Capítulo 24
—¿Seguro de que ya puedo hacer esto?—preguntó Yugi algo miedoso.
—Créeme, solo me tarde unos...—hizo una pausa para pensar—15 minutos en aprenderlo—respondió un Yami sonriente mientras se aseguraba que tricolor original estuviera en una buena posición. No quería que su primera vez saltando fuera una mala experiencia.
—Pero era una técnica de tu planeta natal, ¡básicamente ya la habías aprendido cuando naciste!—reprochó de manera ingenua Yugi. Estaba intentando salir de aquella situación o al menos sentirse seguro. Yami por su parte solo sonrió de nuevo y soltó una risita. —¡Es la verdad!
—Yo me inventé esta técnica para saltar largas distancias—dijo relajado y tranquilo.
Oh... Ahora tenía más sentido.
...
¿Qué...?
¡¿Qué?!
Ahora, la cara de Yugi tenía una expresión tan confusa y sorprendida, que cualquier dibujo Manga o animación Anime se quedaría corto ante él.
—O... Ok...—dijo completamente asustado. Tragó saliva—C... ¿Cuántas veces te golpeaste a-antes de lograrlo?—preguntó con voz temblorosa y con algo de tartamudeo.
—Un par de veces—dijo sereno. Ahora, en definitiva la cara de Yugi era un poema completo.
—¡No! ¡Ya no quiero hacer esto!—gritó. Yami le puso una mano en el hombro y trató de tranquilizarlo.
—Tranquilo,—definitivamente, la pasividad y tranquilidad de Yami estaban por los aires.—eso, solo paso porque estaba solo, pero ahora—Apretó un poco su agarre—estás conmigo, y yo me aseguraré de que estés sano y salvó.—Sonrió, como tantas otras veces, para darle confianza. Acto seguido se separó de él y se dispuso a pararse en su "trayectoria de salto". Abrió los brazos.—Cuando quieras. Yo te atraparé.
La saliva pasó dificultosamente por la garganta del tricolor más bajo. Tenía miedo. Mucho miedo. No podía evitarlo, jamás le habían gustado las casas deportivas y extremas, le parecía bastante arriesgado. Y ahora, estaba a punto de hacer estas dos cosas combinadas. Tenía que saltar y avanzar un par de metros. Y...
Tenía que impulsarse como si fuera la roca de una cauchera.
Suspiró. Se empezó a preparar para lo que venía. Apenas serían 3 metros... Tres metros que lo podían matar. Jajá. Esto no era para nada de su agrado.
Ahora, venía lo más difícil. Lograr hacer que su cuerpo se formará a la manera en la que él quería. Ya lo había hecho, una vez en cuatro horas, pero igual lo había hecho. Tomó aire y lo soltó fuertemente, listo para realizar aquello que no quería realizar pero que sin embargo lo iba a realizar.
Y allí fue cuando nuevamente lo logró. Sus brazos se estiraron y se agarraron de los dos árboles cerca de él. Se sorprendió a sí mismo de cómo se veían estos, parecía que era Luffy de One Piece cuando estiraba sus extremidades. He incluso iba a hacer un movimiento muy parecido a él. Lanzarse por los aires y aterrizar. El corazón le latía muy rápido. Dio con algo de inseguridad los pasos hacia atrás para poder que sus brazos se "templaran". Yami miró a Yugi y asistió. El aludido se mordió el labio. Solo por seguridad dio otro par de pasos hacia atrás, y cerró los ojos. Había reunido el valor suficiente. No había marcha atrás.
Lo que no advirtió fue el grito de su, ahora, mejor amigo.
—¡Yugi no tan lejos! ¡Será demasiada...!—gritó Yami apenas pudo. Pero fue demasiado tarde. El tricolor original ya había elevado sus piernas del suelo dejándose llevar por la inercia.
Y la cauchera humana disparó, su creador salió disparado por los aires. Y el "entrenador" con un fuerte miedo en el pecho abrió los brazos esperando al impacto.
