El Ave Maria
Para ver si la última parte de mi plan funciona o no, todo lo que tenemos que hacer es esperar hasta el amanecer. Eso, y mantener a Brayden lejos de la chica vampiro/hombre lobo para evitar que vuelva a invitarla. Ya sé que es mujer lobo en realidad, pero shhh, tengo dolor de cabeza y quiero dormir.
Afortunadamente, ambas cosas se logran fácilmente atando a Brayden con algunas agujetas de zapatos y metiéndolo dentro del respiradero con los cuatro adentro.
A un lado está Hayden, solo medio adentro con los pies colgando afuera, ya que es un chico grande que no puede caber en el estrecho agujero; al otro lado, Okayden, sentado con las piernas cruzadas mientras hace ruidos de pug cada vez que respira. La tensión entre los dos es palpable, y no en una tensión caliente y sensualosa. Más bien es como un cable de tensión que se balancea en una tormenta, y soy un pájaro desprevenido a punto de ser cocinado instantáneamente por un golpe de los fideos colgando prohibidos.
No hace falta decir que Brayden y yo estamos entre los dos. Estamos tan silenciosos como puedes imaginar, sobre todo porque todo el mundo está tan tenso como un adolescente que se explora a sí mismo en la ducha mientras sus parientes están en la casa tocando la puerta agresivamente porque tienen una diarrea satánica gracias a la receta de frijoles con carne del tío Pedrito, pero también en parte porque Okayden no ha dejado de jugar con mis pies durante la última hora más o menos.
Es sorprendentemente gentil y cariñoso.
No se comparte una palabra, no se pronuncia ni pío. Todo está tan tranquilo y silencioso como un ganso en un estanque, y casi tan amenazador. Después de una hora o dos, Brayden se atreve a decir algo que Hayden calla antes de que pudiera terminar la primera sílaba. No es una sílaba particularmente interesante, así que me abstendré de agregarla aquí y perderé tu tiempo.
—Cierra el pico, rorro pirrorro. ¡Te excitaste por la vampiloba y nos jodiste! Ahora tenemos que esperar en este estrecho y húmedo agujero hasta que las cosas se enfríen.
Brayden le lanza una mirada asesina, pero sus ojos son tan suaves como él, por lo que es más como una suave palmada en la espalda. "bueno, llora pues. si dios no quisiera que estuviéramos cachondos por los hombres lobo y los vampiros, ¡no los habría hecho tan sexys! además, no quiero repartir culpa, pero técnicamente, esto es tu culpa por ser más groso que un sándwich de mantequilla de maní y mayonesa y no encajar en la rejilla de ventilación, lo que hizo que clifford el gran perro fetichista aquí se sintiera cómodo para atraparte".
Ay padre, ahora estamos señalando culpables. Todavía no me he cortado las uñas.
—Ah, ¿conque así es la vaina? —dice Hayden, tratando de abrirse paso más adentro—. ¡Si estamos echando culpa, entonces todo esto es culpa de Ayden!
Y aquí vamos.
—¡Fue su tonta idea de una pijamada lo que nos puso aquí en primer lugar!
"¡si!" repite Brayden, "y él fue el que trajo a mi reina aquí y comenzó todo este alboroto. dios, desearía haber sido yo que la metió. entra en mi habitación y rómpeme las piernas, reina de patas de pezuña".
Y ahora me toca a mí. Puedo decir que todo esto es culpa de Hayden por ser tan agresivo jugando a los quemados, o de Brayden antes que él por ponernos en este maldito show de mierda de LaCroix en una habitación secreta, o incluso de Okayden, que no hizo nada malo, pero nos permitió hacerle frente al teniente coronel Jodedor, o como se llame.
