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𝟭𝟰 | ¿Adónde se fue?

CAPÍTULO 14

𝐓𝐀𝐄𝐇𝐘𝐔𝐍𝐆
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No sé qué demonios había hecho. Esto estaba mal. Realmente estaba muy, muy mal; y todo por un jodido comentario que no debí de decir.

Joder, ahora sí siento que la he jodido muy feo.

Regreso a mi casa solo, encontrándome primero con la cara esperanzada de mi padre. Creo que estaba esperando un comentario mío acerca del examen de hoy; pero sé que ni bien vio la cara que llevaba, hizo bien en no preguntarme nada y solo dejarme ir a mi cuarto para descansar un poco.

Lo cual no hice, pues me dediqué toda la tarde en llamar a Naia y tratar de explicarle toda la situación. Aunque yo mismo sé que no hay mucho que explicar si ella ha escuchado todo. ¿Cómo podría justificar todo aquello que he dicho sin pensarlo? Tampoco puedo buscar culpables aquí, porque el único responsable soy yo.

En la noche, cuando mi mamá había llegado de su trabajo y nos llamó para cenar, papá y yo hablamos un poco del examen de hoy. Él se quedó un poco más aliviado con el asunto de mi rendimiento académico; sin embargo, mi mamá estaba esperando a que papá se levantara de la mesa para detener el movimiento de mis manos y mirarme como si acababa de hacer algo malo.

—Tú jalas tus cursos en esos parciales y te echaré de la casa, ¿me oíste? —me amenaza mientras me va clavando sus uñas en mi muñeca.

—Como digas.

Papá regresa al comedor con tres copas de vidrio y una de sus botellas favoritas de vino. Me ofrece una a mí y a mi madre; esta última de niega y se apresura en terminar su cena antes de que nos escuche hablar a papá y a mí de cualquier cosa. Por otro lado, papá sirve las dos copas de vino, me entrega la mía con una sonrisa de lado antes de dirigirse a la caja de gramófono y colocar algún disco de música.

Antes de que la música empezara a tocar, mamá se levantó de la mesa ordenándole a Sonmi lavar su plato y llevarle una taza de té verde a su habitación. Subió las escaleras en silencio. Papá y yo nos miramos y decidimos no opinar nada al respecto.

La melodía del violín con la trompeta empieza a sonar por todo el comedor. Papá había puesto la canción It's been a long, long time de Harry James. Sonrío de lado mientras que con la uña de mi dedo intento seguirle el ritmo de la música contra la copa de vino. No entendía porqué estaba sucediendo esto, pero sinceramente se sentía muy bien, me relajaba bastante; luego, papá empezó a contarme sus anécdotas de niño y cómo él junto a sus hermanos veían bailar a sus padres luego de la cena, en el centro de la sala. También me confesó que esa costumbre la había adoptado con mi madre, pero que misteriosamente todo había acabado de un momento a otro sin explicación alguna.

Indirectamente me sentí bastante culpable de aquello. Si mi mamá me odiaba tanto era porque yo arruiné toda su vida y ya no se sentía como antes.

Mi papá continuó contándome más cosas mientras que entre los dos nos acabábamos esa botella de vino. Y me dio cierto gusto ver cómo él se expresaba de sus vivencias cuando era un niño y cuando tenía mi edad.

Este momento se sentía como la primera vez en la que puedo decir que estaba conociendo más de mi padre. Si las cosas hubiesen sido muy distintas antes, tal vez mi papá sería mi mejor amigo en la familia.

Cuando dieron las doce de la noche, papá apagó la música y cada uno se fue a su habitación para dormir.

***

Al día siguiente, papá se fue con mi mamá a alguna parte que no dijeron ni a Sonmi ni a mí. Sin embargo, la joven se sentó junto conmigo para hacerme compañía a la hora del almuerzo; luego, ella salió de compras al supermercado para el almuerzo de hoy.

En resumen, mi miércoles se ha resumido hasta el momento como un abandono.

