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El Fin ~ Parte I

Voy a saltarme el juego previo aquí e ir directamente al clímax, y créeme, no te estás perdiendo mucho. Como un virgen en el baile de graduación, nos abrimos camino a trompones en un espacio reducido y desconocido, sin saber que rayos hacemos, solo para desempeñar mediocre e insatisfactoriamente en todos los sentidos.

Y todo se reduce a una simple pregunta: ¿Qué hace su club?

Dicha pregunta proviene del Superintendente Aguilar, golpeando su pluma sobre una hoja de papel mientras está sentado detrás de una mesa de plástico, con Caradura, Penesin y Lee flanqueándolo, todos mirándonos a los cuatro debajo de la gran carpa como aves de rapiña.

Una pregunta justa, una que cualquier otro club debería poder responder en una oración o menos. Pero no somos un club cualquiera. Somos solo un club social glorificado para personas antisociales. No tenemos otro objetivo más que pasar el rato y no cometer delitos o meternos en problemas. Honestamente, podemos contratar a una niñera y sería igual de efectivo. El punto es que no hay una necesidad externa para que nuestro club exista, y lo sabemos. No servimos a un propósito mayor para el ecosistema escolar, ni aportamos prestigio y fama, como un club deportivo. Son solo cuatro tipos, ayudándose unos a otros a ser mejores, y nada más. La única necesidad de que seamos un club a este punto es que estamos obligados por políticas escolares a estar en un club, y que Hayden necesita estar en un club para mantener su beca.

Nuestra situación podría verse comprometida si intervienen Brayden o Okayden, porque duh. Brayden podría decirles a todos que se lo chupen y Okayden podría decir algo sobre pies, y ambos son igualmente problematicos. Yo, por otro lado, siento que todo este asunto fue idea de Hayden en primer lugar, así que colectivamente decidimos dejar que Hayden hable por todos nosotros mientras estamos parados allí, haciendo mierda de chico sexy, como flexionando los musculos y sonriendo engreidamente.

Espera, he estado monologando todo este tiempo, ¿no? ¿Hayden respondió la pregunta? Dado que nos miran confundidos, creo que no lo ha hecho. Tal vez él también esté monologando. Para ser justos, yo pensaría profundamente antes de responder esa pregunta también.

Lo golpeo con mi hombro, que apenas mueve ese hermoso trozo de mármol hecho hombre. —Psst, nene, responde la pregunta del buen hombre.

Hayden tiembla ligeramente, saliendo de su monólogo, antes de respirar profundamente. —Bueno, eh, sí, esto.... Perdona, ¿podrías repetir la pregunta?

El superintendente Aguilar levanta una ceja y se inclina sobre la mesa. —Por supuesto, Sr. Wilson. ¿Qué hace su club? ¿De qué se trata? ¿Cuáles son sus actividades habituales en el club?

Hayden es una montaña hecha hombre. Un chico enorme. Un papi chulo, por así decirlo. Pero ahora, parece un frágil ciervo a punto de que su madre sea cazada frente a él. Tan pequeño y tembloroso, medio perro chihuahua mezclado con pincher. Todo el futuro del club está sobre sus hombros, y creo que ahora se está dando cuenta de cuánto pesa. A eso lo llamo "El disparate del protagonista," donde el personaje principal asume la responsabilidad de salvar el mundo sin tener la más mínima idea de cómo hacerlo, o si se puede hacer en primer lugar.

Lamentablemente para Hayden, él no es el protagonista de esta historia y no tiene la armadura de trama que yo tengo.

—Bueno, verá, su señoría —dice Hayden entre murmullos y susurros como un rapero de TikTok.

—No soy juez, señor Wilson —interrumpe el superintendente, quien creo que tiene el superpoder de ser un completo amargado.

—Por supuesto, su majestad —dice Hayden con una reverencia—. Nuestro club, eh-

—El club de apoyo de Bad Boys, Soft Boys, Y Motomamis —dice el superintendente, con veneno en sus palabras, como si se burlara del nombre objetivamente tonto—. Y solo llámame señor, si es necesario.

—Sí, ese —dice Hayden. Gotas de sudor caen por su frente, lloviendo sobre las hormigas de abajo. Un pequeño apocalipsis está ocurriendo a sus pies, y nadie se da cuenta. Quizás seamos así, hormigas a los pies de dioses que tienen asuntos más allá de nuestra comprensión—. Nosotros, eh, somos un grupo de apoyo.

El superintendente Aguilar garabatea algo en el papel que tiene delante y hace clic dos veces en rápida sucesión con su bolígrafo de aspecto caro. —¿Un grupo de apoyo para qué, exactamente?

—Porque, eh, sí... ¿cómo digo esto? —se pregunta Hayden. —Está bien, es un grupo de apoyo para, bueno, bad boys, señor.

"y soft boys," interviene Brayden. "no puede olvidarse de los soft boys. que soy yo.'

—Ciérra el pico, Twinky Winky —le susurro—. Apegarte al plan.

