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Capítulo II

Taehyung había dejado sus estudios para dedicarse de lleno a la música, su padre lo apoyaba y creía que su madre también. Con tan solo 21 años, se había convertido en un icono para el jazz, R&B y soul, millones de personas siguiéndolo y convirtiéndose en una leyenda.

La música lo hacia feliz, el saber que era tan escuchado y amado por muchos le daba felicidad completa. El peso de la fama era algo a lo que temía, muchas cámaras encima siguiéndole, periodistas y paparazis por todos lados. Sabía que cualquier paso en falso por su parte y seria comidilla para ratas. 

Le gustaba mantener su imagen limpia, sin embargo tampoco seria tan falso de fingir que era perfecto. ¡Nunca! Amaba mostrarse como era en realidad, con todos sus defectos y cualidades, la gente debía conocer como era sin actuaciones de por medio. Por eso en cada entrevista que hacia respondía con toda la sinceridad del mundo, algunas veces catalogaban sus respuestas como crudas y fuertes. 

Pero esa era la realidad, su realidad. 

Luego de conocer un poco más a Jungkook, y sentir un profunda conexión con el hombre rubio, decidió dejar a su pareja de ese momento, Bogum. El hombre era amable, guapo, inteligente y  carismático. La perfección hecha hombre, pero no tenía esa locura que alguien si tenía, no había esa chispa que lo enloquecía. Tal vez fue muy hijo de puta al terminarle de una manera cruel.

No lo juzguen. No lo entenderían. Cuando es por amor, uno hace y deshace con tal de ser feliz al lado de esa persona. Y si para estar con Jungkook debía hacer muchas cosas, lo haría. Lo amaba con todo su ser.

Si bien era conciente de que Jeon tenía novia, no le importaba. Si debía cometer locuras con solo tener la atención de Jungkook lo haría. Si debia... Haría eso y mucho más por ese hombre rubio.

Cuando uno se enamora, no piensa dos veces antes de hacer, por ello poco a poco dejó de importarle lo que antes pensaba. Él quería que Jungkook lo amará tanto como él lo amaba. Quería que viera que él podía estar a su lado. Que haría lo que fuera con tal de permanecer a su lado. 

"Hacer. Hacer. Hacer. Hacer."

Jungkook y Taehyung habían decidido pasar aquel verano de ese mismo año en una isla, solo los dos. Saliendo como una pareja amorosa, para Taehyung había sido el cielo, la perfección. Jungkook era muy caballeroso y amable con él, que le fue imposible no enamorarse.

Sus palabras eran dulces, tiernas y cariñosas, como las de un amante romántico y ni hablar de sus acciones que eran la gloria para él. Y sentía que Jungkook tenía el mismo sentimiento que él.

Tan cegado por amor, estaba completamente a merced de cumplir con lo que Jungkook le pidiera, de hacer todo y más por él. Con tal de que su hombre rubio no lo dejara, de que dejara a la mujer con la que estaba y ellos dos pudieran ser felices juntos. 

Luego de llegar de sus vacaciones juntos, Taehyung se tatuó al lado izquierdo de su pecho el nombre de Jeon Jungkook, como una muestra de amor hacia ese hombre que lo traía locamente enamorado. 

Sus tatuajes eran no solo una muestra de rebeldía, si no que iba más allá de eso. Eran marcas permanentes que contaban parte de su vida, momentos que sucedieron y lo marcaron fuertemente. Eran el arte de su vivencia. 

Y era justo que el amor de su vida quedará marcado en su cuerpo. Porque Jeon Jungkook había sido un momento importante de su vida. Un momento que merecía estar tatuado sobre su corazón, porque ese era el lugar permanente de Jungkook. 

Taehyung se imaginaba una vida al lado de Jeon. 

No esperaba que Jungkook lo citara tiempo después en una cafetería, pues normalmente frecuentaban a bares, moteles o a su departamento. Sus encuentros era casuales y alocados. Que lo citara a una cafetería era totalmente extraño, pero de nuevo, no le tomó importancia. 

