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𝟭𝟭 | Chantajes y malas personas

CAPÍTULO ONCE

𝐓𝐀𝐄𝐇𝐘𝐔𝐍𝐆 𝐘 𝐍𝐀𝐈𝐀
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Sé que era pasada la medianoche, pero desconocía la hora exacta. Subo las escaleras de mármol intentando encontrar el baño mientras que la música seguía retumbando con mucha fuerza por todo el lugar. En el segundo piso no parecía haber nadie, pues todo se encontraba tenue, me agarro de las paredes a la vez que trato de adivinar cuál era la puerta del baño.

El característico olor a marihuana combinado con el olor del vodka llegan a mis fosas nasales. Entonces sí había alguien aquí en esta planta, o tal vez provenía del primer piso.

No sé si alguna vez han experimentado el olor de la marihuana, pero prácticamente su olor se asemejaba a cuando alguien quema basura. Al ser esta una hierba quemándose en la colilla del cigarro, pues no se alejaba mucho del ejemplo.

Oigo risas a lo cerca, eran de chicos. Sé el peligro que corro estando aquí sola, así pues empiezo a caminar de regreso al primer piso. No obstante, una puerta se abre justo en mi cara y de ahí salen dos chicos que estaban sin ropa en la parte superior, ambos estaban bajo los efectos de la marihuana y el alcohol, ya que los olores que había percibido antes provenían de este mismo lugar.

Me quedo pasmada y me maldigo por no haber reaccionado a tiempo, puesto que lo próximo que hacen estos chicos es jalarme a la fuerza dentro de la habitación. Esta estaba iluminada con luces azules y moradas, un ambiente que considero que daña más el cerebro de una persona cuando esta está bajo los efectos de alguna droga. Asimismo, en la habitación veo a tres chicos más, entre ellos a Ha Joon-jae, un chico de la facultad de Ciencias económicas y empresariales; Joon-jae y otro chico solo se encontraban en bóxer mientras se pasaban un cigarro, el otro estaba igual que los chicos que me jalaron hasta acá.

Todos hablan sobre lo bonita que era, soltaban carcajadas cuando uno de ellos se atrevió a tocarme el trasero y hablar de él de manera obscena. Los cinco chicos se fueron acercando a mí de manera peligrosa.

Juro por mi madre, quien es la persona que más quiero en este mundo, que traté de escabullirse entre sus cuerpos sudorosos para salir corriendo de la habitación. Pero mi error fue verme asustada y mostrarles cómo mis lágrimas empapaban mi rostro que no hacían más que temblar; Joon-jae me agarró del cabello para tirarme al suelo y subirse encima mío.

Me abofeteó tres veces con una de sus grandes manos mientras que con la otra me extrangulaba. “Tú no te vas de aquí muerta, maldita zorra”, repetía constantemente. A los otros chicos se les hacía divertido ver a su amigo golpearme mientras que me denigraba con sus palabras.

Poco después todos se montaron encima mío, cada uno turnándose para tocarme en donde no deberían. Cuando intentaba detenerlos, peor era y comenzaban a desgarrarme la ropa que llevaba puesta.

Pese que a que gritaba y forcejeaba para salir de aquí y regresar a casa, los únicos que me escuchaban eran estos animales y yo misma. Siguieron diciéndome cualquier cosa que se les cruzara por su mente drogada hasta que entre ellos me levantaron del suelo y me aventaron a la cama como si fuese cualquier cosa.

En el proceso mi cabeza se golpeó contra la cabecera de madera de la cama.

Sigo gritando, ¿pero de qué sirve desgarrarme la garganta si nadie me escuchará? Ellos están tocandome como si tuvieran el derecho de hacerlo. Meten sus dedos por mi intimidad mientras que otros solo se van masturbando y tratándome como un objeto sexual. Mi rostro arde, siento que las palabras de Joon-jae están a nada de cumplirse, todo mi cuerpo duele.

