se vino abajo.
-Él... él quería hacerte daño – balbucee – Iba a sacar una pistola. Iba a matarte...-
-Shhh – murmuro él – No pasa nada. Estés bien. Estamos bien –
Dude.
-¿Qué demonios era ese liquido azul? ¿Qué querían? ¿Iban a matarme? –
Sasuke negó con la cabeza, pero sus ojos estaban tristes.
-Eran supresores – dijo con sencillez – Funcionan como las pastillas, pero estas son inyectadas –
Parpadee. No me estaba diciendo la verdad.
-¿Es solo un supresor y viene el cínico de tu hermano a ver como me lo ponen? –
Sasuke suspiro.
-Son supresores muy fuertes – dijo, incómodo – Puede haber riesgos de dejarte... estéril –
-Estéril – repetí – Me iban a dejar estéril –
-Si –
Sentí un nudo en la garganta.
-Iban a...- empecé a sentir nauseas; me separé ligeramente de él por si tenía que salir corriendo hacia el baño. – Iban a dejarme estéril. Le pedí a Karin pastillas y tu hermano decidió dejarme...- no pude acabar la frase; empecé a hiperventilar, oyendo la voz del alfa llenándose de pánico otra vez. Me apoye en su pecho con suavidad, intentando de recuperar el aire – iban a esterilizarme como un perro –
-No- Sasuke me abrazo tan fuerte que pensé que me iba a hacer daño, pero no me importo, lo necesitaba cerca de mi – El bastardo de mi hermano y su gente no te harán más daño –
Trague saliva; mi corazón latía con demasiada fuerza y no me dejaba pensar con claridad.
-Está bien – susurre, apoye la cabeza en su hombro.
-Estoy aquí –
Note los latidos de su corazón contra mis dedos y el agradable olor de su piel me llenaba los pulmones poco a poco, tranquilizándome muy despacio. Me quede mirando sus labios como si estuviera poseído.
Nos miramos en silencio varios segundos antes de que Sasuke hablase.
-Naru...- pero no le di tiempo de terminar; me incline ligeramente y atrape sus labios con los míos, con la desesperación creciendo en mi interior cada segundo. Sasuke reacciono al instante; jadeo ligeramente y sentí sus manos en mi cintura.
De repente la temperatura de la habitación había subido visiblemente, y el beso se había profundizado más de lo que había esperado y volví a sentir algo duro debajo de mí, creciendo lentamente.
Me aparté para tomar una bocanada de aire; empecé a marearme ligeramente, pero solo me permití dos respiraciones antes de besarlo otra vez, despacio, notando su sonrisa contra mi boca. Sasuke gimió por lo bajo y el sonido me incendio entero, como si mi cuerpo hubiese despertado por primera vez; lo necesitaba más cerca, más rápido.
Esta vez fue el alfa que se separó, recuperando el aliento poco a poco. Hice una mueca y él sonrió y apoyo la frente contra la mía con cuidado, todavía respirando irregularmente.
-Te quiero calmar y en lugar de eso, estoy sacando mi lado salvaje – se lamento en un susurro, solo me limite a sonreír – Me alegra ver que estas bien. No dejare que te vuelvan a tocar. Mi hermano esta... algo enfermo –
-¿Algo? –
Sasuke sonrió – Bueno, demasiado enfermo –
Un suave golpe en la puerta interrumpió el ambiente. Sasuke borro su sonrisa y miro enojado hacia la puerta, en silencio.
-Adelante – Hable en voz alta, al darme cuenta de que Sasuke no pensaba responder.
Entro Karin. Una Karin muy asustada.
-¿Estás bien? ¿Están bien los dos? – se abalanzo hacia la cama, sin mirar la cara enojada del alfa -No llegaron a...- empezó, pero la corte con un asentimiento de cabeza. Saco una caja blanca de la mesita y la abrió para revelar un botiquín. Froto el pequeño pinchazo con desinfectante, ignorando los ojos de Sasuke clavados en cada uno de sus movimientos.
-Itachi está loco – ella dijo al final – No lo puedo creer ¿Qué demonios piensa en esa cabeza? –
-Está bien –
-Y ese hombre. Dudo que fuera médico. Itachi no le dijo nada a nadie, lo metió aquí como una rata. Esas inyecciones ni siquiera son legales, se usan en casos desesperados...-
-Karin – la corto Sasuke – Ya cállate –
El beta trago saliva y asintió – Bien, te traeré te – dijo en modo de disculpa – Y he llamado a Kurenai, pero no se donde esta. Esa mujer parece un ninja, de verdad. Se quita y desaparece de la tierra –
Tuve la sospecha donde estaba, después de todo el cuerpo del médico ya no estaba en el piso.
