La reina y la diarrea ~ Parte 2
Ni siquiera me molestaré en describirte el baño. Si has visto un baño escolar, los has visto todos.
Puertas rotas, ese inodoro que siempre está fuera de uso que los emos usan para escabullirse entre clases y llorar, ese líquido no identificado en el piso del que no se puede saber si es pipí o agua debido a los económicos azulejos beige del baño que no han sido lavados desde que se instalaron, y ese olor a orina perfeccionado químicamente, arraigado en los cimientos de la escuela, que hace que te quedes ahí solo el tiempo necesario, y ni un segundo más de lo necesario.
Supongo que si tenía que describirlo. Solo quiero señalar que, desde el principio, mis opciones para cagar se redujeron por uno, porque hay solo tres inodoros. Siempre son tres inodoros. Parece que el sistema escolar estadounidense no puede pensar en una razón por la que la gente tenga que defecar en intervalos de números pares.
—¿Qué te pica, Hayden? —digo, sacudiendo los jamones de pastrami al que llama mano de mi brazo—. ¿Qué fue eso?
—Mira, bro —dice—. No les prestes atención. Tengo que pedirte un favor, de bad boy a bad boy.
—Es un poco difícil ignorar a una turba pidiendo sangre —digo, caminando hacia el primer inodoro.
Intento abrirlo, pero una voz que dice "Ocupado" interviene tan pronto como lo hago. Genial, un espectador.
—Eso es lo que estoy tratando pedirte —dice Hayden—. Va a sonar raro, pero quiero que me des en el trasero.
La palabra en sí hace que mis intestinos salten hacia la izquierda, y maldita sea si dejo que se mueva un poco hacia la derecha y haga el hokey-pokey. —¿Disculpa?
—Me escuchaste —dice Hayden—. Necesito que salgas al pasillo y simplemente me des en el trasero bien duro frente a todos.
Retiro lo que dije. No es un genio, es un bicho raro. Y no tengo tiempo para lidiar con bichos raros.
Me muevo al siguiente inodoro, el último que queda, pero Hayden me bloquea con su mano antes de que pueda siquiera tocar la puerta. Recuerda, Hayden es un bad boy enorme que podría, si quisiera, sacarme la mierda a golpes.
—Bro, pana, parce, antes que nada, piensa antes de hablar —digo—. La próxima vez que hables, tómate un segundo para escuchar lo que dices. En segundo lugar, vine a esta escuela para obtener una educación deficiente para poder obtener un trabajo mediocre, aunque gratificante, al ayudar a las personas mayores a configurar su cuenta de Gmail, no caerme en puñetazos con alguien que me podría meter en una lista negra gubernamental por crímenes de odio. En tercer lugar, tengo que sacar un mojonazo, así que si me disculpas...
Intento, y enfatizo en el intento, rodear a Hayden, pero es demasiado musculoso. Todo lo que hace es esquivar un poco a la derecha para bloquear mi avance.
—¡Muévete, pared carnosita! —lo digo. —Lo siento, eso fue totalmente innecesario. Realmente tengo que hacer del dos, y no puedo controlar mi bad boy interior.
—Te entiendo —dice, poniendo una mano de chuleta en mi hombro—. A veces, no podemos evitar actuar según nuestros instintos de bad boy. Te perdono, bro.
—Gracias —le digo.
—Pero solo si me das duro por el trasero frente a todos.
—Okay, ¿qué carajos te pasa?
Pone otra mano en mi otro hombro, fijando sus ojos en los míos. Ojos oscuros y profundos, llenos de conocimiento y desesperación, como dos galletas de chocolate después de una clase de filosofía. —Bro, escucha. Hay un momento en la vida de todo hombre en el que tiene que hacer un balance de su vida, abrocharse el cinturón y darse cuenta de que un chico malo debería darle una paliza.
—Eso responde a ninguna de mis preguntas.
Quita su mano derecha, la mete dentro de su bolso, sin mirar, y saca una cosa pequeña parecida a un cupcake.
—Si lo haces, te daré una pavlova —dice con esa sonrisa sexy y torcida.
No estoy orgulloso de lo que voy a hacer, pero espero que puedas perdonarme, querido lector. La naturaleza está llamando. Lanzo la pavlova al suelo, miro a Hayden a los ojos y le hablo lentamente. —Hombre, vete a la mierda con tu pavlova.
Como era de esperar, se aparta para tratar de atraparla antes de que llegue al suelo, lo cual hace, porque es un perfecto bad boy tipo deportista, pero me da suficiente espacio para saltar sobre él y patear la puerta del cubículo, cerrándola detrás de mí.
—¡Oye, bro, no está cool! —grita Hayden—. ¡Me desperté a las cuatro de la madrugada para hacer esto solo para ti!