Sin embargo, llega una oportunidad para escapar cuando uno de los chicos se baja de mí. Los cinco me escupen en el cuerpo a la vez que se ríen y siguen fumando. Inmediatamente, intento levantarme de la cama, mis piernas flaquean en el proceso, pero logró arrodillarme. Un chico se percata de mis intenciones e intenta retenerme; mis fuerzas llegan así de repente cuando le proporciono un puñetazo en su cara.

Era como si todo el dolor y la humillación vivida hace unos instantes se convirtiera en una fuerza vital para sobrevivir de este abuso. Era mi momento de vengarme.

Dos amigos de Joon-jae me toman de los tobillos para que no les pateara. Por otro lado, agarro la almohada que tengo más cerca para comenzar a golpearlos mientras que seguía gritando y suplicando por mi vida. Los demás intentaron detenerme, me tomaron por los brazos. Nada me importó en ese momento y acerqué mi boca al hombro de Joon-jae para morderlo y hacer que me soltara, mis pies siguieron pataleando hasta que con suerte le golpeé a un chico que me sostenía el tobillo izquierdo, el otro por inercia se alejó.

Jalo de mi brazo derecho para soltarme del otro chico que aún me sostenía y así poder agarrar la manta que estaba regada en el piso. Joon-jae vuelve a acercarse a mí para estamparme contra la pared, sus manos hicieron presión en mi cuello, me iba quedando sin aire y mis pies con las justas podían tocar el suelo.

“Maldita zorra, te vas a morir.”

“Una puta cualquiera, eso es lo que eres.”

Puedo escuchar todavía su voz y el gesto de rabia que se reflejaba en su rostro. Mis manos luchan con las suyas para que me soltaran, en sus brazos empezaron a marcarse las venas al igual que si blanquecina piel tomaba un color rojo por mis rasguños.

“¡Jae, la estás matando!” también escuché a uno de sus amigos, el cual fue el mismo que me había arrastrado a esta desgracia. Ahora su rostro era serio y asustado.

Con la poca fuerza que me quedaba, mis pies vuelven a patalear. Mi rodilla va directo a la entrepierna de Joon-jae, mismo que me suelta cuando cae al suelo para cubrirse esa parte.

Abro la puerta de la habitación como puedo y corro con mis piernas temblando hasta el primer piso. La manta que había agarrado me cubría todo el cuerpo, y sin importarme otra cosa más que yo misma, salgo de la fiesta para vagar por las calles como una loca sin hogar.

Empiezo a gritar, realmente lo estoy haciendo a la vez que mis lágrimas siguen mojando las mantas de mi cama.

—¡¡Soomin!! ¡¡Soomin!! —me arrodillo en mi cama antes de ponerme en posición fetal y sollozar como lo había hecho esa noche.

Soomin aparece en mi habitación, enciende las luces asustada y se acerca a mí para abrazarme.

—¡¿Qué pasa?! —pregunta desesperada.

Ni Miyeon ni Soomin saben de lo que me pasó aquella noche. Es ridículo de mi parte haberme callado, pero tengo mucho miedo de hablar y ver en sus rostros aquel gesto de pena e impotencia.

Lo que menos quiero es que me compadezcan por lo vivido. Odio aquel discurso de la mayoría cuando te dicen que sigas adelante, que debes de alzar tu voz para que se haga justicia, que el miedo no justifica nada; pero nadie sabe que ese mismo miedo te provoca un trauma, y mientras que tú no lo asimiles, siempre será difícil hablar sobre eso con otras personas. Por eso hay muchas mujeres que se quedan calladas por mucho tiempo.

—Quédate... Quédate conmigo —Soomin sin entender nada, acepta mi súplica y se sube a mi cama—. Soñé... Soñé que...

—Está bien, Naia. Solo fue un sueño —las suaves manos de Soomin acarician mi cabello mientras que yo me escondo en su cuello—. Tranquila, yo estoy aquí.

Poco a poco mi cuerpo dejó de temblar. Con el tacto de Soomin me sentía más segura. Luego llegó Miyeon y se unió al abrazo; lo malo fue que insistió mucho en saber lo que me había pasado.

