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Tied to you

Caminó con precaución por el atestado callejón, sus lentes se empañaron cuando pasó cerca de un local de comida y los limpió con la manga de su chaqueta, el frío se escabulló y lo hizo temblar. Notó a un transeúnte mirándolo y rogó que no lo reconociera; Edward se había cortado el cabello y se tapaba el rostro lo más que podía, lo rebasó con apuro.

Pronto se cumpliría un año desde sus hazañas, el Acertijo seguía presente y cuando un acto de injusticia era descubierto, se producía un revuelo en Gotham, gente con réplicas de su traje protestaban y Edward no podía evitar sentirse orgulloso, sin embargo era atemorizado por la idea de ser atrapado, sus actos hicieron que gane muchos enemigos además de la policía, un grupo de corruptos habían puesto precio a su cabeza.

Llegó a un bar y mucha gente miraba el televisor, se acercó con curiosidad, era una noticia: Bruce Wayne reabre el orfanato.

Sonrió, dichoso de ver qué Bruce había prometido hacer un cambio positivo en Gotham y lo lograba.

Un trueno resonó y se dio vuelta, le quedaba poco para llegar a su escondite, siguió por la acera ya desierta de personas. No era buena idea salir, pero debía conseguir alimento para abastecerse. Wayne lo visitó un mes atrás, Edward lo echó clamando una serie de completas mentiras solo para alejarlo, estaba al tanto de lo dañino que era su relación y lo mejor era que Bruce no se perdiera cómo él lo había hecho hace ya mucho, aún así nada lo preparó para la expresión afligida del pelinegro antes de irse. Esa noche soñó que era bueno. 

La oscura calle se iluminó por un momento gracias a un relámpago que reveló a tres sujetos unos metros.

—Hey, ¿tienes hora? —preguntó, era robusto y se acercó, agarrando a Nashton por el hombro. Sus compinches, un colorado de nariz rota y un moreno de grandes ojos lo siguieron.

Una alarma se prendió en Edward y giró para volverse, corrió dejando atrás a los hombres, miró de costado y venían pisándole los talones, se desvío por otra calle, tenía ventana por su largas piernas, creyendo que se libraría de ellos hasta que algo lo golpeó en las piernas, cayó y pronto fue rodeado por los hombres.

—¿Qué pasa? Solo queríamos la hora —dijo el grandote riendo mientras levantaba a Nashton como si fuera una pluma.

—Si, hay que darle una lección por ser tan maleducado —acotó el pelirrojo y propinó un guantazo en toda la cara y otro justo al estómago de Edward, que lo hizo caer al suelo mientras intentaba recuperar la respiración, tosió y levantó la mirada hacia ellos.

—No tengo nada de valor —musito, palpando la navaja que tenía en el bolsillo de su pantalón.

—Espera Mick —interrumpió el moreno al gigante—. ¿No es el Acertijo? —Tenía una mirada de admiración.

Edward gruñó.

—Mierda —dijo Mick, reconociendo a Nashton.

—Maldito, eres una leyenda —acotó el de cabello carmesí.

—Se de alguien que lo quiere y pagará bien.

—No…

Estaba seguro, no se iba a quedar esperando que lo entregarán, sacó la punta y atacó al pelirrojo en el costado.

Pudo ir a por un lugar más mortal, pero decidió que con hacerlo a un lado bastaba.

—Hijo… de puta —masculló, tapando con sus manos la herida recién abierta.

Mick le dió un rodillazo en las costillas, oyó un sonido y el dolor lo hizo gritar.

De nuevo en el suelo, ya no había salida, pensó en Bruce, en la última vez que lo vio, ya no lo volvería a tener cerca jamás, deseaba sentirlo y así si podría entregarse. Se lamentó hasta que vio al moreno con un palo y lo partió en la nuca de Mick que cayó.

—Corre —le dijo a Edward.

Le agradeció y salió apurado de ahí, se preguntó qué haría el chico.

