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Atrapado con el capitán del equipo de fútbol

Para ser les honesto, pensé que estar en detención sería una bendición. Un lugar donde todos simplemente se sientan en silencio, mirando un pobre diablo mal pagado del sistema educativo desperdiciar sus mejores años de vida en un puesto de titular que probablemente ha resultado en algunos divorcios, sin poder interactuar entre sí.

Es decir, una forma perfecta de no interactuar con nadie. En teoría el salón debería estar vacío, ¿verdad? Ósea, ¿a quién carajo lo castigan con detención el primer día de clases?

Eso fue antes de que me diera cuenta de que la respuesta a esa pregunta es, por supuesto, a los bad boys. Caí en un cliché y ni siquiera me di cuenta. ¡Me siento en el set de The Kissing Booth o alguna otra película adolescente! Tal vez El club de los cinco. O Ferris Bueller. Puedo seguir y seguir nombrando películas todo el día, pero ya el capítulo es lo suficientemente largo.

Cuando entro en el aula que obviamente no han renovado desde la crisis de los misiles de Cuba, que estoy seguro está pintada con al menos tres capas de asbesto y los sueños rotos de miles de estudiantes, mis peores miedos se hacen realidad.

No solo estamos Hayden y yo, sino también esa niña pegostosa llamado Laila del capítulo anterior, junto con un par de gente rara. Por supuesto que todos son gente rara. Mis esfuerzos por mantenerme al margen de cualquier posible cliché me han obligado a estar con un montón de posibles personajes principales. ¿Cómo sé que son posibles personajes principales? Todos tienen el pelo teñido, facciones increíblemente hermosas como esculpidas por el propio Adonis, y ropa extraña.

El primero de estos guapos bichos raros es un chico rubio con pecas, masticando una manzana con la boca abierta. ¿Por qué todos los imbéciles tienen que comer manzanas con la boca abierta? Y ni siquiera pelan las manzanas, comiendo piel amarga y baja en azúcar. Estoy seguro de que no la lavo antes de meterle el primer mordisco.

El segundo es un tipo que parece que intento entrar a Narnia, pero se perdió en el ropero en el intento. Guantes de invierno, una bufanda que oscurece su rostro, lentes gruesos y ¡espera! ¿Estoy describiendo todo lo que veo en un monólogo de protagonista? ¡Maldita sea! La trampa para bad boys ya está funcionando.

—Supongo usted es el Señor Gómez —dice el profesor mal pagado a cargo de la detención, un pobre idiota que parece alguien que puede describir su vida amorosa usando títulos de canciones de Taylor Swift.

Ahora se me ocurre que he estado junto a la puerta por un buen rato siendo a lanada mientras monologo, y sigo haciéndolo. Tal vez si dejara de hacerlo, podría escapar de esta trampa. —Sí —le digo. Genio, Ayden, genio.

—Toma asiento donde sea —dijo con el mismo aplomo que uno usaría contra alguien que exige ver al gerente de un McDonald's porque sus papas fritas no estaban lo suficientemente saladas.

Ya que fui el último en entrar, todos ya se habían sentado relativamente separados unos de otros de una manera que me obligaba a sentarme junto a al menos uno de ellos. ¿Ver? Es por eso que ser el primero en entrar a una habitación es tan importante.

Ahora, ¿dónde sentarse? Desde buenas a primera, no al lado de Laila. Desde que llegué aquí, ella no deja de mirarme y monologar en voz baja.

—Qué se esconde detrás de esos lentes —grita, susurra, de nuevo, sin usar las mayúsculas adecuadas de lo que obviamente es una pregunta, y sin usar signo de interrogación—. ¿Sus orbes serán aguamarina, topacio o rodonita? O sus interminables piscinas son tan oscuras y misteriosas como su chaqueta. No puedo evitar estermecerme ante la idea de cruzarme con él una vez más. ¿Cuáles son las probabilidades de que nos volvamos a encontrar?