Y llegó. Ese fuerte golpe e impulso fueron demasiado para poder siquiera resistirlo de pie. Los dos salieron disparados hacia atrás sin freno. Los dos corazones se agitaron un poco más. Por alguna razón, se voltearon, Yugi caería mal, y después Yami sobre él. Pero este último no lo permitiría. Apretó es estómago, con el afán de agarrar fuerzas.
Y se cambió de posición. Ahora todo caería sobre él.
El golpe fue devastador. A pesar de sus esfuerzos de Yami en hacer que el más pequeño no sufriera, cayeron sobre un costado, recibiendo daño los dos. Rebotaron, se elevaron por los aires por un momento y se prepararon para el impacto otra vez. Yugi, por instinto, se agarró fuertemente del alíen. Sintiéndose así, más seguro.
El segundo impacto fue mucho menos doloroso. O al menos eso fue en el caso de Yugi, por qué Yami recibió todo el golpe del más pequeño. Pero no se quejó. Había protegido a su amigo, eso era lo que contaba.
Rodaron un poco más hasta que unos 5 o 6 metros después se detuvieron. Ahora, estaban separados cada uno mirando al cielo con las respiraciones agitadas por todo lo que habían tenido que pasar. Aunque eso no duró mucho, el más alto, preocupado por su amigo, se incorporó y miró hacia Yugi esperando que estuviera bien.
Risas. Risas fue lo único que encontró.
La risa de Yugi en ese instante fue demasiado pegajosa. Al poco rato Yami también empezó a reír a carcajadas.
—¡Eso fue increíble!—dijo mientras se reía un poco más. Poco a poco las aguas de su diversión se iban calmando. —¡Hagámoslo de nuevo!
—¿Seguro?—dijo algo reído. Le agradaba mucho que a Yugi le hubiera parecido increíble aquella experiencia, a pesar de que él casi que sufrió de un ataque cardiaco.
—¡Sí!—gritó entusiasmado. Yami sonrió. Como le agravaba ver al tricolor original de aquella manera.
Entre salto y saltó el tiempo va pasando, durante toda la tarde solos que tuvieron, se dedicaron a hacer y practicar el truco. El pasar de las horas se hizo un poco más rápido de lo normal. Entre risas, caídas e intentos de saltos. Los disfrutaron mucho, incluso más de lo que lo harían si estuvieran con sus amigos. Y hablado de estos, ¿dónde están por cierto? ¿Te preguntas eso verdad? Bueno, ellos están haciendo trabajos escolares, todo por no entregar a tiempo las cosas ni hacer los deberes. El responsable tricolor original obviamente se salvaba de todo aquello, no era un estudiante excepcional, pero cumplía con todo.
Ahora, los dos tricolores estaban sentados en un tronco admirando un paisaje algo extraño. Un pequeño riachuelo que pasaba muy cerca de la casa de Yugi en la zona forestal continúa al hogar en el que vivía. Yami se quedaba babeando mirando a los pequeños insectos que estaban por ahí o los hongos y algas que se encontraban en los alrededores.
—En este planeta hay demasiadas formas de vida...—soltó tenuemente el alíen. Yugi apenas lo escuchó, pero el mensaje fue bastante claro para él.
—Lo sé... Yo no podría imaginarme otro lugar para vivir que no sea la tierra, —dijo sonriente, aunque faltaba algo.—pero... —se calló de repente. Se esfumó su sonrisa de la nada. Yami, de manera inmediata, notó el brusco cambio de emociones de Yugi.
—¿Yugi?—preguntó algo preocupado.
—No, no es nada.—dijo en respuesta mientras soltaba una risa nerviosa. Sin darse cuenta de que tenía la cabeza y la mirada hacia cualquier otro lado menos hacia dónde estaba su compañero.
—Yugi... Acaso tú...—empezó. Pero negó, de esa manera no podía dirigirse hacia él. Necesitaba ver aquellos ojos amista redondeados que tenía. Con la mano puesta en el mentón ajeno, lo "obligó" a mirarle.—¿Acaso me estás mintiendo Yugi?—preguntó mirándole, atento a las emociones, a todo lo que pudieran decirle sus expresiones. Esa respuesta definitivamente tenía que saberla.
