El Fin ~ Parte 4
Las puertas del infinito se abren hacia mí, y todo lo que puedo ver es un universo inamovible e indiferente, y a mí mismo, una pequeña partícula de polvo, a la deriva a través de todo, pateando y gritando, buscando un significado para mi existencia... es una mierda que una historia más competente que esta diría. Pero no estás aquí por monólogos profundos, estás aquí por los loles.
Pero esto no se ve muy "lol," sino más "¿wtf?"
¿Por qué Farfallah se convirtió en Lee? ¿Qué chingas está sucediendo? ¿Qué es eso de elegir? ¿Qué-
Lee/Farfallah chasquea los dedos, sacándome de mi estupor. —Epa, conozco esa mirada. Deja de monologar, menzo.
Casi digo lo siento como reflejo, pero ¿sabes qué? No lo siento. ¡Necesito procesar esto, maldita sea!
—¿Quién eres tú? O mejor aún, ¿qué eres? —le pregunto.
La diosa cruza las piernas y apoya la cabeza sobre las manos de manera arrogante, mirándome con indiferencia. —Responderé cualquier pregunta que tengas, pero primero dame la botella.
Ah, sí, la maldita botella. Me había olvidado de todo este Mcguffin. Levanto la botella dramáticamente frente a mi. —Chupamela, mi loca. Habla primero, botella después.
Después de un breve momento de silencio, Lee/Farfallah respira hondo y se endereza en su trono. —Bien, si quieres jugar ese juego, te entretendré por un tiempo.
El lado derecho de su cuerpo se contorsiona con un chasquido de sus dedos, cambiando de la diosa de cabello rosado a la forma rizada y con anteojos de Lee Vázquez. —Como ya habrás deducido, yo he sido Lee Vázquez todo este tiempo.
Todo su cuerpo cambia, tomando la forma inconfundible de Lee, en toda su frialdad helada. —Y sí, eso significa que yo, Lee Vazquez, he sido la diosa Farfallah todo este tiempo.
Mierda. Olvida todo eso de ser una mota de polvo en un universo inmutable e indiferente. En este momento, me siento como si fuera el centro de la galaxia. ¿Por qué? ¿Cómo? ¿Cuándo? Ni siquiera sé qué preguntar.
—Sin embargo, esto también ha sido una mentira —dice la diosa. Ella cambia de nuevo a su forma de diosa, el cabello rosa flotando en el aire como si estuviera sumergido en agua—. Mi verdadero nombre no es Farfallah.
—¿No es? —pregunto, como si eso hubiera sido lo más increíble que haya sucedido.
—Claro que no, ese es el nombre de un tipo de pasta, zopenco —dice entre risas condescendientes—. Simplemente dije lo primero que pensé en ese momento. Una cosa para engañarte.
—¿Por qué? ¿Eres Jesús? Oh, Dios mío, ¿Jesús era una chica? Eso explicaría mucho. No había 12 discípulos, sino 12 simps. ¿Judas te vendió porque era un Incel?
—Yo no soy Jesús —dice la Diosa.
—Correcto, Profeta Muhammad. Assalamualaikum.
—¡Yo tampoco soy Mahoma!
—...¿Zaratustra?
La diosa abofetea su rostro lo suficientemente fuerte como para dejar una huella roja en él. —¡No, no soy Zaratustra! Ni siquiera lo intentes, no lo adivinarás.
—Bien, porque me quedé sin dioses —digo—. ¿Cuál es el punto de cambiar tu nombre si no lo sé en primer lugar?
A eso, ella sonríe. No una sonrisa linda, o una sonrisa tierna, sino una sonrisa burlona. ¿Por qué estoy temblando de repente? —Bueno, eso es porque los humanos me llaman por muchos nombres. Dama de la Suerte, Destino, Providencia, Nemesis... pero prefiero usar el nombre de Fortuna, diosa del destino.
¿Destino? ¿Fortuna? ¡Eso suena... eso suena a trama! ¿Es ella la diosa de la trama?
