𝟮𝟬 | Damas y caballeros, con ustedes... Los celos
CAPÍTULO 20
𝐓𝐀𝐄𝐇𝐘𝐔𝐍𝐆
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En la cena, mamá invitó a su jefe junto a su esposa e hija —que conveniente— para que él también conociera a la familia de su mejor trabajadora.
Claramente, antes de tener esta cena, papá conversó conmigo sobre los invitados que tendríamos esta noche y que no le ocasionara ningún malestar a mamá con alguno de mis comentarios pasivo-agresivos. También me dio una pequeña oratoria sobre lo importante que era mostrar la educación en estos casos, los cuales nos iban formando para ser buenos profesionales que separan los problemas familiares de lo que en ese momento es importante.
Mamá también escogió mi ropa. Obviamente quería que todos diéramos la misma impresión que ella refleja en su apariencia: sofisticados y con clase. Ella agarró un terno semiformal de color beige que tenía guardado para ocasiones especiales. También agarró una de mis corbatas verdes oscuras, la que tenía rombos cremas en ella. Mi hizo colocarme unos lentes redondos que me compró ese mismo día para aparentar una actitud más seria y madura.
Finalmente, cuando su jefe y su familia llegaron, mamá nos presentó a todos una vez que nos reunimos en la sala. Su jefe, el señor Shin Jung-do, y su esposa, la señora Shin Ka-young, trajeron una botella de vino que rápidamente mi mamá mando a abrir para que lo sirvieran.
—¡Pero qué hermosa es Shin Yoo-jung! —suelta mi madre el primer elogio de la noche. La hija de su jefe sonríe con cortesía y timidez—. Todos ustedes son una familia de guapos. Debieron ser modelos.
Los adultos se ríen con gracia mientras que se van devolviendo los halagos. Yo solo puedo mirarlos desde mi asiento con una expresión de aburrimiento.
—Su hijo Kim Taehyung también es muy guapo —le dice la señora Shin—. De seguro es todo un rompecorazones en la universidad aparte de ser muy listo, ¿no?
—¡Por supuesto que sí! —Sonríe forzosamente mi madre—. Mi Taehyung es de los primeros puestos en su clase, es todo un chico listo. Pero lo bueno de él es que sabe poner sus prioridades en primer lugar y dejar para después el amor.
—La castidad hasta el matrimonio, Taehyung —bromea el jefe de mi mamá. Yo solo finjo sonreír como si lo que dijo sí hubiera sido divertido—. Mi Yoo-jung también está esperando a su esposo de por vida. No ha salido con ningún chico hasta el momento.
Es raro que ya empiecen a hablar de matrimonios y esposos a estas alturas, recién está empezando esta tortura.
Y ahora todo se pone más sospechoso cuando mi mamá me pide que vaya con Shin Yoo-jung a mostrarle la casa.
—Claro, con gusto se la mostraré —digo, ocultando mis intenciones detrás de una voz suave. Tomo la suave mano de la chica y empiezo por mostrarle el patio trasero.
Shin Yoo-jung es una chica que no le calculo más de veinte años, con ese rostro que tiene aún parece joven. Tiene unos ojos grandes, nariz fina y labios pequeños pero gruesos; su piel es blanquecina, tanto que el tinte rojo de sus labios resalta más de lo usual. Su cabello rubio parece ser largo, pero no puedo confirmarlo del todo debido a que ahora lo tiene recogido y solo tiene pequeños mechones a los costados de su rostro.
Su cuerpo parece entrar dentro del promedio con piernas delgadas, brazos delgados, clavícula marcada al igual que su cintura. Son como esos cuerpos que tienen forma de reloj de arena... O quizás sea el mismo vestido que ella está usando que la hace ver de ese modo.
La chica al principio era tímida conmigo, se sonrojaba cuando regresaba a mirarla o ella apartaba su mirada de la mía en todo el recorrido que le hicimos a la primera planta de la casa. Pero una vez que subimos al segundo nivel, desconocí a la chica en cuanto vió la oportunidad de robarme un beso. De la nada, sus labios se encontraron con los míos en un beso desesperado, y sus palabras salieron sin control.
El peso de su cuerpo contra el mío me hizo retroceder un paso, sorprendido por la repentina intensidad de su gesto. Me quedé aturdido por un momento, intentando procesar sus halagos que caían sin filtro sobre mí. Sus elogios, su insistencia sobre mi apariencia, eran como una ráfaga inesperada.