El aludido abrió un poco más los ojos y sintió todo el miedo en todo el estómago. ¿Lo habían descubierto? No, no, no podía ser, el realmente no quería hablar de ello. Miró hacia otro lado al igual que trataba de reprimir su angustia creciente.
—No... Yo no te estoy...—trató de defenderse. Yami lo soltó y negó. Creyó que sabía los que pensaba.
—Sé que es difícil...—tomó aire y lo soltó negando. Parecía que tenía una idea pero no sabía cómo expresarla. —Sé que es un poco complicado decir los defectos de las cosas de las que siempre estás rodeado,—retomó en tono decidido.— pero a veces es mejor decirlas y no creer que todo es perfecto... Aunque así te lo pinten.
Esas palabras terminaron por sorprender de sobre manera al tricolor original. ¿Desde cuándo frases así salían de la boca del alíen? Era... Impresionante como en solo unas pocas semanas se pudiera decir algo como eso, Yugi sencillamente le impresionó.
—¿Y-Yami?
—Es lo que ibas a decir ¿no?—preguntó.—Que no es tan lindo como parece todo, ¿verdad?
—Bueno yo...—"No". Esa era la respuesta. Era otra cosa, pero no se atrevió a decirla.
—En mi planeta pasa lo mismo...—dijo con voz algo débil. De cierta manera, desde hacía ya un buen rato quería decirle eso que su corazón reprimía con fuerza.—Nos dicen que es un lugar perfecto para estar, que si le sirves a tus superiores nada malo pasará y...—miró al vacío—dicen que nunca más necesitarás nada. Yo... No me siento así, jamás me sentí bien con ellos. Nunca. Siempre me sentí fuera de lugar y... Y no encontraba nada con lo que sentirme...—explicó mientras movía las manos buscando palabras para expresarse correctamente.—Completo.
—Y-Yami...—pronunció el tricolor original.
—Y yo aquí... Me siento así—dijo sonriendo. Miró de nuevo hacia su compañero, el cual lo miraba igualmente. —Me siento completo, como si de aquí perteneciera. Nunca los entiendo, no entiendo a los de mí misma especie. —Frunció el ceño y dirigió la mirada hacia abajo sin mover la cabeza. —Ellos sólo piensan en expansión, en conocer otras culturas, jamás... Han pensado e conocernos entre nosotros. No nos entendemos.—Negó, vaya que estaba expresándose bastante, seguro estaba reprimido por los sentimientos que guardaba. Pero, a decir verdad, ¿con quién más podría siquiera expresarse de esa manera si no era con Yugi?—Te entiendo a ti.
—¿A-Ah?—exclamó.
—Yo te entiendo a ti,—repitió—quizás eso es lo que me hace sentirme completo. Nunca antes... Había entendido a otro como te entiendo a ti.—lo miró sonriente. —Y... Me siento comprendido también.
—Yo...—dudó. Tomó aire y lo soltó.—Yo también me siento completo a tu lado.
Y el lugar sucumbió ante el silencio que podía otorgar el bosque. Las ranas, aves y el mismo sonido del agua habían opacado la mudez del momento. Se quedaron mirándose a ratos. A veces cruzando la mirada. Los dos sumidos en sus pensamientos. Después de un rato, la voz medianamente grave del alíen volvió a alzarse por encima del arrullo del bosque.
—A veces... Temo por lo que pasará cuando deba irme—dijo mientras sus sentimientos cambiaban por uno de tristeza. Yuga se mordió el labio. Tenía razón. Tenía mucha razón en su temor. Lo entendía, lo entendía perfectamente. Él también lo tenía. Sin embargo no respondió. Volvió a dejar la escena en silencio. Pero, alguien no quería dejar las cosas de aquella manera. Yami se recostó sobre el tricolor original apoyando la frente en su cuello. Alguien aquí empezaba a tener un rostro sorprendido y un fuerte sonrojo en sus mejillas. —Gracias... Por hacerme sentir completo.
Solo entonces sonrió. Se sentía bien. El contrario el cambio solo pudo atinar a responder lo primero que se le vino a la mente.
—G-Gracias a ti... P-Por venir a-a mí...
La cara del más alto mostró una sonrisa de satisfacción.
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