Karin soltó mi brazo y tenía un diminuto esparadrapo sobre el pinchazo y empezó a hurgar en otra de las bolsas que había traído.
Saco una caja de cartón pequeña, verde, escrita con una caligrafía casi perfecta. Las pude reconocer y suspiré.
Eran supresores. De los más caros, lo se porque Hinata me lo había mostrado por internet ya que eran de alta clase y difícil de conseguir.
Mire a Karin con agradecimiento, pero ella miraba a Sasuke. Y Sasuke miraba la caja como si lo hubieran ofendido.
-Lo siento – dijo la beta – Solo quería traerlos por si... por si crees...-
Suspire.
-Naruto –
-¿Mmm? –
-¿Enserio quieres tomarlos – pregunto Sasuke.
-Quiero tomarlas –
-Naruto –
-Ya – tome la caja – Sasuke, solo por un tiempo, cuando me acostumbre a todo esto –
-Está bien –
Le di vueltas al anillo ente mis dedos, me mordí el labio inferior sin darme cuenta de que lo estaba mordiendo con demasiada fuerza.
-Naruto – escuche a Sasuke desde la cama -¿Estás bien? –
-Si – respondí al instante. Me puse el anillo y me encaminé hacia la cama. Evite su mirada mientras me acostaba a su lado, pero en cuanto fui a apagar la luz, me tope con sus ojos que brillaban ante la luz de la luna.
-Me gusta el anillo en tu mano – dijo al final.
-¿Si?-
Aparte las sabanas para moverme con comodidad, pero Sasuke tomo mi mano y beso mis dedos con suavidad.
-Eres perfecto – Sasuke sonrió – Siempre lo has sido –
Ya no dude en envolverme en sus brazos hasta encontrar una postura cómoda. Suspiré, sintiéndome relajado y seguro por primera vez en lo que parecía una eternidad y cerré los ojos, concentrándome en su respiración.
-Naruto –
-¿Mmm? –
-Pero si quieres tener niños ¿Verdad? –
Se me corto la respiración.
-¿Perdón? –
-Claro que no ahora. Dentro de un tiempo. Cuando las cosas estén bien –
Pensé en un bebé pequeño en mis brazos, de ojos negros y pelo rubio. Pensé en sus pies diminutos y mejillas regordetas. Pensé en mi vientre hinchado, mirándome en el espejo y verme rodeado y lleno, de ver la marca de unos dientes en mi cuello, de...
De repente las imágenes de un bebé fueron reemplazadas por la imagen de mi madre, ella había quedado perdida de la mente por haber perdido a su alfa, de sus ojos apagados y de su perdida de memoria. La veía tumbada en la cama del hospital, agarrada a la ausencia de su alfa como un clavo ardiente.
Cerré los ojos y sacudí la cabeza. Sasuke estaba siendo honesto, no quería que una conversación pacifica se convirtiera en una terrible noticia.
-Si – susurre – sí, algún día –
-Está bien –
-¿y tú? –
-Si. Claro. Siempre quise bebes –
-Oh... ya recuerdo –
Sasuke asintió.
-¿Y tu hermano? –
-¿Qué con él? –
Respire hondo.
-No voy a tener a mis hijos en una casa donde viva él – dije despacio – Entiende, tengo miedo de que se aparezca cada vez que abro una puerta. Si tengo niños, no. Júramelo –
Sasuke me beso la nuca con ternura -Eso nunca va a ocurrir –
Cuando desperté, había tres rosas frescas sobre la mesita. Busque a mi alrededor, sonriendo y me tope con un Sasuke sorprendentemente serio abotonándose la camisa.
-Naruto – Me llamo. Abrí la boca para darle las gracias, pero el no me dejo – Me tengo que ir ahora. Hay dos guardias esperando por ti afuera, por si quieres salir –
-¿Si quiero salir? –
Sasuke respiro profundamente y no me miro cuando me hablo de nuevo.
-Si quieres quedarte, quédate. Si no, ven conmigo –
-¿A dónde? –
-No te lo puedo decir – dijo con expresión tensa – Oye, quiero que recuerdes que las rosas son importantes. Si las quieres pisar, tienes que hacerlo pronto –
Cerré los ojos.
-No entiendo nada –
-Tienes que pisar las rosas antes de que sean treinta, eso es lo que escuche – me explico despacio – La gente de Rusia, prefiere que pisen las rosas en vez de escuchar un "no" por respuesta –
-Entiendo – tome aire – y eso ¿Qué tiene que ver que vaya contigo a tu trabajo? –
-Cuando regresemos por la noche, vas a querer pisar las rosas – Dijo mientras sacaba una pistola del ropero.
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