El Bad Boy Del Inodoro ~ Parte 3
¿Sabes que? Jodete tu, que se joda el autor, que se joda Farfallah y que se joda esta trama. No voy a involucrarme en esta mierda de anime. No necesito estúpidas toallas de papel para secarme las estúpidas manos como un estúpido heterobasico. Ya he tenido tres temporadas de mierda, y no voy a tomar ni una onza más. Usar lentes de Kanye debería ser suficiente castigo.
Le saco la lengua al tipo larguiducho mientras le hago el viejo saludo con dos dedos medios, secando las manos en mi camiseta. —Vete a la mierda tú y tu cuchillo.
—¡No llames a 'RompeMundo' un simple cuchillo, mocoso grasiento sin flequillo! —grita el otaku flacucho, pero es demasiado tarde.
Abro la puerta del baño, pero en lugar de ver a seis bad boys idiotas monólogando en un pasillo, veo a un otaku larguirucho y tonto en un baño. Mmmm... raro. La última vez que revisé, estaba saliendo del baño, no entrando.
Déjame intentarlo de nuevo. Me doy la vuelta y salgo del baño, solo para volver a entrar al baño. Con que es como se siente un aneurisma. Eso, o esta puerta está defectuosa y solo sirve de entrada y no salida.
El Fido Dido apestoso está apoyado contra la pared, que probablemente está marinada con el orine de décadas de jóvenes con mala puntería, con esa sonrisa característica que todo bad boy tiene. Mis radar de bad boys están hormigueando. O tal vez mi gaydar. Quizás ambos. Apostaría un centavo a que él tiene algo que ver con esto.
Solo para estar seguro, me doy la vuelta una vez más para salir del baño, solo para entrar otra vez más, seguido de una de sus tontas risitas de anime. Sí, estoy lidiando con un bad boy mágico.
No confundirse con un bad boy mago. Lo peor que puede hacer un bad boy mago es tratar de hacer un atraco o robarte la cartera en la calle con sus dedos mágicos suaves. O hacer un programa de televisión mediocre. Estoy hablando contigo, Cris Ángel. No, este es un bad boy avanzado, lleno de magia, mística y un palo mágico metido en el culo.
—Fufufu, ¿te diviertes, amigo mio? —dice, sus ojos brillando con magia y un toque de homoerotismo. —. Temo que escapar no te será sencillo. Veras, jovenzuelo, yo se lo que quiero. Y si alguien me lo niega se encontrará con un infierno. Encontrarás escapar una proposición dura, pero, no te preocupes, que lo que viene es adrenalina pura.
Pensándolo bien, podría ser menos una insinuación homoerótica y más una vibra de "te quiero vender un gramo de merca." Ahora me doy cuenta de que estoy solo en un baño interminable con un tipo significativamente más grande que yo empuñando un cuchillo. Estoy 1100% seguro que me quiere vender alguna droga.
Dicen que la locura es hacer lo mismo una y otra vez, esperando resultados diferentes. Creo que Einstein lo dijo. Debe ser cierto, ya que lo vi en ese videojuego con la isla y los disparos y esas cosas. Y si bien puede ser cierto, no creo que Einstein haya tenido que escapar de un posible apuñalamiento en un baño público con una sola salida, así que perdóname por estar un poco loco e intentar escapar una vez más por la puerta. Corro con todas mis fuerzas, solo para volver una vez más al baño y, lo que es peor, chocar contra el pecho del asqueroso otaku altote, que puede ser tan delgado como un espagueti, pero Santo Cristo de la Grita, esos abdominales estan duritos. Golpeo contra él lo suficientemente fuerte como para que mis malditos lentes de persiana salgan volando de mi cara y caigan al suelo.
Asco. No voy a ponerme esas asquerosidades en la cara. Me va a salir conjuntivitis.
—Oh, pero mira esto, amiguito —dice el chico, dando un paso hacia mí y acercándose incómodamente cerca a mi cara—. ¿Qué escondes en esos lindos ojitos?
Doy dos pasos hacia atrás, que es el equivalente a uno de sus pasos largos. Resulta inútil, ya que da dos pasos hacia adelante, y otros dos más, empujándome contra la pared, con él mirándome muy, muy de cerca. Huele a caquita y sudor.
Bien, estoy oficialmente en pánico. No se puede volver atrás, no se puede seguir adelante. Sin escape, sin salida. Solo hay una cosa que puedo hacer en este momento. Después de todo, esta no es la primera vez que nos encontramos en esta situación. Entonces, vamos, niñxs. ¿Qué decimos cuando una persona extraña está tratando de tomarnos en contra de nuestra voluntad?