Soomin tuvo que pedirle que se marchara y me dejara solo con ella. Mi tía apagó las luces del cuarto y cerró la puerta, a su vez, la rubia y yo nos metimos debajo de las colchas para dormir otra vez.

En todo momento nunca solté a Soomin y a ella no parecía molestarle. Me acercaba más a su pecho hasta que estuviéramos cómoda.

—Cómo me apena verte llorar. Toma mi mano, siéntela... —Soomin empieza a cantar esa canción que sabía que me gustaba tanto. Sonrío a medias en la oscuridad mientras que la sigo escuchando—. Yo te protejo de cualquier cosa. No llores más, aquí estoy.

—Gracias...

Al cabo de unos minutos, y luego de escuchar cantar a Soomin, ella se duerme, pensando que me ha podido ayudar a conciliar el sueño otra vez. Pero luego de esto, no tengo ganas de pegar un solo ojo.

Siempre aparento ser dura y tener confianza en mí misma, y lo hago bien, pues hasta ahora nadie se ha percatado de esa parte oscura de mi vida. Sin embargo, cuando recuerdo lo que he vivido, simplemente me vuelvo débil y me siento incapaz de enfrentarme al mundo.

En toda la noche continúo recordando lo que pasó después de esa noche, pues todavía lo tengo palpado en mi mente.

Fue hace casi ocho meses que tuve que enfrentarme a cinco malas personas y dejar de ser la misma de antes.

Después de la fiesta, justo dos semanas después, cuando justifiqué usar ropa holgadas, lentes de sol o gorras y muchas bufandas porque sentía frío y los rayos de sol me molestaban, una amiga me invitó a salir después de clase. A ese plan casual se unió Joon-jae, pues al ser una persona con un enorme círculo social, él también era amigo de ella.

Para mí, que todavía no asimilaba lo traumante que fue esa noche, ver a Joon-jae había sido como si hubiese visto un monstruo —lo cual es, en realidad—. También fue bastante incómodo tener su mirada simpática cuando interactuaba conmigo cuando nuestra amiga estaba con nosotros.

Después de esa salida, me alejé de esa chica y de la mayoría de personas que sabía que eran amigos de aquellos cinco chicos. Pude estar tranquila por un tiempo.

Y digo «pude», porque luego, cuando se acercaban los finales, de la nada número extraños comenzaban a escribirme, a enviarme fotos y videos obscenos, mensajes malintencionados y que dejaban en evidencia que eran los mismos chicos.

Traté de tomar la situación con calma y sin entrometer a Soomin o a mi tía. Entonces cambié mi número de teléfono a la semana de haber estado recibiendo mensajes. Pero lo suyo no quedó ahí, sino que se fueron a Twitter para hablar entre ellos y publicar fotos de ese día, a publicar comentarios asquerosos sobre mí y lo que me harían si otra vez me atrapan.

También tuve que eliminar mis cuentas de todas las redes sociales. Ese había sido el límite que toleré. Ya no me sentía cómoda conmigo misma y mucho menos en la universidad en la que estaba, por eso pedí un traslado de universidad; pero este al tomarse su tiempo, comencé clases justo en ese mismo lugar, en donde toleré hasta más no poder los chantajes que Joon-jae y sus amigos hacían en mi contra.

Desde hace dos meses los he dejado de ver, y realmente me siento bien. No puedo estar tranquila, porque sé que ellos pueden estar al acecho de mí o de cualquier otra chica.

***

—Buenos días, ¿cómo te encuentras? —Fue lo primero que Soomin me dice luego verme entrar a la cocina—. ¿Quieres que te prepare panqueques?

—No, gracias. No tengo hambre —Soomin se me queda mirando con pena—. No me mires así. Sabes que lo odio.

La rubia agacha su cabeza hacia la preparación de huevos revueltos que está haciendo. Niega con la cabeza antes de chistar.

—Sabes que respeto tu espacio, pero lo de ayer me preocupó. Es la segunda vez que pasa —vuelve a hablarme—. Siento que me pides auxilio, pero no sé a qué.

