Capítulo 3 - Tóxica
Punto de vista de Erick
Tenía que ganarme como fuera el amor de mi hijo, quería que me viera como su padre aquel que debí de ser hace cinco años; ojalá hubiera escuchado alguno de los mensajes que María me mandaba, pero como me dolía tanto recordarla cada vez que lo veía lo eliminaba, fui un egoísta que solo pensaba en mi y me olvidé de mi familia, mis amigos y todo. Fui a casa de mi hermana a verla, y también a conocer mi sobrino; con lo orgullosa que es Cris igual me costará un poco pero trataré de mostrarle mi apoyo.
— Erick... — me dice con sus ojos llorosos.
— Hermanita... — me abraza y rompe en llanto en mi, me partía ver a mi hermana así pero no podía hacer nada para consolarla, tristemente no puedo devolverle a Yashua. Le preparé una tila para que se relajara y pudiéramos conversar, han pasado seis años tenemos muchas cosas que contarnos. — te presentaría a Jace pero está en la escuela, es un año menor que... — ella se queda en silencio como si hubiera dicho algo que no podía.
— ¿Erick? — le preguntó y ella suspira.
— Ah ya le conociste. — suelta el vaso de tila en la mesa de centro. — van a la misma escuela.
— Así que Jace tiene cuatro años.
— sí, bueno María dio a luz a Erick y al poco tiempo me enteré yo que estaba embarazada — Me siento a su lado. — Si vas a ser el padre que debiste de ser hace cinco años te permito que vuelvas a la vida de María y que entres en la vida de Erick, pero esto no es un juego, tu hijo no es un juego; no puedes cansarte y si ves que te viene grande igual estás a tiempo de volverte a L.A.
— No me voy a cansar, por dios. — le digo. — Es parte yo, parte la mujer que he amado más en toda mi vida.
— Entonces sé su padre y sé el Erick del que María se enamoró. — me acaricia la mejilla. — Estás mayor. — se ríe.
— y tú también enana. — la abrazo. Cris y yo siempre somos los mismos, jamas cambiaremos pase el tiempo que pase.
Llegué a casa directo para entrar en la ducha y ponerme una camiseta negra con unos jeans blancos y una chaqueta de cuero. Me acomodé el pelo, recogí el enorme peluche oso que le voy a regalar a Erick y la joya para Maria y después de eso salí a la casa que podría haber sido nuestro nidito de amor, pero preferí los Ángeles. Llamé a la puerta muy nervios, como si de un concierto en el Luna Park se tratase; pero estábamos hablando de mi hijo y de la mujer que amo, es diez mil veces eso.
—- Hola. —- me dice Maria cuando abre la puerta, ella se hace un hueco para que pase, en la sala de comer me vi a todos mis amigos; Conchi y Joel, Nerea y Richard, Chris y Gisela y Zabdiel y Andrea. — espero que no te importe que estén, pero esta noche nos tocaba. Aunque Cris no quiso venir.
— No, claro que no. Además está la persona más importante. — le sonrio a mi hijo y me siento a su frente con Maria al lado. Y por un momento en la noche me imaginé que no me había ido a L.A, que me quedé en Miami, que estuve con ellos en sus subidas y bajadas, que vi crecer a Erick y que María y yo estábamos mejor que nunca, pero ese recuerdo fue veloz.
—Erick... — mi hijo me llama, me desconcierta, a ver no es que espero que me llame papá, o si, pensé que sería más fácil todo. — ¿Eres cantante verdad?
— Así es.
— Me gustan tus canciones, mamá las pone a todas horas. — Maria empieza a toser y yo la miro.
— ¡Claro! Están sonando en la radio todo el dia. — dice cuando bebe un poco de agua.
— Tengo una mascota, ¿Quieres verla? — dice y viene hasta mi para cogerme la mano y llevarme con él.
— Vamos. — dice Maria levantándose de su asiento.
— No. mamá solo Erick y yo. — Maria no muy convencida se queda en su asiento y Erick y yo nos vamos hasta su habitación de color azul, donde me enseña a su mascota, es un pequeño conejo blanco. — Se llama Hope.
— ¿Nunca lo sacas de ahí? — le digo y él niega con la cabeza.
— Tengo miedo a que me muerda. — le sonrío.
— ¿Puedo cogerlo yo?
— Está bien pero si te muerde es culpa tuya. — abre la jaula donde tiene dentro a Hope. Yo le cojo con cuidado y le acaricio para sentarme en la ventana y él a mi lado. — Me caes bien. Pero todavía no te conozco tanto como para llamarte papá.
— No te caigo bien, te regale un oso de peluche y ni lo miraste.
— Bueno, quiero conocerte. Ven mañana por mi a la escuela. — seguimos un rato más conversando. Al final se atrevió a tocar a Hope. Sali de cuarto cuando se durmió, María estaba en la puerta.
— Se durmió — le digo cerrando la puerta.
— Si...— me dice con su mirada baja.
— Dice que le caigo bien, pero no creo, odia tanto ese oso de peluche cómo tu la joya que te regalé.
— Erick, nuestro hijo no necesita regalos caros ni que te ganes su cariño con dinero, Erick solo quiere conocer a su padre. — me dice.
— Quiere que vaya a recogerle mañana a la escuela. — le digo y ella abre los ojos como platos.
— ¡Hace dos días estabas en los Angeles sin tener idea de la existencia de Erick y ahora quieres ir a recoger a mi hijo a la escuela!, ¡Estás loco Brian!
—¡Es mío también!
—¡Y DONDE ESTABAS HACE CINCO AÑOS CUANDO NACIÓ!
— Por favor. Sé que no puedo pedirte nada, no tengo derecho pero quiero ser su padre.
— Está bien. — dice suspirando abatida. — mañana te veo allí.
Bajo las escaleras hasta la sala y después salgo al jardín para ya casi marcharme y me veo a los chicos junto a Conchi.
— Erick — escucho la voz de la chica — No la fastidies más.
— Si no estás listo para lo que se viene, vuelve a L.A entonces bro. — dice Richard.
— Que quiero ser padre. Que quiero estar con mi hijo, y ya. Sé que los abandoné a todos pero esta vez las cosas han cambiado.
— ¿Qué es lo que ha cambiado? — me dice Conchi.
— Erick ha cambiado. — les digo. — es algo que es de María y yo, es fruto de todo lo que nos quisimos.
— Y de aquel estupido juego también. — dice Chris. — Confio en ti, pero no me hagas tener que arrancarte los bonitos ojos. — dice y luego los unimos en un abrazo.
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