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1 semana después.

La semana de clases había transcurrido demasiado rápido. Y aunque encargaban demasiados trabajos, siempre lograba terminarlos a tiempo, hoy era viernes, así que iría a casa de mis padres para quedarme el fin de semana, como lo hacía la mayor parte de los alumnos.

Preparé algo de ropa en mi bolso de mano, al tener todo listo miré todo a mi alrededor, era algo que hacía siempre tratando de ver que se me había olvidado.

Salí de mi habitación y cerré muy bien. Aun no les avisaba a mis padres sobre que adelantaría mi ida, ellos pensaban que iría mañana sábado, les daría una sorpresa. Pero primero tenía que ir a la panadería; compraría un postre para comer con ellos.

Bajé en el ascensor con mi bolso colgando en mi hombro izquierdo, miré hacia cualquier parte mientras sonreía. El sonido de que ya había llegado a planta baja se escuchó, salí de ahí y pasé por la pequeña sala de vigilancia.

- Buenas tardes, me voy ya - le sonreí al vigilante.

-Cuídese señorita Min, recuerde llegar el domingo -

-Claro, que tenga buen fin de semana, adiós -

El señor vigilante era alguien ya mayor, en una ocasión me ofreció una taza de té, la había aceptado y de ahí nació una amistad. El pobre señor a pesar de su edad, trabajaba para llevar algo de dinero a su casa, sus hijos lo habían abandonado, a él y a su esposa. Su esposa también ya era de la tercera edad, pero ella seguía trabajando, a veces la vida era muy cruel con esas personas que en el pasado hicieron todo para sacarnos adelante.

Salí del edificio y miré hacia el cielo, las nubes eran de color gris intenso y se empezaban a amontonar, cubriendo así el basto cielo de esa capa gris. La lluvia parecía estar más cerca de lo pensado. Tenía que darme prisa.

[...]

- Gracias por su compra -

Asentí y le regalé una sonrisa. Estaba saliendo de la panadería con una pequeña caja blanca en mano, donde había algunos postres para llevar a casa.

Salí de la tienda, pero algunas gotas de agua tocaron mi rostro, la lluvia ya estaba aquí. Tenía que darme prisa. No traía ni un paraguas conmigo, sujete mi bolso mejor y camine apresurada hacia la siguiente esquina, no me quedaba de otra más que tomar un taxi.

Estaba acercándome a la esquina, cuando pase por un callejón algo oscuro, pero lo que captó mi atención fue un par de piernas saliendo de entra varios contenedores de basura. Me detuve en seco, me debatí entre ir o no y solo llamar emergencias. Pero la primera opción ganó, pues el lema de mi universidad es 'La vida de una persona siempre será tú prioridad'.

Con algo de miedo y desconfianza me acerque.

- ¿Hola? - hablé mientras me acercaba cada vez más. Pero no obtuve respuesta alguna.

Rodeo los contenedores de basura, llevándome así la mayor sorpresa de mi vida. Un hombre joven tirado en el suelo y recargado en uno de los contenedores. Tenía sus ojos cerrados y sus manos estaban en su regazo. La lluvia hacía que varias gotas cayeran con gracia por su cabello y después por su rostro.

- ¡Oh por Dios! -

Me agache con rapidez para checar su pulso, daba gracias al cielo de que eso fue lo primero que me enseñaron. Estaba vivo aún. Estaba por inspeccionar las varias heridas que tenía en rostro, brazos y tal vez en su pecho, pero una mano sujetó la mía.

- ¿Qué crees que haces? - la voz del hombre se escuchó, fuerte y profunda, di un pequeño salto.

- Estas lastimado, déjame ayudarte -

- No necesito ayuda de nadie... - tosió un poco, eso me hizo ver que la mancha en su playera crecía más.

De un rápido movimiento levante un poco su playera, mis ojos se abrieron a más no poder.

- ¡Tienes una herida grave ahí! - señale su estómago.

- Déjame solo - hablo de nuevo, haciendo caso omiso a mis palabras.

- No lo haré, no cuando sé que necesitas ayuda médica, soy estudiante de enfermería, llamaré a una ambulancia si no quieres que yo cure esto -

-No hagas nada, no llames a nadie -

Por un momento sentí miedo, su voz salió tan gruesa y rasposa, amenazante. Sus ojos me miraban tan fijamente que me fue difícil apartar la vista.

-Está bien... No llamare a nadie, pero déjame curarte -

Él pareció pensarlo y debatir dentro de su mente, pues miró hacia otro lado y mordió su labio. Al volver a toser un poco, de nuevo su herida sacó un poco más de sangre. Lo miré suplicante.

-Bien - fue todo lo que dijo.

Asentí y empecé a moverme. No tenía nada con qué curarlo aquí, la única forma de hacerlo era llevarlo a un lugar apartado de la lluvia y con algún botiquín. Abrí mi bolso y saque una toalla de gimnasio y quite mi cinturón.

- ¿Qué haces? - me miró desconfiado.

-Haré presión en tu herida, tienes una hemorragia, aún no se si es profunda o no - hable mientras ponía la toalla doblada en varias partes en la herida y después con mi cinturón rodeaba su cintura y hacia presión abrochándolo.

Se quejo y soltó un par de maldiciones, incluso creo que me insultó.

- Eso duele -

- Lo siento, pero es lo que tengo que hacer, ahora bien, tengo que llevarte a un lugar para poder atenderte - lo ayude a levantarse.

- Nada de hospitales - dijo aferrándose a mí, estaba por caer de nuevo.

- Lo capto, ¿entonces a donde tengo que llevarte? -

-Sigue derecho por ese callejón, dobla a la derecha y después derecho y de nuevo dobla a la izquierda, llegaras a un viejo edificio, ahí me llevarás -

Lo miré como si estuviera loco, esta zona se veía peligrosa. Pero cuando tosió de nuevo, todo eso se me olvidó. Empecé a caminar ayudando al hombre, apenas y se podía mantener de pie había perdido mucha sangre.

- ¿Cómo te hiciste esto? -

-Eso no te incumbe -

-Tengo que saberlo, así sabré como proceder, por favor, coopera - pedí.

-Un asalto - fue todo lo que dijo.

No me trague eso, pero no dije nada más. Solo había otra cosa que quería saber, pues era algo molesto solo decirle 'hombre' o 'joven'.

- ¿Cuál es tu nombre? -

No dijo nada, estaba callado. Tal vez no quería decirle su nombre a una desconocida, la cual estaba por salvar su vida. Me resigne, tal vez solo tenía que llevarlo al lugar que dijo y curar sus heridas y buscar ayuda.

- Jungkook -

- ¿Eh? -

-Mi nombre es Jungkook -

-Oh, está bien Jungkook, yo me llamo Yuni, prometo que todo esto terminará en... ¡Espera, despierta! -

Oh santo Dios, él pesaba mucho. Se había desmayado a causa de la pérdida de sangre. Mire con desespero hacia todas partes, pero el callejón estaba completamente solo, ni un alma circulaba por aquí.

Necesitaba ayuda.

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