Regreso a mi cuarto luego de darme un baño para ver una película en Netflix. Pero algo me detiene, no sé qué es; a cambio, agarro mi celular y marco una vez más al número de Naia para ver si ya se anima a contestarme, pero como en las otras ocasiones, ella me deja en el buzón de voz.

Reviso la hora que está arriba de la pantalla. Eran las diez con catorce de la mañana. ¿Y si mejor voy a buscarla a su casa?

Esa idea me parece excelente. No demoro mucho en levantarme de la cama y agarrar lo primero que vi en mi armario: un chandal gris y un polo holgado de color blanco. A parte de ello, también agarré mis lentes de sol y mi gorra beige, puesto que, al no tener el auto de mi padre conmigo, no me quedaba de otra que ir caminando hasta la casa de Naia bajo los rayos de sol; y también vayamos diciendo que la casa de Naia no queda tan cerca de la mía, pero tampoco está tan lejos.

Guardo mi teléfono en mis pantalones y salgo de la casa a pasos largos para llegar lo más pronto posible. Durante el camino estaba pensando en mi discurso para la pelimarrón y que de ese modo me escuchara antes de que se le dé por cerrarme la puerta en la cara. Inicié con una pequeña introducción en donde le pedía disculpas por mis palabras imprudentes, luego le pediría que me invitara a pasar a su casa para hablar mejor y así sincerarme más con ella hasta que me perdone.

Cuando ya me encuentro en la calle de la casa de Naia, justo en su esquina, veo un auto negro estacionado frente a esta. Era una camioneta cuatro por cuatro con una placa muy peculiar que solo yo podría entender al igual que mis otros amigos. Rápidamente sé quiénes podrían estar en la casa y me atrevo a caminar un poco más rápido para ingresar también a la casa y encontrarme con Lisa y Joo-hwan.

Antes de que la pelinaranja cerrara la puerta, logro trabar la puerta con mi pie e ingresar a la dichosa casa. Ahí dentro también estaba Jungkook con Soomin y Minjoon, ambas estaban sentadas en un mismo sillón mientras que él pelinegro estaba frente a ellas hablando algo sobre Naia.

Lisa, Joo-hwan y yo entramos en silencio a escuchar lo que Jungkook estaba diciendo.

—Yo no soy el indicado para contarles esto a ustedes, pues le prometí a Naia que no diría nada; pero me preocupa que haya desaparecido así de la nada... —Jungkook tartamudea mientras que yo me quedo en estado de shock por lo último que ha dicho el pelinegro—. Naia hace unos años sufrió de abuso por parte de cinco chicos y la vez pasada nos encontramos a uno que ella reconoció. La tocó sin su consentimiento y ella terminó por reclamarle; yo la defendí y los de serenazgo se lo llevaron... Me preocupa mucho que uno de estos otros chicos hayan venido por ella y le hayan hecho daño.

Jungkook debe de estar confundido. No conozco mucho a Naia, pero sé que ella jamás podría pasar por algo como lo que dice. Simplemente es imposible.

—¡¿Qué?! —Lisa fue la primera en reaccionar a lo dicho por Jungkook.

Soomin nos miraba a todos con lástima, y más a su mamá, quien estaba dando lamentos en voz baja.

—Nada malo le ha pasado a Naia —habla rápidamente Soomin—. Es verdad lo que Jungkook dice, Naia ayer me lo había contado... Fueron cinco chicos los que trataron de abusar de ella en una fiesta. Por eso Naia quiso cambiarse de universidad; porque, además, estos chicos en Twitter estaban comentando cosas muy fuera de lugar sobre ella.

—¿Y por qué nunca nos lo dijo? —reprochó Minjoon entre lágrimas—. Yo pude haberla ayudado... O tal vez pude haberla cuidado mejor.

—¿Y dónde está Naia ahora? —Pregunto.

Soomin me mira con una cara de pocos amigos. De seguro ya sabe lo que hice con la pelimarrón el día de ayer. No obstante, la rubia hace el ademán de ignorarme y seguir explicando lo que Naia le había contando antes de decidir irse de la casa por unos cuantos días.