—Taehyung, siempre he admirado a los chicos guapos como tú —murmuró entre besos, buscando convencerme de su fervor. Casi podía sentir el deseo urgente en sus palabras, una ansiedad que me dejaba perplejo.
No era suficiente para mí. No era suficiente para apartarla suavemente, para decirle que no había interés más allá de la cortesía de la cena. Pero ella no se detenía, seguía insistiendo, proponiendo cosas que no podía aceptar.
—Podríamos tener algo, ¿sabes? Una relación abierta. No soy celosa, podemos disfrutar —susurró, como si fuera algo simple, como si fuera lo que buscaba. Intenté apartarme, suavemente, sin herirla.
—Lo siento, pero ni lo sueñes —le dije con firmeza, intentando poner distancia entre nosotros. Nos conocíamos recién esta noche, en una cena planeada por nuestros padres. ¿Qué carajos?
Ella se aferraba a mis brazos, intentando mantener la conexión que parecía haber construido en su mente durante esos pocos minutos juntos.
—Pero Taehyung, no tienes que preocuparte, te acepto tal como eres. Podemos llevar las cosas al siguiente nivel juntos.
Mi cabeza daba vueltas. ¿Cómo podía ella estar tan segura de algo que ni siquiera existía para mí?
—Yoo-jung, lo siento, pero esto no es lo que busco. No puedo hacer esto ahora. —Digo sin arrepentimiento alguno—. Recién nos hemos conocido hoy.
Intenté ser claro, pero sus ojos brillaban con una determinación que me desconcertaba. Fue entonces cuando decidí ser más firme.
—No es cuestión de aceptación o rechazo. Simplemente no es el momento ni el lugar para hablar de esto. Nos conocemos desde hace unos minutos, y no es justo para ninguno de los dos hacer suposiciones sobre lo que pueda pasar. Necesito que entiendas eso.
Ella retrocedió, sus ojos reflejaban decepción y sorpresa. No quería lastimarla, pero tenía que establecer límites. Nos conocíamos desde hace muy poco y ella estaba saltando a conclusiones demasiado grandes.
—Está bien, lo siento. —Resopla como si hubiese empezado a llorar—. ¿Podrías decirme dónde está el baño?
La llevo al lugar que quiere, abro la puerta por ella y prendo las luces para que entre y haga de sus necesidades. Pero esta chica parece saberse todos los viejos trucos que también me empujó al baño con ella y cerró la puerta con seguro.
Quise detenerla otra vez, apartarla de mí; pero ella ya se había arrodillado delante de mí para desabrocharme la correa y el pantalón. Una vez sueltos, baja mi ropa interior y se mete mi miembro a la boca.
Rápidamente quiero apartarla, sacarla de ese lado. No entiendo por qué está sucediendo esto y por qué justo a mí. Esa chica estaba loca y no aceptaba un "¡No!" por respuesta.
También me pongo a pensar en si esto es por la dichosa castidad que le han impuesto sus padres; ya que la curiosidad por hacer estas cosas de manera inexperta no me parece normal, y más cuando tienes un comportamiento desesperado.
Al final ella terminó ganando, porque su boca tuvo un efecto en mí y tuve que usarla para regresar a mi compostura normal. Mientras tanto, ella se levantó del suelo para lavarse la boca, arreglar su cabello, maquillaje y ropa antes de salir.
—Y me decías que no —ella suelta una risita antes de bajar las escaleras.
Está dicho, no me agrada para nada.
Salgo del baño y bajo las escaleras para ir al comedor en donde ya todos se encontraban sentados.
El aroma tentador de la cena llenaba la atmósfera mientras nos sentábamos alrededor de la mesa, el señor Shin y su familia a mi lado. Mamá, como siempre, comenzó la velada con una oración. Observé en silencio mientras todos inclinaban la cabeza con reverencia, pero yo simplemente me quedé allí, con los brazos cruzados, sin sentir la necesidad de unirme en la oración. No compartía las creencias religiosas de mamá y no veía la razón para pretender hacerlo.
Después de la oración, mamá se dirigió a Yoo-jung con una sonrisa, comenzando con las típicas preguntas de cortesía.
—¿Cuántos años tienes, Yoo-jung? ¿Qué estás estudiando? —preguntó con un tono cariñoso.