No volvería a su guarida, tenía otra cosa que hacer, una visita a Bruce. Se perdió en sus pensamientos y sin esperarlo la mansión Wayne se hizo visible, la helada brisa lo sacudía y él solo deseaba un poco de calor, pero del calor que solo le podía proporcionar Bruce Wayne.

🦇❓🦇

Bruce abrió los ojos, era de día y entraba luz, miró a un lado, allí dormía muy plácido Edward, boca abajo y su cabeza contra una almohada, se veía hermoso y Wayne lo acarició procurando no despertarlo, su cabello castaño brillaba con la luz que se filtraba y su respiración era muy leve. Era un deleite apreciar a Edward, pero juntó fuerza y se levantó, caminó hacia su espaciosa cocina, dispuesto a preparar un buen desayuno para Nashton.

Ensimismado en sus asuntos, escuchó un ruido que lo despertó, mierda, estaba soñando. Abrió con molestía los ojos, quería volver a soñar y allí por la ventana de su espaciosa habitación, ingresaba un lastimado Edward con un labio magullado y agarrándose un costado. 

Ya no quería dormirse de nuevo.

—Sorpresa.

Abandonó su cómoda, el piso estaba frío.

—¿Qué te pasó? —preguntó Wayne

Edward lo miró un momento, su silencio molestó al millonario.

—Cuéntame.

Nashton le comentó que tuvo un encuentro, casi no la cuenta y Bruce sintió un malestar de solo imaginar que algo le pasará, ya venía sufriendo desde ese día en que Edward le dijo que no lo quería ver más.

—Ven.

Tomó la mano de Edward, quien se sobresaltó y lo guió hasta el lavabo ubicado dentro de la habitación.

Comenzó a abrir la campera de Nashton.

—¿Qué haces?

—Quiero revisar tus heridas.

Dejó la chamarra en un perchero, prosiguió con la remera y cuando lo dejó desnudo, se obligó a llevar su atención a una contusión en las costillas y no a sus apetitosos pezones. Tocó el moretón y recibió como respuesta un gruñido.

—Me duele, pero estaré bien. —Edward se sentó en el borde de la bañera.

—Se va a curar —le dijo Wayne con seguridad y bien lo sabía, un par de costillas rotas era lo más común para él—Pensé que ya no querías verme.

—Mentí, si fuera por mí… te tendría atado y no te soltaría nunca —comentó Edward, mientras se sacaba los jeans, revelando sus piernas y después sus bóxers, quedó expuesto a Bruce que respiró hondo.—Si no te molesta, tomaré un baño. Tengo que aprovechar el agua caliente.

—Bien. Te dejaré que…

Nashton lo sostuvo por la muñeca.

—Quédate —invitó y Bruce no podía negarse.

Lo vió asearse, repasó su esbelto cuerpo y lo guardó en su memoria, no hablaron y Edward lavó su cabello, se lo había cortado. Recordó tirar de él mientras se fundía con Nashton. Se reprendió, pero tenerlo desnudo frente a él le hacía perder la cordura aún más. Edward le dio la espalda y Wayne sintió su sangre arder, se sacó la remera y el short que llevaba, se metió a la tina y la ducha lo mojo, abrazó con fuerza al de lentes, quien no puso peros y se empujó más contra él. Estar así pegados lo hizo sentir eufórico. No quería nada más en aquel momento.

—Bruce —murmuró Nashton, dándose vuelta. 

Edward tenía una erección, la chocó contra la suya y pronto sus bocas también lo hicieron, un besó codicioso, lleno de necesidad y deseo. Se llevó un poco de su ser con ese beso. Su compañero lo mordió, siempre lo hacía y a Bruce le encantaba, sabiendo que Nashton tenía fetiches que aún no le compartía, pero él estaba seguro de que le diría que sí a todo, tomó la cadera de Nashton con posesividad para pegarlo más a su cuerpo. 