Estar en esta casa y escuchar la historia de Naia no me hacía nada bien, porque me es imposible no recordar todo lo que alguna vez le dije a ella por su cambio tan repentino de universidad. De seguro mi papá tampoco sabe, solo le hizo el favor a Minjoon para que Naia no siguiese perdiendo más tiempo en este ciclo. Sinceramente, ahora sé que me merezco esa cachetada que Naia me dio cuando intuí algo que no era verdad cuando le pregunté el porqué se había cambiado de universidad.

Ahora tengo más motivos para reunirme con Naia y pedirle perdón por todo.

—¿Y qué la hizo irse de casa? —Fue lo último que preguntó Minjoon.

Soomin repara en Joo-hwan y en mí como su respuesta. Los otros chicos lo notan y esperan que uno de los dos diga algo.

—¿Qué le hiciste a Naia? —Inquiere Lisa, enojada.

—Lisa... —tercia Joo-hwan y pone un brazo en medio de los dos.

—Quítate, Joo. No estoy hablando contigo.

—Ayer Naia me escuchó hablar con Joo-hwan que tal vez... —y cuando estaba decidido a soltar toda la verdad, un nudo se forma en medio de mi garganta que no me permite seguir hablando—. Tal vez yo... Hice entender como si a Naia le gustaría meterse conmigo como forma de pago a las clases que me da.

—¡¡Te voy a matar, imbecil de mierda!!

Todos, incluyéndome, se quedaron sorprendidos cuando el que saltó sobre mí fue Jungkook y no Lisa. El chico me empujo hasta el pequeño jardín de la casa para darme un golpe en el rostro, muy cerca de mis labios. Luego me dio otro cerca del ojo. Intenté poner mis manos sobre el pecho de Jeon para separarlo de mí; sin embargo, el azabache parecía no soltarme y seguirme golpeando.

Joo-hwan intervino entre los dos y alejó a Jungkook de mí. Lisa se fue a tranquilizarlo mientras que mi amigo me llevaba a otra parte de la casa hasta que el otro chico se calmara.

—Creo que no es momento para que estés aquí, amigo —habla desesperadamente mientras que iba buscando papel para limpiar la poca sangre que estaba saliendo de mis labios.

—Pensé que podría encontrar a Naia aquí... Tengo que hablarle.

—Pero ya viste que no es el momento para hacerlo. Ella no está aquí y dudo mucho que su prima quiera decirte donde está.

Joo-hwan tenía razón.

Luego de unos minutos, ambos regresamos a la sala principal. Al no estar Naia presente, me disculpo con todos los que me están mirando ahora, miro a Minjoon y a Soomin de vez en cuando para que ellas mismas vean que mis disculpas van en serio y realmente me siento muy arrepentido con todo lo que he provocado.

Minjoon solo me pide que me vaya de la casa luego de escucharme, aun así lo hace con una voz calmada, no veía ni una pizca de rencor en sus palabras. Por otro lado, con Soomin, ella me acompañó hasta la puerta de salida; a diferencia de su mamá, ella me dijo que estaba bien que me haya disculpado y haya aceptado mi error.

Aproveché en pedirle que me dijera dónde estaba Naia, pero ella solo me contestó con un:

—Hablaremos luego.

De regreso a casa me puse a pensar en ello. ¿Qué se supone que significaba eso? ¿Me iba a decir dónde estaba?

Cuando ya había vuelto a mi casa, papá y mamá estaban discutiendo. De seguro la mujer empezó la pelea. Ambos dejaron de hablar ni bien me vieron en medio de la puerta de entrada.

Rápidamente papá esconde sus manos en los bolsillos de su pantalón y mamá se cruza de brazo con un gesto de desagrado.

—¿Te crees en el derecho de salir sin avisar, niño insolente? —Mamá es la primera en regañarme.