—Veinte años —respondió Yoo-jung con un brillo en sus ojos—. Estoy estudiando relaciones internacionales. Quiero ser diplomática en el futuro.
La respuesta de Yoo-jung provocó un brillo de admiración en los ojos de mamá.
—¡Relaciones internacionales! ¡Qué elección admirable, Yoo-jung! Sin duda serás una excelente profesional y una esposa ejemplar en el futuro.
El asunto del futuro y la vida matrimonial surgió nuevamente. Eso me hizo fruncir el ceño ligeramente, una señal de alerta. ¿Planeaba mamá una unión entre Yoo-jung y yo?
Decidí intervenir sutilmente.
—Yoo-jung, suena fascinante. ¿Qué te llevó a interesarte en esa carrera?
Mamá, complacida con la conversación, se unió.
—¡Sí, cuéntanos más sobre tus planes, Yoo-jung! ¿Tienes algún plan para el futuro cercano?
Los elogios continuaron mientras Yoo-jung explicaba sus aspiraciones. Pero yo me sentía incómodo, como si estuviera en medio de un juego de roles que no quería jugar. Las expectativas de mamá me preocupaban; era como si estuviera formando un futuro para Yoo-jung y para mí, uno que no estaba dispuesto a seguir.
El señor Shin Jung-do, con una sonrisa curiosa, dirigió su atención hacia mí.
—Y Tae, ¿qué te llevó a elegir la carrera de traducción de idiomas? —preguntó con interés genuino.
Con una sonrisa traviesa, decidí responder sin filtros.
—Bueno, en realidad no hubo un gran llamado por los idiomas. Opté por la traducción porque sabía que papá podría allanarme el camino y asegurarme pasar sin problemas cada semestre —admití con honestidad, observando la reacción de mamá de reojo.
El breve silencio que siguió confirmó que mi respuesta no fue la esperada. Vi el destello de decepción en los ojos de mamá, pero en lugar de lamentarlo, disfruté un poco del momento.
Sin embargo, mamá, en un intento por remediar mi comentario, intervino rápidamente.
—Oh, Tae está bromeando, por supuesto. Siempre ha tenido un gran amor por los idiomas. Su padre fue una gran influencia en su elección, ¿no es así, querido? —trató de enmendar la situación con una sonrisa forzada.
Mantuve mi mirada firme, sin retroceder ante sus intentos de corregir mis palabras. No me arrepentí de haber causado decepción en ella. Disfrutaba un poco dejándola en apuros, especialmente cuando trataba de crear una imagen falsa ante su jefe.
El jefe Shin Jung-do, al escuchar mi explicación, estalló en una risa suave junto a mamá, asumiendo que había bromeado.
—Ah, Tae, eres muy ingenioso. Me has hecho reír —dijo con una sonrisa, mientras mamá se unía a su risa aliviada.
Sin embargo, la conversación tomó un giro hacia temas más serios. Mamá y el jefe comenzaron a hablar sobre la importancia de la familia según sus creencias religiosas. Mencionaron lo gratificante que es para los padres ver a sus hijos casados y formando su propia familia. Estos comentarios me hicieron sentir incómodo, una vez más, como si estuvieran tejiendo un plan para mí que no quería seguir.
La señora Shin Ka-young, la esposa del jefe, cambió la dirección de la conversación hacia mí.
—Taehyung, ¿alguna vez has tenido una novia? —preguntó con curiosidad.
Mi mente se aceleró, sabiendo que mi respuesta probablemente rompería la imagen que mamá quería proyectar.
—Nunca he tenido una relación seria —respondí, dejando escapar la verdad sin filtros—. Pero sí he estado con varias chicas por diversión —agregué, sabiendo que esto sorprendería a la señora Shin Ka-young.
Su sorpresa fue evidente, pero el jefe Shin Jung-do intervino rápidamente.
—Tener relaciones fuera del matrimonio es un pecado grave, Tae —dijo en un tono serio—. Lo que necesitas es una mujer a tu lado, alguien que te guíe por el camino correcto —agregó, mirándome fijamente.
Sus palabras me pusieron a la defensiva. No iba a ser empujado hacia un matrimonio arreglado que no quería.
—Con todo respeto, señor Shin, no creo que el matrimonio sea la única solución para mantener un camino recto —respondí, intentando mantener la calma.