—...y motomamis —susurra Okayden. Interesantemente, el único que tiene moto aqui soy yo, y definitivamente no soy una motomami.

"ay, mierda, me olvidé del plan. lo siento, su señoría. por favor, borre eso del registro."

El superintendente se ve superperplejo, escribiendo más cosas en el papel. —Ya veo. Dime, por favor, ¿cuáles son las actividades que ustedes, como club, realizan para apoyar a estos llamados 'bad boys' ?

"¡y soft boys!"

—¡Brayden!

"mierda, lo siento, sr. papi señor," dice Brayden. Lentamente saca una piruleta de su bolsillo y trata de desenvolverla de una manera insoportablemente lenta, tratando de no hacer ningún sonido. Lo que sucede es exactamente lo contrario, haciendo más sonido de papel arrugado que una convención de furros de 4 días. "no te preocupes por mí, solo estoy comiendome un dulcitu."

Hayden respira hondo, tratando de ignorar el papel de caramelo sonoro. —Nosotros, eh, pasamos el rato después de la escuela, quiero decir, nos reunimos después de la escuela para relajarnos, hablar sobre nuestros problemas y hacer algunas actividades de trabajo en equipo, ¡¿puedes abrir la piruleta de una vez?!

Brayden se estremece de pánico, tirando y tirando del envoltorio. "¡la chupeta se derritió en el envoltorio y se empegosto todo!"

Okayden agarra la piruleta y le quita el envoltorio de un tirón. Claro, también hizo que el caramelo se desprendiera del palito, pero al menos ya hay silencio. Lo vuelve a poner en la palma extendida de Brayden y le da dos palmaditas en la cabeza.

—Gracias —dice Hayden—. Como decía, nos reunimos después de la escuela y nos apoyamos mutuamente, al mismo tiempo que realizamos actividades para fomentar la unidad y el apoyo.

—¿Como cuáles actividades? —dice el superintendente sin perder el ritmo.

—Como... como... eh... ¡calabozos y dragones! —él dice—. Además, tuvimos un viaje por carretera, una vez. Los viajes por carretera son buenos para fomentar unidad.

—Recuerda que,

El Autor no tradujo ese capitulo,

Así que no es canon.

—Mierda, tienes razón —dice Hayden—. Bueno, juegos de mesa en general. Y también hablamos de nuestros sentimientos. Ya sabes, cosas de grupos de apoyo.

El superintendente Aguilar escribe algo en el papel mientras sacude ligeramente la cabeza. Mi corazón se hunde en mi estómago, y los corazones por lo general me dan reflujo ácido.

—Señor. Wilson, voy a ser honesto —dice, arrojando el bolígrafo sobre la mesa con un suspiro pesado y exasperado. No siento que sea malicioso ni nada, solo desapegado—/ No veo la necesidad de que exista su club. Solo atiende, hasta donde puedo ver, a cuatro personas en total. Si bien reconozco la necesidad de amistad y apoyo en los adolescentes con ideas afines, no veo por qué necesita que el distrito escolar le brinde infraestructura y apoyo financiero cuando esto se puede lograr con la misma facilidad reuniéndose con amigos fuera de la escuela. En este momento, tanto nuestro presupuesto como nuestra infraestructura están a punto de colapsar debido a la afluencia de nuevos estudiantes, y simplemente no tenemos los recursos para acomodar clubes de pasatiempos superfluos como el suyo.

Hayden está congelado, incapaz de decir nada. Su boca hace sonidos como una boccia de auto quemada. La verdad es que todo lo que acaba de decir el superintendente da en el clavo. No hace falta, en papel. Pero Hayden lo necesita. Necesita estar en un club para lograr su sueño, y el único otro club que lo aceptaría es el que aplasta sus sueños en primer lugar. Tengo que salvar este club. Tengo que salvar a Hayden. ¡Y tengo que hacerlo ahora!

—Señor, ¿puedo hablar? —digo, dando un paso adelante. Sé que el trato era dejar hablar a Hayden, pero este es mi avemaría como bad boy. No puedo perder. Tengo a la trama y a Dios de mi lado.

—Señor... Gómez, ¿verdad? —dice el superintendente—, por supuesto, adelante.

—Señor, por favor, no se apresure a eliminar nuestro club —suplico—/ Nuestra escuela tiene una política que requiere que los estudiantes se inscriban en un club, lo que nos obligó a crear este espacio seguro en primer lugar. Eso es lo que este club es en esencia: un espacio seguro. Un espacio seguro para estudiantes marginados como nosotros que no encajan en el molde de otros clubes escolares. Por favor, no nos quiten nuestro espacio seguro.

El Superintendente hace otra expresión además del cansancio crónico desde que empezó todo esto: Sorpresa, con un trasfondo de ira. Pero no a nosotros, sino a Caradura y Chupahuevos, sentados a su derecha.

—¿Tienen una política de qué? —dice el superintendente, torciendo el cuerpo para enfrentar a los dos cobardes directores, que se esfuerzan mucho en ser tragados por la tierra para evitar el bochorno—. Explíquense, ahora.

