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Capítulo 21: Quédate conmigo.

El cuerpo de Abby se removió incómodamente.

Lentamente abrió sus ojos y reaccionó muy asustada al instante de verse en como estaba: Tenía cinta en su boca, estaba sujetada en una silla amarrada con cinta adhesiva gruesa, su cabeza estaba sangrando y estaba sucia.

Empezó a sollozar bajo. Estaba asustada, de pronto, se dio cuenta que algo estaba a su lado y volteó, como en cámara lenta, observó un cuerpo en descomposición.

Soltó un grito de terror a través de la cinta mientras se sujetaba firme a la silla.

Era una de las ex-pequeñas de la casa, Zara: en una silla sujetada con cinta en sus manos, su cuello estaba abierto con una gran cortada, había mucha sangre esparcida, moscas y lombrices por su abdomen también abierto, su boca estaba cubierta por cinta y no tenía ojos.

Una puerta se abrió de golpe captando la atención de Abby, la sombra negra se acercó hacia ella lentamente mientras sostenía una pequeña cierra y así comenzar el sufrimiento a muerte lenta de la chica.

Ella sólo lloró y negando con la cabeza pidiendo piedad, pero ya era tarde.

El asesino cortó los dedos de ambas manos con una pasada con la sierra mientras éstos caían al suelo y mucha sangre se esparcía por todas partes.

Luego la degolló con un filoso cuchillo y después cortó los párpados de sus ojos.

Abby había muerto.



~•~




Justin acomodó la corbata negra de su traje.

-¿Nervioso? -preguntó uno de sus amigos. Steve McCann.

Él asintió mientras tosía nervioso-. Un poco, quizás... -murmuró.

-¿Y dónde está tu cita? -preguntó Steve riendo.

Justin frunció el ceño-. No tardando llega. -hizo una mueca, pues no se encontraba seguro. Tenía miedo de que la chica escapara, porque la última vez que una fue elegida para un evento, intentó escapar esa noche.

-¿Recuerdas cuand... -su amigo Steve fue interrumpido cuando Justin le detuvo con la mano.

Las puertas del lugar se habían abierto dejando ver una figura muy conocida para Justin. Ella había llegado, y se veía hermosa; su cabello rubio suelto, el vestido era perfecto y la máscara a juego hacia lucir todo de una manera increíble. Sonrió de lado.

Un joven que recibía, tomó la chalina mientras ella se dejaba adaptar al ambiente.

-Gracias. -sonrió murmurando ella.

Justin se acercó a ella lo más rápido, Jenn se sorprendió.

-Jenn. -sonrió.

-Hola... -dijo tímida mientras lo miraba de arriba hacia abajo.

Él tomó su mano y depositó un cálido beso en ésta-. Te ves bellísima, preciosa... perfecta.

La chica se sonrojó ante los comentarios.

-Gracias... P-pap..

-No. -rió negando-. Esta noche... -se acercó a ella hasta llegar a su oreja izquierda y susurrarle-. Llámame Justin. -sonrió.

La voz de él era un poco ronca y eso le había erizado la piel a Jenn. ¿Cómo es qué un hombre puede provocar de una manera tan... sensacional?, pensó ella.

-Justin. -tragó levemente.

-Ven conmigo. -tendió su mano y ella aceptó sin rodeo alguno.

La gente se empezó acercar al punto de reunión, donde los principales llamaban la atención de todos.

-Buenas noches y bienvenidos a nuestra gran fiesta. Es una forma de expresarles nuestro agradecimiento a todos, y qué más con ésto. Nuestro objetivo es que se relajen y disfruten de una maravillosa noche. El tema, máscaras. -sonrió mientras todos aplaudían y reían-. Pueden deleitarse con nuestros mejores platillos, nuestro baile y otras delicias, pero sobre todo ¡Diviértanse! -dicho esto, dando finalidad a la corta presentación, todos aplaudieron y entraron a una sala donde se encontraban mesas para poder empezar con la gran cena.