—Solo había sido una pesadilla... —Claro, una pesadilla que viví en carne propia y ahora es un trauma—. No debes de preocuparte.

Soomin me ve forzar una sonrisa antes de desaparecer por donde vine y otra vez subir a mi cuarto. Este día no me tocaba clases tan temprano, así que me tomé mi tiempo para darme un baño de burbujas con mi música preferida de fondo.

Me hundo unos cuantos segundos en la bañera antes de escuchar el zumbido de mi teléfono. No le prestó atención ya que sé que se trata de una notificación de una de mis tantas aplicaciones.

A la media hora de estar por fin limpia y calmada, agarro una bata blanca que dejé sobre la tapa del retrete, me tapo con esto y salgo del baño con mi celular en manos.

De mi armario saco una falda ceñida a las piernas que me llegaba a la altura de las rodillas junto a un top blanco de tiras. Y como sé que hoy regreso a casa a eso de las seis, donde el frío probablemente cale entre mis huesos, escojo llevar conmigo una chaqueta de mezclilla con las mangas dobladas. Voy por mis zapatillas más cómodas y empiezo a vestirme con tranquilidad.

Veo que aún me queda tiempo para salir de casa, así que aprovecho en cepillarme los dientes y aplicarme un poco de correcto en las ojeras para disimular la hinchazón de mi llanto. También me aplicó un poco de máscara para las pestañas y un bálsamo labial transparente.

Como ven, no acostumbro a maquillarme tanto; y si lo hago, son en pocas cantidades. A no ser que se trate de un maquillaje para alguna competencia de baile, ahí acepto ponerme en exceso.

Finalizo con echarme un poco de perfume y crema para mis manos. Tomo la mochila café que siempre llevo y bajo las escaleras otra vez hacia el primer piso.

—¿Estás segura de que quieres ir a la universidad? —Inquiere, otra vez preocupada, Soomin—. Puedes tomarte el día. No hay problema...

—Aprecio mucho que te preocupes por mí, pero sabes que no me gusta faltar. —Contesto. Soomin curvea sus labios hacia abajo antes de darme una lonchera—. ¿Y esto?

—No has desayunado. Como reemplazo de hermana mayor, es mi deber obligarte a comer —dice casi con autoridad—. Y también porque son órdenes de tu médico.

—Bueno gracias —me acerco a Soomin para darle un abrazo antes de caminar hacia la puerta—. Nos vemos más tarde.

Empiezo a andar por la calle sin preocupación alguna hasta que llego al paradero del autobús de siempre. Se hace el mismo recorrido de todos los días y llego a la universidad a tiempo. Así como ayer, paso por la facultad de comunicaciones, esta vez sin encontrarme con Taehyung.

Veo a Lisa afuera del edificio junto a Joo-hwan, al parecer este último le había regalado algo especial ya que la pelinaranja está con una bolsa de regalo en sus manos y con una sonrisa en su rostro.

Admito que es tierno verlos así cuando están juntos.

A ambos los saludo cuando camino cerca de ellos. Lisa se despide de su chico y vamos juntas hasta el salón de clases.

Entrando, vamos a la primera fila de las mesas que están a la derecha. Lisa deja sus cosas sobre el escritorio y abre esa bolsa que le ha dado Joo-hwan. Según lo que me contó ella, el chico rubio la había sorprendido con el regalo, simplemente la buscó y se la entregó.

¿Y qué fue lo que le regaló? Pues unos marcadores de colores pasteles. De seguro Lisa ya le dijo lo mucho que le gusta decorar sus apuntes.

Lisa es aquella chica que la mayoría en Internet califican como “La morra de los plumones”.

—Naia, en serio estoy muy feliz. Esa fiesta cambió mi vida —comenta muy entusiasmada—. Joo-hwan es mejor de lo que me imaginé.

—Así parece —respondo con una sonrisa recta—. ¿Ya te invitó a salir?

—Aún no. Pero tenemos planeado hacerlo luego de parciales —Lisa atrapa su lado inferior entre sus dientes mientras va guardando los nuevos marcadores en su cartuchera blanca—. Aunque, se comprometió a ayudarme a estudiar para los exámenes, como los ingenieros no dan parciales...