Se había arreglado muy bien, una camisa de lentejuelas doradas sin mangas y cuello alto, con unos pantalones de cuero negro y unos zapatos negros de tacón alto. Se había maquillado levemente y complemento con unos lentes de sol, anillos y pulseras en sus manos. 

Cuando había llegado al lugar, ahí estaba puntual Jeon. Sentado en una mesa algo demasiado alejada y escondida, con una expresión muy seria. Algo que le pareció inusual a Taehyung. 

—Terminamos —fueron las palabras de Jeon, cuando Taehyung le había preguntado. La sonrisa de Taehyung se borró por completo y su rostro se tornó angustioso.

Sus palabras secas e indiferentes, su expresión estoica no cambió ante las lágrimas de Kim. Parecía ajeno a las emociones contrarias. 

—¿Qué? —balbuceó con la voz rota.

—No quiero dejar a Jieun —y eso se sintió como una vil puñalada para el corazón de Taehyung—. Continuemos como amigos, ¿te parece?

Y Taehyung, con tal de tener a ese hombre rubio en su vida, lo aceptó. Lo aceptó porque lo amaba, porque podía sentir que aún había esperanza de que su relación volviera. Sabía que esa mujer era un obstáculo en su relación. 

Él sabía en lo que se atenía al estar con Jungkook; salidas clandestinas, ser el otro, aguantar y esperar a que Jungkook lo llamará para poder verse.  

Aceptar ser solo amigos después de todo lo que habían hecho y pasado juntos era una jodida ironía. ¿Cómo actuar como amigos cuando tenían una historia de amor juntos? Taehyung quería ahogarlo en sus palabras, insultarlo y golpearlo. 

Pero, no lo hizo. Lo aceptó con un nudo en la garganta que sostenía sus quejas e insultos hacía el hijo de puta que lo mirara como si le valiese mierda su estado. 

Para el cantante fue una tortura. El alcohol se había convertido en su mejor amigo, en la medicina para su dolor físico y emocional. No había momento en el que no pensara en Jeon, no tenía idea de porque, pero en todo lado parecía verlo y escucharlo. Se estaba volviendo loco, estaba enloqueciendo. Y todo por un puto hombre que lo utilizó y manejó a su antojo.

Quería odiarlo, quería sacarlo de su vida, pero le era imposible. Su mente, cuerpo, corazón y alma tenían el recuerdo marcado de Jeon Jungkook.

Taehyung sabía que estaba mal, se había vuelto tan descuidado en sus responsabilidades, se estaba desconociendo por completo. No se reconocía.

Aquel joven con sueños y aspiraciones se había ido por el caño, y en tan poco tiempo, por una maldita persona. ¿Qué diablos le estaba pasando? La llegada de Jungkook a su vida causó una avalancha de problemas y sucesos que jamás llegó a creer pasar.

Su vida se estaba convirtiendo en alcohol, alcohol, alcohol y más alcohol. Se lesionaba con la esperanza de que el dolor emocional no le jodiera la cabeza. Bebía hasta quedar inconsciente para matar el dolor físico.

¿Dónde carajo había quedado Kim Taehyung?

Se replanteó esa pregunta frente a su espejo de baño. Observó su rostro, sus ojos rojos por el llanto, las drogas y el alcohol. Su piel tan pálida y demacrada, ya no estaba ese tono acaramelado y suave tan característico en él. Sus mejillas antes abultadas, ahora eran inexistentes. Y su cabello era una maraña de nudos y grasa.

Se había descuidado tanto.

Estaba jodido.

Salió del baño, y caminó por su casa. Las paredes estaban manchadas de sangre seca, botellas de licor y cerveza regadas por el suelo, al igual que envolturas y cajas de comida rápida. Ropa sucia por doquier...

¿Qué mierda había pasado?

El teléfono sonó.

"No te ilusiones, no te ilusiones"

No había tenido contacto con Jeon en bastante tiempo, su relación de amigos tenía el significado oculto de "Hagamos de que nunca nos conocimos, lo que pasó entre nosotros nunca sucedió". En pocas palabras el muy cabrón lo botó como juguete desechable. 

