▷ Propuesta de Navidad
Navidad, aquella época del año llena de ilusiones y deseos, aquella donde la algunas personas vuelve a ser un niños y donde otras buscan un rumbo muy diferente; uno donde vuelven a ser amantes y amores de películas viejas, de esas que veías con los abuelos, o de esas escenas románticas que solo sueñas de grande.
Justamente, esa noche las luces que adornaban la ciudad en aquella noche de festejo y celebración iluminaban tenuemente los cuerpos de esas dos almas que caminaban en sentidos opuestos, aunque no me refiero a la dirección de sus pasos.
Dos seres que tenían destinos y lugares diferentes, pero que estaba hechos para permanecer uno junto al otro en su compañía.
Uno riendo carcajadas, sonriendo hasta que sus ojos quedaban ocultos y envuelto en un elegante traje de marca que poco le protegía del frío, mientras que su otra mitad se encontraba a unos cuantos pasos de distancia, embelesado en su risa, deleitándose con el sonido tan placentero de la risa de su amor, preguntándose cómo podía estar tan enamorado y maravillado cada vez más de aquel ser hermoso que era su pareja.
Aquella a la cual estaba dispuesto a unirse en todos los sentidos que conocía, amando, queriendo y respetando cada parte de él.
La luna siendo la espectadora principal de tan bello espectáculo montado por aquellas almas.
Ambos admirando el cielo en el edificio más alto de la ciudad, y ni todas las luces de aquel lugar serian suficiente para opacar el brillo que podían ver en su mirar, sus ojos llenos de amor en cada momento en el que cruzaban miradas, un sentimiento hermoso pero tan fuerte como un huracán que crecía en demasía en su interior, una fiesta que comenzaba en su corazón desenfrenado con cada beso y caricia dada.
-Sabes, fue una pésima idea usar traje blanco en una fiesta de vino tinto -gruñó el menor pasando desesperadamente la toallita húmeda por el saco de su traje- Esto es irreparable.
Su pareja solo rio por el pucherito que tenía en sus labios al no poder sacar la mancha de vino ni siquiera un poco.
-Bueno, tú no terminaste quemándote con el candelero -repuso su novio alzando su manga quemada por las velas- Esto si es irreparable.
El menor rio al recordar los gritos de desesperación de su pareja en la fiesta, había terminado metiendo su brazo en el agua de una maceta para apagar el fuego.
- ¿Nunca podemos tener una navidad normal? -bufó al cielo- Una fantástica noche buena.
Una noche esperada y también soñada para muchos, pero para otros, puede solo ser una coincidencia, un impulso involuntario, casi una necesidad.
Al ver a su pareja salir al balcón después tirar el saco al piso, completamente resignado a que la mancha no saldría, el mayor de ellos no resistió; era el momento, era ahora, estaba seguro, tenía que ser esa noche.
Tomó la mano de su amado con toda la delicadeza que pudiera tener, casi como si sostuviera el más fino cristal.
-Mi amor...
Jimin desvió su vista del cielo para posarla en su compañero. La palabra amor era tan simple que no les satisfacía, aquel verbo era tan corriente que no lograba ni llegarle a los talones a aquel sentimiento que les invadía cada que respiraban.
Yoongi no era su amor, era su compañero, su confidente, su cómplice, aquel hombre que sostenía sus manos frente a él era su deseo, era todo un torrente de sentimientos, era su afecto, era su alegría, su valor, era su fuerza y su emoción.
- ¿Si?
Su pareja acarició sus nudillos con suavidad buscando las palabras correctas para ese momento.
- ¿Recuerdas la noche en que nos conocimos? -preguntó con suavidad, casi en un susurro.
La confusión tiñó el rostro del menor por un momento, antes de ser reemplazada por una gran sonrisa al recordar ese preciso momento.
-Claro que lo recuerdo -Su pareja no pudo evitar sonreír ante el recuerdo- Yo tenía un papelito en la boca y tú le prendiste fuego pensando que era un cigarro.
Yoongi rio un poco avergonzado, aún después de tanto tiempo -Y resultó ser tu dinero para el taxi.
Se deleitó con la risa del menor por unos segundos antes de continuar, sin darse cuenta ambos estaban comenzando un vals en el balcón con la música de fondo, moviendo sus cuerpos en un suave vaivén perdidos en la mirada del otro.
-Esa noche ambos estábamos desesperados por una salida, ambos huíamos de algo -contó levantando su brazo para hacerlo girar, suspirado de amor al escucharlo reír nuevamente-. Hoy, hace ocho años, te hice nuestra primera propuesta de navidad.
Jimin asintió feliz, recordando perfectamente el momento.
-Tú huías de tu padre -murmuró el mayor.
-Y tú del mundo.
Una noche oscura en donde ambos pudieron escapar de un destino incierto hacia la luz que les dio esperanza de hallar un camino.
-Te propuse huir juntos.
Si no se hubieran conocido esa noche, ninguno de los dos seguiría en este mundo, ambos hubieran hallado su propio fin de una forma u otra.
