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El Capitulo Donde Ayden Maldice a Pachelbel

Me desperté con el sonido más desagradable del mundo: el Canon de Pachelbel.

En serio, a la chingada con esta canción. Está en todas partes, es aburrido y repetitivo como una mierda. ¿Por dónde empezar? Primero, dejemos de lado el hecho de que no es un canon. Una Canon es algo así como "Vamos a remar" cuando una parte comienza y otra comienza detrás y hace esta canción de mierda, pero ¡oye! Es genial.

¿El Canon de Pachelbel? Nada de esa mierda. No tiene canon porque tiene una línea de bajo continua, 8 jodidas notas que se repiten en el infinito, sin una onza de variación, 54 veces, mientras todos los demás tocan el equivalente al solo de Master of Puppets. Es el equivalente musical del mito de Sísifo, castigado por los dioses a empujar una roca cuesta arriba, solo para caer hacia atrás antes de llegar a la cima y tener que hacerlo una y otra vez.

Para mí, eso es el Canon de Pachelbel: un castigo en D, A, B, F #, G, D, G, A, que se repite hasta que muera de aburrimiento. Sé que tengo una tendencia a exagerar las cosas, pero literalmente tengo un exceso de mierda cuando se trata de describir por qué odio el Canon de Pachelbel. ¿Por qué diablos nos importa tanto el equivalente barroco de Aserejé de Las Ketchup? Es algo que pego y desapareció en la oscuridad de la cultura popular. Imagina que si en 300 años la gente se casara con El Baile Del Gorila de Melody en el fondo. Eso mismo.

Espera, si el Canon de Pachebel me está castigando, solo puede significar una cosa...

—Oye —dice Jin, empujando a Juan con su hombro de solomillo de ternera—, la ceremonia está comenzando. ¿Quieres escabullirte para ver al jefe caminando por el altar?

Juan niega con la cabeza vigorosamente, casi haciendo que sus gafas redondas salgan volando de su cabeza igualmente redonda. —No. El jefe nos dijo que nos quedáramos aquí, así que nos quedamos aquí.

Jin le da un codazo una vez más. —Vamos, Juan. Solo veremos al jefe caminar por el pasillo una vez, ¿sabes? ¿No quieres verlo bien vestido para casarse con la que será el amor de su vida por, como, dos años hasta que ella muera de circunstancias misteriosas y una puerta giratoria de parejas que van y vienen que lo dejarán más vacío que el último?

Juan se da la vuelta para vernos, y yo me hago el muerto. Abro un poco un ojo para ver si se dio la vuelta, y lo hace. Saca un pañuelo y se limpia una lágrima suelta, usando el mismo pañuelo para sonarse la nariz.

—No me lo querría perder por nada del mundo —dice Juan, señalándonos con el pulgar—. ¿Pero qué hay de ellos?

—Estarán bien —dice Jin, poniendo una mano alrededor de su compañero. Bueno, alrededor de las tres cuartas partes de él, eso es—. Cinco minutos, dentro y fuera, nadie lo sabrá.

—Muy bien, cinco minutos —dice Juan.

Ambos prácticamente salieron de la habitación saltando, dejándonos a los tres solos. Bueno, no solo si se cuenta la presencia siempre destructiva del Canon de Pachelbel. He perdido la cuenta de cuánto tiempo ha pasado, pero sé que serán al menos cinco minutos más de este infierno. Pero lo más importante, son cinco minutos de intentos ininterrumpidos de salir de este lugar.

Trato de escabullirme de estas cuerdas, pero no sirve de nada. Este es otro nivele de anudamiento de shibari-bondage. Siento que cuanto más lucho, más se clava en mi piel, y esto definitivamente no es una cuerda natural, por lo que mi piel está roja e hinchada, haciéndola aún más tensa. Es un circulo vicioso. Como el Canon de Pachebel. ¿Ver? Incluso se puede usar para describir un castigo.

Si quiero salir, necesitaré ayuda con esto.

—¡Hayden! —grito, pero no veo que se mueva—. ¡Hayden, maldita sea, despierta! Solo tenemos unos minutos de esta mierda.

Aún así, ni un movimiento, apenas un aliento.

Utilizo mi fuerza para impulsarme y acercar la silla a él, como un cangrejo atado a una roca. ¿Por qué un cangrejo? Porque estoy seguro de que si los cangrejos tuvieran orejas, también odiarían el Canon de Pachelbel.

—Hayden —le susurro al oído, o tan cerca como puedo—, alguien dijo que tu ponque está seco y sabe mucho a huevo crudo.

