Jade entró a la habitación de Jimin a dejarle un té caliente, después de la reunión este se había metido a su cuarto y ya había caído la noche, no había querido recibir a nadie solo a ella, no quería preguntas y quería estar en su espacio así.

─ ¿Te sientes mejor? ─ preguntó Jade llegando al pie de la cama, lo vio ahí con los ojos abiertos pero sin moverse.

─ Hueles a paz y dulzura... te van a llevar a la mansión mañana, luego te llevarán con tu familia en Luisiana para que estés segura... no soportaría que alguien más te dañara por mi culpa... ─ respondió finalmente Jimin.

─ No me iré, ya se lo dije a Tachi, no tengo lugar donde ir, mi familia no es de sangre y tú me necesitas ahora... vamos siéntate y bebe, no voy a repetirlo ─ ordenó la joven sin detenerse a pensar en lo que Jimin le estaba diciendo.

─ ¿Acaso me estás dando una orden? ─ reprochó con enfado he incorporándose sobre la cama.

─ Sí, así es, también te traje panecillos rellenos de queso y especias que yo misma te prepararé, también vas a comerlos porque odio trabajar en vano... ─ insistió sin bajar el tono de autoridad.

─ No te atrevas a hablarme así, te recuerdo que quién da las órdenes aquí soy yo y si digo que te vas entonces lo harás, tampoco voy a comer nada porque no quiero, ¿lo entendiste? ─ respondió con voz fuerte y firme Jimin.

─ Que lo harás he dicho... ─ pero cuando la joven empujó la taza esta se dio la vuelta y el té caliente cayó sobre Jimin quien de un salto salió de la cama.

─ ¿Te has vuelto loca? ─ habló molesto estando solo en ropa interior limpiando lo caliente con la sábana.

Jade sintió pena de verlo semi desnudo pero pudo más su ataque de risa que la vergüenza, Jimin parecía cada vez más enfadado pero al verla sonreír no pudo evitar sentirse enternecido y atraído por ella, tanto que se acercó y tomó suavemente su rostro para verla directo a los ojos, era hermosa, sus labios carnosos empezaron a temblar al sentir el aliento de él, Jimin sintió como sí un imán lo atrajera sobre ella, quería probar lo dulce de esa miel, Jade ahora estaba temblando entre sus brazos pero no por miedo.

Entonces lo hizo, junto sus labios con los de la extranjera y la empujó sobre la cama, ella no tuvo voluntad para rechazarlo porque le parecía sumamente atractivo y adictivo, tenía miedo pero no quería detenerlo, sentía su corazón a mil por hora más cuando su suave en sensual voz le habló.

─ Pídeme que me detenga y lo haré... porque si continuo ya no habrá vuelta atrás y no te dejaré ir nunca... ─ le habló justo al oído mientras rozaba la oreja de las joven con sus labios.

Ella negó con la cabeza sintiendo como los escalofríos le recorrían la espalda ─ no me quiero ir, no quiero que te detengas... ─ respondió Jade con timidez sin poder moverse del agarre del masculino.

Al recibir la respuesta, Jimin prosiguió a bajar por su cuello al mismo tiempo que sus manos subían el vestido negro que la joven traía puesto, hasta sacarlo por la cabeza de ella, acaricio su pecho sobre su sostén y luego lo sacó con tanta pericia que ella ni siquiera lo pudo advertir, posó sus labios sobre uno de sus senos para succionar mientras que la otra mano jugaba con el otro, amaba los jadeos de la joven.

Minutos después, la traviesa mano bajó para empezar a retirar la pequeña prenda que cubría la entrepierna de Jade y luego su propio bóxer, estaban en igual condiciones de desnudez y fue cuando los dedos del Mochi empezaron a rozar en los pliegues vaginales de la joven Hoshner quién empezó a sentir tanto calor y como la desesperación iba aumentando al igual que lo sentía Jimin ─ ¿estas lista? ─ preguntó él a lo que recibió un asentimiento y procedió a colocarse entre las piernas de Jade, su prominente miembro estaba por recorrer el interior de su pareja.

Las embestidas empezaron lentas y seguras, los besos hacían silenciar los jadeos de ella y sólo se escuchaban los gruñidos de Jimin, era una sensación de paz entre tanta pasión, aquella chica había conseguido que este narco implacable la amara en silencio porque no estaban teniendo sexo, estaban haciendo el amor y eso no se hace con cualquiera, para Jimin aquello era una necesidad no de su cuerpo, de su alma porque ella lo hacía calmar cuando estaba cerca, ella podía controlar todos sus demonios con solo pedírselo con su dulce voz que ahora era la única que quería escuchar.

El anuncio de orgasmo llegó minutos más tarde y ambos estaban dispuestos a entregarse a él, las manos de Jade se aferraban a la espalda de Jimin sintiendo como su cordura se había evaporado por unos segundos, más cuando sintió como su interior se llenaba con tanta calidez y ella liberaba su tamaño clímax, amo tanto el rostro extasiado de Park sobre ella que lo quería guardar en su mente para siempre, luego este dejo caer su peso sin hacerle daño sobre ella, jadeante y con la garganta seca pero buscó los labios de la joven.

Seguían desnudos y abrazados, sudorosos pero sonrientes, envueltos en la misma sábana que tenía las marcas de té sobre ella, había silencio, ese que no era de soledad, era un silencio armonioso que ambos les hacía sentir tranquilidad, hasta que un toque en la puerta los interrumpió y ambos giraron.

Era Tachi, tenía noticias pero Jimin no lo dejó entrar, no iba a permitir que Jade se sintiera avergonzada, la invitó a la ducha donde con tanto amor y devoción él lavó su cuerpo sin llegar a la morbosidad.

─ Quédate aquí, en mi habitación... pediré que muden tus pertenecías, te amo... ─ dijo antes de salir de la habitación dejando un suave beso en su frente.

El corazón de Jade se emocionó tanto que al cerrar la puerta Park, ella se lanzó sobre la cama vestida sólo con una sudadera de su ahora pareja, lo amaba también y eso le llenaba su corazón de ilusión.