004
💍
Habían pasado casi tres semanas desde su "separación". No era exactamente una separación pero se sentía de esa manera.
Fue extraño para Cristine alejarse de Tony. Él siempre estaba a su lado y la abrazaba durante horas cuando se sentía mal. Pero ahora no estaba, no había nadie a su lado.
Amaba a Tony más de lo que podía admitir y estar sin él, era como tener un gran hueco en el alma. Se había alojado temporalmente en un hotel hasta que consiguiera un lugar dónde vivir, en el trabajo todo iba más o menos bien. Le costaba concentrarse, pues de alguna manera, sus pensamientos siempre llegaban a Tony.
—¿Cristine? —la chica regresó a la realidad cuando le hablaron— ¿estás bien?
Era Mica. La nombrada la miró por un momento y le sonrió.
—Sí, lo siento. Mi mente ha estado un poco abrumada estas semanas. Tuve algunos problemas en casa.
La menor sonrió un poco sin estar muy segura de qué decirle a su jefa.
—Seguro todo va a mejorar pronto.
Cristine dejó salir un profundo suspiro pero se obligó a sonreír. Debía concentrarse en el trabajo y luego preocuparse por sus asuntos personales.
—Eso espero. ¿Qué pasa, Mica?
—Oh, sí. Te traje las carpetas que me pediste y ya está hecho el reporte de este mes.
Dejó los papeles sobre el escritorio de la chica.
—Prefecto, gracias —miró el reloj en su computadora— dile a Paul que ya se pueden ir. Stan, Alaric y yo nos quedaremos hasta tarde para terminar con esto.
—Gracias, Cristine —se quedó en silencio un momento— si quieres, antes de irme les puedo pedirles algo para cenar.
—No te preocupes, Mica. Le pediré a Stan que pida algo más tarde.
La chica asintió y salió de la oficina de su jefa.
Los tres se encontraban en la sala de juntas cada uno frente a su computador, eran casi las diez de la noche y ya estaban más que agotados.
—¿Y cuándo comienzas con tu maestría? —preguntó Stan, dejándose caer en el respaldo de la silla y estirando su cuerpo.
Cristine también se dejó caer y liberó un profundo suspiro. Un pequeño descanso no le haría mal.
—En tres meses, si no mal recuerdo —rió— ya no me podré quedar hasta tan tarde cuando entre.
Stan sonrió.
—Bueno, para eso somos equipo. Te ayudaremos en todo lo que nos sea posible.
—Gracias, Stan.
—Por cierto, muero de hambre. Pediré una pizza, ¿les parece?
—Que sea de queso —dijo Alaric dejando de ver su laptop.
—Yo también voto por la de queso —habló Cristine con una risa.
—Bien, ya vuelvo —Stan se puso de pie con su celular en mano y salió de la sala de juntas.
Una suave melodía sonaba por la sala, habían decidido poner un poco de música para no estar tan silenciosos pero en realidad ni siquiera se habían percatado de la musica hasta ahora.
—Yo... —comenzó Alaric mirando nervioso sus manos— me he dado cuenta que ya no usas tus anillos. No quiero parecer entrometido pero, ¿está todo bien?
Cristine frunció el ceño e instintivamente cubrió su mano.
—Oh... eso... —sonaba incomoda.
—¡Lo siento! —habló más nervioso el chico— no quise incomodarte. Soy un idiota, en serio no debí preguntarlo.
La chica dejó salir una suave risa.
—No te preocupes. Mi esposo y yo... bueno, le pedí un poco de tiempo y puede que nos divorciemos si las cosas continúan así.
—Cristine, perdón por preguntarte algo tan personal. Eres mi jefa y yo... tengo una bocota —Alaric tomó la mano de Cristine.
Ella le sonrió un poco pero alejo su mano.
—No, está bien. No he hablado con nadie de esto y tampoco creo que sea profesional decirte todo esto pero... no lo sé. Es un poco complicado para mi.
—Si quieres, luego podemos salir a cenar o algo y podemos hablar.
—Seguro, eso suena genial.
Stan regresó con una gran sonrisa.
—La pizza llega en quince minutos.
Continuaron con su trabajo.
💍
Tony estaba sentado en su muy cómoda silla detrás de su escritorio con la mirada perdida. Hacía días que no hablaba con nadie y no dejaba a nadie entrar a su oficina.
Natasha, Steve y Bruce eran los más preocupado por su amigo y lo peor es que ni siquiera estaban muy seguros de qué fue lo que le había pasado.
Tony regresó a la realidad, liberando un gran suspiro y limpiando las lágrimas que se habían comenzado a acumular.
Tomó el marco con la foto de Cristine y la miró un largo momento antes de ponerse de pie.
Cristine le había pedido un tiempo para pensar las cosas con claridad pero eso sólo lo hacía perder la cabeza. Estaba desesperado, no lograba dormir más de una hora sin que sus ataques llegaran.
Al menos, la chica aún llevaba los rastreadores que le había puesto y sabía en todo momento dónde se encontraba.
Sí, puede que no estuviera tan bien hacer aquello pero eso lo mantenía calmado.
Su celular, sus zapatos e incluso el auto llevaban rastreador... entre otros objetos.
Viernes le informó que Cristine seguía en el trabajo por lo que rápidamente se dirigió a aquel lugar. Necesitaba verla, saber que estaba bien.