Los ojos inyectados en sangre de Hayden se abren tan rápido que una ráfaga de viento me lleva, casi tirándome al suelo.

—¡El webo mio es el que esta crudo! Tu solo tienes mal gusto —grita, casi como un Saiyajin encendiéndose. Si tuviera suficiente cabello para flotar con el viento y ponerse amarillo, estaría preocupado. La energía se disipa un segundo después cuando la realidad se instala—. Espera, no puse nada en el horno. ¿Dónde estoy? ¿Y qué es ese sonido horrible?

—El infierno y el canon de Pachelbel —digo—. De ahí la parte del infierno.

—Pensé que estábamos en el sótano de Brayden.

—Como te dije, el infierno —digo.

Hayden se balancea hacia la derecha, lo suficiente para mirarme. —Espera, si el Canon está sonando, eso significa que la ceremonia acaba de comenzar.

—Sí —digo. Ahora es mi turno de alejarme de modo que mi espalda esté frente a él—. ¡Ahora, ayúdame a quitarme estas malditas cosas y largarme de aquí!

—¡Qué no! No podemos irnos, bro. Tenemos que detener esta farsa de boda.

Ah caray, aquí vamos de nuevo. Giro la silla hacia atrás para mirarlo. ¿Necesito recordarte que cada movimiento corta mi circulación cada vez más? Parezco una uva sexy, una que el propio Dionisio usaría para hacer un vino sexy. —¿Por qué? Este no es nuestro problema. ¡Brayden no quiere ser un mafioso! Quiere ser un sugar baby de alguna estrella de cine. La unicarazon por la cual quería casarse es porque pensó que su padre se la presentó y quería enorgullecerlo. Literalmente, no hay ninguna razón por la que debamos entrometernos aquí .

—Puedo pensar en una razón —dice.

—¿Cuál podría ser?

—¡Detener esta boda será la única forma en que podamos llevarte de regreso a la escuela!

Ah, okay ¿Vamos a tener esta conversación? Bien. Intentemos reducir mi toxicidad.

—¿Y cuál es el punto de hacer eso? No es como si pudiera volver al club, que ya no existe. No es como si me hubieras dicho eso en primer lugar en vez de mentirme descaradaente mi pelo idiota.

¿Qué puedo decir? Dije que iba a "intentar" reducir la toxicidad.

Hayden se desinfla como la economía latinoamericana, moviendo la cabeza de izquierda a derecha. —Bro, no tenemos tiempo para esto. ¿No podemos evadir el cliché de discutir mientras el reloj avanza? Tendremos tiempo suficiente para responder eso una vez que salvemos esta boda.

—Oh, ¿ahora estoy haciendo un cliché? —digo, haciendo un cliché. Es como si mi cuerpo estuviera siendo poseído por una drag queen muy atrevida—. Dime, ya me mentiste una vez. ¿Por qué debería creer en ti?

—¡Porque creí en ti! — Hayden dice en un breve estallido, casi tropezando sus palabras.

Y luego, silencio. Bueno, no silencio. Pachelbel se asegura de que haya al menos algo molesto que lo rompa todo el tiempo. Según mis estimaciones, estamos a la mitad de la canción.

—Creí en ti —repite, tomando mi monólogo silencioso como una pausa embarazosa, cuando el silencio no estaba embarazado, solo estaba reteniendo agua—. Di un salto de fe cuando te conocí, creyendo que eras alguien como nosotros. Y tenía razón. Ahora te estoy pidiendo que tengas fe en mí.

...Maldita sea, Hayden. No puedo decir que no a esa sonrisa torcida. Humedece mis calzones. —Bien. Cerraré mi boca por ahora, pero tendremos esta conversación más tarde. Además, ¿podemos hablar sobre por qué Brayden tiene 22 años y todavía está en la escuela secundaria?

—También más tarde —dice Hayden—. Primero, ¿cómo salimos de aquí?

Tiempo de explosión cerebral. Estoy atado con una cuerda, pero Hayden está atado con cinta adhesiva. Él puede salir más rápido que yo. Vayamos con eso.

—¿Tienes algo en tus bolsillos que pueda usar para liberarte? —pregunto.

Ambos nos bamboleamos para estar espalda con espalda y para que nuestras manos lleguen a los bolsillos del otro.

—Bueno, bro, me gustan mis jeans ajustados, así que no tengo mucho en mis bolsillos, pero creo que tengo mis llaves ahí —dice.

Pongo mi mano en su bolsillo, sintiendo el abrasador calor de la tela sintética raspando mi pobre mano. Me muevo rápido y apresurado, agarrando algo grande en el proceso.