—Me estás dando una erección —le digo mientras me relajo de inmediato, convirtiendome en peso muerto. Me cagaría encima, pero, ya sabes, me quede un poco vacío.
Él, sin embargo, presiona mi pecho con una de sus enormes manos yaoi, evitando que baje al suelo mientras su otra mano toca mi rostro. Mi ojo derecho, para ser exactos. —Qué par de orbes interesantes tienes. Púrpura como las lilas en verano crecientes. La marca del Génesis de Alexandria, increíblemente especiales y raritas. El poder de una larga vida sin enredos, en la punta de mis dedos. Esas bolas de cristal tuyas valen mucho dinero. ¿No las quieres jugar en un simple reto?
—¿Te lavaste las manos antes de tocarme la cara? Porque no creo que te hayas lavado las manos.
—No te preocupes, mi pequeño gorrión —dice, acariciando mi mejilla—. En la oscuridad el miedo no es una noción.
Definitivamente tendré conjuntivitis después de esto.
—Gracias, pero no gracias —le digo, apartando sus manos—. No tengo intención de arriesgar mis ojos en ninguna apuesta. Los necesito para ver y describir lo que pasa a mi alrededor para mi audiencia imaginaria.
A él no parece gustarle eso, ya que me agarra por el cuello de la chaqueta y me mira a los ojos, con sus propios ojos de arcoíris brillando con magia y amistad y esa mierda. Acerca su cuchillo a mi cara mientras se lame los labios con anticipación. —Solo será un juego corto, vamos. ¡Incluso te dejaré elegir lo que jugamos!
Ahora, niños. Cada hombre malo tiene un botón de apagado entre sus piernas que puedes presionar para que dejen lo que sea que estén haciendo. ¡Es fácil de encontrar! Solo encuentra el extraño bulto entre sus piernas. Muy facil de atinarle. ¡Y lo bueno es que cuanto más fuerte lo presiones, más efectivo será! Yo, por ejemplo, uso mi pierna para patear el botón del otaku cochino, haciendo que me suelte y se hinque al suelo al mismo tiemppo. ¡Hurra por los botones de escape!
—¡No es no, marrano! —grito antes de darme la vuelta y salir del baño. Con suerte, se distraerá con sus bolas palpitantes y no usará su magia para mantenerme atrapado.
¡Y tengo razón! Algo así como. Porque si logro salir del baño, pero no aterrizo en el pasillo, sino en... ¡Maldita sea!
—Hijo de Adán —dice la figura en el trono que se materializa al otro lado de la puerta, en un espacio infinito de columnas y agua. Farfallah, de nuevo, maldita sea.
—Perra, ¿ahora qué quieres? —grito.
Ella no parece desconcertada por mi arrebato, conservando el mismo comportamiento práctico que su contraparte terrenal tiende a exhibir. —Te has puesto en contacto con el intruso, e incluso te ha dado la oportunidad de seleccionar un juego en el que podrías ganarle con algo de astucia. Esta es una oportunidad única en la vida, hijo de Adam. ¿Por qué huyes de ella?
—¿Es eso lo que estaba diciendo? —pregunto. Todavía no sé qué diablos está diciendo la mitad del tiempo. No hablo otaku—. Mira, no quiero apostar mis ojos por una cosa estúpida mágica que desconozco. Me gusta ver cosas.
La diosa se inclina hacia adelante y una sonrisa traviesa se dibuja en su rostro. —Parece que no te das cuenta de que esto no es una petición, sino una orden. El intruso es vanidoso. Quiere vivir para siempre y ser hermoso. Quiere tus ojos, y no te dejará ir hasta que juegue contigo por ellos. Y no me siento inclinada a romper su hechizo para ayudarte a escapar. Para mí, solo hay un camino a seguir.
Ah, así es como es la vaina. Estoy atrapado hasta que gane, o él me deje ir. Esta perra...
—Entonces, de cualquier manera, tengo que jugar con él para escapar —le digo.
Farfallah se recuesta de nuevo, complacida consigo misma. —Me alegro de que hayas entendido algo tan básico como esto.
La realidad se desvanece una vez más, dejando solo una puerta en una vasta oscuridad. Genial, estoy jodido, entonces. O juego y gano, lo cual, dado que él es un tramposo y un idiota, parece ser la elección difícil, o pierdo mis ojos y me deja ir, y tengo que narrar lo que sucede a mi alrededor a través del olfato. Ninguna parece ser una buena opción.
Bueno, existe la tercera opción para que este sea el problema de Ayden del futuro, y es elegir un juego sin fin. ¿Pero como hacerlo? Un juego para sacarlo de mi cabello el tiempo suficiente para escapar y no ser molestado por él durante un capítulo o dos. Mmm...