—Se pronuncia "estremecerme," con la r antes de la e —me susurro a mí mismo. Su mala gramática me da grima.

Ciertamente, no me sentaré cerca de Hayden. Conozco su tipo. Bad boy deportista, capitán del equipo de fútbol, ​​probablemente novio de la jefa del equipo de porristas. Apostaría mi testículo izquierdo a que conduce un auto deportivo. Probablemente tomará mi presencia cerca de él como una afrenta que solo sus puños pueden resolver, y no voy quiero que me metan el puño en mi primer día.

Eso sonó mal. Ustedes entienden.

Estoy entre el misterioso chulo adolescente y Don Manzanita. Iré por lo seguro e iré con el hombre de la bufanda.

Pero espera, ¿y si él es importante para la trama? ¿Y si es un bad boy de tipo misterioso? Esos son incluso peores que los bad boys tipo deportista. Los bad boys tipo chico nuevo, como yo, y los bad boys tipo misteriosos, como él, son como vinagre y aceite. Y así como el vinagre y el aceite, no nos mezclamos. Pero agregue un huevo de por medio, agite vigorosamente, y tendrás una mayonesa tramoyera. El huevo es un personaje completamente promedio. Creo que me estoy enredando. Sigamos.

Me quedaré con el imbécil genérico, pero atractivo. Esos siempre son personajes secundarios.

Cuando dejo caer mi carpeta de 10 materias en el asiento junto a él, el chico inmediatamente me empieza a hablar.

—Oye, eres el chico nuevo, ¿verdad? —dice, inclinándose sobre su mochila la cual se sienta encima de su escritorio—. ¿Ayden Gómez?

Ahora, nuevamente, este es un asunto muy delicado. Lidiar con personajes secundarios como él es diferente a lidiar con un personaje completamente promedio. ¿Sabes qué? Vamos a abreviarlo a PCP. Más fácil para la mente y la lengua.

La técnica micropene no funciona con personajes, pero existe una forma eficaz de lidiar con ellos.

Saco mi billetera y le entrego un billete de $20. —Te daré esto si te callas la boca.

Por lo general, eso es todo lo que se necesita para que te dejen tranquilos. Los personajes secundarios aman el poder, y el dinero es poder. Es un ganar-ganar. Son $20 más ricos y te alejas de una conversación incómoda.

Pueden comprender mi perplejidad cuando me devuelve el dinero a la mano y me da dos palmaditas en la espalda.

—¡Hombre, eres gracioso! —dice, revelando un conjunto de dientes torcidos —. Todos piensan que eres un tipo grande y aterrador, ¡pero tienes buenos chistes!

Oh, carajo. Calculé mal. No es un protagonista secundario cualquiera. Dios, desearía que lo fuera. En realidad, es el único amigo del bad boy que sabe que en el fondo es un buen chico y sirve para vomitar información importante necesaria en el momento como un deux ex machina. ¡Es un UADBBQSQEEFEUBCYSPVIINEEMCUDEM!

Hice una apuesta calculada, no recordando que apesto en matemáticas. Apenas sé dividir. Ahora les dirá a todos lo "accesible" que soy. Si lo rechazo, solo reforzaría que estoy en un caparazón que un PCP —entiéndase, personaje completamente promedio— intentará abrir. Si hablo con él, le demostraría que tiene razón de que soy un buen chico.

¡Maldita sea, Gómez! Mantén tu mente en la meta

—¡Soy Billiam! —dice, extendiendo su mano para estrechar la mía—. O Bill, para abreviar. Puedes llamarme Scooter. Todos me llaman Scooter, porque soy escocés. Scooter Bill, me llaman. O tal vez porque mi segundo nombre es Scott. Billiam Scott Exposito. Entonces, Bill Scooter Scooter. ¡Doble Scooter! ¿Eso me convierte en un coche? ¿Coche Bill?

Me arrepiento de cada decisión que he tomado.

—Que sean cuarenta dólares —digo, en un vano intento de sacudírmelo de encima. No funciona.