Pero soy mejor que eso. Podemos señalar con el dedo a otra persona y decir que es la raíz de nuestro mal. Puedo culpar a mis padres por darme a luz como un bad boy en un mundo que los devora como chicle. Ellos culparían a la cerveza barata y al baño portátil de aquel fatídico concierto de Luis Miguel donde fui concebido. ¿Quién es el siguiente? ¿Los sumerios que inventaron la cerveza? ¿O peor aún, George Harding, inventor del baño portátil? ¿Ves? Ojo por ojo todo quedamos ciegos.
Esto muere conmigo.
—Tienes razón —le digo, reconociendo mi culpa. Toda mi culpa—. Estaban bien antes de que yo llegara aquí. Entré, pateé el nido de avispas y lo jodí todo. Todos ustedes merecen algo mejor. Lo siento. Hago esto donde sea que vaya. Soy el Rey Midas de mierda. Necesito un minuto. Discúlpenme.
Intentan protestar, decirme que pare, pero es inútil. Todo se ha ido a la mierda y todo ha comenzado conmigo. Yo soy el que entró y alteró el statu quo de este lugar. Todos estaban felices y contentos con sus roles, y tuve que entrar y joderlo todo, como siempre lo hago y como siempre lo he hecho.
Qué tonto de mi parte pensar que esta vez sería diferente.
Afortunadamente, Hayden tiene la amabilidad de salir del medio para que yo salga del respiradero, y con el mismo ímpetu, me voy a casa. No tengo miedo de lo que pasará, porque lo peor ya pasó. Todo lo que tengo que hacer es esperar hasta la mañana y decidir qué hacer a partir de ahí.
Me pregunto si es difícil conseguir trabajo en atención al cliente sin tener diploma de bachillerato.
—¿Está todo bien, Señor Messina-Park? —pregunta la directora Caradura, viéndonos a los dos, según lo acordado, fuera de la escuela a primeras horas de la mañana sin saber nada de los últimos seis capítulos—. Se ve un poco... raro esta mañana.
—¿Yo? Estoy muy bien. Mucho bien. Estoy bien, ¿ves? Muy bien alimentado, tengo muchos seguidores en Instagram. Timothy Charmintine y todo —dice un hombre que definitivamente no es Brayden, pero estaba vestido con su ropa. Es agresivamente... ¿de Europa del Este? Y probablemente tiene entre cuarenta a cincuenta años.
Brayden, en algún momento de la noche, dijo que iba a tomar ese vuelo a Belice y que un "doble de cuerpo" ocuparía su lugar. Bueno, es un cuerpo que tiene al menos doble de la edad que él.
—Suena...diferente, y con menos minúsculas.
—Acaba de salir de una gripe horrible, señora Caradura —balbucea Hayden quien decidió quedarse en caso de que las cosas fueran mal.
—Ya veo. ¿Y por qué está aquí, señor Wilson?
—Oh, yo... eh... —empieza a decir, pero lo corto antes de que pueda hacer el ridículo.
—Se le olvidó de su hielera adentro, así que solo quiere entrar rápido y conseguirla, a primera hora de la mañana, ¿verdad? Tiene un brunch y necesita que le devuelvan la hielera lo antes posible.
—Eso —dice.
—¿No es esa la hielera que tiene ahí detrás de usted? —pregunta, señalando la hielera que usó antes para guardar sus "suministros para la fiesta de pijamas".
Después de unos segundos de no hacer nada y mirar al vacío de su alma, Hayden habla. —Esta es mi hielera de repuesto. Tiene mala juju. Necesito la principal.
—Está bien, entonces —dice la directora—. Estos son los oficiales Reiner e Iglesias. Fueron tan amables como para venir aquí e inspeccionar la escena del crimen antes de que sucediera cualquier otra cosa para no armar un escándalo. También los interrogarán sobre lo que saben y lo que no saben.
—Brayden sabe muchas cosas —dice "Brayden", sobándose las manos con una sonrisa—. Yo ayudar a atrapar al malo, y si el malo es Brayden, está bien. La cárcel es divertida, tengo tiempo para hacer ejercicio, tres comidas al día.
