t r e i n t a y n u e v e
─Brr... ─ temblé de frío.
Sople un poco mis manos para darles calor, los días de noviembre se volvían cada vez más fríos. Entre a mi departamento, había conseguido uno bonito, era completamente sencillo pero agradable, además de que me quedaba cerca del trabajo y la escuela, me era más fácil así.
Encendí la calefacción del departamento y caminé hacia el sofá, donde me dejé caer suspirando cansada. Hoy era feriado, así que no había abierto la cafetería y le había dado el día libre a Jackson, pero eso no me quitaba los trabajos de la escuela que tenía atrasados y hoy había salido a comprar algunas cosas que necesitaba, además de llamar a algunos proveedores para qué, iniciando los días laborales, llevarán nueva mercancía.
Encendí el televisor y cambié los canales, enserió me sentía algo agotada. El timbre del departamento empezó a sonar, fastidiada apague el televisor y me levante del sofá, abrigándome un poco más con mi chaqueta. Me fijé por la mirilla de la puerta y miré a mi madre ahí parada. Abrí la puerta.
─ ¿Mamá, que haces aquí? ─ me hice a un lado y le indiqué que pasara.
Ella entró con una leve sonrisa en sus labios y miró todo a su alrededor.
─Es... Bonito, el departamento ─ suspiré y sonreí con amargura. Creo que ya sabía a qué venía.
─Sí, gracias ─
─ ¿Cómo te va en la escuela? ─
─Bien, pero creo que no viniste hasta acá solo para preguntarme eso, ¿verdad? ─
Mi madre se sentó en el sofá y yo hice lo mismo, solo que, del otro lado, técnicamente estábamos de orilla a orilla.
─Hija, tu padre y yo estamos preocupados por ti, queremos que regreses a casa, no es necesario que vivas aquí ─
─Es necesario mamá, hace tiempo que debí de hacer esto, ser independiente y valerme por mí misma ─ puse mis manos en mis piernas.
─Antes no pensabas así, ¿qué ha cambiado? Antes eras una chica buena y aplicada, una que jamás nos faltaba el respeto ─
Quisiera gritarle mi respuesta en la cara, quisiera decirle que antes era esa chica porque yo no conocía nada, pero al conocer a Jungkook, él me enseñó lo que hay más allá de mi soma de confort. Decirle que, gracias a él, soy lo que ahora soy y que puedo valerme sola, aunque quisiera que él estuviera conmigo.
─Todo ha cambiado mamá, ya no hay más de ella en mí ─ sonreí triste.
Mi madre guardo silencio y agacho la mirada, sus manos apretaban ion fuerza la tela de su gabardina negra, como si intentará evitar hacerlo o como si se preparara para algo que vendría justo ahora. Y no tarde mucho en confirmarlo.
─Yo sé por qué has cambiado mucho, porque dejaste de ser mi linda hija, se la respuesta a todo eso ─ levanto su mirada.
─Detente mamá, no sigas ─
─Fue por culpa de ese bastardo, ése que solo llegó para meterte cosas en la cabeza, te ha lavado el cerebro y tú no te das cuenta ─
Mi madre se levantó del sofá y yo también hice lo mismo. No quería escuchar esas feas palabras hacia Jungkook.
─Mamá detente, porque, aunque seas mi madre no permitiré que sigas hablando así de él ─
─ ¿Y por qué lo defiendes? ¿Él no se ha ido dejándote sola valiéndole un comino tu salud mental? ─ mi madre camino hasta mí y tomo mis hombros. ─ Tal vez ahora no lo veas, pero ese bastardo solo llego a nuestras vidas para destrozarla ─
─Él no hizo eso, por favor detente mamá ─
─Esa escoria de la sociedad solo vio en ti diversión, seguro está acostumbrado a destruir las vidas de chicas buenas como tú, sé que él te envolvió entre sus enfermas palabras, pero te ayudaré, hija, así que regresa a casa ─
─ ¡Basta! ─ me alejé de ella. ─ Basta por favor, deja de meterte con Jungkook, él no ha hecho nada malo más que solo mostrarme el verdadero mundo y protegerme ─
─ ¿Protegerte? ¡Casi mueres! ─ exclamo exasperado.