Mamá, viendo la tensión creciente, intervino rápidamente.
—Tae está bromeando, por supuesto —dijo con una sonrisa forzada—. Él es muy dedicado a sus estudios y a su carrera.
El jefe asintió con seriedad.
—Entiendo, Su-young. Pero a veces las bromas revelan verdades —comentó, mirándome de nuevo con una expresión que no dejaba lugar a la duda.
La señora Shin Ka-young, tratando de desviar la situación incómoda, cambió el tema.
—Entonces, Taehyung, ¿cuál es tu perspectiva sobre el amor y el compromiso?
Me sentí atrapado en una encrucijada, consciente de las expectativas y las presiones.
—Creo en el amor, pero no creo que deba forzarse ni controlarse —respondí con cautela, sintiendo que cada palabra que decía era una cuerda floja sobre un abismo.
El jefe Shin Jung-do retomó la conversación.
—Tae, estoy seguro de que mi hija Yoo-jung sería la compañera perfecta para ti. Ella te ayudaría a encontrar el camino correcto —propuso con convicción.
Me sentí acorralado, no solo por las expectativas sociales, sino también por la presión directa del jefe.
—Aprecio su consideración, señor Shin, pero no estoy listo para compromisos de ese tipo —respondí, intentando mantener mi postura firme.
La tensión en la mesa era palpable. Mamá estaba visiblemente ansiosa, tratando de mantener la compostura, mientras que el jefe Shin Jung-do parecía determinado en su propuesta. Me sentí atrapado entre lo que se esperaba de mí y lo que realmente quería.
Con determinación, me levanté de la mesa, declarando con voz firme a todos que nunca aceptaría un matrimonio arreglado. Me retiré a mi habitación, donde me desvestí rápidamente y me puse mi pijama antes de lanzarme a la cama con mi celular en la mano.
El deseo de hablar con Naia se apoderó de mí, así que marqué su número. La conversación comenzó con bromas y palabras cariñosas, tratando de aliviar la tensión que aún sentía. Me sentía cada vez más atraído hacia ella, hacia esa chica de cabello marrón y actitud genuina.
Le conté todo lo ocurrido en la cena, incluyendo cómo Yoo-jung había actuado de manera inapropiada conmigo. Naia escuchaba en silencio, intercalando sus comentarios con bromas ligeras sobre la situación, tratando de hacerla menos incómoda para mí.
—Debió ser todo un sueño para ti que esa chica te hiciera un oral en tu casa —la escucho decir con un poco de gracias.
—Naia, créeme, fue como si estuviera atrapado en una escena de una telenovela —comenté, tratando de hacer la situación más liviana mientras le relataba la incómoda cena.
—Oh, sí, debe haber sido toda una experiencia —respondió ella con una risita—. Pero, Tae, en realidad suena divertido e irreal. ¿No te parece una situación de comedia romántica coreana?
—Quizás, si no fuera porque la situación era tan... complicada —dije con un suspiro—. El jefe de mamá casi me propone matrimonio con su hija Yoo-jung, y eso... eso fue demasiado —confesé con frustración.
Naia se mantuvo en silencio por un momento antes de hablar.
—Si no te gusta y tú no quieres casarte con esa chica, no deben de obligarte. —Responde con una voz vacía—. La chica para ti ya llegará, o sino puede que la siguiente chica que tu mamá te presente sí te guste.
Mientras hablaba con Naia, cada palabra suya resonaba en mi cabeza. Cada vez que estábamos juntos, incluso a través de una simple llamada, sentía una calidez reconfortante, una sensación de seguridad que me encantaba. Me gustaba la idea de tenerla a mi lado, poder abrazarla y contar con su apoyo, especialmente en momentos como aquel, cuando mi madre no parecía capaz de brindarme el entendimiento que necesitaba.
Entre nuestras bromas y confesiones, me sumergí en una reflexión interna sobre lo que realmente significaba Naia para mí. Me di cuenta de lo mucho que disfrutaba de su compañía, de lo especial que era tenerla cerca. Era más que una amistad, mucho más.
De repente, en medio de la conversación, una oleada de emociones me llevó a decir sin pensar:
—Creo que solo sería capaz de casarme... contigo.
El silencio que siguió mi confesión me tomó por sorpresa. Un escalofrío de vergüenza recorrió mi cuerpo al darme cuenta de lo que había dicho. Me sentí completamente avergonzado y arrepentido por haber soltado esas palabras sin meditarlas.
