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La reina y la diarrea ~ Parte 1

¿Alguna vez has visto a alguien tan hermoso, tan esculpido por los mismos Dioses en un acto de arrogancia y posiblemente juego de naranja fermentado, que piensas que el mero hecho de que pienses en estar cerca ellos de alguna manera te pondrá en una especie de metedura de pata angelical donde todos los ángeles te mirarán y se reirán de tu estupidez, como un TikTok voyerista?

Ahora, imagina a esa persona en cuclillas frente a un inodoro de porcelana, con la ropa interior hasta las rodillas, después de una noche de comer tzatziki y frijoles directamente del tazón con una cuchara, con gotas de sudor corriendo por su frente mientras lo que solo puede describirse como un líquido de consistencia de café con leche de diarrea explosiva convierte el interior de dicho inodoro en una pintura de Jackson Pollock. No se ve tan sexy ahora ¿verdad?

No importa qué tan sexy, famoso, rico, pobre, flaco, gordo seas, en algún momento del día nuestras panzas empezarán a tocar batería con nuestras entrañas para indicar que es hora de ponerse en cuclillas en un cuenco de porcelana con un poco de agua en el fondo, y simplemente empujar la suciedad hacia afuera. Cagar es el gran ecualizador, ya que todos, absolutamente todo, desde Elon Msuk hasta Kim Kardashian hasta yo mismo lo debe hacer. Entonces, ¿no somos todos iguales?

Ve a hablar con ese bomboncito que te vuelve loco. Te aseguro que al menos tienen eso en común.

Lo que quiero decir es que los bad boys, a pesar de todo el misterio y sexidad, en algún momento del día deben sentarse en el trono del trueno y jugar a ser Zeus, por así decirlo, y eso es uno de los placeres de mi día. Puedo sentarme en un lugar tranquilo, sin tener miedo de toparme con ninguna trama cliché, y ​​jugar Plant Vs. Zombies.

¿Pero, adivina qué? Creo que soy alérgico a la leche de almendras. ¡Nunca la había probado antes! Los bad boys no nos importa que comamos, ya que no podemos engordar. Solo llevo comida a mi garganta y me ocupo de ella más tarde. Así que desde mi encuentro con Hayden ayer he sentido que mi estómago ha estado quejándose con sonidos peligrosos, de esos que sabes que vas a tener que tomar el día libre para poder resolver.

Honestamente pensé que podría manejarlo sin mucho problema. El dolor es mental. Pero mi marioneta de carne anhela la liberación, y no podría haber tenido un peor momento para ello que este mismo instante.

Diez minutos antes de que suene la campana, estoy en un ducto ventilación, donde estoy seguro de que alguna pobre señora de la limpieza se pregunta por qué dos tejones decidieron subirse para tener un duelo a muerte, si se basa en los sonidos de mi panza, y con un fuerte deseo de cagar. Sí, este capítulo es acerca de cagar. Pero aguántate un segundo y escúchame.

¿Me arriesgo a dejar la comodidad de mi ducto de ventilación para aventurarme a una aventura para ventilar vicisitudes, ventriculares, o me arriesgo a ir durante el recreo?

De cualquier manera, estoy jodido.

Mi cuerpo, siendo el bad boy rebelde que es, decide lanzar un pedo bien caliente y húmedo, asegurándose de que no solo mi escondite sea comprometido, sino también haciéndome cuestionar si mi pedo fue tan fuerte que le abrí un hueco a mis interiores de algodón.

Mi cuerpo me hizo jaque mate. Tengo que arriesgarme.

Pateo el respiradero cuidadosamente, teniendo mucho cuidado de salir sin ser visto. No puedo permitirme que ningún PCP sepa donde me escondo. Además del tipo con un millón de bufandas y tres abrigos que estoy empezando a creer que son solo dos pugs pegados con cinta adhesiva, todavía no hay nadie más en el aula. Eso me da tanto alivio como miedo. Sobre todo, porque significa que están la gente está afuera, en los pasillos. Esperando.

Me doy una palmada en el pecho, asegurándome de rezar en silencio a San Juan Bosco, patrón de los bad boys, y salgo al pasillo.

E inmediatamente me cruzo con una chica. Cabello corto, negro, ojos morados, papeles en el suelo, todo el cliché. Creo que si el gobierno invirtiera en educar a la población sobre el uso de carpetas los adolescentes no llevarían tantos papeles sueltos. Pero no, vamos a hacer campañas contra las drogas.

—Mis ojos de bígaro cruzan el umbral de sus misteriosas gafas —susurra la niña, parada frente a mí como un ciervo a punto de ser atropellado—. Oh, un encuentro tan casual, encontrar el deseo de un hombre de ensueños en una ocasión tan mundana, una oportunidad tan mundana.