No tardó más de quince minutos en llegar al edificio, para su buena suerte, la chica estaba saliendo junto a un par de hombres.
Uno de ellos se despidió con la mano y se marchó rumbo a su auto. Tony miró a su esposa junto al otro hombre, no era capaz de escucharlos a esa distancia.
Salió del auto cuando vio a aquel sujeto demasiado cerca de su chica.
Cristine se dio cuenta de la presencia de Tony, al menos, gracias a la poca luz, Alaric no lo vería con claridad.
—Nos vemos mañana, Alaric —se despidió.
—Hasta mañana, Cristine. No olvides nuestra cena del viernes y el sábado es la fiesta de la empresa.
—Por supuesto.
El chico se alejo rápidamente y Cristine dio media vuelta para acercarse a Tony. Sintió una punzada en el pecho al verlo, tenía tantas ganas de arrojarse a sus brazos y decirle lo mucho que lo amaba.
—¿Nuevos amigos? —preguntó Tony sin muchas ganas.
—Algo así... compañeros.
Se miraron fijamente, Cristine dio algunos pasos al frente y logró ver con mayor claridad al hombre. Se notaban sus ojeras y estaba muy pálido, parecía casi enfermo.
—No has llamado —Tony se aclaró la garganta.
—Lo siento, no sabía qué decir si llamaba.
El hombre tomó la mano de Cristine entre las suyas y dejo un beso en sus nudillos.
—Me basta con escuchar tu voz.
Cristine se acercó un poco más y puso su mano libre en la mejilla del hombre. Instintivamente, él cerró los ojos. Disfrutando muchísimo su tacto.
—No has dormido bien —no era ninguna pregunta.
Tony abrió los ojos y miró con tristeza a la chica.
—No. Las pesadillas siempre llegan y estar solo en la cama no ayuda de mucho. El laboratorio es un buen refugio. He estado trabajando para... evitar dormir.
Cristine sintió cómo su corazón se estrujaba dentro de su pecho.
—No te sobre esfuerces en el trabajo. Debes descansar y alimentarte bien.
Quitó su mano de la mejilla del hombre, ambos sintieron tanto frío en ese momento.
—Te extraño.
Ella lo miró en silencio un largo momento y dio un paso atrás.
—Tengo que irme, es tarde.
Stark frunció el ceño.
—¿Sigues en ese hotel?
—Aún busco dónde quedarme.
—Sabes que puedes regresar a casa, si te hace sentir mejor... me puedo ir mientras tu estás allí.
Ella negó con una sonrisa.
—Gracias, Tony. Pero es demasiado grande para mi sola.
—No tienes que estar sola.
Un silencio los rodeó, no estaban seguros de si era un silencio incómodo o no.
—Ya busqué a un abogado para iniciar con los trámites de divorcio —soltó de pronto.
Tony sintió que se desmayaba y por primera vez se quedó sin palabras.
—Cristine, no... Dios —ntentó decir alguna palabra pero estaba en completo shock y no podía articular nada— creí que lo hablaríamos. Aún somos un equipo, Cris... al menos pudimos tratar de resolver esto.
—Quería decírtelo, pero no sabía cómo. Y sólo pensé que eso sería lo mejor para los dos. Así ya no tendrías que estar atado a alguien como yo y podrías buscar a alguien mejor.
—Entonces, ¿si no venía hoy a verte, jamás me lo hubieras dicho? —su tono era molesto— ¿un día iba a llegar un abogado a decirme que mi esposa ya no era mi esposa? ¿Y que significa eso de estar atado a ti? Para tu información, nunca me he sentido de esa manera.
—Es lo mejor para los dos —murmuró.
—Te necesito, Cristine.
—Tony... es tarde. Hablemos de esto otro día.
—Sube al auto —ordenó. Decir que estaba enojado, era poco.
Cristine negó un poco.
—¡Cristine! —la miró con intensidad— Sube al auto ahora mismo o yo mismo te meteré.
La chica se rindió y subió al auto de Stark. El camino fue muy silencioso hasta la casa de ambos. Técnicamente, aún era de los dos. Ambos salieron del auto en cuanto este se detuvo y permanecieron en la sala.
—Quédate en la habitación —dijo Tony, Cristine le daba la espalda, tratando de ahogar su llanto— yo me quedaré en uno de los cuartos de invitados. Hablemos en la mañana.
Sin decir nada, la chica subió las escaleras y caminó hasta la habitación donde ni siquiera se tomó el tiempo para quitarse la ropa y simplemente se dejó caer para liberar su llanto.
¿Por qué Tony Stark lo hacía todo más complicado?
Eran alrededor de las tres de la mañana cuando Cristine abrió los ojos y vio a Tony sentado en el borde de la cama.
—Lo siento, no quería despertarte —murmuró el hombre.
—Está bien —estaba todo tan silencioso y frío— ven, hace frío y no quisiera que te enfermaras.
El hombre la miró con ligera sorpresa, sin embargo, hizo lo indicado. Cristine se quitó los zapatos y el abrigo junto con sus accesorios y se acomodó debajo de las cobijas junto a Tony. Él se acercó tanto como ella se lo permitió. Cuando no lo alejó, la abrazó por la cintura y ella comenzó a acariciar su cabeza.
—Está bien, aquí estoy —y esas fueron las únicas palabras que el hombre necesitaba para conciliar el sueño.
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