─Entonces yo moriría con gusto por él, porque él haría lo mismo por mí y aunque ahora no esté más aquí, yo lo sigo amando y eso es algo que jamás entenderás, porque la relación entre tú y papá se basó solo en las apariencias, así que no vengas a hablar de Jungkook como si tu vida fuera perfecta ─
Un fuerte sonido hizo eco en la habitación, el ardor en mi rostro hizo que mis ojos se llenarán de lágrimas, estaba enfadada y dolida. Mi madre estaba más que enojada, y lo podía ver en sus ojos.
─Aunque me golpees, aunque me malditas, yo siempre defenderé a Jungkook, porque él es alguien bueno y que la gente no sabe apreciar eso, solo se dejan llevar por las malditas apariencias antes de en verdad conocer a la persona ─
─Así no te crié ─
─Lo sé, tú me criaste para ser un robot más de la sociedad, para permanecer a tu lado y hacer todo lo que me dijeras, pero ya no más, no más... ─ negué tocando mi mejilla. ─Y si ya acabaste necesito que te retires, porque yo estoy muy ocupada ─
Mi madre me miró por unos segundos enfadada, realmente molesta y parecía que no tardaba en echar humo por las orejas. Pero caminó hacía la puerta y salió, dando un portazo a ésta.
Me dejé caer en el sofá, lloré como no lo había hecho desde hace semanas, lloré como si fuese el mismo día en que Jungkook se había ido para dejarme sola.
─Jungkook... te extraño tanto ─
Sentía que mi corazón dolía, sentía como las heridas que empezaban a cerrarse de a poco, eran abiertas de nuevo, pero de una manera cruel.
[...]
Alguna parte de Europa.
Un chico de cabellera negra y mechones morados caminaba por el pasillo de ese edificio, llegando a una gran puerta del último piso. En su mano estaba un teléfono celular, del cual acababa de colgar una llamada. Abrió la puerta y entró en ese gran complejo, una oficina con un gran ventanal que dejaba ver la ciudad de noche.
─Estoy de regreso ─ habló el chico de mechones morados.
El hombre parado junto al ventanal con mirada perdida no respondió, sólo se quedó mirando ahí en ese lugar. El recién llegado siguió hablando.
─Hable de nuevo con mi informante, ella está bien, sigue haciendo su vida día con día, no hay nada de qué preocuparse ─
El hombre junto al ventanal se giró y miro al recién llegado. Bajo sus ojos se notaban finas ojeras, su rostro mostraba el cansancio de los días.
─ ¿Siguen manteniéndose alejados los de cobranza por protección? ─ habló por primera vez.
─Jimin se hizo cargo de eso, dio algunas órdenes para mantener alejada a la escoria de la cafetería ─
─Bien, Hoseok, informarme cualquier cosa que pase, por más mínima ─
Y de nuevo el chico del ventanal se giró a mirar a la nada.
─Jungkook, ¿por qué no hablas con ella? Si sigues así pronto no quedará nada de ti ─
Pero Jungkook no respondió, esa fue la señal de Hoseok para salir, pues una vez Jungkook se callaba, ya no hablaba hasta que él llamaba a alguien específico para hacerlo. Era la rutina de todos los días, Jungkook encerrado en esa oficina de unos de los edificios más grandes de Europa, Jungkook sin dormir, Jungkook bebiendo, Jungkook dejándose morir lentamente, como cumpliendo una penitencia.
─Ella está bien... ella lo está ─ susurró para sí mismo.
Esas palabras las repitió por más de cincuenta veces, tratando de apaciguar el dolor en su corazón, ese dolor que no lo dejaba dormir porque terminaría teniendo horribles pesadillas, o que lo hacía beber para calmar un poco ese dolor, esas palabras las siguió repitiendo, tratando de autoconvencerse.
Sufría, pero no lo día abiertamente.
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