¿Sabes qué es peor que un PCP? Un chico totalmente misterioso. Narran en prosa como si la vida fuera un poema de Edgar Allan Poe. Siempre siguiéndote a todos lados con energía sombría y esas cosas. Incluso me hizo monologar.

Solo la miro a los ojos, lo cual es un poco extraño cuando tienes lentes oscuros, y le dije, tan lenta y pacientemente como me fue posible: —Tengo que echar un mojonazo.

Con eso, me puse de pie, dejándola atrás con sus pobres habilidades organizativas. No solo porque de verdad debo echar un mojonazo, sino porque me rehusó a caer en su trampa. Lo cual, lamentablemente, ya parezco haber caído.

—Qué idiota, ugh — escucho a alguien monologar, que, por el uso de la onomatopeya, creo que es Laila, mientras camino con mis nalgas apretadas hacia el baño.

—Sí, ¿verdad? —dice otra voz, igualmente quejona, que solo puede pertenecer a Leeland. —Solo quiero que me ahogue detrás del camión de tacos Dios papi hazme tuyo.

—Escuché que golpeo a Hayden WIlson — escuché decir a alguien diferente.

—¿Kya? Escuché que él fue el GOLPEADO.

Chimanthera: ja, ja, ja, escuché que una vez fumó un paquete de cigarrillos y le dio cáncer al paquete. Un bad boy supercaliente, Dios mío.

¿Qué es este lugar depravado? Vine aquí para aprender, maldita sea, a no ser el proveedor de los fetiches enfermos y contractual ismo social. Kant no murió por esto.

Cuando veo la puerta de entrada a mi consuelo, palacio de la vergüenza, que ya es bastante vergonzoso hacer caca en la escuela, el universo decide echar por tierra mis planes de alivio haciéndome chocar una vez más con mi nuevo mejor amigo, Hayden. Y déjame decirte que somos demasiado grandes para entrar al baño al mismo tiempo.

—Oh —digo, tratando de reunir la menor cantidad de cortesía que se merece dada la situación—, buenos días, Hayden. ¿Por qué no entras primero? Insisto. Rápido. Por favor.

Antes de que pueda decir algo, lo cual espero sea algo sobre la urgencia que tiene para orinar, lo que solo puedo describir como un muñeco de Plaza Sésamo de cabello rubio decolorado lo agarra del brazo y le da una nalgada. Lo que se esconde detrás de ese cabello es una mujer, masticando chicle cual vaca lechera mientras se ve tan aburrida y perdida como un veterano de guerra viendo una película de Christopher Nolan.

La chica, como cualquier mujer rubia en los brazos de un deportista, vestía un uniforme de porrista, con dos chicas más igualmente vestidas detrás de ella.

—Cariño, ¿quién es este loser? —dice, completamente monótona, con acento neutro de Disney Channel, arrastrando las consonantes —. Qué loser. Parece un loser.

—Es un loser —dice una de las chicas detrás de ella.

—Sí, toma la L, por loser, loser —dijo la otra.

La animadora mira hacia atrás y grita: —Cállate, Stacey. No le caes bien a nadie.

—Sí, come mierda, Stacey —dice la primera compinche.

Las reglas del bad boy requieren que me quede en un solo lugar a medida que avanza la trama cliché, pero mis tripas no les importa si sea bad boy o no.

—De todos modos, ¿quién es este payaso loser? —dice la animadora.

—Es un payaso loser.

—¡Sí! ¡Payaso loser, payaso loser! ¡Cuéntame un chiste!

—En serio, Stacey, estoy a punto de patearte —dijo la animadora—. Bueno, patéale su trasero, nene. Hazlo por mí. Apuñálalo en el páncreas.

Una pequeña multitud se ha reunido a nuestro alrededor, de nuevo, y como la última vez, comenzaron a gritar.

—¡Pelea, pelea, pelea!

Hayden permanece en su lugar, seguramente monologando, mirando a su alrededor como una chica que acaba de tropezarse con un bad boy, lo cual, en cierto modo, ambos lo estamos, y se quita a la chica del brazo.

—Oye, ¿eh, nena? —dice, agarrándome del brazo —tengo que echar un mojonazo. ¿Ayden, me acompañas?

Bueno, esto es nuevo. No puedo decir que haya tenido una cagada doble antes.

Ni siquiera tengo tiempo para decir nada mientras desaparecemos dentro del baño, con la multitud afuera todavía gritándonos. ¿Cómo cagaré con tanta gente afuera gritando?

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