La llamada se sumió en un silencio incómodo, y mi corazón latía con fuerza. Me había dejado llevar por mis emociones y había dicho algo que nunca había planeado revelar, al menos no de esa manera. Me quedé aturdido, preguntándome cómo arreglar lo que había dicho sin hacer que la situación fuera aún más incómoda.
—Taehyung... —Naia rompió el silencio con suavidad, su tono era más suelto—. Eres adorable, ¿sabes? Me halaga mucho que pienses así de mí —dijo con un tono ligero, dejando escapar una risa amigable.
Esa respuesta me tomó por sorpresa, pero también me hizo sonreír. Sentir que ella aceptaba mi comentario de manera ligera me llenó de una sensación cálida y especial. Seguimos hablando en silencio por un momento, pero esa confesión había abierto una nueva dimensión en nuestra conversación, una que me hizo sentir más cerca de ella de lo que jamás hubiera imaginado.
—Oye... —antes de que Naia siguiera hablándome, suelta un bostezo que me hace sonreír—. Lisa y Sooyoung están diciendo para ir a una cafetería mañana por la noche. También irá Joo-hwan. ¿Quieres venir también?
—Sí, está bien —digo—. ¿Ya tienes sueño? —Naia responde con un "sí" bajito. Estoy seguro de que ya se está durmiendo—. ¿Quieres que cuelgue o me quede aquí hasta que te duermas?
—Cuelga, no hay problema. Voy a cargar mi celular igual.
Con esa respuesta, Naia y yo nos despedimos prometiéndonos vernos mañana.
***
Ingresé a la cafetería Go&Milk, donde se supone que nos encontraríamos todos, y di unos cuantos pasos más para buscar a Naia y los demás chicos. Al final tuve que pedir ayuda a una mesera del lugar para que me dijera dónde es que estaban, ella me envía a la terraza del segundo piso y me señala por dónde estaban las escaleras. Estando arriba, veo a los chicos que Naia mencionó en nuestra llamada y a sus compañeros más cercanos del equipo de baile.
Naia, luego de unos pocos minutos, se percata de mi llegada y me alza su mano para que pueda ir hacia ellos. Me saludo con todos los chicos antes de tomar asiento al lado de la pelimarrón, quien me había guardado un asiento con sus cosas. Tan linda.
Veo lo que hay sobre la mesa y es el juego de la torre con piezas de madera. Algunas de estas piezas ya estaban movidas, por lo que el juego ya había comenzado con los contrincantes que eran Jungkook, Lisa, Joo-hwan, Sooyoung, Kyung-joo y Naia; los demás solo miraban con diversión y jugaban a ser comentaristas del juego.
Al final, quien termina dejando caer la torre es Naia por algo que yo hice mientras que estaba leyendo la carta del restaurante. Justo en ese momento me enteré que había una apuesta de por medio y esta era que el perdedor le invitaba refrescos a todos los ganadores.
—Excelente, Taehyung —sonríe de manera falsa.
—Lo siento —aplano mis labios a la misma vez que miro hacia abajo—. Yo te ayudaré a pagar los refrescos de ellos.
Naia me ofrece una sonrisa genuina antes de negar con la cabeza.
De pronto, un camarero llegó a tomar nuestra orden. Naia fue la que dio voz por la mayoría de nosotros aquí presentes, aunque también algunos pidieron por su cuenta lo que querían.
Pero hubo algo que me llamó mucho la atención: Naia y el camarero se trataban como si fuese conocidos.
Este tenía el cabello negro, los ojos pequeños y cejas gruesas. Su piel era un poco más bronceada que la mía, sus ojos color miel y una estatura casi igual de alta que yo. Su cabello era corto de los lados y un poco largo en el centro, de modo que se le hacía un copete hacia el costado que él lo peinaba hacia atrás y lo mantenía firme con lo que supongo yo que es gel.
Ambos se reían y se trataban de manera informal. Al final, cuando el chico se va, me dispongo a investigar más de lo que son ellos y cómo es que se conocen.
—¿Lo conocías?
Naia me mira con una sonrisa de lado mientras que tiene su espalda un poco encorvada.
—Ah, sí —responde—. Él es el primer amigo que hice aquí en Seúl. Se llama Dong-cheol.
—¿O sea que son muy cercanos?