—¿No da parciales? —Vuelve a negar—. ¿Y no estudiarás conmigo?

—Tú ya tienes con quién estudiar —y aparece ese tono burlón en la conversación—. Por cierto, ¿cómo te fue ayer?

—Repasamos algunas cosas de los primeros ciclos. Taehyung es... Bueno, debo serte sincera, no sabe nada —digo con preocupación. Me da lástima que Taehyung haya tenido todo muy fácil como para no esforzarse ni un poco.

Lisa frunce su ceño sin creérselo, pero luego de que le conté que el chico no dominaban bien algunos términos importantes dentro de la carrera y que no sabía las estructuras gramaticales de los idiomas que llevamos, fue que al final me creyó.

—Si es así como tú lo dices, pues sí está muy perdido —comenta—. ¿Y qué es lo que harás?

—Tengo que enseñarle. —Encojo mis hombros, pasó una mano pori cabello, y suspiro al recordar algo de ayer—. ¿Pero sabes algo? Me he dado cuenta que él puede, porque de lo que le he estado explicando, lo ha comprendido y creó su propia definición. Lo malo es que es flojo.

—¿Y tú crees que logre aprobar los parciales?

Taehyung puede pasarlos; pero al estar tan perdido con cosas fundamentales en la carrera, la tarea se hacía un poco más difícil.

—No lo creo... Pero si saca más de diez en estos, puede que pueda aprobar al final del ciclo con 11 en todo.

Casi al instante, Lisa me hace una señal con sus ojos para darme a entender que Taehyung había entrado al salón. Ambas dejamos de hablar de él y nos fuimos a nuestros sitios para seguir conversando, pero esta vez del equipo de baile.

Después de que el chico azabache pasara por donde estábamos nosotras, disimuladamente regreso a mirarlo. No estaba sonriendo como otros días, ni mucho menos se veía con su actitud altanera; más parecía como si hoy había amanecido con pocas ganas de vivir.

Era extraño.

Luego su amigo aparece, pero su gesto sigue siendo el mismo. Hablan un poco antes de que el chico que lo acompaña también cambia su gesto.

Taehyung se da cuenta de que lo he estado mirando cuando apoya su mentón en su mochila. Alza sus cejas antes de torcer sus ojos y mirar a otra parte.

****

A media madrugada a mi mamá se le dio por beber y fumar sus cigarros favoritos para luego entrar a mi habitación. Me quitó el sueño y tuve que escucharla hablarme ebria para decirme, mejor dicho, para preguntarme el por qué no puedo ser un buen hijo para ella.

Mi papá intervino rápidamente cuando escuchó la botella de whisky romperse. Mi madre la había tirado cuando estaba a nada de olvidarse que era creyente de Dios para maldecirme y enviarme ella misma al infierno.

Esta mañana me tocó compartir el desayuno con mi papá, como siempre para variar. Ninguno de los dos quiso hablar sobre lo que sucedió en la madrugada, pero aun así esperé una explicación de mi papá acerca del comportamiento de mi mamá porque hasta yo me he dado que esa mujer ya se está pasando.

Llegué a la universidad junto a mi padre, ambos dejando a Sonmi a cargo de mi mamá.

Me pregunto si es que mis papás, más mi mamá, se dan cuenta del daño que me están haciendo. Una siempre me llena la cabeza con sus comentarios en donde me deja a entender de manera implícita que está arrepentida de haberme tenido, que estaría más feliz si yo estoy lejos de su vida o si yo un día decido acabar con mi vida; mientras que el otro se la pasa haciéndose de la vista gorda y no hace nada por mí, pues al ser un pleito que mi mamá tiene conmigo, el cual yo no entiendo, no tiene permitido meterse en las cosas de ella.

Todavía tengo poca madurez, pero hasta yo sé que lo que vivo es realmente tóxico. Se supone que ellos son adultos, tienen más conocimientos, son “correctos”; pero en realidad no son nada de lo que ellos me reclaman que yo sea.