De entrada, se presentó un Caviar de Almas, uno de los platillos más caros del mundo.

-¿Ya te dije que esta noche te ves preciosa? -susurró Justin hacia Jenn en su oído derecho. La chica se sonrojó al instante.

Justin sonrió con malicia, por su mente ocurrían escenas muy explícitas, aunque sabía que no era el momento adecuado, pero se estaba tentando a realizar cada cosa que se le presentaba en la mente.

-S-sí -sonrió ella.

-Bien.

Al finalizar la entrada, el platillo fuerte consistía en mariscos, crustáceos y curbitáceos cocidos a la mínima temperatura para conservar al máximo el sabor a mar.

Justin posó una de sus manos en el vestido de la chica, acariciando lentamente, enviándole un escalofrío por su espalda.

Se acercó a ella y volvió a murmurarle.

-No sabes las ganas que tengo de quitarte ese vestido.

La chica, quién bebía de su copa, tosió por las palabras, casi se ahoga al oír tal barbaridad.

A lo último, como un cierre, se presentó un platillo de trufas italianas Blanca Alba.

Y como una pequeña cortesía del evento, un postre, que consistía en un Golden Opulence Sunday, un sundae -el más caro del mundo-; Un helado de vainilla de Tahiti bañado de vainilla ahumada de Madagascar y envuelto en una pequeña lámina de oro de 23 quilates. Para comerlo, se utiliza una cuchara de oro y se acompaña con un tazón de caviar dulce que está sobre una cuchara de nácar.

-Wow, todo ha sido increíble... no tengo palabras. -murmuró Jenn tímida.

-Lo mejor para mi princes....

-¡Señor Bieber! -una mujer de unos 29 años de edad se acercó hacia la mesa en donde se encontraba Justin y Jenn.

-Duquesa de Lourd. -sonrió Justin mientras se levanta.

Los labios de Jenn se formaron en una mueca ya que había interrumpido su intento de momento lindo.

-Es un placer verte nuevamente. -la joven mujer acarició su rostro con delicadeza. Justin sólo sonrió.

¿Acaso estaba coqueteando con él? ¡Él es mi Papi!, pensó la rubia.

Jenn tosió levemente, interrumpiendo el momento.

-Hola. -sonrió Jenn mientras se acerca a Justin, tomándolo por sorpresa ya que había sujetado su mano.

-¡Modales! -rió Justin-. Lourd, ella es mi Jenn, mi novia. -presentó él.

Al parecer, Lourd se sorprendió, ya que abrió su boca como si no pudiera creer lo que estaba escuchando. Jenn adoró en su interior como Justin le había llamado. Novia, que bonito sonaba eso. Sonrió triunfante mientras le tendía la mano a la Duquesa por educación.

-Soy Jenn, su novia. -recalcó la última palabra.

-Un gusto. -sonrió falsamente.

-¿Qué tal todo? -preguntó Justin.

-Oh, nada importante. Me tomó por sorpresa verte por aquí, hace tiempo que no te veo. -Lourd tocó coqueta a Justin como si nada importara más, ignorando la presencia de Jenn.

Jenn frunció el ceño.

-Sí.... -murmulló él mientras se ponía nervioso y rascaba la parte trasera de su nuca.

-Bueno, es una lástima que ya casi no podamos comunicarnos como solíamos hacerlo, quizás te vea en algún futuro. -rió.

-Claro, quizás en una comida. -sonrió, no le quedaba de otra.

-Bueno, nos vemos ¡diviértanse! -se despidió sin más y se fue.

-¿Quién era ella? -Jenn soltó al instante.

Justin bajó su mirada hacia su pequeña. Sonrió, sabía que se había puesto celosa.

-Una vieja amiga.

-¿Sólo una vieja amiga? -juntó sus brazos cruzándolos.

-Por supuesto.

-Pues no parecía que sólo era una vieja amiga -siseó. Justin rió por su intento de enojo-. ¡Te estaba coqueteando!.