—No lo diría de ese modo —dice, poniéndose a pensar un poco—. Luego de acabar la escuela no lo volví a ver hasta hace poco.
Naia ya no me dice nada más de su amigo y se enfoca en jugar otra vez al Jenga con Lisa y las demás chicas, esta vez sin apostar nada de por medio. Mientras tanto yo, solo me quedo mirando lo que hace con los labios un poco abultados, esperando a que la chica se de cuenta de que estoy pidiendo por su atención.
La atmósfera bulliciosa de la cafetería resonaba con risas y la excitación de la partida de Jenga de Naia y sus amigos. Mientras intentaba sumergirme en el ambiente festivo, no podía evitar que mis ojos se desviaran constantemente hacia Dong-cheol, el amigo camarero de Naia, que parecía atraer la atención de todos, incluida la suya.
Decidí actuar, esperanzado. Me acerqué a Naia con una sonrisa nerviosa y dejé caer mi cabeza en su hombro.
—¿Ves lo alto que puedo construir la torre? —intenté atraer su atención, pero Naia estaba profundamente inmersa en el juego, sin notar mi intento de conexión.
Después de ese intento fallido por querer atraer su atención, la frustración empezó a apoderarse de mí. Fue entonces cuando Jimin, siempre oportuno con sus bromas, soltó:
—Damas y caballeros, con ustedes, los celos —señalando la situación con una sonrisa juguetona.
Lo miré con una mezcla de confusión y tristeza, y en voz baja le confesé mi decepción por cómo estaba transcurriendo la salida con Naia.
—Me veo patético, ¿verdad? —el otro asiente con mucha sinceridad.
Pero luego, estando un poco más comprensivo, me dio algunos consejos de amor con esa mezcla característica de humor y sabiduría.
—No te preocupes, Tae. Aquí hay un experto en el tema. Primero, sé tú mismo, pero con un toque especial. Luego, hazle saber lo especial que es para ti. Y, por último, un poco de misterio siempre funciona —aconsejó.
Siguiendo sus sugerencias, intenté ponerlas en práctica. Sin embargo, mis esfuerzos resultaron en un fracaso evidente. Jimin, testigo de mi intento, se acercó y susurró:
—Recuerda, el amor lleva tiempo. Sé paciente y no te desanimes tan rápido.
Al no obtener la respuesta que buscaba, decidí cambiar mi estrategia. Adopté un tono juguetón y comencé a hablarle como un niño pequeño, compartiendo historias divertidas y mostrando trucos con las servilletas.
—¡Naia, mira qué truco puedo hacer! —exclamé, esperando arrancar al menos una risa. Sin embargo, la llegada oportuna de Dong-cheol con los pedidos eclipsó mis esfuerzos, y las risas compartidas entre él y Naia resonaron en mis oídos como una melodía amarga.
La paciencia se me agotaba mientras observaba a Naia y Dong-cheol intercambiando bromas y risas.
—¿Dónde has aprendido a hacer café tan bien, Dong-cheol? —preguntaba Naia con complicidad, y yo luchaba por contener la frustración que crecía en mí.
—Me esfuerzo mucho porque es para una clienta muy especial para mí —le dice el otro. ¡No puede ser!
Una vez que el chico dejó todo lo que pedimos y se fue, Lisa no tardó en intervenir con malicia.
—¿Sabías que Taehyung ha estado tratando de llamar tu atención toda la tarde? Se comporta como un niño inmaduro para que lo notes —reveló, desvelando mis intentos.
Naia rió, mirándome con complicidad.
—¿En serio? —preguntó, y asentí con una sonrisa incómoda.
Finalmente, Naia se acercó, rompiendo la barrera que la mantenía ocupada con los demás.
—No tenías que hacer tantos malabares para que te preste atención. Eres adorable de cualquier manera —dijo, disipando mis celos momentáneamente.
Aunque intentaba disfrutar del momento, la sombra de Dong-cheol persistía, dividiendo mi atención entre la risa de Naia y la figura de ese chico a la distancia.
Ash, ¿por qué Naia tenía que tener un amigo más guapo que yo? Eso debería de ser un crimen.
*****
Taehyung está celoso... >.<
En fin, de antemano les digo que Yoo-jung va a aparecer más en la historia, así que en Instagram (thatsoneschanel) puede que suba una imagen de referencia de ella
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