Me importaría poco lo que pensase mi mamá ahora mismo, de hecho la dejaría hablando sola; pero no puedo evitar pensar que por un momento mi mamá ha sentido preocupación por mí.

—¿Dónde has estado? —Zanja con otra pregunta—. ¡Habla!

—Fui... Fui a visitar a una amiga —titubeo—. A Naia.

—De seguro estás mintiendo y te has ido a la casa de una de esas chicas que te persiguen —vuelve a atacarme mi madre—. ¿O Naia también es una de esas chicas?

—Mamá, te pido que te refieras así de Naia. —Ingreso de una vez por todas a mi casa y cierro la puerta—. Si fui a su casa es porque tenía que hablar con ella, pero por desgracia no estaba en su...

—¡¿Y qué son estos golpes?! —Mamá me señala los golpes que Jungkook me había hecho.

Mentirle a mi madre y a mi papá no eran una opción. Así que no tenía más escapatoria que contarles todo lo que ha pasado por mi culpa. Los llevo a los dos a la sala y los hago sentar en el sillón largo mientras que yo me siento frente a ellos, en la butaca café.

Empiezo por explicarles a mis padres lo que sucedió ayer en el examen, justo cuando Naia me escuchó decir aquello que la ofendió. Mamá trató de interrumpirme, pero papá la detuvo al instante y dejó que siguiese hablando. Era la primera vez que hablaba de un tema serio que me estaba pasando con ellos, mayormente me creía muy independiente de ellos que veía innecesario que ellos se metieran en mis cosas, poco a poco dejé de contarles las dudas que tenía sobre mí mismo y de ciertos problemas de los que con suerte he podido salir bien sin que ellos se enterasen; ahora ellos me estaban escuchando, o al menos uno haciendo el esfuerzo de hacerlo sin interrumpirme, y de verdad lo apreciaba mucho.

Cuando había termina de explicar todo, mamá empezó a llorar de la frustración. Veía cómo se mordía sus mejillas y cómo sus cejas se arrugaban por su gesto.

—Bien merecido tienes ese golpe —masculló mi madre mientras que arrugaba la tela de su falda café entre sus puños—. Tú te irás directamente a un reformatorio. Aún tenemos tiempo de cambiarte...

—Taehyung no necesita un reformatorio —tajó mi papá—. Lo has escuchado ahora, reconoció la culpa y está buscando la manera de pedirle perdón a la chica. ¿No te parece eso bueno?

—¡No! —Mamá se levanta del sillón, iracunda—. ¡No, porque ustedes los hombres creen que con tan solo pedir perdón ya solucionan todo!

—Su-young...

La pelo marrón se suelta de cualquier agarre que le pueda hacer mi padre y termina yéndose hacia el segundo piso para encerrarse en su cuarto. Cómo siempre.

—¿Por qué lo hiciste, Tae? —habla mi papá con cierta decepción en su voz—. Jamás pensé que llegarías a ser un tipo como esos otros chicos.

—Yo de verdad me siento apenado por lo que dije sobre Naia. No creí que ella llegaría a escucharme.

—Aun así ella no te hubiese escuchado no debiste de decirlo —replica lo obvio para mí. Papá se queda en silencio y se cubre su rostro, tal vez por vergüenza—. Pobrecita ella... Todo lo que ha tenido que vivir...

Papá y yo nos quedamos en silencio. Pocos minutos después él se levanta para encerrarse en su oficina, mañana ambos regresaríamos a la rutina de siempre en la universidad.

Cuando cayó la noche, luego de que saliera de bañarme, recibí unos mensajes de Soomin.

Park Soomin

Taehyung
19:27 p.m.

Si quieres ver a Naia, ven al río Han
19:27 p.m.

Ahora
19:28 p.m.

Te esperamos hasta las nueve de la noche. Si no llegas, habrás perdido tu oportunidad para hablar con ella.
19:28 p.m.

Por qué suenas como una extorsionadora?
19:28 p.m.

Vas a venir o no? 🙂
19:29 p.m.

Espérenme
19:29 p.m.