Justin rodó los ojos divertidos-. Créeme -tomó su barbilla y alzó su mirada juntándose con sus ojos mieles dulces-. Ella no es nadie, además, creo que suena muy bien cuando la palabra novia sale de mis labios ¿no lo crees?.

-¿A q-qué te re-refieres? -dijo nerviosa.

-Tu eres mi novia, yo soy tu novio -la abrazó. Se acercó a su oído y susurró-; Pero aún así soy tu Papi y tu eres mi pequeña. -una sonrisa linda escapó de sus labios.

Jenn no resistió más y abrazó a Justin depositando un beso en su mejilla derecha.

La música de la banda sonora se escuchaba por todo el gran lugar, dando a entender que el baile empezaría.

-¿Bailarías conmigo esta pieza? -Justin hizo un puchero mientras tendía su mano hacia su chica.
Jenn dudó por unos segundos y después avanzaron entre la multitud.

Justin la tomó de sus caderas pegándola más a él, Jenn tendría que al menos sentirse segura de bailar, ya que había practicado lo suficiente como para llegar hasta donde estaba.

Un giro lento y suave al compás de la música mientras se oía la espléndida voz de la cantante y su coro.

-Lamento lo de la otra vez. -la chica susurró con miedo.

-No -él acaricia su mejilla con dulzura-. Perdóname a mí. Fue mi culpa, herirte no está y nunca estará en mis planes. Yo sólo quiero lo mejor para ti, porque siento que es necesario y que lo mereces más que nadie. Sé que tu vida no ha sido fácil, y créeme, no me importa nada más que tenerte entre mis brazos esta noche.

Ella sonrió.

Era un momento en el cual todo el lugar pareciera neutro y quizás incómodo, pero a la vez, la sensación de algo muy bonito y construyéndose se hacía presente.

Esa noche, sólo parecían ellos dos, sin nadie a sus alrededores, como si ambos estuvieran en un millón de personas, sólo era una burbuja en ellos dos.

Una burbuja donde sólo estaban ellos dos y nadie más. Sólo ellos.

-Olvida todo lo que ha pasado y disfruta esta noche, por favor -murmura el ojimiel-. Te ves más preciosa de lo que luces todos los días.

-Bien... y gracias, tu también luces muy bien, creo que las máscaras hacen juego.

-Mandé hacer las máscaras con un diseñador.

-Wow, que considerado. -rió leve.

Ambos dieron un giro, seguido de una pequeña alzada hacia arriba y nuevamente seguir bailando.

-Corazones salvajes... -cantó él mientras seguía la música. Ella rió.

Justin le dio una vuelta y la sujetó cayendo hasta casi abajo, su mano en forma vertical desde su estómago, cruzando por el pequeño valle de sus pechos y luego doblar por su cuello lentamente mientras ella soltaba un suspiro.

-Hay personas que tenemos miedo de encariñarnos de alguien ¿sabes?, porque sabemos por todo lo que hemos pasado, y la sensación de salir lastimados nuevamente sigue ahí. No te mentiré que tengo miedo de que eso me vuelva a suceder, pero tampoco quiero lastimarte con las mentiras y mereces la verdad. -dijo él.

Ambos se colocaron mejor.

-Acompáñame. -pidió mientras le tendía la mano para salir.

Jenn tomó su mano y comenzaron a tomar un rumbo fuera del evento, hasta llegar a lo que parecía un enorme lugar de la gran mansión. Había un pequeño laberinto y muchos arbustos y árboles, la noche parecía única acompañada de una cascada de estrellas preciosas.

-Vamos. -Justin sonrió mostrando una gran sonrisa y bella dentadura.

Tomaron sus manos con fuerzas y comenzaron a correr en el laberinto como si fueran adolescentes enamorados. Corriendo bajo la noche y las miles de estrellas.

Llegaron a una parte sin escape y Justin la acorraló besándola sin más, como si la vida se le fuera en ello.
Ella colocó sus brazos alrededor de su cuello para atraerlo más a él, intensificando el beso tanto como el momento.

Ambos se separaron por falta de aire.

-Quédate conmigo para siempre. -susurró él mientras juntaban sus frentes.

Ella tragó fuerte-. ¿Q-qué quieres decir?...

Justin alzó su mirada un poco atormentando por lo que diría. Era el momento. Era ahora o nunca.

-Abrázame fuerte, para que pueda sentir lo que es la pasión en tus brazos y la felicidad de tus labios -la besó cortamente-. Mírame profundo, para que mirándote me enamores y con una caricia te entregue mi vida. Nada más que tú, no necesito el aire ni más recuerdos, Nada más que tú para vivir, Nadie más que tú para sentir que vivo y que vivo para ti. -sonrió.

Jenn jadeó. No podía creer lo que acaba de escuchar.

-Te amo. -dijo él con miedo entre esas dos palabras.-. Pero... tengo miedo de que algún día me dejes. Jenn... -tomó las manos de la chica, quién seguía anonada-. Se mía, para siempre. -los ojos del joven se iluminaron con esperanza alguna.

¿Acaso era lo que ella pensaba en realidad? ¿Acaso él había caído en el juicio final? Sí, Justin Bieber perdió al final y fue él quién terminó primero enamorado.

A veces las personas tenemos miedo de encararnos con aquella persona que nos gusta y el miedo de poder decirle todo lo que sentimos hacia él o ella, nos da miedo, miedo a que nos rechacen. Justin siempre ha sufrido por el rechazo en el amor desde que tiene memoria, y ella era su nuevo amor, y esta vez, no sería la excepción.

Jenn soltó a Justin y volteó a ver a otra parte con tal de no ver su rostro, que ahora estaba destrozado.

-No. -dijo ella.

Justin frunció su ceño y su cara parecía que le hubieran dado la peor noticia de su vida. Una lágrima rebelde escapó de su ojo derecho.

-¿N-no me qui-quieres? -dijo con la voz quebrada.

Ella se sorprendió. Volteó a verle y le daba lástima verlo de esa manera.

-Te quiero. Te quiero porque me has ayudado cuando no tenía a nadie, pero créeme, yo no soy lo que buscas, no soy perfecta por más que intente y jamás lo seré. Te quiero, pero ir más allá de esto... no seré lo suficiente para ti. -lloró-. Llévame a casa de vuelta, por favor... -pidió.

Ninguno de los dos sabían que había sucedido. Justin sólo asintió y decidieron dejar el evento y así poder volver juntos.

La tensión en el auto se sentía demasiado, era tan intenso, ninguno de los dos había dicho ninguna palabra en el transcurso de regreso a la mansión.

El auto se detuvo cuando llegaron.

-Puedo dejar todo esto con tal de que intentemos algo... más. -soltó.

-No Justin. -negó ella-. Lo siento si mi respuesta no te agrada por lo que querías a cambio. No voy a mentirte que te quiero, que me gustas y más. Pero si no mal recuerdo, tu colocaste las reglas. ¿No es así cómo lo planeaste? Tú ordenas como el Gran Señor que eres, y yo soy una más de tus muñecas obedientes. Esa es la realidad.

Él tragó-. Pero... ¿Y si quiero cambiar esa realidad?. -dijo con la cabeza agachada.

-Justin.... -ella tomó su rostro entre sus pequeñas manos y lo alzó para que le mirara-. Ya no quiero seguir con todo esto.

-¿Q-qué?...

-Justin... me voy, me voy de la casa y jamás me volverás a ver. A pesar de todo, no soy parte de todo esto.

-No... no puedes irte así sin más.

-Claro que puedo. -dijo entre pequeñas lágrimas.

-Jenn.... -susurró destrozado.

-Ya no eres mi Papi, y ya no soy tu pequeña.

Dicho eso, Justin se quedó anonado mientras una Jenn destrozada salía del auto.
Él pasó su mano entre su cabello despeinándolo.

Entonces... ¿Así terminaba todo?.



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