—Sí, lo soy —dice, aparentemente leyendo mi mente. ¡Oye, Lee también podía leer mi mente! Flashbacks de la temporada 1. Eso explica mucho—. Soy la diosa de lo que es, lo que fue y lo que será. El tiempo es un círculo plano y tu historia ya está escrita, Ayden Gómez. Soy, efectivamente, la personificación de la trama.
Ni siquiera lo pienso dos veces, mi cuerpo se mueve solo. Subo las escaleras hasta su trono de cristal, enfrentandola cara a cara. Hago que me mire mientras pongo un dedo en su pecho. —¡Así que eres la hija de puta que ha estado jodiendo con mi vida! ¡La que me convirtió en un bad boy! El que me convirtió en víctima de secuestros, sectas, pandillas, complots cursis de Hallmark y estupideces de fantasía. Tú y yo tenemos un problema, Fortuna, y lo vamos a resolver aquí y allá. ¿Qué coño te pasa, eh? ¿Tienes problemas conmigo, bruja? Ven entonces, perra, que te daré unos scooby-coñazos.
Ella parece desconcertada. Anonadada, incluso. —¿Qué? ¿No vas a decir nada? Al menos luce un poco concertada. Incluso un poco de nonadacion sería suficiente.
Una risita acentúa lo insignificante que me ve como una amenaza. Quiero decir, sé que no puedo derrotar a un dios, pero puedo golpearla en la teta un par de veces. Eso duele como el diablo.
—Oh, ustedes Ayden son todos iguales. No tengo ningún deseo de hacerte sufrir. Al contrario, todo lo que he hecho, desde que naciste, ha sido por tu bien.
¿Eh? No importa la parte de "Aydens," ¿qué quiere decir "por tu propio bien"? No veo nada bueno saliendo de esto. Mi vida ha sido una cascada de mierda de proporciones tan grandes que estoy seguro de que algún día inspirará la continuación de "Up." Nunca ha salido nada bueno de ser un bad boy.
Bueno, excepto Hayden. E incluso eso se ha ido por el retrete.
—Parece que estás confundido, como siempre —dice Fortuna. Mueve la muñeca y una ráfaga de viento me empuja lejos de ella, casi haciéndome rodar por los escalones hacia el trono—. Déjame reformular esto para que tu pequeño cerebro mortal lo entienda. Todo lo que te he hecho ha sido por el bien de quien amas. Cada dificultad, cada angustia, cada obstáculo, ha sido por el bien de Hayden Wilson.
Estoy más confundido ahora que en el párrafo anterior. La mierda sigue viniendo y viniendo sin final a la vista. —¿Hayden? ¿Qué tiene que ver él con esto?
—Él tiene que ver con todo —dice ella. Con un chasquido de sus dedos, el agua estalla en una pared de hielo, lo suficientemente grande como una pantalla de alta definición..
Algo se mueve dentro de la pared de hielo. Una mancha de algo que no puedo distinguir, como un recuerdo borroso de un sueño cuando te acabas de despertar. Las formas pronto emergen en medio de los colores en movimiento, transformándose en cuerpos, en personas, en escenarios. Y en medio de todo, Hayden, poniéndose un casco de fútbol americano en medio de un partido.
—Mira, hijo de Adán. Mira el destino del hombre que amas, dentro de una semana.
Está en un grupo, un punto de partida, con sus defensores al frente. Le grita algo a la gente que tiene delante y le pasan la pelota. Duda en pasar la bola a otro jugador, demorándose por un par de segundos indecisos. De repente, alguien lo taclea de lado y cae al suelo, golpeándose la cabeza con bastante fuerza. Todos se ponen de pie, se sacuden el dolor y vuelven a sus posiciones.
Todos, excepto Hayden. Se queda en el suelo, inmóvil, sin responder. Un jugador viene a verlo, luego todo el equipo. Los paramédicos lo sacan del campo y lo suben a una ambulancia.
—¡¿Que demonios?! —pregunto—. ¿Lo que acaba de suceder?
