Prólogo | El cuento de hadas nunca antes contado
PRÓLOGO
𝐍𝐀𝐈𝐀
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Anteriormente, en mi niñez, pensaba que los cuentos de hadas existían. Esos que terminaban con el villano siendo derrotado y la pareja principal de ese cuento vivían su historia de amor muy feliz y sin problemas. Nos pintaban una “realidad” que para todo niño se veía hermoso y esperábamos a que eso mismo sucediera con nosotros cuando crecieramos, estábamos tan desesperados por conocer el amor, vivir ese final feliz que todos nos imaginábamos, entre otras cosas.
Pero ahora sé que ni la princesa más bella del cuento pudo vivir feliz luego de su matrimonio con su príncipe. Ella sabía que nada iba a ser para siempre, pero igual se dejó llevar por sus emociones y el flechazo que sintió cuando conoció al amor de su vida. Ellas también sufrieron antes o después del matrimonio, tuvieron problemas con su pareja y puede que ahora todas ellas estén viviendo en una desgracia.
—Emma, escúchame por favor. Todo tiene una explicación —Dijo mi padre cuando mi mamá se enteró de su más grande mentira—. Esa mujer está mintiendo, no puedes creerle a ella antes que a mí.
—¡Ya deja de mentir, Paul! ¡Acepta que en los viajes que tenías para tus dizque congresos te encontrabas con tu amante! —vociferó mi madre entre lágrimas. Ella estaba sentada sobre mi cama mientras que mi papá estaba arrodillado frente a ella—. Cuando estuve lavando tu ropa encontré todas las boletas de las cenas que tenías con ella, la ropa que le comprabas... ¿Cómo pudiste hacerme esto?
—Por favor ya no grites. Te lo puedo explicar todo —Respondió mi papá tratando de tomarle sus manos; sin embargo, mi mamá no estaba dispuesta a escucharlo.
—No, no quiero oírte más. ¿Qué es lo que me vas a decir esta vez? ¿Que esa mujer está loca, que yo estoy loca y estoy sacando de contexto todo esto? —espetó mi mamá. Sus ojos seguían con lágrimas, esto estaba doliendo para mí—. Tú y yo sabemos que no es la primera vez que me haces esto. Yo ya no quiero perdonarte.
Mi papá se quedó en silencio unos segundos mientras que se ponía cabizbajo. Miró hacia dónde estábamos mis hermanos y yo, notó que yo estaba llorando por la forma en cómo ambos se estaban comportando.
—Sebastián, llévate a tus hermanas —le ordenó a mi hermano mayor.
Sebastián tomó fuerte de mi mano y salimos de la habitación de mi hermana y mía. Él nos llevó a la suya mientras seguíamos escuchando los gritos de mi madre y de las cosas que le decía mi papá para calmarla. Cuando entramos a su cuarto, mi hermana se encargó de taparme las orejas para que ya no siguiera escuchando.
Había sido una niña de ocho años que estaba presenciando la ruptura de la relación de sus padres. Recuerdo que había abrazado a mi hermana y comencé a llorar en su pecho por el simple hecho que tenía miedo a que esto terminara como las novelas que pasaban en la televisión. Cuando un matrimonio siempre peleaba, se separaban; yo no quería que pasara eso con mis papás.
Yo quería mucho a mi mamá.
Yo quería mucho a mi papá.
Aunque ese cariño por él duró poco tiempo cuando me prometió que nunca más iba a pelear con mi mamá y que jamás la engañaría otra vez.
Esa fue la primera vez en la que un hombre me rompió el corazón y me engañó.
***
—¿Por qué sigues con mi papá? —le pregunté a mi mamá cuando ella estaba guardando la ropa de él en su cajón—. Ya ni siquiera duermen juntos. Tú duermes en el sillón mientras que él duerme en este cuarto.
—Son cosas de adultos. No debes de meterte en esos temas —Respondió, gélida.
—Creo que ya estoy lo suficientemente grande para entender. Digo, hace tres meses cumplí catorce años, ya no soy una niña.