—¡Lo siento! —digo, bajándome los pantalones, pero asegurándome de que no toque el charco no identificado. 70 % seguro de que es orina—. ¡Tengo que hacer del dos! ¡No tengo tiempo para tus extraños planes homoeróticos!
No sé si es el hecho de que sé que hay alguien más en el baño aparte de mí, o la gente gritándonos para pelear desde el pasillo, pero no me sale nada. Ir al baño es un acto de paz, y soy un poco tímido para hacer mis necesidades. No puedo aflojar la válvula si el inspector está cerca, si sabes a qué me refiero.
No ayuda que Hayden, en su altura infinita, venga asomando por encima de la puerta como el titán coloso sobre la Muralla María. Los bad boys también ven anime.
—Mira, voy a decirte la verdad —dice.
Cubro mis indeseables, porque tengo al menos un mínimo de modestia. —¿En serio? ¿No puede esperar a que termine?"
Me mira fijamente durante un rato y sé que está monologando, pero igual me da escalofríos.
—Nope —dice—. ¿Sabes esa chica envuelta alrededor de mi brazo como una cobra?
Tal vez, solo tal vez, si escucho lo que tiene que decir, se irá. —Las pitones se envuelven, las cobras simplemente se te muerden. Aprende a diferenciar tus serpientes. Pero sí, ¿la animadora? ¿Quién es ella?
—Oh —dice una voz que definitivamente no pertenecía a Hayden. Suena fastidiosa e increíblemente punzante. —Ella es Leighlay McKenzie, la capitana del equipo de porristas y la novia de Hayden.
Naturalmente, la voz fastidiosa proviene de una cabeza que se asoma desde el cubículo contiguo al mío, una cabeza que pertenece al cuerpo aún más fastidioso de Billiam "Scooter" Exposito.
Apenas tengo tiempo para gritar "Jesús" antes de cubrir mis piernas con mi fiel carpeta. Tengo un poco de pudor.
—¡Ella no es mi novia! —grita Hayden—. De paso, ¿quién eres? ¿Y quieres una pavlova?
—En orden: sí lo es, soy Billiam, pero mis amigos me llaman Scooter. Soy el mejor amigo de Ayden. Y sí, me gustaría mucho una pavlova.
—¡Oye! —exclama Hayden, entregándole un pavlova a Billiam—. ¡Pensé que yo era tu mejor amigo!
—Los conocí a ambos ayer— digo—. ¿Puedo tener algo de privacidad?
—No hasta aclarar unas cosas —dice Hayden—. Eso de ser novios es invento de ella. Tiene esta fantasía de salir con el capitán del equipo de fútbol, y tiene este sueño americano de una casa con la valla blanca, y muchos niños, y fama y dinero con un jugador de la NFL como esposo.
—Bueno— dice Billiam, rascándose la barbilla pensativamente—. Ha sido votada como "La más probable es que sea la mamá futbolista pasiva-agresiva que llora para manipular emocionalmente a otras mamas para que cumplan sus órdenes en un reality show de temática suburbana" por tres años consecutivos.
—Ella es simplemente una acaparadora de la fama, y yo soy la deliciosa fruta de la que está tratando de atiborrarse —dice Hayden—. ¡Ni siquiera me agrada!
—Oh, drama —susurra Billiam mientras mastica la pavlova.
—Es por eso que quiero que te comportes como un hombre y me des duro frente a ella —dice sin perder el ritmo—. Si me ve débil, me dejará en paz.
—¿No puede simplemente presentar una denuncia por acoso sexual? —pregunto, mientras una suave corriente de aire me enfría el trasero. Sí, es difícil recordar que todavía estoy medio desnudo—. Porque eso suena a acoso sexual. Como abordar a una persona en el baño.
—No, bro, no la conoces —dice Hayden—. Ella tiene poder aquí. El poder de una adolescente. Puede hacer de mi vida un infierno si presento una queja.
—Buena suerte con eso. Ella es básicamente la reina de la escuela —dice Billiam.
Y así cumplimos nuestra cuota de clichés por esta conversación.
—Por favor, bro, necesito tu ayuda —dice, mirándome con esos besos de Hershey que llama ojos.
Maldita sea mi corazón blando y mis heces aún más blandas. Si voy a cagar, tendré que ayudarlo primero. Pero ya hice todo lo posible para describir que tan estúpida es esta idea, y a las porristas les encanta cuando los deportistas son estúpidos. Lo que significa que una pelea no funcionara.
Bueno, hay una forma de resolver esto sin pelear, pero no es mi favorita.
—Está bien, te ayudaré —le digo a Hayden—. Pero necesitaré tu consentimiento para hacer algo bastante extraño.
Sí, esto va a poner raro.
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