Me doy la vuelta para ver a Fortuna comiendo palomitas de maíz de un tazón decorado con rubíes y diamantes. —Desde el dia que te conoció, Hayden Wilson dejó de entrenar. Estaba tan seguro de que podría construir el club de sus sueños gracias a ti que ni siquiera se planteó volver una vez más a jugar. Puede que sea un bad boy tipo atleta, pero incluso esos necesitan entrenar su cuerpo y mente. Dudó un segundo de más, lo noquearon y su cuerpo fuera de práctica no pudo recibir el golpe.
Con un movimiento de su mano, las imágenes se transforman de un campo de fútbol a un hospital, donde Hayden está llorando, rodeada por mí, Brayden y Okayden.
—Fractura cervical, médula espinal dañada. Paralizada de la cintura para arriba —dice con indiferencia, como si hablara de un personaje de un libro y no describiera lo más horrible por lo que una persona podría pasar—. Estará en silla de ruedas por el resto de su vida.
Observo con horror cómo la imagen cambia a un remolque decrépito, todavía apilado hasta el techo con cajas y una estufa sucia y abarrotada. Hayden está en una silla de ruedas, flaco, sin luz en los ojos, sin ganas de seguir adelante. —Sin camino a seguir, sus sueños aplastados, solo en el mundo, simplemente sobrevive, un zombi viviente sin objetivo. Su padre toma sus cheques de discapacidad y se los gasta en cerveza barata. Nadie allí para ayudarlo. Nadie allí para cuidarlo.
Esto no puede estar bien. Esto no puede ser el futuro. Me reuso a creerlo.
—¿Qué hay de mí? ¿Qué me pasa que no estoy allí con él?
La puerta del tráiler se abre y entro yo, mayor, más guapo y miserable, sosteniendo una caja de comida para llevar. No hay sonido proveniente del hielo, pero no necesito escuchar nada para saber qué sucede.
Me arrodillo a su lado, hablando, tratando de tener una conversación con él, sin éxito. Ni siquiera me mira. Intento darle sopa, pero no abre la boca. Está tratando de alejarme, apuesto. Se ve a sí mismo como una carga para mí. Hayden siempre ha sido así de amable, poniendo a los demás por delante de sí mismo. Eventualmente, me frustro y dejo el tráiler a toda prisa. Una sola lágrima cae por la mejilla de Hayden.
—Él no querrá ser una carga —dice Fortuna—. Todo lo que quiere es que sigas tus sueños. Él quiere liberarte. Y, sin embargo, la única forma en que sabe que puede hacerlo es...
—¡Suficiente! —grito—. No lo digas. No lo hagas real. ¡No te atrevas!
Fortuna aparta el cuenco de palomitas y me mira con una mirada sombría. —Soy la diosa de lo que fue, lo que es, y lo será. Solo te muestro lo que ya está escrito. Ya sabes cómo termina esta historia. Lo veo en tus ojos, hijo de Adán. Todo porque le diste esperanza, amor y una salida.
No, esto no puede estar bien. No no no no. Esto tiene que ser un sueño. Una pesadilla. Una broma horrible.
Pero Fortuna no se ríe. Todo lo que hace es mirarme con esos ojos de cachorra y una expresión fría. Y sin embargo, lo sé. Sé en el fondo que ella tiene razón. Todo iba bien hasta que entré en su vida. Si yo no estuviera aquí, él habría estado bien. Tal vez infeliz, pero bien. Vivo, incluso. ¡Poder hablar y caminar, y comer! No importa cómo lo mires, todos sus males comienzan y terminan conmigo.
—¿Lo ves ahora? —dice la diosa, levantándose de su trono—. Tú mismo lo dijiste, todo sería mejor si no estuvieras en su vida.
Ella pasa junto a mí, arrebatando la botella de mis manos, que en este momento no tienen fuerza para alejarla de ella, y desciende la pequeña escalera. —Y eso es lo que he estado tratando de hacer toda tu vida.
La imagen en el hielo cambia a mí cuando era un bebé, durante mi primer secuestro. Rápidamente cambia a mi primer sacrificio humano, a los cinco años, luego mi primer incendio escolar, mi primera abducción extraterrestre, mi primera película de Adam Sandler, y así sucesivamente, yendo de tragedia en tragedia en rápida sucesión.
