El Fin ~ Parte 3
No estoy de humor para bromear sobre lo callado que es el viaje de regreso a casa. Puede agregar su propio chistesito divertido, si lo desea. Sería muy irrespetuoso, pero podria.
Ni siquiera registró el paisaje cambiante más allá de la ventana. Podemos estar en un vacío negro en lo que a mí respecta. Lo único en lo que estoy concentrado es en el reflejo de Hayden en la ventana del pasajero. Brayden y Okayden sirven una vez más como el relleno de este sándwich de mierda. Se siente como si mamá y papá estuvieran peleando, supongo. Después de todo, no recuerdo a mi madre, a diferencia de Hayden.
Para mí, mi madre es un olor nostálgico. Un recuerdo de un recuerdo de un sentimiento muy profundo, e incluso eso, creo, es simplemente mi cerebro jugandome una broma pesada. ¿Pero Hayden, quién era lo suficientemente consciente como para perseguir una pasión? El recuerdo de su madre aún debe estar crudo. Me pregunto si es por eso que conduce este camión. Algo fuerte y robusto que no lo mataría si algo lo golpeara.
¿Se siente culpable por la muerte de su madre? ¿Cómo puedo llamarme su novio si no sabía algo tan básico como eso? Tampoco sabía sobre sus circunstancias de vida, o sobre el abuso de su padre. Si lo piensas, conozco a Hayden, pero no sé mucho sobre Hayden. Nos metimos en esta relación de boca.
Tampoco es que le haya contado mucho sobre mi pasado. Lo he evitado activamente. Tal vez él también pensó en eso. No quería abrumarme con sus preocupaciones emocional. Para él, podría ser un mecanismo de defensa, pero yo lo veo como si no confiara lo suficiente en mí, su novio.
Irónico, dado que yo hago lo mismo. Tal vez no confiamos lo suficiente el uno en el otro.
Tal vez ser pareja tan rápido fue un error.
No me malinterpreten, lo amo hasta la muerte, pasado o sin pasado, y estoy bastante seguro de que él también. Pero ahora hay una gran división entre nosotros, y no me refiero a Brayden y Okayden. Algo se rompió hoy y no estoy seguro de cómo repararlo.
Estar enamorado es tan complicado.
No nos toma mucho tiempo—o una eternidad, no sé, no estoy prestando atención—para que lleguemos a la mansión de Brayden.
"hh, santa rosalia, puedo escapar este desastre," dice Brayden, prácticamente saltando sobre mi regazo para dejar el camión. "odio cuando mamá y papá pelean."
—Hermano, queria preguntar,
Si puedo quedarme aquí esta noche,
Yo... no quiero estar aquí.
"claro, scooby. hagamos una pijamada."
Okayden salta de la camioneta, nos saluda y se desliza con Brayden fuera del capitulo, dejándonos solos a los dos. Incluso con el amplio espacio entre nosotros abierto de par en par, no quiero acercarme a él.
A medida que el huevo-movil reanuda su marcha lenta, lucho por encontrar palabras para decir. Es obvio que tenemos que hablar sobre lo que pasó, pero ¿por dónde empezar? ¿Un perdón por sacarlo del closet a su padre? ¿Gritarle por renunciar a su sueño? ¿Ambas cosas? ¿Ninguna?Siento que camino entre cristales rotos. ¿Ahora que?
En realidad, creo que esa es la mejor pregunta que puedo hacer.
—¿Ahora que? —pregunto, mi aliento empañando la ventana del pasajero.
Puedo escuchar a Hayden respirar hondo. Robo una mirada hacia él. Sus nudillos están blancos por agarrar el volante con fuerza. —¿Ahora? Me alejare de casa por un tiempo, tal vez me quede en el sofá de Brayden, dejaré que mi padre se calme. No recordará nada de hoy en unos días.
—No sobre eso —digo, aunque me alegro de que tenga un lugar adonde ir—. Sobre nosotros. ¿Ahora que?
—¿Qué quieres decir con qué ahora? Nada cambiará.
—Hayden, todo ha cambiado. Ya no hay club, regresas al club de fútbol, te delaté con tu familia, y todo se fue a la mierda. No puedes verme directamente a la cara y decirme que nada cambiará.
El camion se arrastra hasta detenerse en medio de la carretera. Hayden se da la vuelta para mirarme y me encuentro con su mirada. Hay desafío en sus ojos, tristeza, amor y vergüenza. Cada sentimiento mezclados como remolino dentro de su alma. Abre la boca para hablar, para decirme que nada cambiará, pero lo sabe. Y él sabe que yo sé que él sabe que es una mierda. Como tal, desvía la mirada, enciende el camión y seguimos nuestro camino.
—Lo sabía —susurro, lo suficientemente alto para que él lo escuche.
—Nene... —dice, dejando una pausa dramática para monólogo interno—. Mira, no los llevé a todos a casa a tomar vino y cenar y acuchillarlos por la espalda. Quería que lo vieras. Quería que todos ustedes vieran cómo vivo. Donde yo vivo, con quien vivo... Quería que entendieras que estoy tratando de encontrar una salida de un ambiente abusivo y tóxico. Intenté seguir la ruta del club, bajar la cabeza, obtener mi título, obtener un préstamo y luego ir a la escuela culinaria. Eso no funcionó. Ya no tengo beca. Sin un título, no puedo obtener un préstamo estudiantil.