—Okay... —dice la directora, alejándose de él y mirando a los oficiales—. También invité a la presidenta del consejo estudiantil a supervisar como representante de los estudiantes... y evitar cualquier litigio que pudiera surgir de esto. ¿Espero que esté bien?
¿Lee viene? Ay, mierda.
Y justo cuando digo eso en mi mente, ella aparece, oliendo como el rocío fresco de la mañana, con sus livianos rizos balanceándose con cada... rayos, casi me pongo a monologar allí. Mantén tu mente en el juego, Ayden.
—Perdón por llegar tarde —dice, casi como si un coro angelical estuviera atravesando la pubertad una vez más como un montón de castrati celestiales—. Estuve... momentáneamente detenida. Pero estoy aquí.
—Bien —dice la directora mientras abre la puerta principal—. Ahora, terminemos con esto antes de que la prensa tenga un pícnic con nuestra reputación.
Nos movemos como la peor falange romana del mundo hacia la máquina expendedora, rezando en silencio a San Judas Tadeo, santo patrón de las causas perdidas, para que mi ardid disparatado funcione. No confundir con San Jude Law, patrón de las mandíbulas fuertes y acentos sensuales
—Veamos que son estas tonterías —dice uno de los oficiales, metiendo una moneda en la máquina y presionando cualquier número.
Mis nalgas están apretadas y mi respiración se mantiene tan fuerte que esencialmente estoy presurizado. Soy un submarino de mierda.
La máquina expendedora se abre lenta y amenazadoramente. Y ahí está nuestra vampiloba favorita, en todo su esplendor, aplastada contra la pared invisible que divide el pasillo secreto y la escuela. Ella deja escapar un aullido degradante, mostrando fila tras fila tras fila de dientes aserrados. Se siente como si tres bestias, una más malvada que la otra, estuvieran armonizando en un tritono del diablo.
Y con eso, la máquina expendedora se vuelve a cerrar.
—Sí, tiene a uno de esos vampiros sensuales aquí —dice uno de los policías. Saca un bloc, garabatea algunas notas y se lo entrega a la directora—. No tienen nada criminal. Es como conseguir una rata o algo así, pero más asesinas. Tengo que escribirle una multa por ello, pero en su mayor parte, están clasificadas como plagas. Llame al Control de Plagas y enviarán un sacerdote. Que tenga un buen día, señora.
Se van sin hacer más preguntas ni seguimientos. La directora Caradura nos da a mí y a "Brayden" una mirada que sugiere que ella sabe que tenemos algo que ver con eso, y ella sabe que nosotros sabemos que ella lo sabe, y si todos pueden guardar silencio sobre esto, será lo mejor.
Se ve algo como: >.>
Aflojo mi trasero y libero la presión. Por ahora, estamos a salvo. Estoy a salvo.
¿Pero por cuánto tiempo, me pregunto?
Hayden me agarra por el hombro y nos acerca más, mejilla con mejilla, saliva con saliva. —Lo hiciste, bro. Una vez más, eres nuestro Jesús personal. Pero en serio, ¿qué diablos está pasando? ¿Por qué estaban aquí los policías? ¿Por qué no me lo dices durante el desayuno? Conozco un lugar que hace panquecas de ensueño. Yo invito.
Antes de que pueda decir algo, siento que alguien me agarra del brazo. La mano es suave, húmeda y tan tierna. Es Lee, que tiene un agarre sorprendentemente firme.
—Disculpe, Señor Gómez —dice con su dulce voz de hada del bosque—. ¿Podemos hablar en privado un segundo?
Espero que no pueda sentir que mi cabello se eriza por solo mencionar mi nombre. Eso y mi erección.
—Claro —le digo. Oh, Dios, puedo sentir su calidez—. Hayden, ¿por qué no vas a comer solo? Hablaré contigo más tarde, ¿de acuerdo?
Ni siquiera puedo escuchar su respuesta cuando Lee me arrastra lejos de él. No me malinterpretes, me encanta esto, pero suena como algo que va a hacer que la historia termine pronto.
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