Edward mordió el lóbulo de su oreja, causando que todo su cuerpo se sacudiera y luego pasó a lamer y succionar su cuello, dejando una gran marca.

—¿No te molesta?

Bruce negó, en ese momento estaba entregado a Edward y era suyo. Cerró el grifo y el agua cesó. Se enfocó en los pezones, mordió y succionó con fuerza mientras apretaba el otro y viceversa.  No pasó mucho hasta que su boca bajó dejando besos por el abdomen y se detuvo sobre el glande de Edward, saboreó el amargo presemen y Nashton tomó su cabeza, uñas se clavaron y empujó llevando su polla hasta el fondo de su garganta, lo soportó y continuó chupando. Le agradaba el trato algo brusco, pero no lo hablaría en voz alta.

—¿Quién lo diría? Batman… y El Acertijo —mencionó Nashton entre jadeos

El pene de Bruce pálpito, añoraba poder penetrar al castaño. Edward lo tomó por el mentón, le dio un fugaz beso y se agachó, la perspectiva que tenía de Nashton era increíble, el rostro colorado y la frente perlada de sudor. Se acercó a su falo erecto, lo rodeo con su mano y lamió la entrada, la sensación que produjo fue extasiante y Wayne lo demostró con un gemido, se contuvo otros cuando chupó su miembro de arriba hasta abajo. Le follo la cálida boca a Nashton y sintió que se acercaba el orgasmo, la forma tan intensa en que lo hacía era demasiado para Bruce. 

—Me voy a correr si sigues así. —Se detuvo. Salió de la bañera y buscó en el mueble del tocador; preservativo y lubricante.

—Supongo que lo hago bien—dijo Edward que lo esperaba con una mirada ardiente y se giró.

Edward dejó el trasero a su merced, con gusto lo abrió y le dió una lamida a esa entrada, era jodidamente rico y siguió explorando con su lengua hasta que no pudo más y con el preservativo y lubricante puesto se abrió pasó por esa hendidura.

—Bruce… más.

Y no se lo negó, la metió con fuerza, entró lento y Edward estaba tenso, pero sintió que se relajaba y su miembro se adentró más en ese trasero. Eso era lo que necesitaba y sus caderas chocaron, esperó que el cuerpo de Nashton se adaptará. Lo embistió otra vez, haciendo caso a las peticiones de Edward que pedía más, repitió las estocadas cambiando la intensidad por momentos, de lo contrario se correría. 

—Quiero que me llenes.

—Edward…

—Hazlo —exigió y eso fue suficiente.

Bruce se salió, descartó el preservativo y se hundió en ese agujero, con rapidez e intensidad penetró a Edward que jadeaba y se masturbaba. 

—Correte, Edward y te llenaré —pidió abrazando al castaño mientras lo ayudaba a darse placer.

—Por favor. —Se corrió en su mano.

Bruce eyaculó y se sintió desfallecer en la espalda de Nashton, en la que dejó un beso. Ahí decidió que Edward era suyo y le importaba poco lo demás, sería egoísta.

🦇❓🦇

Se hallaba sentado en la cama de Bruce, el pelinegro estaba a su lado, llevaba de nuevo los pantalones cortos pero el torso marcado desnudo, Wayne le besó la mejilla.

—Supongo que ya debo irme.

—¿Te parece que quiero que te vayas? Quédate, Edward —dijo, había un brillo en los ojos azules de Wayne y él le respondió con un húmedo beso. 

—Ouch —gimió cuando Bruce le tocó la costilla herida.

—Perdón.

—No te preocupes. Eso me excita.

Ahí estaban de nuevo, dos personas dañadas que no podían separarse, parecía que Bruce ya no peleaba con sus sentimientos por él y lo aceptaba. Edward se alegró de tenerlo, antes parecía imposible, pero estaban atados.

—Vi lo del orfanato. 

—Tú me inspiraste —confesó Bruce.

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