—Lo sé, es solo-
—No, Ayden, no lo sabes —interrumpe Hayden. No grita, pero tampoco es suave—. Ya no es una elección entre fútbol o club. Ahora, o juego al fútbol, o me echan de la escuela y trabajo con mi padre en un trabajo sin salida en algún depósito de chatarra turbio y mandar a la chingada hasta la más mínima apariencia de un futuro por la borda. Y créanme, odio el fútbol, pero odio aún más a mi padre. No soportaré un año más bajo su control. Lo siento por tratar de conseguir un futuro mejor para mí, realmente lo siento. Pero me niego a ser un miserable viejo borracho.
—¡¿Y qué hay de nosotros?! ¡¿Qué hay de hacer un futuro para nosotros?! —grito. A la mierda, voy a mirar directamente a su alma—. Hay otras formas de permanecer en la escuela y no jugar al fútbol. Puedes pedir asistencia social, puedes pedirle dinero a Brayden, puedes...
—Sér exactamente como mi padre y vivir de las limosnas de otras personas. Cosa que me niego a hacer. Se volvió complaciente. Dejó que mi madre hiciera todo el trabajo mientras él se la pasaba con sus amiguchos, bebiendo su dinero. Cuando ella murió, él vivió del dinero de sus amigos. Cuando eso se agotó, comenzó a estafar a la gente con piezas de automóviles dañadas. Nunca ha hecho un día de trabajo honesto en su vida, y me negaré a seguir sus pasos. Quiero mostrarle que puedo ser más de lo que él cree que soy. Quiero elevarme por encima de él. Quiero restregárselo en la cara.
Como diría mi perro, Dr. Lameanos: guau. Hay mucho más de lo que me gustaría hablar, pero no creo que hoy sea un buen día para hacerlo. Recordatorio para mí: asegurarme de que la escuela tenga un consejero al que pueda referir a Hayden. —No tienes que hacer esto solo, ¿sabes?
—Nunca dije que lo haría solo —dice Hayden. El camino debajo de nosotros es suave ahora. Debemos estar en la ciudad propiamente dicha—. Por el contrario, me comuniqué con ustedes tres para informarles lo que iba a hacer y que necesito apoyo. Okayden y Brayden parecen haberlo entendido y han accedido a darme su apoyo. Pero parece que no lo entiendes.
—Oh, yo entiendo. Simplemente no apruebo que sucumbas a tus tendencias de bad boy y tires tu sueño así. Eres tan talentoso...
—Es un sueño estúpido —dice con tanta indiferencia que volteo dos vece. —Traté de escapar de mis instintos de bad boy una y otra vez, y siempre volví a caer. ¿Y sabes qué? Estoy cansado. Estoy cansado de tratar de defenderme. Ya me muero por dentro cada día que me quedo con mi papá. Si jugar es la única salida, entonces jugaré.
—Pero, ¿y si pasa algo? ¿Qué pasa si te golpean durante un juego y tienes una conmoción cerebral? O quedar paralizado. Ya sabes lo peligroso que es para un bad boy deportista. Es casi seguro que obtendrás algún tipo de lesión.
A eso, Hayden me da una sonrisa amarga. —De cualquier manera, será una vida de sufrimiento. Todo lo que te pido, mi novio, es que estés conmigo y me apoyes.
—¡No puedo! ¡No lo haré! Eres un talentoso y maravilloso chef. ¡Me niego a dejar que tires todo por la borda!
—Nene, por favor, yo-
—¡No! ¡Me niego! No puedo creer tu audacia... de tirar todo por lo que hemos trabajado. Estamos tan cerca, Hayden. Creo en ti. Creemos en ti. Incluso tu madre creyó en ti. ¡¿Harás que su muerte sea en vano?!
De acuerdo, me arrepiento inmediatamente de haber dicho eso en el momento en que sale de mi boca. Incluso cubro mi boca con vergüenza. ¿Cómo me atrevo a usar a su madre muerta como palanca? Hayden se ve pálido, con los ojos muy abiertos por la sorpresa. No lo culparía si me golpeara aquí y ahora.
En cambio, el camión se detiene. Echo un vistazo afuera, y estamos frente a mi casa.
—Chikistrikis, yo-
—Estamos aquí —interrumpe, inclinándose sobre mí para abrir el asiento del pasajero—. Sal.
—Hayden, mírame, por favor, lo siento, no quise...
—¡Dije!... por favor, sal.
Hago lo que me dice, casi arrastrándome hacia atrás en penitencia. —Mi amor, lo siento, no quise decir eso. Por favor, lo siento.
Lágrimas ruedan por mis mejillas. ¿O está lloviendo? Se siente como lluvia. Tal vez solo está lloviendo en mi corazón. He hecho algo terrible.