Y son en estos precisos momentos en donde yo extraño a las únicas que personas que sí consideré como mis padres. Mis abuelos nunca me estarían haciendo pasar por esto, ellos me trataban bien; también llegaba a hacer cualquier travesura, pero al menos me educaron mucho mejor de lo que mis padres biológicos hacen.

No obstante, supe que ellos no iban a estar para siempre conmigo desde que mi abuelo amaneció muerto por un paro cardíaco; luego, mi abuela murió por su edad.

Y yo me quedé solo y asustado.

En medio de la clase me quedo dormido, recordando los buenos momentos que pasé con mis abuelos en mi niñez. Pero el idiota de Bogum se atrevió a levantarme justo en la mejor parte para pedirme que me fuera a mojar la cara.

—Jodete —murmuro para volverme a acomodar sobre mi mochila.

—Taehyung, los parciales están cerca. Tampoco le dejes todo el trabajo de enseñarte a Naia. —Otra vez me habla.

—Que se joda Naia también.

—Taehyung —Bogum me habla con su voz demandante—, sabes que lo hago por tu bien.

Con mis ojos entrecerrados puedo ver a Bogum sacando un poco de dinero de su billetera para entregármelo.

—Cómprate un chocolate o una barra energética y vete a lavar la cara, pero espabila antes de que el profesor se de cuenta.

Miro el dinero y luego a Bogum. Al final lo termino tomando.

—Eres como un jodido grano en el culo —farfullo antes de levantarme de mi asiento.

Salgo del salón y voy primero al baño de varones para mojarme la cara. Me miro en el espejo para observar con detenimiento esas ojeras que traía, no eran tan oscuras, pero sí tomaban un color gris.

Después de secarme la cara con papel para las manos, me voy a una de las máquinas expendedoras más cercanas para comprarme un dulce que me dé energía. Inserto el dinero y espero a que el dulce caiga.

Agradecía que solo se tratara de una hora y media de clases las que me tocaban hoy por la mañana, si eran más horas estaba seguro de que me daría por rendido.

Reviso la hora en mi celular y veo que son las doce con veinte de la tarde. Faltaba muy poco para que la clase acabara. Abro el dulce que me compré y lo voy comiendo por bocados para saborearlo, no es porque quiero hacer tiempo hasta que se acabe la clase.

Empero, todo parece ir muy rápido cuando veo a Naia salir del salón alterada. Su respiración era errática y sus manos temblaban, mismos que sostenían su celular encendido.

Ella cruza mirada conmigo y sale corriendo en dirección a los baños. No dijo nada, solo escapó como si alguien la estuviese persiguiendo.

Poco después salen los demás chicos del salón, entre ellos Lisa, quien se ve más confundida que yo. Se acerca rápidamente a mí con el mismo semblante que he percibido.

—¿Sabes dónde está Naia? —Sin poder decir algo, señalo al baño de mujeres.

También veo a Lisa irse a pasos largos al lugar que le indiqué. Luego aparece Bogum y me mira con toda la tranquilidad, pero se torna serio cuando me ve disociando sin razón alguna.

—Oye —me llama—, ¿todo bien?

—Creo que no —digo sin pensarlo mucho.

Naia al ser una persona que aparenta ser alguien casi sin sentimientos, reservada y segura de sí misma, fue muy raro para mí verla temblar. En sus ojos se veía el miedo y el pánico.

De repente me siento más interesado en ella. Quiero saber lo que le pasa.

*****
Pucha, yo para darles traumas a mis protagonistas soy bastante buena jeje

Sé que esto es una historia, pero si ustedes viven algo similar a lo de Naia, por favor, cuéntaselo a la persona que más confías para que no cargues tú sola aquel trauma que alguien pudo ocasionarte; al final te estás dañando más y estás dañando a todo tu cuerpo, porque aunque no lo crean, las emociones fuertes llegan a dañar algunos de nuestros órganos y provocar enfermedades [se los dice alguien que por retener estrés y ansiedad ahora sufre de gastritis :")]

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