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Capítulo 8: La guerra del pacífico.

Se podría decir que Chile ganó en un debate no oficial que decretaba que para nosotros iban esas minas de salitre, no oficial porque de nuevo no se presentó el líder de la Confederación Perú-Boliviana, y como Chile iba unido a EE.UU y el RU, pues "ganamos" pero no de manera justa.

Y bueno, antes ya mencioné que íbamos a meter fuerza militar de por medio para conquistar territorios. Así lo decidí y así fue.

Intenté pasar el rato con Connie  y el niño bastardo, no me atreví, creo que no estuve más de una media hora en esa casa. Porque paso más tiempo en casa de mi hermano Frederik que está ocupado en temas mil veces más importantes como... ¿gobernar el país, no sé? Yo sólo perdía el tiempo con la guerra.

Por lo que yo me he enterado, la confederación está poniendo una enorme resistencia militar en la zona, y hemos estado perdiendo a muchos hombres que hacen de todo por destruirlos.

Por vía marítima también había una guerra; todos por un mismo objetivo, las minas de salitre. 

Aunque... ¿de verdad nos servían o sólo me meto en el asunto porque quiero mantener mi mente ocupada? Muchas veces me mantuve dubitativo con respecto a ese asunto. Porque no sabía qué coño estaba haciendo con mi vida en aquellos momentos, ¿valdría la pena montar la guerra? Ni idea.

...

- K-kirk, te-tengo miedo... -tartamudeé, temblando- Ven a abrirme la puerta... -y golpeé de nuevo.

Esa noche había tenido una pesadilla y mi casa estaba muy desolada,por eso fui a la casucha en que vive Kirk con su madre, en busca de consuelo.

- ¿Lars? -se asomó por la puerta y la abrió completamente, bostezó, se le veía muy cansando- ¿Qué haces aquí a esta hora? Es hora de dormir...

- Hay un monstruo bajo mi cama... -musité, preocupado, todavía temblando en pánico.

- Y... ¿qué quieres que haga? Yo no sé cómo matarlo...

- ¿Puedo dormir en tu casa?

- ¿Uh? -se sorprendió- Pero sólo hay dos camas, una de mi mamá y otra mía...

- ¿Puedo dormir contigo, entonces? -asintió de manera tímida.

Su cama estaba calentita, lo recuerdo muy bien, dormir a su lado,confortantes brazos envolviéndome, su aliento tibio en mi nuca causándome cosquillas y sensaciones extrañas en mi estómago; sabía que no debía separarme de su lado.

...

Intenté de nuevo con Connie, agarré unos días que tenía libres de trabajo para ir a su casa para poder hablar con ella del acontecer actual. No me sorprendía enterarme de cuán perturbada tanto como asustada por mí, por mi vida. No quería que me fuera de nuevo, que me alejara de su lado. Tuve que excusarme con que esas minas eran vitales para nuestro país, aunque en realidad no lo eran del todo. Eso sí, iba a mejorar la economía, sin embargo, más allá de eso mucho no aportaba.

Opté por rendirme en esa relación.

La iba a abandonar y sin miedo a nada. Me fui de la casa, para ir con mi hermano Frederik, no planeaba regresar bajo ningún motivo ni circunstancia.

...

No podía dejar de llorar, ¿cómo iba a vivir ahora sin ella? La mujer que me dio la vida ya no estaba, se fue... De viaje, aún así, me dolía porque estaría solito.

- No llores... -Kirk me tenía abrazado por detrás, entretanto yo no aguantaba mi llanto- ¿Qué pasó?

- ¡Mi mamá se fue! -sollocé, sin dejar de hacer escándolo.

- Oh, que mal... -besó mi mejilla- Ya, ya, no llores...

- ¡Es que la voy a extrañar mucho!

- Ya, ya... seguro regresará pronto...

Limpió mis lágrimas.

- Mi padre tampoco está, y mira cómo te sonrío yo... ¿Me puedes sonreír?

Forcé una sonrisa para hacerle feliz. 

...

- Lars, te felicito -Frederik me dio un par de palmadas en la espalda.

- ¿Uh?

- Haz formado tu propia guerra y vamos ganando, cosa que nuestro padre no pudo hacer.

- Ah, claro... -asentí, incómodo.

Estábamos en un refugio en Bolivia, sí, Chile está conquistando territorio con miles de matanzas crueles de por medio a cualquiera que se atreva a contradecir la decisión de que Chile ganaba esta guerra.

Por el momento vamos ganando y no saben lo contento que me pone por una parte, mientras que otra me hace sentir como un miserable ser humano que ya no sabe qué hacer para evitar pensar en en sus estúpidos sentimientos.

¿De qué me debería enorgullecer; de que por mi culpa miles murieron o que miles están esclavizados ahora en Perú y Bolivia porque esos territorios ahora son nuestros?

No, ¿por qué no empeoramos aún más el asunto, Lars? Vale, ¿y cómo? Oh, ya sé.

Envié un montón de colonias alemanas en dirección al sur de Chile para conquistar a los pueblos indígenas que quedaban y que ese territorio sea mío.