Hayden mueve su mirada, mirando hacia adelante mientras agarra su volante. —Tal vez deberíamos tomar un descanso por unos días, o semanas.
Preferiría sumergir mis testículos en un nido de hormigas rojas que tener un descanso de Hayden. Pero, ¿qué puedo decir para hacerle cambiar de opinión? Ya la jodí abriendo la boca. Creo que lo mejor que puedo hacer es aceptarlo.
—...De acuerdo, bebé. Si necesitas eso. Estaré aquí esperando por ti. Te amo.
Hayden no dice nada, pero cierra la puerta detrás de él.
Entonces, eso es todo. Estamos en un descanso. Excelente. Todos sabemos lo que eso significa en el fondo.
Significa que me dejaron.
De repente, la puerta del coche se abre de nuevo. Creo que por un segundo Hayden va a cambiar de opinión, pero no. Me entrega la botella de un extraño líquido púrpura que le gané a Jayden, cierra la puerta y se marcha.
Sí, básicamente me dejaron. Y todo es mi culpa. Debería haber mantenido la boca cerrada.
La lluvia se convierte en aguacero, como si el mismo cielo estuviera llorando por mí. O por Hayden. Lo que sea.
Agarro el pomo de la puerta para entrar a mi casa, pero no quiero. No quiero sentirme seguro y estar solo con mis pensamientos en la comodidad de mi hogar. Quiero gritar, llorar y ser miserable. Es una noche tan agradable y lluviosa, perfecta para la conmiseración. Voy a dar un paseo en la lluvia y ahogarme en conmiseracion.
Y así lo hago. Camino sin rumbo, sintiendo la lluvia golpear mi rostro como suaves olas. Sabes, amo a Hayden. realmente lo hago. Es amable, comprensivo, fuerte, motivado y protector. Es todo lo que puedes desear en un hombre, y más, porque sabe cocinar. Encontrar un hombre que sepa cocinar es difícil.
Tengo mucha suerte de haberlo conocido. Y sin embargo, sabiendo todo lo que ha pasado, toda la angustia, la pérdida del futuro y los sueños, creo que, mirando hacia atrás, habría dicho que no a formar un club.
Piénsalo. Todo lo que ha estado pasando hasta ahora ha sido mi culpa. Si hubiera aceptado la oferta de Lee de unirme al consejo, Brayden, Hayden y Okayden habrían formado su club de tres miembros sin problemas. Si no estuviera tan celoso de Aiden, no me habrían expulsado del club, y el club no hubiera. Si no me hubieran expulsado, Brayden no habría incendiado la otra escuela, poniéndonos así en tal restricción presupuestaria. Si no estuviera presente, no le habría dado a Hayden esperanzas de un futuro mejor. Ya no es una cuestión de quizás. Es un hecho.
Todo lo malo que ha pasado hasta ahora es mi culpa.
Cuando llego al parque del Fundador, con la estatua oxidada de Athanasius Finch observándome, tengo una epifania. Una comprensión tan oscura y tan conmovedora que tengo que decirlo en voz alta.
—Todo fuera mejor si yo no estuviera cerca.
La lluvia ahora cae más rápido, más fuerte que antes. Apenas puedo ver más allá de la estatua. Que buena lluvia para llorar.
Y, sin embargo, un sonido penetra la pared de lluvia. Tan claro que me doy la vuelta para ver al que lo hizo, porque el sonido es una voz. Una voz dulce, sedosa, de la boca de una víbora.
—Finalmente, te diste cuenta de la verdad.
Allí, de pie bajo la lluvia torrencial, no es otra que la mismísima Lee Vázquez, clara como el día, incluso cuando la estatua desaparece del volumen de la lluvia.
—¡¿Qué?! —grito, en parte por la sorpresa, en parte para hablar por encima de la lluvia torrencial.
Su voz baila entre las gotas de lluvia y me llega clara y concisa. —Te has dado cuenta de la verdad, que todo habría sido mejor sin ti.
¿Qué esta haciendo ella aquí? ¿Por qué su voz es tan clara? ¿Y de dónde vino esta lluvia? Muchas preguntas, y ninguna respuesta.
—¡Gracias por la observación, Dr. Chapatin! —grito—. ¡Pero es demasiado tarde para eso! Si es consuelo lo que me estás dando...—
De repente, la lluvia se acumula bajo mis pies, como si estuviera siendo arrastrado a un lodazal.
—Oh, no te voy a dar consuelo —dice ella.
Y la lluvia cesa, tan repentinamente como había llegado. El cielo de la noche lluviosa se convierte en un día claro con dos soles, y todo a mi alrededor desaparece. Lo único que puedo ver por millas es un lago infinito, como de cristal, y un trono pomposo, uno que he visto antes muchas veces.
¿Pero cómo? ¿Y por qué? ¿Por qué estoy aquí? Me doy la vuelta de nuevo para ver a Lee Vázquez sentada en el trono, con la mano extendida.
—Te estoy dando una oportunidad.
Su piel se deshace para revelar una figura brillante con cabello rosa y una mirada de suficiencia y superioridad en su rostro. Espera... Esa es Farfallah. ¿Qué está pasando?
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