Caminó con inseguridad pero rapidez al aparato pegado a la pared cerca de su cocina y lo descolgó. Su corazón latía con rapidez y su mente andaba en blanco, sus manos temblaban ansiosas.

—Taehyung.

Oh.

—Namjoon, hola.

—Esto será rápido, necesito reunirme contigo urgente —ordenó sin dar lugar a discusión su mánager.

—Ah, vale —murmuró sin ganas—. Dime la dirección y ahí estaré.

Luego de la corta pero incómoda charla, Taehyung ordenó su hogar. Lo detalló minuciosamente y se dió cuenta del cambio tan fuerte que había dado. 

Suspirando, se fue a arreglar para encontrarse con su representante. Se bañó, revisó su armario buscando un conjunto de ropa, vistiendo unos jeans bota campana con una camiseta blanca sin mangas y unas zapatillas de tacón, se maquilló dándole algo de vida y color a su rostro, su cabello azabache peinado en rulos con una pañoleta, y al final añadiendo lentes de sol.

Salió de su casa, metiendo sus llaves y billetera a su cartera de mano. El chofer lo esperaba enfrente, se subió a los asientos traseros y ya se encontraba de camino al sitio acordado. Su vista se mantenía mirando a la ventana polarizada, la gente caminaba tan alegre, parejas sanas y enamoradas, familias sonrientes y unidad.

Que puta envidia, eh.

Añoraba eso, ansió eso en su niñez y juventud. Su padre los había dejado y fue privado de verlo durante muchos años. Su madre demasiado metiche en su vida y poco amable. Una familia disfuncional. Y ahora, sufriendo por un bastardo.

Je, que cosas, ¿no?

Que tan jodida puede ser la vida. "Tus acciones manejan tu destino" decía su querido padre cuando su madre iba y se quejaba de su comportamiento rebelde.

—Señorito Kim, hemos llegado —avisó su chófer.

—Gracias, Mingyu.

Bajó del automóvil y se adentró al edificio. Saludó a algunos conocidos por ahí que se encontró. Agradecía no haberse encontrado con paparazzis ni reporteros. No estaba en contra de ellos, pero como toda persona con fama, le agobiaba tantas cámaras, tantas voces, tantas preguntas...

Al entrar a la oficina de Kang, el olor a whisky le llegó a la nariz, su lengua picó y tragó saliva. Se sentó en la silla frente al escritorio y el hombre moreno lo miró.

—Milagro de verte.

Taehyung mantuvo la cabeza baja, la vergüenza y pena de sus faltas le carcomieron la cabeza. Había saltado sus actividades e ignorado las llamadas intensas que le hacían desconectar el teléfono

—Lo siento...

—No te pedí que vinieras para disculparte —acotó Namjoon—. Seré breve, Taehyung, tanto como amigo, familia y representante, me preocupo por ti. Te quiero y por eso busco tu bienestar. Por ello, lo mejor es que vayas a rehabilitación.

—No, Namjoon.

—Taehyung, acéptalo, lo necesitas —Namjoon lo miró con suavidad y compasión—. Estas mal y necesitas ayuda, date cuenta de eso.

Kang Namjoon era su primo, pero se comportaba más como un hermano mayor. Muy protector y atento a él. Ambos tenían una excelente y fuerte relación, un vinculo inquebrantable. Taehyung apreciaba a Namjoon, lo quería demasiado. 

—Si mi padre decide que es así, iré, de lo contrario mi respuesta seguirá siendo la misma. ¿Quedó claro?

Y sin esperar o dejar responder, salió de ahí como si le quemara estar allí. Tan asfixiante permanecer en aquella oficina. 

Supo que Namjoon se había comunicado con su padre al poco tiempo de su encuentro y que la respuesta de su progenitor había sido: "Solo es una adicción temporal, ya le pasará". Cosa que enfureció a su mánager y que hizo sentir a Taehyung alivio y tristeza.

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