Rápidamente me dirigí a mi armario para agarrar mi ropa y cambiarme. Me puse unas pantuflas y bajé al primer piso para buscar a mi papá.

Él estaba leyendo un libro en su oficina, cuando me vio interrumpirlo, dejó su libro y me prestó atención. Fui claro con lo que quería, le había pedido las llaves del auto para ir a hablar con Naia; al principio se negó, pero al final terminó aceptando después de tantas insistencia y una pequeña discusión.

Salí de casa sin despedirme de nadie. Cuando ya estaba dentro del auto, mi desesperación no me dejaba colocar bien la llave en los tres primeros intentos hasta que por fin lo pude hacer.

Conduje como un loco, literalmente, me pasé algunos semáforos rojos y me metía entre otros coches para llegar a tiempo. Es en este momento en donde me puedo ver realmente desesperado por algo, nunca había actuado así, siempre iba a mi paso sin importarme nada.

Cuando llegué al Río Han, apagué el auto y otra vez le mandé un mensaje a Soomin para saber exactamente dónde estaban. La rubia respondió casi al instante, me dijo que estaban en la entrada del área verde del río; o sea, a unos cuantos metros de mí.

Bajo del auto para luego ponerle seguro a todas las puertas. Voy caminando hacia donde Soomin me había indicado y, a su vez, veo a un grupo de personas llegar en pareja al mismo lugar con canastas de picnic y otras con esas linterna flotantes de papel.

A lo lejos logro ver a Soomin con una sudadera de color negro y pantalones jeans holgados. Ella también me mira y me hace una seña para que vaya más rápido. Lo raro de todo esto es que Naia no estaba a su lado, ni siquiera la veía cerca de ella.

Empiezo a dudar de si Soomin me habrá dicho la verdad.

Cuando llego a ella, ni siquiera me saluda y me agarra directamente de la mano para meternos a ese jardín del río.

—¿Dónde está Naia? —Inquiero.

—Mira, convencerla no fue fácil pero agradece que gracias a mí tienes una oportunidad para que hablen —responde Soomin—. Te está esperando allá en ese árbol. No lo arruines más, ¿okey?

Soomin me empuja hacia un árbol de tronco delgado y ramas un poco secas. A su costado había una chica con una manta entre sus hombros y con el cabello totalmente recogido en una cola casi alta.

Mis manos me sudan cada vez que voy dando otro paso hacia Naia. Al llegar, me quedo parado a su lado, no sé si debería de sentarme o si empezar a hablar. Ella lo nota y repara en mí para darme una mirada vacía.

—Bueno, ¿te quedarás parado ahí o te vas a sentar? —pregunta ella con fastidio.

Por miedo a que ella se enoje más, rápidamente me siento a su lado y doblo un poco mis piernas hasta la altura de mi pecho, justo como Naia lo estaba haciendo. Ambos nos quedamos en silencio mirando el ligero ruido del río. Por mi parte, miré hacia mis costados para ver si Soomin estaba cerca de nosotros; y al parecer no solo era Soomin quien estaba aquí, a nos diez metros de nosotros también se encontraban Lisa y Jungkook con la rubia, los tres mirando hacia nuestra dirección para saber lo que ocurría.

Si antes me sentía un poco cohibido, pues ahora lo siento más.

—Naia... —la llamé con la esperanza de que ella regresa a verme, sin embargo, no lo hizo. Me sentí ignorado en ese momento, pero no debía de rendirme—. Está bien si no quieres mirarme, pero al menos te pido que me escuches.

Naia mira hacia otro lado, ignorándome cada vez más.

—Yo... Quiero decir que lo siento —hablo bajo, con vergüenza—. No debí de decir ese tipo de cosas. Tienes razón cuando me dijiste que si yo no conocía nada sobre ti, que mejor no opinara... De verdad, lo lamento tanto haberte ofendido. Joo-hwan y yo deberíamos de aprender a evitar decir ese tipo de comentarios, no sacamos nada bueno de ello. También quiero disculparme por haberme comportado como todo un misógino y machista el día que te conocí, en serio... Te agradezco mucho esa cachetada que me diste.