—Naia —me reprimió ya molesta. Le pedí disculpas y luego me quedé en silencio—. ¿Y cómo vas con tus hermanos? Hace poco te oí pelear con Sophia.
—Lo mismo de siempre. Me dice que soy su estorbo y también se burla de mi anterior peso, ya no deberías de sorprenderte con nuestras peleas —bajé la mirada mientras jugaba con mis dedos.
Mi vida había cambiado de una manera drástica. Mi papá seguía en lo mismo con esa mujer que tenía por Boston mientras que mi mamá se volvió un poco menos cariñosa con mis hermanos y conmigo, ya ni siquiera dejaba que la abrazaramos o que le digamos cuánto la queremos. Por otro lado, también estaban mis hermanos quienes siempre me molestan por el peso que tenía antes —porque había llegado a tener sobrepeso en mi infancia—, o ciertas veces me echaban la culpa de todas las peleas que ocurrían entre mis papás.
Obviamente que todas estas situaciones me afectaron a mí, como por ejemplo mi baja autoestima, el sentimiento de culpa, el no sentirme querida por nadie, sentirme la hija más débil con quien se pueden desquitar, entre otras cosas.
Mis ánimos fueron desapareciendo con el paso del tiempo. Mi actitud fue pareciendose a la de mi mamá, me comportaba de manera seria, no quería que nadie me demostrara cariño, era fría con todo el mundo —menos con mi grupo de amigas—, mi carácter se volvía más fuerte. Pero cuando estaba sola lloraba bastante mientras me preguntaba por qué todo debió de cambiar de una manera tan repentina, hacia que extrañase a esa niña de cinco años que era muy feliz con sus papás y sus hermanos.
—Si un día yo me muero no sé lo que te podrán hacer tus hermanos. Con tu papá ni podrás contar, porque él se irá directo a los brazos de esa mujer y se olvidará de ustedes —opinó de manera despectiva. Luego suspiró cansada antes de soltar un quejido sobre su cabeza—. Mírame a mí, me duele la cabeza ¿y qué es lo que hace tu padre? Solo me da unas pastillas y listo. Ni siquiera es capaz de sacarme una radiografía.
—¿Te duele mucho? —Asintió—. Será mejor que descanses. Yo puedo traerte una pastilla.
—No es necesario. Luego voy a tener que ponerme a cocinar —replicó. Pasó de mí y se marchó de la habitación de mi papá. Yo la seguí hasta la cocina y miré cómo ella se encargaba de todo—. Si un día yo llego a morirme y tú aún estás pequeña, quiero que llames a Minjoon. ¿Sí te acuerdas de ella? —Asentí—. Bien, ponte en contacto con ella lo más pronto posible y te vas a vivir a Seúl. Así estarás lejos de tu papá y de tus hermanos.
—¿Pero eso no es ilegal? —inquiero confundida por este plan que mi mamá se estaba planteando.
—Minjoon es tu madrina. Ella es políticamente tu segunda madre, por así decirlo —Dijo mientras lavaba algunas verduras.
—¿Entonces me voy a vivir con ella cuando fallezcas? —mi mamá asintió y yo aún seguía viéndolo un poco ridículo.
Pero como todos dicen, una mamá sabe lo que dice.
Al día siguiente mi mamá amaneció sin vida debido a un aneurisma cerebral que había llevado consigo desde hace un par de años. Es por eso que mi mamá siempre se quejaba de sus dolores en la cabeza y todos los confundíamos con que solo era migraña.
El velorio para ella fue tan rápido. Mi papá ni siquiera había llorado por quién había sido su esposa desde hace ya unos veintitrés años. Lo único que hizo fue abrazarnos y luego ir planificando todos los detalles para el velorio, llamó a toda la familia para darles la noticia y también había llamado a alguien más que no nos quiso decir.
Por mí parte ese día no quise hablar con nadie y solo me dispuse a llorar a solas. Luego de que yo me había calmado, llamé a la amiga de mi mamá, tal y como me lo había pedido. Por suerte ella contestó y le tuve que contar todo lo que sucedió, Minjoon me aseguró que tomaría el primer vuelo que encontrase para sacarme de la casa.
