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Sin que Mao se diera cuenta, aquellos que había enviado a rodear la zona ahora eran cadáveres, Hannam había puesto todo lo que se le había enseñado en práctica para acabar con ellos, un corte certero en el cuello había sido suficiente para despedirlos de su vida. Mao justamente ahora se encontraba pasando entre algunos vehículos que estaban estacionados, con su arma lista para ser usada al encontrarse con alguno de sus enemigos, sentía la adrenalina correr por sus venas, la euforia de la lucha y el peligro, eso que tantas veces había vivido pero que no había disfrutado plenamente hasta que Dohko murió.

Ahora tenía en sus manos la oportunidad de acabar con un Dragón, líder de los Kim que significaba autoridad y poder, no sólo había burlado la seguridad de las muñecas de porcelana y el Equipo V, también a los hombres de Suga y al escuadrón mexicano designado a Liverpool para llevarse al líder absoluto de los Kim y heredero del patrimonio trillonario neto de Kim Seokjin diseminado en todo el mundo, si no que tendría la oportunidad de acabar con el chico adinerado que había dejado su vida cómoda de millonario para vengar a su mejor amigo.

En el fondo los odiaba, a RockB por ser tan afortunado desde el nacimiento, quizá perdió a su madre pero nunca lo supo y siempre vivió bajo el calor de un hogar protector donde nunca pasó necesidades, a Jimin por lo mismo, tenía clase y elegancia, esas cosas con las que se nace, aunque realmente Mao no era feo, tenía una presencia muy imponente pero estaba ciego viendo a otros que se olvidaba de sí mismo, como ahora que sentía que Sao le estaba robando protagonismo ante sus enemigos y Kai que había doblegado la voluntad de RockB torturándolo psicológicamente llevándolo al suicidio.

Estaba tan concentrado en su misión de acabar con Jimin que no se daba cuenta que los hombres de su enemigo estaban acabando silenciosamente con los suyos, Hannam seguían cortando gargantas muy cerca de él pero de modo sigiloso para no ser descubierto, todo estaba saliendo tal y como Jimin lo había planeado, había estudiado el caso y al chino para poderlo controlar tal así como lo estaba haciendo en ese momento, ya no había vuelta atrás, era ahora o nunca porque si daba espacio la moneda se podría voltear y de nuevo su gente volvería a sufrir.

Estaban los hombres de Mao en el blanco de los francotiradores, el lugar donde Jimin los quería y ahora solo esperaban la llegada de Mao, su gente para recibir órdenes y los francotiradores para acabar con ellos, esta vez Jimin quiso ver de frente y salió a su encuentro, a la vista de todos finalmente, no era cobarde para nada y no se iba a esconder, además quería ver su obra maestra realizada, las calles seguían bloqueadas gracias a la policía, nadie podía saber lo que ahí pasaba ni la prensa porque nadie podía pasar ni por el aire.

Finalmente el momento llegó y Mao apareció frente a todos, entonces Jimin dio la orden con una sola señal, estaban siendo emboscadas, los disparos eran certeros y daban justo en el blanco, los que aún no eran atacados buscaban de dónde venían los disparos y otros se esparcieron para resguardarse pero estaban siendo esperados en los escondites para ser acabados, Mao veía como aquel caos y destrucción estaba terminado con su apoyo, todos eran atacados menos él, lo estaban desarmando, empezó entonces a conocer el sabor de la derrota porque era algo que nunca había vivido antes.

─ ¿Qué harás ahora, Mao? ─ preguntó Jimin quién sólo observaba, analizaba la expresión facial de su adversario y se dio cuenta que era uno de los momentos más gloriosos de su vida ─ hiciste caer a tu gente en una trampa porque confiabas que eras mejor que yo, tu error ha sido subestimarme en todo este proceso de guerra que has llevado, no eres mejor que yo Mao, tu plan habría funcionado pero yo ya te había analizado y pude predecir lo que buscaría hacer... ─ aclaro Jimin mientras lo veía, este no respondía; solo podía escuchar a su gente muriendo.

─ Está bien, me has vencido porque confíe en demasiado, aunque sea tarde reconozco mi error pero quiero hacer un trato contigo, ya que vas a acabar conmigo en su momento, por favor permite que mi hermano me lleve con mi padre, que me sepulte y me pueda visitar cuando necesite recordar, por favor... ─ pidió Mao, aunque su súplica tenía mucha lógica porque generalmente los cuerpos son mutilados y lanzados por ahí, las familias muchas veces no los encuentran y más él, siendo extranjero, guardó silencio nuevamente para escuchar la respuesta de Jimin a quién consideraba su verdugo.

─ Lamento declinar tu solicitud, pero nuestro jefe perdió a su hijo en manos de tu padre y hermanos, él no recibió el cadáver, no podemos llevarle flores a una tumba porque no la hay y esto será ojo por ojo, tocaste a mi familia, mis padres que no te debían nada, que estaban desarmados y los asesinaste sin piedad, tu familia torturó a nuestro líder cuando él nunca atacó a los tuyos ¿y me pides un trato?, no lo creo ─ Jimin se dio cuenta que ya había ganado desde el momento en que Mao asumió que su muerte sería inminente.

Así la tarde empezó a caer, aquel ocaso que era la antesala a la muerte de un enemigo que en su momento pudo haber sido un éxito pero permitió que la fama, el poder y el orgullo se le subiera a la cabeza, ahora estaba cayendo en las manos de un hombre al que consideró siempre un niño rico y malcriado, mismo que le estaba dando una lección que ya no podría poner en práctica porque sus minutos estaban contados y entre más tiempo pasaba, más tenso se ponía el ambiente para él, porque iba a pagar mucho antes de morir.

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