-Un año después, este mismo día te pedí nuestra primera cita -canturreó Yoongi.
-Después de tanto insistir -se burló el menor.
-Cierto, después de tanto rogar, accediste por fin.
-Y fuimos un desastre.
Ambos rieron por los recuerdos de esa noche hace ocho años, ambos tan perdidos y nerviosos que terminaron haciendo de esa noche inolvidable a su manera.
-Estabas tan nervioso que me tiraste el café encima.
- ¡Me tropecé! -chilló Jimin repentinamente sonrojándose y escondiendo su rostro en el hueco de su cuello -. No me lo recuerdes, estaba hirviendo y te tuve que llevar al hospital.
-Y lloraste todo el camino -se burló el mayor abrazándolo, aun recordaba el ardor de aquella vez.
-Después tuvimos más citas. -murmuró Jimin aun escondidito.
-Sin café -lo molestó.
- ¡Ya!
Yoongi rio por la cara de indignación de su pareja y no se resistió a besar ruidosamente sus mejillas, volviendo a atraparlo en un abrazo para continuar el vals.
-El principio fue difícil -murmuró robándole otro beso apenas despegando sus labios -, pero después de mucha paciencia y terapia...
-Y antidepresivos, no olvides los antidepresivos -interrumpió entre besos.
Yoongi rio un poco, alejándose para sentir.
-Cierto, muchos antidepresivos -el mayor acarició su mejilla con delicadeza y una gran sonrisa en labios -Todo valió la pena porque un año de citas después, te pedí ser novios.
- ¡Por fin!, tuve que mandarte señales desde hacía meses y no atrapabas ni una -reclamó picándole el pecho con su dedo -Si no te lo digo directamente seguiríamos sin ser nada.
-Pero si ya lo éramos todo -se burló el mayor moviendo sus cejas de arriba abajo, ganándose un golpe cortesía de su pareja- Ya, está bien, era demasiado inseguro para pedirlo.
-Inseguro y lento.
- ¡Ya!, mocoso irrespetuoso.
Jimin rio dejándole un casto beso en los labios, Yoongi se olvidó de su falso berrinche por arte de magia, perdido plenamente en la bonita sonrisa de su compañero de vida.
-Y solo un año después te propuse vivir juntos, y esa vez fui yo solito, ni te lo esperabas.
El menor quiso reír por la cara de orgullo de su novio. Sí, él no se esperaba que le pidiera que vivieran juntos porque Jimin creía que ya lo hacían, la mayoría de su ropa estaba en el departamento de Yoongi, al igual que sus zapatos y la mayoría de sus pertenencias, incluso había traído sus plantas y sus cuadros.
Aunque nunca lo establecieron formalmente ellos ya vivían juntos, Jimin incluso tenía su estudio de pintura en el departamento, y hacía un par de semanas que había dejado de alquilar su antiguo departamento.
Ese día casi lloró de la risa, claro que Yoongi jamás lo supo porque había decidido darle el crédito por proponerle vivir juntos cuando ya lo hacían.
-En realidad no me propusiste vivir juntos, me dijiste que podíamos pagar el alquiler a la mitad -le reprochó aguantándose la risa -Realmente me propusiste ser tu roomie.
-Pero fue con amor- ¡Auch! -se quejó cuando Jimin le pellizco -De todas formas yo pago el alquiler solo.
-Porque yo compro la comida y reparo lo que rompes.
-Ambos rompimos el lavabo esa vez, no fue solo culpa mía -se indignó.
-De todas formas lo pagué yo.
Yoongi blanqueó los ojos, ambos se habían dividido los gastos para que funcionara, y les iba bien por lo que nunca pelaban realmente, era más para molestarse mutuamente.
Dejó otro ruidoso beso en la mejilla de su novio antes de proseguir con lo planeado, gradecía traer guantes que ocultaban el sudor de sus manos debido a lo nervioso que se encontraba.
-Como sea -continúo, mordiéndose la mejilla internamente para evitar delatar su ansiedad-Desde entonces hemos estado juntos por cinco largos y hermosos años, cinco años en los que me he enamorado más cada día que pasó a tu lado. Porque eres mi lugar seguro, Jimin. Eres todo lo que todo lo que jamás en mi vida creí merecer, alguien que está ahí cuando más lo necesito, y me deja estar a su lado en los malos momentos y en los buenos, que no me aparta y me deja apoyarlo siempre, estás para mi así como yo lo estoy para ti.
-Yoongi -de pronto sintió un gran nudo en la garganta por las palabras de su novio.
Era el momento.
Supo que era ahora o nunca.
Yoongi le miró en silencio unos segundos antes de dejar un breve y casto beso en los labios ajenos, tratando de grabarse todos los detalles que componían a aquel chico que era su compañero de vida.
El menor se quedó muy quieto y con sus manitas aferradas a una de las manos de Yoongi ya que la otra había ido a parar al interior de su traje.
Miró atento cada movimiento de su novio, contemplando la hermosa sonrisa que este le dedicaba, una sonrisa segura, real y sobre todo confiada.