—¡Eeek! No tengo nada que ver con eso. ¡Preguntarle a ella! —grita el director Tragamenas, señalando a su socia en el crimen.

—Bueno, señor, verá —dice la directora Caradura, mirando fijamente a Jalamedias—, había una vacante para un puesto de superintendente en un distrito cercano y, bueno, pensé que si mostraba iniciativa para impulsar la participación de los estudiantes en actividades extracurriculares, yo...

—Suficiente. Ya he oído suficiente. —El superintendente Aguilar se pellizca el puente de la nariz antes de dejar escapar un largo y exasperado suspiro—. Con razón su presupuesto se ha disparado tanto. No se puede obligar a un estudiante a entrar en un club, y mucho menos para avanzar en su carrera. Habrá repercusiones por esto.

Creo que incluso las personas fuera de la tienda pueden escuchar el trago de pánico de la directora mientras se desliza hacia su silla.

—En cuanto a ustedes —dice el superintendente—, lamento mucho que hayan tenido que recurrir a esto. Por ahora, se suspende la política de obligar a un estudiante a unirse a un club. Hablaré con el resto de la junta sobre la creación de espacios seguros en el futuro, cuando construyamos nuestro presupuesto para ello, pero en este momento, debo recomendar rechazar su solicitud de club.

¿Que? ¡Pero yo soy el protagonista! ¡No puede terminar así! ¡No permitiré que termine así!

—Señor, con todo respeto —empiezo a decir, pero él me detiene levantando la mano.

—Sin embargo, no puedo rechazar eso unilateralmente, ya que está más allá de mi alcance como superintendente y sería una gran extralimitación de mis poderes. Este asunto se lo remitiré a los directores ya la señorita Vázquez por aquí. Directora Caradura, ¿cuál es su voto?

Parece que la directora Caradura quiere huir a Belice y comenzar una nueva vida como partera de caballos de carrera, pero desafía su miedo para besar el trasero del superintendente. —Sí, estoy de acuerdo con tu evaluación. Voto para rechazar la solicitud. ¿Director Tranquilonne?

Penesin también intenta calmar sus nervios y ponerse del lado del superintendente, pero una tos de Brayden desvía su atención. Brayden le articula algo, que creo que son números de algún tipo, que le quitan el color de la cara.

—¡Eeek, voto para aceptar, para aceptar! ¡Por favor, no filtre mi IP! —dice el director Huevosin. Así que eso es lo que es. ¡Buen chantaje, Brayden!

—Todo recae en el desempate, representante estudiantil Lee Vázquez —dice el superintendente.

Oh, no. Malditasea el diablo. Nuestro destino está en las diminutas manos de nuestro enemigo mortal.

Con su expresión en blanco, sacude la cabeza, lenta y suavemente. —Voto para rechazar la solicitud.

Ni siquiera puedo decir nada en nuestra defensa. El superintendente simplemente sella nuestro destino con un sello de tinta literal en tinta roja. No tengo que verlo para adivinar lo que probablemente dice en el papel que selló:

RECHAZADO.

Y eso es todo, amigos. Tres temporadas de acumulación. Tres temporadas de errores, de paparruchas, de travesuras, de artimañas. Tres temporadas de construir un club, un sueño, un refugio, destruido en menos de dos mil palabras. Tan simple como eso, estamos jodidos. No tenemos nada.

Hayden no tiene nada. Sus sueños, su beca, todo se fue con el viento. Y todos sabemos, en el fondo, que fue mi culpa.

Tal vez si hubiera aceptado la oferta de Lee de unirme al consejo estudiantil, Brayden, Hayden y Okayden habrían formado su club de tres miembros sin problemas. Tal vez si no estuviera tan celoso de Aiden, no me habrían expulsado y el club cerrado. Tal vez si no me hubieran expulsado, Brayden no habría incendiado la otra escuela, poniéndonos así en tal restricción presupuestaria.

Tal vez, si no estuviera presente, no le habría dado a Hayden esperanzas de un futuro mejor.

De cualquier manera que veas esto, estoy en el centro de todo. La culpa empieza y termina conmigo.

Hubiera sido mejor si yo no estuviera vivo para joderlo todo.

Hayden está de pie allí, en medio del parque, mirando la estatua rota de un fundador fracasado. No sé qué decir, o qué hacer para consolarlo. Pero tengo que intentarlo.

Lo agarro por los hombros, frotándolos suavemente. —Nene, yo-

De repente se da la vuelta, dándonos a los tres una cálida sonrisa. No hay tristeza, ni ira, ni nada detrás. Es una sonrisa seriamente genuina. —Oye, ¿quieren cenar algo? Quiero cocinar para todos ustedes, si les parece bien.

Eh. Bueno. No sé a dónde va esto, pero seguro. Tengo hambre de todos modos, y parece que Brayden está a punto de comerse el dedo. Wawa hambriento.

Aún así, no puedo evitar preguntarme, ¿qué está pasando dentro de la cabeza de Hayden? ¿Qué está pensando? Por ahora, seguiré la corriente y haré lo único que puedo hacer por él: estar presente.

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