Um, sí, han pasado varios años y creo que luego de tanto tiempo con el asunto éste, puedo seguir relatando lo que me sucede, ¿y saben qué es lo que me sucede? Pues que estoy jodidamente loco, un loco que merece morir.

He mandado a matar a miles de personas, tengo esclavizadas a otros miles más. Y vivo refugiado como un marica junto a mi hermano.

Por ello, la culpa me ganaba y acabé devolviendo el territorio, exceptuando por las minas que queríamos, todo esa área es nuestra y de los ingleses, nos llenamos de empresarios y contratos millonarios para firmar. No saben cuánto dinero ganamos ahora.

Recuerdo haber recibido la petición de reunirme con el líder de la ya derrotada Confederación, para una charla formal y llegar a un acuerdo pacífico, el recuerdo que tuve de la reunión en La Haya, donde Mustaine me mencionó el apellido Hammett y la larga cabellera rizada.

No podía.

No podía charlar con alguien que me recordara a él, joder, ¿cuántos años, casi décadas han pasado desde que nos hemos separado? Lars, madura, por favor... ¿Por qué no puedo? ¿Por qué no jodidamente puedo?

Me negué y salté a la reunión, lo dejé plantado. Los nervios tanto como la ansiedad me superaron por mucho... No, los recuerdos otra vez no, joder... ¡NO AHORA!

Me di una gran bofetada, no iba a permitir que otra vez eso me ocurriera, tengo que seguir, no llorar, no debo...

Caí de rodillas al suelo, las lágrimas caían por mis mejillas, nadie podía verme ni mucho menos comprender lo idiota que resultaba este asunto sentimental mío.

El tiempo seguía y seguía pasando, yo ya no razonaba, me ponía como una bestia indomable en ocasiones, que sólo pensaba en matar, aniquilar, destrozar a los demás.

Ya, me dejo de payasadas, ugh. Recibí una terrible noticia, una muy terrible noticia: las tropas alemanas fueron asesinadas por Argentinos que conquistaron la zona llamada "Patagonia", ¿qué coño había pasado? ¿Es que acaso ellos planeaban quedarse con el puto ártico sureño de Chile mientras yo me calentaba la cabeza mandando refuerzos militares a la Confederación para unas putas minas? ¡No se vale!

Creo que fue una de las peores noticias que pude haber recibido en mi maldita y penosa vida.

- ¿Quieres viajar a Argentina para charlar con el señor Mustaine, no es así? -Frederik trató de calmarme porque se me notaba a leguas lo horriblemente irritado que andaba.

- ¿Y cómo no, hermano? -bufé, apretando el puño- Necesito saber qué es lo que ocurre con ese imbécil.

- ¿Viajamos juntos?

- ¿Uhh...? -abrí los ojos demasiado- ¿Me jodes? ¡Para nada!

- Oh, vamos, déjame acompañarte, estás demasiado loco en la actualidad -me eché para atrás, negando- ¡Lars!

Por la razón o la fuerza.

Acabamos yendo juntos a Argentina, donde apenas salimos de vehículo que nos transportaba, un montón de militares corrieron a nosotros con sus armas, apuntándonos con éstas. Tragué saliva, me costaba respirar, no creía que eso estaba pasando.

- Che, han llegado los dos hermanos Ulrich, bienvenidos -dijo el presidente de Argentina, acercándose a nosotros con una sonrisa maliciosa-. Ellos son mis amigos, pelotudos, déjenme a solas con ellos -crucé los brazos-. Dale, no sean garcas, vení, vení.

Incómodos le seguimos hasta una propiedad que era la Casa Rosada (donde él gobernaba), en una sala demasiado formal para mi gusto, los militares argentos seguían apuntándonos con sus armas.

- Lars, ¿te acordás de mí? Dudo que vos seas tan tonto, decíme, ¿te acordás?

- Pues claro, hueón de mierda -reproché y gruñí, mi hermano trató de retenerme para evitar cualquier arranque de furia mío.

- ¿Y te acordás de Hammett? El que te mencioné... ¡Vos lo conociste y tanto que te quería él hablar y lo dejás plantado! ¿Sos boludo que no pudiste pedir disculpas? El pobre quedó muy decepcionado.

- ¿Kirk Hammett...? -consulté, Frederik rodó los ojos.

- No me digas que no sabías, Lars -mi hermano me soltó.

- ¡¿Qué cosa?! -grité histérico a mi familiar.

- Que el estúpido hijo pobre de la empleada es el actual líder de la Confederación Perú-Boliviana que tú mandaste a esclavizar.

Eso fue como una apuñalada en la espalda.

Me dejé caer de rodillas, gruñendo en rabia.

- ¡No me mientas! -llevé ambas manos para cubrir mis orejas- ¡Ese no es el Kirk que yo conocí!

Sin darme cuenta de nada, los militares nos agarraron a los dos y nos esposaron, intentamos imponer fuerza bruta que resultó en vano, entre varios hombres nos represaban.

- ¡Déjenme! -rogué a punto de ponerme a llorar, no, ahora no...

Por las escaleras se escuchaba a alguien bajar, hacia mí caminó un sujeto de piel morena y larga cabellera oscura y muy rizada, esos grandes ojos miel que hipnotizaban, no... ¿por qué, por qué...?

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