—¡Eres muy gracioso! —dice Bill—. Entonces, Ayden, debes estar bastante perdido en esta nueva escuela, ¿eh?

—La única forma que me importara esta escuela de mierda fuera si se inundara, y solo porque me refrescaría del calor infernal que hace en este salón —le digo. Lo cual, hecho curioso, sucedió hace dos escuelas secundarias. Creo que por una profecía acerca de Atlantis o algo al que no le preste mucha atención.

—Ja, ja, qué loco —dice Billiam—. Deja que tu viejo amigo Bill te cuente algunas cosas. Soy una especie de sabelotodo por aquí.

—Por favor, no seas ese cliché de mejor amigo que explica todo y no deja que el autor introduzca los elementos de forma orgánica.

—Ah —dice, señalando a Laila—, está Laila McKenzie. Su padre es un millonario que nunca está en casa, pero ella siempre es humilde. Todos la aman. Es una chica completamente promedio, si ignoras la parte de que tiene más dinero que el rey Salomón.

Billiam intenta rodearme los hombros con el brazo, pero le doy un golpe con el codo en las costillas para mantenerlo a raya. —No te pregunté.

Él sigue adelante sin siquiera protestar al golpe. Maniático masoquista. —A veces se queda dormida durante la clase y se despierta gritando acerca de sueños y visiones. ¡Muy misteriosa!

—Una vez más, no me importa un carajo, incluso si tuviera un excedente de carajos y alguien necesitara un trasplante de carajos lo antes posible —dije desde el fondo de mi corazón.

Pero el imbécil sigue y sigue.

—Ja, ja, loquillo —dice Billiam. Debo agregar que su aliento huele a mostaza y talco para bebés, por alguna razón—. De todos modos, escuché que tienes una pelea con Hayden Wilson. ¿Quieres algo de información sobre él?

—Tengo la sensación de que me la vas a dar de todos modos, independientemente de lo que diga —le digo, diciendo.

—¡Por supuesto! —dice Bill—, ¡porque soy tu amigo! Ahora, Hayden es el capitán del equipo de fútbol, ​​así que es como la realeza de la escuela

—Déjame adivinar. ¿Novio del capitán del equipo de porristas?

—¡Oh si! —dice, dándome un golpecito en la espalda—. Como uña y mugre, esos dos. Han llevado a esta escuela a ser la mejor de la liga durante tres años. Todos aman a Hayden. Todas las mujeres quieren estar con él y todos los hombres quieren ser él.

—Encantador —le digo entre dientes. Se los apuesto: pronto tendrá un accidente automovilístico. Todos los bad boys deportistas tienen un accidente automovilístico. O una pierna rota. Tal es la maldición del bad boy deportista—. ¿Cuál es el problema con el espantapájaros sentado allá atrás?

Siempre y cuando esté exponiendo información importante, no veo el problema de utilizarlo. ¡Ah! Lo entiendo, Bill Exposito. Exposición. Inteligente.

—Él es Okayden Hombrehumano —dice Bill—. Nadie sabe nada sobre él. ¡Qué misterioso! Creo que su apellido es exótico.

Al menos acerté en uno. Nota mental: mantenerme alejado de él.

Y debido a que la exposición terminó, también termino nuestra oportunidad de hablar, ya que el cliché dicta que el profesor nos calla si la trama lo exige. Y efectivamente, el profesor se pone de pie, recoge sus cosas y mira el reloj. —Está bien, niños. Se acabó el tiempo. Son libres de irse. No vayan a hacer un lío, y espero no verlos aquí mañana.

Antes de que pueda siquiera pensar en levantarme y huir para evitar que me metan un puño en la cara, una mano me agarra por el hombro. Una mano fuerte, gruesa, como si estuviera acostumbrado a estrujar pelotas todo el día. Pelotas de fútbol.

—Oye, pequeñín —dice la inconfundible voz de barítono de Hayden Wilson—. ¿Listo para que te bata la crema?

¿Por qué siento una vibra erótica extraña entre nosotros?

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