—Traté de hacerlo de una manera sutil —dice Fortuna, ahora al pie de las escaleras—. Un secuestro aquí, el harén ocasional de la escuela secundaria allá, tramas habituales que el destino te envía, todo con la esperanza de que no cambiaras de escuela y conocieras a Hayden, incluso arrojando amores potenciales en el camino. Pero hay un inconveniente: eres un bad boy. Los bad boys no siguen las reglas. Son agentes del caos que pueden descarrilar incluso las tramas mejor trazadas, y ni siquiera el destino puede reinar sobre ellos.
La imagen cambia a mi primer día de secundaria, cuando conocí a Hayden. —Si un bad boy es el caos, dos o más son un pandemonio. Lamentablemente, sus poderes caóticos son tan fuertes juntos que tuve que lanzar mis acercamientos sutiles por la ventana y tomar una forma física para tratar de separarlos el uno del otro. Por supuesto, ya sabes lo que pasó aquí. Me dijiste que no a mi muy generosa oferta de unirte al consejo.
Otro cambio, otra escena. Esta vez cuando intentamos cancelar a Lee en twitter. —Entré en acción y modifique las reglas para evitar la formación de su club, y tú torciste nuestro brazo de todos modos. Así de benévola soy. Y me escupiste en la cara. Necesitaba cambiar mis tácticas. Si no puedo evitar que te unas al club, tendré que disolverlo. Todavía había una oportunidad de hacerlo bien.
Entra Aiden y su cara de suficiencia y superioridad. —Tuve que combatir bad boy con bad boy, así que solté a Aiden sobre ustedes. Sabía que eventualmente encontraría una manera de disolver el grupo, y lo hizo, perfectamente, si se me permite agregar. Hayden volvió a jugar al fútbol y tú estabas en otra escuela. Por supuesto, esto no duró mucho, ya que los bad boys son agentes del caos.
La escena ahora es la escuela en llamas, y Brayden riendo como un duende maniaco. —Por lo tanto, su eventual reunión estaba fuera de mis manos una vez más. Ya estabas enamorado, y no hay mayor agente de cambio que dos bad boys enamorados. Probamos un avemaría con una batalla amañada para que perdieras, pero como eso no funcionó la última vez, decidimos descartarlo. Si bien Hayden te dejó, no siguió sus sueños y eventualmente quedará paralizado. No logramos el resultado deseado. Descartaremos toda esta línea de tiempo y comenzando desde cero.
De acuerdo, hay muchas cosas que desempaquetar desde aquí, incluida la confirmación de que el universo me estaba tomando por tonto. Supe que las cosas estaban mal en el momento en que alguien me arrojó a un río dentro de una bolsa de lona llena de ladrillos por tercera vez consecutiva, pero tendré que dejar eso de lado por el final absolutamente loco de ese monologo. —¿Nosotros? ¿Quienes somos nosotros? ¿Desechando la línea de tiempo? ¿Estas fumando mafafa?
La diosa me mira, sonriendo, pero ahora con dolor y melancolía. —Te lo dije antes. Esto no tiene que ser el final. Esta es una oportunidad. Te estoy dando a elegir.
De repente, el agua sobresale hacia afuera, tomando la forma de una persona. Una persona a la que inmediatamente quiero patear en la cara. Un ser de largo cabello azul y una sonrisa de chico malo. Aiden.
—Te estamos dando una opción —dice Aiden, como si no hubiera abierto su camino hacia un reino mágico. ¿Qué esta haciendo él aquí? ¿Él también es un dios? ¿Quién es el dios de las gónadas pateables? ¿Testículum?
Pero no está solo, decenas, no, cientos de otros bultos salen del agua, y no puedo creer lo que veo.
Bad boys, todos ellos, hasta donde alcanza la vista, de diferentes formas y tamaños, razas y colores, incluso algunos géneros incluidos. Una cacofonía de testosterona y rareza, todos mirándome. Me veo rodeado de personas sexies y peligrosas, y aunque todos son diferentes, todos se sienten familiares...
—Ayden, hijo de Adam —dice la diosa—, ¿puedo presentarte formalmente a Aiden Prime, líder del Comité de Dens?
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro