Cregan se quedó mirando a Lady Emma Potter.

Su cabello caía detrás de su espalda como seda oscura. La ropa que llevaba marcaba su figura, la camisa blanca que no tenía mangas y cubría su cuello, pantalones claros y largas botas negras que llegaban a sus rodillas.

—Tu... — dijo ella. Sus ojos lucían desconcertados. Ella agarró las riendas de su montura y salió del lugar galopando con fuerza.

Cregan demoró segundos en reaccionar y siguió a la mujer que aparecía en sus sueños. El recorrido los llevó hasta un campamento instalado a las afueras de la ciudad, vio como Lady Emma bajó de un saltó del majestuoso caballo y se escondió en una de las tiendas.

Él parpadeó confundido, pero todo esto era extraño, así que ordenó a su comitiva que siguiera avanzando hasta las puertas de la capital. Todos los habitantes del campamento veían sin discreción al grupo.

La mirada se detuvo a una mujer. Tenía extraños cristales sobre los ojos que los hacían ver más grandes, un desordenado cabello rubio sucio muy rizado y delgado que se le notaban los huesos de la clavícula.

En sus manos tenía lo que parecía una bola hecha de vidrio transparente. Movía los labios en forma silenciosa, pero con la vista puesta en él. Años de práctica pudo entender unas cuantas palabras de su murmullo.

Estrella. Norte. Antiguo. Bosque...

La comitiva siguió avanzando hasta que las puertas de la ciudad se le fueron abiertas. Su progresión hasta la fortaleza también estuvo acompañada de miradas de los lugareños, pasaron por las calles principales hasta la entrada de la fortaleza donde esperaron a ser recibidos.

El que llegó fue el príncipe Aemond y Lord Hand.

—Es un placer recibirlos, Lord Stark — dijo la Mano del Rey — El rey los espera en la sala del trono. Los esperábamos dentro de una semana, pero en estos momentos los criados estaban preparando habitaciones para usted y su comitiva.

—Estamos agradecidos, Mi Lord — contestó Cregan.

Algunos criados llevaron los caballos hasta los establos y otros cogieron las pocas cosas que empacaron hasta dentro de la fortaleza.

Lord Hightower y el príncipe los guio hasta la sala donde trono. Se decía que el rey no hacía apariciones públicas por salida, al verlo, Cregan podía dar algo de veracidad a lo dicho.

No lucía en su mejor tiempo, parecía un hombre en sus siete décadas y marchito. Una máscara de oro cubría el lado derecho de su rostro.

—Majestad — Cregan hincó su rodilla a los pies del trono y todos sus acompañantes hicieron lo mismo.

—Lord Stark.... — dijo el rey con la respiración algo pesado — Es bueno saber que llegaron a salvo a la capital.

—Agradezco su preocupación, majestad — Cregan y sus séquito se levantaron.

—Si, si. Quiero invitarlo a cenar, esta noche, Lord Stark — dijo el rey — Hay alguien que quiero que conozca....

Cregan inclinó su cabeza agradeciendo la invitación y preguntándose quién podría ser. ¿La princesa heredera? ¿O era petición de la reina en conocer a alguna doncella sureña?

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—¡¿Cómo puede sucederme esto?! — Emma sacudiendo a Hermione — ¡Se supone que solo quedaría en ligero coqueteo dentro de sueños!

Hermione aún no decía nada. Emma estaba nerviosa, pensaba que pronto se cerrará ese lazo mental que el chico extraño guapo.

Pero solo serían sueños, pero no, aquí estaba.

Oh Morgana y sus bestias. En esos sueños ella había estado en esos camisones reveladores que consiguió en el mundo Muggle.

—¡¿Que voy a hacer?! — preguntó nerviosa.

—¡¿Por que no cerraste el vinculo en primer lugar!?

—¡Soy buena en Legeremancia no en Oclumancia!

Hermione se soltó de su agarre y le lanzó un cojín a la cara. La calmó y las dos se sentaron en el suelo.

—¿Por que crees que este aquí? — preguntó Emma.

—Bueno, tu abuelo el rey te va a dar Foso Cailin — empezó a explicar Hermione — El cual está en el Norte y es territorio de los Stark. Tal vez está aquí por eso.