El primer día solo vinieron los hermanos de mi mamá y las hermanas de mi papá. También llegaron mis abuelos, a quienes tuve que ver llorando por la muerte de su hija. Todos ellos intentaron decirme que todo estaría bien, que solo sería por poco tiempo este duelo; pero ellos no sabían lo que era para mí haber perdido a mi mamá, la única persona que vivía en esta casa y trataba de hacerme sentir mejor a pesar de él humor que ciertas veces se traía.
Al segundo día llegaron más personas que eran amigas de mi mamá, algunos compañeros de trabajo de mi papá que solo vinieron para darle el pésame. Mis abuelos y tíos seguían aquí con nosotros rezando por el descanso eterno de mi mamá. Mis hermanos estaban con sus parejas a quienes habían invitado, y luego llegamos a mí que seguía encerrada en mi cuarto esperando la llegada de Minjoon.
—Naia, tienes que bajar —se asomó a la puerta de mi habitación mi papá—. Hay alguien que quiere verte.
—Solo dile que suba. No quiero estar ahí abajo.
—Tienes que bajar —ordenó. Yo lo miré con desprecio y luego salí de mi cama para bajar al primer piso.
Lo primero que vi fue a mis hermanos acompañando a una mujer que nunca había visto en mi vida. Pero con tan solo ver sus caras de incomodidad y preocupación por algo, sabía que esa mujer era importante en nuestra historia familiar.
Nos acercamos más a ellos y la cara de preocupación de mis hermanos se hizo más visible, tanto así que vi como sus ojos se abrieron de par en par.
—Elizabeth, ella es Naia, mi otra hija. Naia, ella es Elizabeth James —la señora me ofreció su mano para estrecharla; no obstante, Sophia me apartó de ella y me dijo quién era esa mujer.
—¿Cómo puedes ser tan cínico de invitar a esta mujer al velorio de mi mamá, papá? —espetó molesta Sophia—. Y todavía quieres presentarnosla como si entre nosotros no hubiese pasado nada. Envés de decir sus nombres, di: esta mujer es con la que he engañado a su madre desde hace mucho.
—¿Qué? —fruncí el ceño regresando a mirar a mi papá y a su amante.
—Su madre ya falleció, entiéndanme. Elizabeth es... Ahora es mi mujer —se excusó mi papá, pero lo único que logró en nosotros es que nos molestaramos con él—. Podemos ser una hermosa familia, denle una oportunidad.
Mis hermanos se encargaron de discutir a solas con mi padre mientras que yo me quedaba con esa mujer. Ella intentó hablar conmigo diciéndome que lo sentía mucho por la repentina muerte de mi mamá, que ahora ella podía ser un soporte para mí vida y que no me dejara guiar por lo que había pasado hace años. En resumen, ella quería que confiara en sus palabras fingiendo que nada pasó y que la tratara como una madre.
—Yo solo tengo una madre, y para tu mala suerte no eres tú. No quiero que me hables, no quiero que me mires y mucho menos quiero que me trates como si fuera tu hija —la amenacé—. No hagas que te odie más de lo que ya te odio. Simplemente no intentes nada conmigo porque no va a funcionar. Tú eres una mujer mala, te metiste con un hombre casado y que estaba a punto de casarse. ¿Te gustó ser la segunda opción de mi papá? ¿Ser esa mujer que solo buscaba para tratarla como una prostituta? ¿En serio piensas que mi papá no te hará lo mismo que le hizo a mi mamá? Realmente das asco.
La miré por última vez y luego me fui a las escaleras para regresar a mi habitación, pero en ese momento me llegó un mensaje de Minjoon.
Minjoon
Ya estoy aquí en San Francisco
13:09 p.m
Ve preparando tus maletas
13:09 p.m
Sonreí aliviada y fui corriendo hasta mi habitación para hacer lo que me pidió Minjoon. Al fin iba a poder vivir en paz.
***
Espero que les guste esta nueva historia, que la verdad ya había publicado anteriormente pero con muchos errores de continuidad.
Un dato irrelevante es que algunas cosas que se contaron aquí, las tuve que vivir en carne propia :')
No olviden de darle estrellita 💕
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