—Oye, me dijiste que no tenías nada, pero tienes como un cilindro enorme aquí. ¿Es una linterna? ¿Qué diablos?

—Bro —dice, alejándose un poco—, esa no es una linterna. Esa es mi polla.

Salame dulce de Massimo Bottura. Bueno. Perdón.

—Bueno, aparte de ese trozo de carne, no puedo encontrar nada —digo, sintiendo mi cara calentarse. O podría ser el sarpullido—. Pruéba conmigo.

Me mete los dedos de rosbif en mis bolsillos, o al menos lo más que puede caber, y comienza a hurgar en él.

—Una billetera, treinta dólares, una tarjeta de crédito y un vaper —dice—. ¿Quizás podamos afilar el bolígrafo con la tarjeta de crédito y hacer una navaja casera con ella?

—Bueno, podemos intentarlo, pero no creo que un Juul pueda afilarse tan rápido. ¿Estás seguro de que me sacaste todo de los bolsillos? Siento algo más, en el fondo.

—No te voy a acariciar la marmota, bro.

—Solo mete la mano profundamente y sienteme —ladro.

Introduce sus dedos profundamente, manoseando esa cosita al final, y finalmente logra agarrarla algo, sacándola.

—Es un guijarro —dice Hayden—. Se siente suave y caliente.

¿Un guijarro? No recuerdo haber puesto un guijarro en mi bolsillo. —Dámelo aquí.

Me pone el guijarro en la mano y noto que algo se apodera del incesante zumbido de Pachelbel por un segundo: susurros en un idioma que no entiendo. Espera, sé lo que es esto.

—¡Este es el guijarro que Okayden me dio! —digo, y digo una y otra vez, y otra vez, reverberando en un eco interminable.

La habitación se hizo añicos en mil pedazos. Hayden se rompe en mil pedazos de vidrio rojo. No hay nada que pueda ver más que un remolino interminable de energía carmesí que fluye y refluye hacia la nada. La habitación en sí se ha ido. Todo se ha ido. Solo yo y el vacío quedamos.

Y cuando miras el vacío, el vacío te devuelve la mirada. El vacío también tiene un sombrero borsalino y una bufanda azul. Esperar.

—¿Okayden? —pregunto, mi voz resonando como un trueno en las montañas.

—Me has convocado,

Usando el rubí de Tohk,

Di tu deseo, hermano de sangre.

—Disculpa, ¿qué diablos está pasando? —pregunto.

—Estamos en un pacto,

Nuestras almas están entrelazadas ahora mismo

En un espacio liminal.

—¿Es esto una especie de mierda pervertida como cuando Jacob se imprimió al bebé de Bela? Porque esa mierda es creepy.

El vacío se queda en silencio. Hasta que no lo esta.

—Sí.

—Maldita sea el diablo, bro. Está bien, está bien. Un paso a la vez. ¿Dónde estás? Pensé que también te habían capturado.

El vacío se arremolina un poco más en confusión.

—Yo estaba afuera durante el almuerzo,

Y no fui invitado adentro,

Cuando terminó la comida .

Mi pobre bebé. Me había olvidado que las reglas vampirescas son una mierda. —Está bien, ¿Como funciona esto? ¿Puedes sentir lo que siento? ¿Tengo inmunidad a los hombres lobo? ¿Teng poderes magicos?

—No, nada de eso,

Puedes convocarme siempre,

Y yo también puedo invocarte.

Ah, vaina. Obtuve Okayden como invocacion de Final Fantasy. Esto puede resultar útil.

—Muy bien. ¡Okayden Hombrehumano, yo te invoco!

Hay silencio. Bueno, ya conoces coo va esto. Nunca estás en silencio con Pachelbel cerca.

—No paso nada —digo.

—Todavía necesitas una cosa,

Debes invitarme a la casa,

Hace frío aquí.

—Bien, te invito a dentro para ayudarme o algo así. Que anticlimactico. Espero que esto no vuelva a morderme en la nalga la próxima temporada.

Un gong resuena a través de los remolinos y la habitación se reconstruye como un rompecabezas. La única diferencia es que Okayden ahora está parado frente a nosotros, jodidamente kawai.

—¿Qué diablos acaba de pasar? —pregunta Hayden—. ¿Desapareciste en un remolino de humo y ahora Okayden está aquí?

Okayden agarra una de sus sucias uñas y rompe nuestros lazos en menos de un segundo.

—No hay tiempo para eso —digo, cuando la última nota del Canon de Pachelbel llega a su fin—. Es hora de colarse en una boda.

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