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─ ¿Estas bien?, ¿no te hirieron? ─ preguntó Jimin preocupado por la joven maestra que solo podía llorar mientras veía por la ventana.
─ Por favor déjeme bajar en la siguiente esquina, ya estamos lejos y seguramente estaré a salvo ─ pidió la joven sin levantar la mirada, también tenía miedo de ver a tantos hombres armados en la camioneta.
─Señor no creo que eso sea posible, Tachi dice que nos están persiguiendo y si nos detenemos ahora nos van a alcanzar y entonces alguien puede salir herido... ─ explicó Eloy uno de sus hombres de confianza.
Jimin pensó por un momento lo que haría y luego giró su rostro para ver a la joven que lloraba junto a él, entonces llegó a una conclusión ─ ¿Hay alguien que pueda cuidar de ti?, ¿puedo llevarte a tu casa? ─ le preguntó suavizando la voz para calmarla.
Logró levantarle el rostro con delicadeza y pudo ver que era realmente doloroso ver esa hermosa carita con tantas lágrimas y miedo en sus ojos, esos ojos de un verde oscuro poco común, sus labios carnosos denotando tristeza, sintió un extraño deseo por abrazarla para que dejara de temblar y que de alguna manera sintiera que no le iba hacer daño.
─ Mi casa está al otro lado de la ciudad... por favor solo déjame bajar por ahí, juro que no diré nada de quienes era ustedes, ni siquiera los conozco... ─ suplicó la joven por fin viendo a los ojos a su rescatador pero siempre con miedo.
─ Escúchame, señorita Hoshner, desgraciadamente estos hombres son demasiado peligrosos para dejarte por ahí y pensar que no van a lastimarte, siento que es mi responsabilidad que estés pasando por todo esto pero nunca fue mi intención, ahora voy a llevarte a mi casa donde van a protegerte como a mí mismo, cuando sienta que es seguro para ti.
Sé que no soy alguien en quien puedas confiar pero hasta ahora no te he lastimado y mis hombres no lo harán, temo que no tengo opción y tú tampoco, yo confiaré en ti llevándote a mi hogar para cuidar de ti y tú tendrás que confiar en mí para hacerlo, Mao sabe que lo viste, sus hombres te vieron conmigo y seguramente asumen que estás conmigo... ─ finalizó Jimin tratando de calmarla pero aquello solo la hizo llorar más, tantas armas, tantos hombres y ella debía confiar.
Jade Hoshner no había pensado jamás que su vida cambiaría de esa manera, había empezado recién a trabajar luego de egresar de la universidad en lo que más les gustaba y ahora casi mataban a esos niños en aquel lugar, todo era tan confuso y difícil pero aunque no respondió, tampoco se negó a ir puesto que él vehículo jamás se detuvo, así la joven maestra de parvularia ahora estaba entrando a la gran mansión Park en Bel Air, lugar donde la privacidad era tal que no cualquiera podía entrar sin ser detectado y menos siendo la seguridad de Park.
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China, Bosque de Changbai. Mansión y escondite de los Cheng.
En la habitación que se le había designado al joven RockB ahora se encontraban tres hombres con vestimenta de entrenamiento junto a otro que les daba las órdenes, Taehyung permanecía sobre aquella cama típica oriental, sin base, solo como un colchón sobre el piso, estaba tan aturdido que parecía no poder moverse por sí solo, tenía moretones en sus muñecas que hacía saber que era sostenido con fuerza por unas esposas.
─ Ser arrogante no va a llevarte a nada bueno RockB, dame un nombre, un detalle, mira, seré tan piadoso que en cuanto me des una sola dirección yo mismo voy a acabar contigo para que no sufras más, ¿te parece? ─ habló el hombre delgado, alto y con esos rasgos que eran marcados de su nacionalidad, con una voz segura y firme dirigiéndose a su prisionero, Kai Cheng era el verdugo que sometía al joven Kim.
─ Vete al infierno... ─ respondió Taehyung sin siquiera temblarle la voz, solo sonó débil por lo que fuera que le estaban poniendo.
─ Taehyung... Taehyung... ─ con un gesto ordenó que lo inyectarán de nuevo ─ esto va a tener consecuencias para ti, porque yo puedo seguir jugando contigo el tiempo que quiera, tú vas a tener que decir algo, dar un detalle, un solo nombre que salga de tus labios y yo los voy a ubicar y los voy a destruir y te voy a dejar al último para que lo veas todo ─ habló con coraje el chino que ahora era quién interrogada.
Aquellos hombres, dos de ellos estaban encargados de la tortura y otro de la seguridad de la puerta, uno de ellos tomó por el cabello al joven e incrustó en la parte trasera de su cabeza una aguja de una jeringa sin importarle el dolor que la víctima sintiera, así ingresó aquel líquido amarillo, dio la orden al otro para que conectara las esposas a unas pinzas eléctricas, esto generó en el joven un fuerte choque que solo lo hacía gemir de dolor, hasta que Kai ordenó que se detuviera.
Se acercó a Kim con una sonrisa en el rostro, se agachó y lo tomó por el cabello con fuerza para obligarlo a verlo ─ luces tan patético ahí, no tienes gloria ni poder, te han abandonado a tu suerte, puedes condenarlos también a ellos, solo habla... ─ insistió aquel hombre.
─ Púdrete, mátame cuando quieras... no me importa, no soy como tú o tú gente, miserable... ─ fue la respuesta de Taehyung, era definitivo, no iba a decir nada, estaba entrenado para ello y no era fácil de vencer.
Para Taehyung las cosas eran complicadas porque Kai parecía odiarlo tanto como el mismo los odiaba pero Chuy siempre lo trataba con respeto, como a un igual, aunque la tortura era igual, no sabía qué era lo que le ponían en las inyecciones pero su cabeza siempre parecía que iba a estallar luego de eso.
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