¡Lo tengo! Solo tengo que evocar la sabiduría de hermanos molestos y niñeras desinteresadas sobre qué hacer cuando quieren un poco de paz y tranquilidad de esas molestas espermas gigantes de mascota que llaman niños. Esperemos que funcione.
Atravieso la puerta y entro al baño una vez más, donde un imbécil intenta ponerse de pies mientras me mira con odio y ganas de apuñalarme. Su daga está a un lado junto a él en el piso.
—¡Tú! —grita, arremetiendo contra la daga, pero soy más rápido, pisando su mano antes de que pueda alcanzarla.
—Cálmate, Goku —le digo—. Quieres mis ojos, ¿no? Jugaré contigo por ellos. Pero si gano, tienes que darme todo lo que le robaste a Farfallah.
Su expresión de dolor cambia a una sonrisa mientras sus ojos brillan con codicia. —¡Interesante, interesante! Amigo, estás demostrando ser bastante interesante. Para ser un aliado de esa diosa malhumorada, ¡debes ser una persona determinada! Acepto tu desafío.
Giro mi pie un poco más sobre su mano, solo para borrar esa estúpida sonrisa de su rostro. —Bajale dos, Naruto. Recuerda, me dijiste que podía elegir el juego.
Incluso mientras estoy aplicando presion, él no muestra dolor ni incomodidad. Él es realmente un bicho raro. —Eso lo hice, amigo. Eso lo hice. Dime, ¿qué juego elegiste?
Sonrío, dejando que se muestre un poco de mi lado bad boy. —¿Qué te parece jugar a las escondidas?
—¿A las escondidas? —el repite.
—Escondidas —le digo—. Un juego tan simple que incluso los niños pueden comprender las reglas.
Suelto su mano, lo que le hace agarrar el cuchillo y por suerte lo guarda. Se pone de pie, tirando de su cabello sedoso detrás de él, lo cual, wacala, y me da una sonrisa. —Conozco las reglas, tonto. Fui al cole después de todol. Pero, por si acaso, ¿puedes repetirlas para estar claro?
Este idiota no sabe que son las escondidas. Esto será más sencillo de lo que pensé. —Fácil. Contaré hasta diez. Tú te escondes y yo voy a buscarte. Si te encuentro, yo gano. Si no puedo, tú ganas. Simple, ¿verdad?
Su sonrisa llega a extremos que ninguna sonrisa ha llegado antes. Prácticamente se envuelve alrededor de su rostro. —Entonces, acepto. Pero ten cuidado, ¡nunca me encontrarás!
Le devuelvo la sonrisa. —Estoy seguro de que no lo haré.. Empezaré a contar.
Me tapo los ojos con las manos, asegurándose de hablar lo más alto posible. —Veinte, diecinueve, dieciocho...
Sigo contando hasta que llego a cero. Abro los ojos y, para mi total sorpresa, funciona. Ya no está en el baño. —¡Listo o no, aquí voy!
Intentemos abrir la puerta. Para mi alivio, va al pasillo, donde los seis chicos malos todavía están allí, escuchando el monólogo de Aiden, que parece estar llegando a su fin.
—...y entonces, es mi sueño, ¡un club donde los bad boys pueden ser bad boys y vivir nuestras fantasías como es nuestro derecho de Dios! ¡Con alcohol, perras y mas bad boys!— dice Aiden, levantando las manos como un profeta.
Me acerco a Brayden, que está en la parte de atrás del grupo hurgándose la nariz. —¿Qué me perdí?
"bla bla bla, somos bad boys, bla bla bla, queremos ser malos, bla bla bla, bad boys de verdad, bla bla bla," dice. "básicamente quiere hacer lo mismo que nosotros, pero malvado."
Cool. No tengo la energía para luchar contra él en este momento. —Bueno, esto ha sido divertido, pero tenemos que irnos. ¿Hayden?
Hayden, que está al frente de la conversación, me mira, confundido. —Pero, no hemos-
Lo agarro por el brazo y lo alejo. —¡Dije, vámonos!
Dejamos el frente del baño en medio de abucheos y burlas, yo apartando a todos.
Me pregunto cuánto tiempo pasará hasta que ese idiota otaku se dé cuenta de que no tengo la intención de buscarlo. Un niño puede pasar un día entero hasta que se da cuenta de que era una estratagema para tener algo de paz y tranquilidad por una tarde. ¿Un bad boy mágico con una obsesión por ganar? Con suerte, tomará un poco más de tiempo hasta que se de cuent de mi artimaña.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro