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𝐂𝐚𝐩𝐢́𝐭𝐮𝐥𝐨 𝐜𝐮𝐚𝐭𝐫𝐨

Le doy vueltas a mi teléfono en mi mano viendo a un punto ciego. ¿Debería escribirle o espero a que él lo haga? No creo que esa haya sido sólo su venganza, ladeo la cabeza mordiendo mi labio, no creo que ese idiota se atreva a no cumplir su palabra de no decir nada, ni siquiera fue la gran cosa, sí, claro, me gustaron esas caricias, los besos, los movimientos de sus dedos y de no haberme quedado dormida quizás pudo pasar algo más. Mis mejillas arden sintiendo vergüenza por haberlo dejado así, ¿En qué momento se fue?, ¿Durmió allí o en cuanto me dormí se largó? El dinero estaba en el bolso cuando lo revisé, al menos no mintió en eso.

— ¿Por qué tan distraída?—Jimin se acerca. Su cabello es rubio y corto, tiene labios carnosos, luce como un chico que le encanta vestir bien, es atractivo además de simpático. ¡Oh! Y encantador también.

— ¿Ya compraron las palomitas?

—Tae y Kumi discuten por las bebidas—explica. Miro a donde están los demás—Parecen unos niños.

—Me agrada tu amigo—uso el sarcasmo. Jimin me mira sin entender—El que habla mucho.

— ¿Quién? ¿JungKook?

El pelinegro revisa su teléfono escribiendo algo en él, empuja la parte interna de su mejilla con su lengua. Viste con pantalones negros, zapatillas deportivas azules, camisa blanca y chaqueta de cuero.

—Obviamente él no es amable. Parece que no quiere estar aquí, las chicas le han hablado y él las ignora, eso es grosero.

—JungKook es algo tímido con las mujeres, Ella.

—Eso no es ser tímido, es ser arrogante y engreído.

—Todos tenemos defectos—sonríe con cierta...picardía. Su amigo pelinegro nos mira.

—Cierto.

—Estás estudiando psicología, ¿No? Sook dijo que se especializarán en psicología infantil, ¿Te gustan los niños?

—Un poco. Me gusta más el hecho de trabajar con la mente de un pequeño, dicen que la infancia es importante y preciada para todos—explico recordando las clases—Cualquier trauma que tengas durante tus primeros años puede afectar tu vida de una forma u otra—Jimin me mira fijamente—Lo siento, estoy aburriéndote.

—No, para nada—dice sin borrar su sonrisa. Es lindo como sus ojos desaparecen—Suena interesante. ¿Tienes hermanos, Ella?

—No. Soy hija única. ¿Y tú?

—Tengo un hermano menor de la edad de JungKook, solíamos jugar todo el tiempo, en estos momentos está en la universidad.

—De niña me hubiera gustado tener un hermano o hermana.

—Tiene sus altos y bajos—se encoge de hombros. El tal JungKook se acerca a TaeHyung susurrándole algo al oído.

El chico cae realmente pesado.

▪︎▪︎▪︎

Durante la película noté que JungKook veía más su teléfono que la película, ¿Será que su novia le escribe mucho? Todos salimos de la sala del cine una vez el espectáculo acaba, me sorprende cuando Jimin me pide mi número.

— ¿Tu novia no se pondrá celosa?

TaeHyung se acerca cuando él va a responder.

— ¿Crees que esto tiene novia?

—Ya, oye—reprocha. JungKook espera a unos metros con cara de pocos amigos, se nota que muere por irse. Jimin me da su teléfono, apunto mi número y lo guardo con mi nombre entregándoselo. Sonrío de lado acercándome a las chicas al verlos irse.

— ¿Qué fue eso?—comienza a preguntar Sook.

—Jimin es guapo, ¿No?—Kumi sonríe pícaramente. La otra chica ríe un poco negando con la cabeza.

▪︎▪︎▪︎

Estaba en mi habitación limpiando un poco, el edificio de habitaciones estaba lleno de estudiantes universitarios, eran pequeños alquileres que por suerte tenían sus baños privados, cada quien era responsable de limpiar lo suyo, Sook venía a visitarme en ocasiones, ella estaba en el segundo piso mientras yo en el quinto. Una notificación de videollamada llega a mi laptop, sonrío sentándome en la silla al ver quien es, acepto la opción y de inmediato aparecen en la pantalla, muevo mis manos sonriendo.

—Omma, appa.

—Cielo, ¿Cómo estás? No te hemos llamado estos días, el restaurante ha dado algunos problemas.

— ¿Qué pasó?

—Tu madre exagera—papá niega con la cabeza—Sólo estamos arreglando el lugar, decidimos darle un nuevo estilo.

—Ya veo—comprendo.

— ¿Cómo van tus clases?

—Bien—asiento—Hoy salí con algunos amigos al cine para distraerme.

— ¿Cuándo vendrás?

—Puede ser el próximo fin de semana, entregaré algunos trabajos para tener esos días libres—mi celular vibra en el escritorio. Lo tomo revisando el mensaje.

Desconocido:
¿Qué haces, señorita psicóloga?

Sonrío un poco adivinando quien es. Guardo el número de Jimin respondiéndole.

—Te gustará el restaurante, ya verás.

—No lo dudo.

Ella:
No me digas así, es algo...viejo.

— ¿Alguna noticia nueva?—miro a papá.

—Nada interesante.

Mi celular vibra de nuevo, me tenso al ver que no es Jimin quien envía este mensaje. Claro que no.

Desconocido:
Te veo en una hora, mismo lugar, mismo procedimiento.

▪︎▪︎▪︎

—Yo creo que le agradas.

— ¿Enserio?—uso cierto tono irónico introduciendo la llave en la cerradura. Al girarla la puerta cede permitiéndome entrar, Jimin es de esas personas con las que puedes pasar horas y horas sin aburrirte.

—Vamos, Ella, no lo odies. Está domesticado—bromea.

Las luces están apagadas.

—No debes disculparte por su actitud.

—No lo estoy haciendo.

—Pues eso parece, desde hace veinte minutos no dejas de hablar sobre tu amigo—me deshago de mi chaqueta y mi bolso dejándolo en el sillón—Comienzo a creer que te gusta, ¿Sabes?

— ¿Crees que soy gay? Acabas de fallar como psicóloga—río por lo bajo al escucharle decir eso. Me quito los zapatos sentándome en la cama—Y yo pensaba que eras una hermosa psicóloga sin errores.

Es evidente ese coqueteo.

—Oye, debo...irme—mi voz baja cuando la luz del baño se enciende—Hablamos mañana.

—Descansa, Ella.

"Lo dudo"

Cuelgo dejando mi teléfono a un lado, la puerta del baño está abierta, el espejo de éste me deja ver en la cama, cuando intento ver quien está allí escucho su voz.

—Date la vuelta.

Aun así no me muevo, quiero ver quien es.

—Dije que te des la vuelta—ordena.

—De acuerdo—al parecer alguien estaba de mal humor. Me levanto de la cama dándole la espalda a la puerta del baño, su sombra se acerca haciéndose más grande, como ya es típico mis ojos son vendados dejándome en la oscuridad. Me quejo cuando aprieta fuerte lastimándome— ¡Oye! ¿Qué te suce...?—me callo en cuanto siento su respiración en mi cuello. Sus labios rozan mi oreja cuando habla.

—Déjame decirte algo, nena—susurra causándome un cosquilleo. Toco la venda en mis ojos, mis dedos alcanzan a tocar los suyos, son largos y delgados. Trago con dificultad temiendo que esta noche sea agresivo—Una vez que entras por esa maldita puerta eres completamente mía y cuando estoy con esa persona me gusta que toda su atención sea sólo para mí—indica—Así es como me gusta, es la segunda vez que me haces enojar y si se vuelve a repetir...

— ¿La segunda vez?—me atrevo a preguntar. Alejo mis manos, frunzo el ceño sin entenderlo— ¿Por qué dices eso? ¿Dije algo anoche? ¿Te enojaste porque me quedé dormida?—me hace voltear por lo cual supongo que estoy frente a él. Me recuesta en la cama colocando sus piernas a ambos lados de mi cintura, toma mis muñecas colocándolas sobre mi cabeza, las ata impidiendo moverlas, muerdo mi labio para no quejarme de la fuerza que está aplicando— ¿Cuánto tiempo haremos esto?

—Si no cierras esa linda boquita tendré que cubrir esos lindos labios.

Su respiración choca con mi cuello, intento bajar mis brazos y noto que no puedo. El chico acaba de atarme a la cama, mi corazón ya se agita, mis muñecas están apretadas, duele un poco, deposita un corto beso en mi cuello para luego desnudarme de la cintura hacia abajo, quiero pedirle que afloje el agarre de mis muñecas sabiendo que no me escuchará.

Lo escucho moverse y no pasa mucho en el que siento que algo acaricia mi vientre bajo y entre mis muslos, jadeo moviendo mis piernas.

— ¿Qué es eso?

— ¿Quieres adivinar?—asiento. No puedo controlar mi curiosidad—De acuerdo—hay una pizca de diversión en su voz, todavía sigue siendo firme—Juguemos un juego, te daré tres oportunidades, si ganas...dejaré que preguntes cualquier cosa sobre mí.

— ¿Enserio?—suena tentador— ¿Cómo sé si cumplirás?

—Eso es lo interesante, nunca sabes si lo cumpliré o no pero no te queda opción porque sigues atada con los ojos cubiertos esperando ansiosa que te folle por primera vez.

Mis mejillas arden por su forma de hablar, nunca en mis veinte años había escuchado a alguien dirigirse así hacia mí. Puedo imaginarlo sonreír victorioso por mi silencio.

Ya tengo mi primera pregunta.

— ¿Y si pierdo?

—Recibirás un castigo.

— ¿Qué castigo?

—Veamos, nena—de nuevo siento su respiración en mi cuello. Está sobre mí, puedo sentirlo, roza mis labios con los suyos, cuando creo que va a besarme algo vibra entre mis piernas causando placer al rozar mi intimidad, suelto un gemido cerrando mis manos, incluso arqueo un poco mi espalda—Comienza tu tiempo.

—Yo...—eso se había sentido demasiado bien—Creo...

Ni siquiera puedo hablar bien.

— ¿Crees?—ríe y ya no puedo sentir su respiración, el no poder ver nada me desespera un poco—Significa que no estás segura—deposita besos por mis pechos al levantar mi camisa. De nuevo esa vibración entre mis piernas, suelto un gemido alto disfrutando de esas vibraciones, incluso puedo escucharlo, se detiene y sé que debo responder—No te escucho, nena.

A este punto me he acostumbrado a que sólo él me llame así.

—Es un vibrador—doy la respuesta. Lo siento retroceder poniéndome más nerviosa, prefiero sentirlo cerca.

—Puedes preguntar.

— ¿Por qué no me has...?—no sé como decirlo. Me avergüenza esa palabra.

— ¿Qué?—escucho una risita de su parte. De nuevo roza mis labios deseando un beso de su parte, otra vez sólo me deja con las ganas y con la cabeza en las nubes, su perfume es tan...jodidamente adictivo. Muerdo mi labio recordando mi pregunta, él acaricia mi labio inferior con su dedo provocando una pequeña sonrisa picarona en mí.

— ¿Por qué no me has...follado?—digo muy bajo la última palabra.

Sus manos entonces suben por mi abdomen acariciando la piel descubierta, un cosquilleo va directo a mi vientre bajo, él está tocándome sin pudor...y me encanta.

— De tantas cosas que puedes preguntar...¿Realmente quieres saber eso?—al ver que no digo nada continúa. Sus manos bajan haciéndome tragar con dificultad, van a mi vientre y más abajo, introduce dos dedos en mi intimidad sacándome un gemido, los mueve e inclino mi cabeza hacia atrás arqueando mi espalda, quiero que no se detenga, quiero que siga así.

—Tienes...que...responder.

—Me gusta hacer sufrir a las mentirosas—contesta con voz ronca, besa la comisura de mis labios torturándome. Quiero que me bese, saca sus dedos dejándome agitada y ansiosa de más—Y tú eres una gran mentirosa además de atrevida por hablar con otro hombre cuando estás conmigo.

—Jimin...—jadeo por su apretón en mi muslo. Estoy muy sensible a su toque.

—Perdiste al decir su nombre—lo escucho molesto de nuevo. Tengo que adaptarme a sus reglas, se supone que debo complacerlo en lo que quiera, ¿Habrá alguien más de mí obedeciendo lo que él dice?

—Por favor—pido sintiendo el calor en mi cuerpo. Creo que incluso sudo un poco, sólo habían pasado minutos y ya me tenía rendida a sus pies, ¿O acaso estoy muy necesitada?

— ¿Qué?

—No sigas con esto.

— ¿Disculpa?

—No quiero más torturas, quiero...—de nuevo me da vergüenza decirlo.

— ¿Qué quieres?

—Sabes qué—sonrío ladinamente. El peso en la cama cambia, roza mis labios y es cuando por fin me besa, escucho el chasquido de nuestras bocas hambrientas, sólo alimenta la excitación en mí, el chico juega con uno de mis senos apretándolo, entreabro mi boca permitiéndole escuchar gemidos de mi parte, siento algo duro rozar mi intimidad, suelta mi seno llevando sus manos a mis muñecas, comienza a moverse sobre mí dejándome sentir su miembro duro allí abajo. Odio que lleve ropa todavía.

Sentirlo tan cerca y tan lejos al mismo tiempo es desesperante.

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