Cuando terminé de hablar, Naia seguía sin mirarme. Yo comenzaba a desesperarme y a dudar de mis palabras, pues no sabía si había sido lo más propio para pedir una disculpa.

—Espero que puedas perdonarme —vuelvo a decir—. Sinceramente, Naia, eres una chica bastante valiente... Jungkook y Soomin nos contó a todos lo que te pasó hace tiempo. Tal vez ahora entiendo un poco mejor tu comportamiento, no quieres que nadie sepa que alguna vez sufriste y por eso siempre te muestras aguerrida y segura de ti. Eres admirable en pocas palabras.

—¿Crees que fue mi culpa que esos chicos hayan querido abusar de mí? —pregunta Naia con un tono de voz entrecortado.

Su pregunta me sorprende. Pensé que si ella hablaba era para responder a todo lo que he dicho, mas no para algo como aquello.

—No... No la tienes.

—¿Y entonces por qué me pasó? —Finalmente, Naia comienza a llorar a mi costado. Cubre su rostro con la manta que tenía encima y lo único que escucho son sus suspiros—. ¿Por qué los hombres tienen que pensar de ese modo? ¿Acaso es tan difícil no usar a las mujeres como objetos sexuales? Porque para los hombres como tú, eso son las mujeres... Si ustedes quieren tener sexo, se consiguen a una chica sin importarle sus sentimientos o siquiera si es que ella quiere hacerlo en verdad. Tú no serás un violador como los otros hombres, pero también te aprovechas de que tienes a chicas enamoradas de ti que no les importaría ser un juguete, mientras que les des la atención que ellas buscan de ti, para ellas todo es perfecto; ¿y qué pasa cuando te aburres?

Naia se queda en silencio unos segundos para tomar un poco de aire. Después de hablar con todo el odio que tiene dentro suyo, es obvio que necesita tomar una pausa

—Cuando quieres a alguien y ves que esta misma persona te trata de manera indiferente de un día para el otro te comienzas a preguntar qué hiciste mal, porqué ese chico se alejó de ti —ahora su voz se relaja un poco, es como si estuviese hablando con ella misma—; porque al parecer todo es culpa de nosotras y nunca de ustedes... ¡Nosotras somos las que nos vestimos de manera provocativa para que nos violen! ¡Nosotras mismas buscamos que nos golpeen! ¡Nosotras somos las únicas que confunden todo con las intenciones amorosas de un chico! —y una vez más, Naia habla con odio y frustración.

El silencio se instaló una vez más entre nosotros. Lo que había dicho Naia sobre cómo era su perspectiva con los hombres me había dejado mudo. Estaba claro que ella no iba a perdonarme hoy.

Giro mi mirada hacia donde estaban los otros chicos. Les hago una seña para que vengan aquí a ayudarla, yo ya no tenía nada más que hacer aquí.

—Lamento mucho todo lo que te ha pasado —repito otra vez—. Lo digo de todo corazón y espero que puedas, algún día, perdonarme.

—No es fácil perdonar, Kim —responde—. Simplemente es mi cansancio con este mundo de mierda y su patriarcado.

—Está bien... De todos modos, quiero prometerte que cambiaré mi actitud con las chicas y mi forma de pensar. —Naia no me responde en lo absoluto—. Ten en mente que no importa lo que digan los demás, ustedes nunca tendrán la culpa de todas las violencias que viven.

Naia asiente con un movimiento de cabeza. No me mira cuando me levanto para irme, y realmente esperaba a que lo hiciera.

De igual modo, siento que arriesgo mucho cuando otra vez me pongo a la altura de Naia y la abrazo por detrás. Dejo un beso en su cabeza antes de despedirme y dejarla en compañía de sus amigos.

Ojalá pueda verla de mejor ánimo mañana en clases.

*****
Aquí de aprenden lecciones de vida ✌🏻

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