Emma se cubrió el rostro con ambas manos y soltó un chillido.

—¿Por qué me pasa esto a mi?

—No lo sé.

Las dos se quedaron en silencio y la tía Ayse entró a la carpa de Emma.

—¿Estás bien, querida? — preguntó preocupada.

—Si — dijo sin importancia Emma poniéndose de pie. Tía Ayse arqueó una ceja, mirándola fijamente — Cosas personales.

Las tres salieron hacia el campamento. Tía Ayse se dedicaba a preparar hilo y ropa con otras maestras. Según el calendario que tenían a mano, era un sábado, así que los chicos estaban haciendo cosas de niños.

Unos jugaban ajedrez mágico y otros estaban relajándose.

Emma se recogió el cabello y ayudó a teñir las telas junto a Ginny, Luna, las Patil, Pansy y otras chicas.

Ya tenía algo de dinero y compraron telas para hacer ropa.

La reina se enteró del nacimiento de Victoire y envió un baúl con ropa de bebé, felicitando a Fleur por la bebé, diciendo que todo era de la princesa Helaena cuando era niña, y que rezaba a la Madre para que la bebé creciera en belleza y salud.

Fleur respiró tranquila ante el regalo de la reina Alicent para la bebé. Oficialmente Victoire Weasley era la primera nacida del mundo mágico en Westeros.

Las chicas que teñían las telas estaban cantando Love is a Battlefield mientras hacían sus quehaceres. Todas no pasaban de los veintidós, así que eran jóvenes.

—¡We are strong! ¡No one can tell us we're wrong! — cantaron mientras reían.

La diversión se detuvo cuando vino alguien a caballo, tenía el escudo de armas de la casa Targaryen. El muchacho bajó del caballo mirando a todos lados.

—¡Lady Emma! — gritó el muchacho. Emma gimió molesta, dejó de lado lo que estaban haciendo y se secó las manos en el delantal que usaba.

Cuando estuvo frente a frente con el mensajero, éste inclinó la cabeza como muestra de respeto y le entregó un pergamino enrollado con el sello del rey.

—Un mensaje de su majestad —- dijo el mensajero — Un carruaje vendrá a recogerlos en la noche.

—Gracias — Emma dijo y giró, camino hasta donde estaban las largas mesas de comedor y se sentó rompiendo el sello.

Empezó a leer. Su abuelo, el rey, tendría una cena esta noche con el Guardián del Norte y quería que ella lo conociera, de manera informal, ya que mañana hablarían de Foso Cailin.

También extendió la invitación hacia la profesora McGonagall, como Hechicera de la Corte y Sirius como familiar de Emma.

Emma corrió hacia su tía y a Hermione diciendo que tenía una cena, y no tenía la menor idea de como vestirse.

Tía Ayse la tomó del brazo y la arrastró hacia la carpa, divino que debía causar una buena primera impresión.

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Jace recibió el llamado de su abuelo, y cuando estuvo listo para la cena espero en la entrada a su hermana mayor.

La vio bajar del carruaje luciendo como una noble Dorniense. Era de color verde agua con un decorado en negro y dorado, una ligera diadema plateada que sostenía el velo del mismo color del vestido y un collar de perlas sobre su cuello.

Detrás de ella salieron Lady McGonagall y el señor Black luciendo también elegantes.

—Hermana — saludó Jace a Emma.

–Vaya, — Emma le sonrió — Luces guapo. ¿Quieres conquistar a alguna dama?

Jace se sonrojó por el cumplido, luego saludó al señor Black y a Lady McGonagall.

Él ofreció su brazo a su hermana y ella aceptó. Los cuatro caminaron hacia el comedor formal. Emma le dijo que pronto serían su cumpleaños y harían una fiesta solo los chicos jóvenes y que habría postres.

Cuando llegaron los invitados los vieron. Lord Hand, la reina, Lord Stark.

Jace no paso de alto como la mirada de Cregan Stark se posó en Emma.

Él pudo ver como Emma y Stark se miraban fijamente, como si ya se hubieran conocido. 

N/a: Los Targaryen no pueden tener cenas normales. 

EMMA Y CREGAN EN UNA MISMA HABITACIÓN AHHHHHHHHHH

el vestido de la cena: