Punto de vista de María.

— Lo descubrí dos meses después de que te marcharas. — dije con el botellín de cerveza en la mano. Estaba apoyada sobre la barra de mi cocina. — Estaba en clase y tuve que salir a vomitar y caí en la cuenta de que llevaba varias semanas, casi un mes  de retraso con el período por lo que Cris me acompañó a la clínica y bingo, ahí estaba nuestro hijo.

— ¿Por qué no me llamaste para contarme? — me dice.

— Te llamé, pero siempre me saltaba el buzón, te dejé quinientos mil mensajes pero ninguno respondiste. — suspiro. — entonces me prometí que si no eras capaz de llamarme para saber que era aquello tan importante que tenía que decirte no te buscaría más, que Erick y yo merecemos algo mejor.

— ¿Por qué lo llamaste Erick? — me preguntó.

— Iba a crecer sin su padre, que mínimo que tuviera aunque fuese su nombre. — Se le aguaron los ojos, Erick no se esperaba para nada esta noticia.

— No se puede negar que es tu hijo, se parece a ti. — sonríe y yo le devuelvo la sonrisa.

— ¿Estas de coña? Erick, el niño tiene tus ojos y tu acento cubano. — me rio — cada vez que le miro es como mirarte a ti pero en miniatura.

— ¿Por qué decidiste tenerle?, Tú, aquella mujer que no pretendía tener hijos mínimo hasta Los veintinueve, mira si tienes veinticuatro y un hijo de cinco.

— mi plan era abortar, pero no está permitido a partir de las catorce semanas y yo ya estaba de trece, por lo tanto mientras planeaba y todo, no podría hacerlo; luego quise darle en adopción pero le tuve nueve meses dentro de mi, sentí sus patadas y como se relajaba con mi voz, cuando nació y le vi, no pude. — Él se acerca a mi. — mi abuelo falleció hace tres años y mi abuela hace un año. No me queda más familia, lo único que me queda es Erick, él me ha dado fuerzas para seguir adelante.

— Quiero conocerle. — le miro con los ojos como platos.

— para Erick eres un completo desconocido y no sé si podría...

— Será bajo tus condiciones y bajo tu supervisión si quieres, pero es mi hijo también y me he perdido sus primeros cinco años de vida no quiero perderme más... sólo déjame ser el padre que debí de ser.

— Llegas cinco años tarde. — le digo seria.

— Por favor — junta sus manos en señal de súplica.

— Déjame pensarlo, ¿Vale? — le digo y él asiente.  Se dirige hacia la puerta donde se encuentra con nuestro hijo, el que le sonríe y Erick le choca la mano para después mirarme y finalmente montarse en un coche para marcharse. Yo me dirijo a Mi hijo que está en brazos de Joel, el que entra en mi casa.

— ¿Y bien? — dice.

— Día duro. — le hago la señal que aún no puedo hablar, Erick está comenzando a entender todo lo que hablo y no estoy lista para darle la información necesaria sobre su padre.

La noche había caído sobre Miami, estaba en el cuarto de Erick arropándole para que fuera a dormir. No se puede negar que es nuestro... es una pequeña mezcla de los dos, tiene el cabello castaño rubio como yo y los ojos verdes como su padre, y en cuanto a carácter heredó lo cascarrabias del padre y lo luchador de mi.

— Mi amor... — le digo acariciándole su cabeza. — Tenemos que hablar sobre tú papá.

— Era el hombre que estaba esta tarde aquí, ¿verdad? — Y lo listo no sé de quién lo sacó. — mamá se te notaba en la cara.

— El caso es que quiere conocerte y yo no tengo problema pero sólo lo haremos si tú quieres.

— Si está bien, invítale a cenar mañana. — me sonríe y cierra los ojos para dormir. Yo salgo de su habitación y entro en la mía, mañana le avisaré a Erick...

Pero no puedo creer que esto esté sucedido, no puedo creer que esté, de vuelta a mi.

Punto de vista de Erick.

Abro los ojos lentamente y en lugar de encontrarme en mi habitación de L.A, estoy en mi antigua habitación aquella que no estaba en ella hasta hace seis años, sigue todo tal cual lo dejé; mis fotos en el corcho los trofeos de fútbol y la foto de los chicos y yo en el último año de preparatoria.

Salí hacia la sala y vi a mi mamá desayunando, la que estaba muy rara conmigo.

— Mamá, este café es baratija. — ella me mira.

— No tengo tú mismo dinero, aquí compro lo que se puede.

—¿Se puede saber que te pasa? — le digo.

— Que no te reconozco Erick, ya no eres mi hijo. — cierro los ojos sintiendo el golpe. — No has sido capaz todavía siquiera de acercarte a tu hermana, no conoces ni a tu sobrino y tampoco a...

— Mi hijo. — la interrumpo. — Descuida, ya lo conocí. ¿por qué nadie me lo contó?

— lo intenté, cuanto Erick cumplió un año y María ya se rindió de intentar localizarte, yo me fui hasta L.A a uno de tus conciertos, tuve que estar entre toda esa gente como si fuera una fan más que no lo soy, soy tu madre; pero cuando te vi estabas irreconocible en ese momento supe que Erick y Maria estarían mejor sin ti. — yo asiento pero no estoy de acuerdo.

— Todos se van a tener que tragar sus palabras, porque voy a ser el padre que Erick necesita. — digo.

— Si María te lo permite, porque Erick no es Colón, es Sánchez y en ningún lado rezas como su padre, sin el consentimiento de Maria no puedes hacer nada. — suspira. — pero lo hará, porque todavía te quiere, por Dios no hay más que ver que su hijo se llama como tú.

Mi teléfono suena, tengo una llamada entrante de María espero que me dé buenas noticias de nuestro hijo.

— Dime María. — digo cuando descuelgo la llamada. Llevaba tanto tiempo esperando una llamada así.

— Erick, estoy dispuesta a aceptar que conozcas a nuestro hijo, pero primero tienes que venir a cenar esta noche.

— así haré. Gracias. — cuelgo y miro a mi mamá.

— No la fastidies hijo, Erick no necesita a su padre, Maria se encargó de que nuca le hicieras falta; pero si vas a conocerle, haz las cosas bien. — me dice con una mano en mi mejilla.

Por ahora voy a cancelar mi gira, me quedo en Miami; quiero ser el padre que debí de ser hace 5 años.