Justo ese tipo de sonrisas que lo hacía morderse la mejilla para convencerse de que ese hombre que estaba frente a él le amaba.
Pero en esa ocasión no solo tuvo que morderse la mejilla, estuvo tentado darse a sí mismo una bofetada para poder convencerse de que lo que estaba viendo era real y no producto de tantas copas de vino.
- ¡Espera! -Gritó de pronto soltando su mano.
Yoongi estuvo a punto de arrodillarse quedando con una de sus piernas flexionadas a escasos centímetros de llegar al suelo, levantó la cabeza para mirarle con incredulidad.
- ¿Si?
- ¡¿Me pedirás matrimonio?!
-Pues...si me dejas llegar al suelo supongo que sí.
- ¡Gigi, Dios mío! -Chilló el menor tomándole de las mejillas hasta abultarlas - ¡¿Cómo se te ocurre pedírmelo así?! ¡Dios mío! ¡Dios mío! ¡Mira mis fachas! -Se señaló de pies a cabeza -Estoy lleno de vino y ni siquiera compramos algo para cenar, ¡Dios mío! ¡Por qué no pudo dejar de decir Dios mío! -De pronto las palabras se convirtieron en balbuceos cuando un incontrolable llanto le atacó de lleno.
Yoongi quien seguía en la misma posición de intentar arrodillarse pero sin llegar a hacerlo se levantó de un salto para atrapar a su desesperada pareja y zarandearla para sacarla de su ataque de pánico.
-Mimi, mi amor, respira, respira conmigo, unos, dos, uno, dos, eso es -el mayo comenzó a respirar de forma pausada para que su novio le imitara- ¿Mejor?
Jimin asintió con su manita en su corazón que amenazaba con salírsele por la bosa de lo desenfrenado que se encontraba, dio un par de bocanadas más antes de volver a concentrarse en su novio.
- ¿Estás bien? -Pregunto Yoongi- Lo siento, no quería que sintieras que no es suficiente, solo pensé que-
- ¡No! -le cortó de golpe-. Está bien, está bien, siempre serás suficiente para mí, solo me altere porque no me lo esperaba, solo espera un momento -Miró en ambas direcciones hasta dar con el pañuelo que había estado tan cuidadosamente guardado en su traje y lo tomó para secarse las lágrimas que habían estado saliendo sin su permiso de sus ojitos y se sonó la nariz escandalosamente antes de volver con su novio con una enorme sonrisa como si no hubiera ocurrido nada- Necesito concentrarme -tomó las manos de su pareja y cerró los ojos para inspirar con fuerza un par de veces- Listo, ya puede decirme.
Y esta vez fue el turno de Yoongi para entrar en pánico.
- ¿Decirte que?
- ¿Tus palabras? -Yoongi seguía sin entender -Lo que se dice en una propuesta de matrimonio, ¿Un discurso?
-No prepare ningún discurso.
- ¡Es malditamente en serio Min Yoongi! -Levantó sus manos haciendo un aspaviento - ¿Qué es esta forma de pedirme matrimonio?
Yoongi quiso reírse por lo extremadamente ridícula que estaba siendo la escena, su novio le veía como si quisiera arrojarlo por el balcón pero también como si se le fuera a tirársele encima para besarle.
-Bueno, al menos no estoy balbuceando por el llanto -se burló.
Jimin tomó un florero del barandal y amenazó con arrojárselo a la cabeza.
- ¿Y culpa de quién es? -se quejó alzando el jarrón, pero luego lo bajó cuando un sollozo lo volvo a atacar -Pero tienes razón, no puedo dejar de llorar.
Yoongi se acercó con lentitud hasta quitarle el jarrón de las manos y poder abrazarlo con fuerza en un intento de consolarlo, el menor se aferró a él rompiendo en llanto.
- ¿D-de verdad no preparaste nada? -Preguntó aun ahogándose en llanto y contra su pecho - ¿Ni cuando compraste los anillos?
El mayor se tensó por un momento al escuchar lo último, miró la cajita de terciopelo roja que estaba sobre su mano donde descansaban las alianzas.
-Lo cierto es que no los compre...eran de mis abuelos.
Jimin se separó lo suficiente para mirarle a la cara, importándole poco que sus ojitos y nariz ya estaban rojas por el llanto y sus mejillas bañadas en lágrimas.
Los padres de su novio no eran buenas personas, por eso le dieron la custodia a sus abuelos cuando él apenas era un niño, el matrimonio de los abuelos Min eran todo aquello a lo que una pareja aspiraba a ser algún día, eran lo más preciado que Yoongi tenía antes de conocerlo.
Por eso, la muerte de sus abuelos había sido la razón principal por la cual Yoongi había perdido el rumbo. Perdió a su abuela por una enfermedad y meses después a su abuelo por depresión; perder lo único bueno que tenían en el mundo podía destruirle el alma a cualquiera.
Por eso, Jimin sentía esa presión en su pecho al ver las alianzas. Él no conoció a los abuelos de su novio, pero con lo que Yoongi le había contado acerca de ellos podía decir que eran grades personas que desearía haber conocido en vida y sabia lo mucho que significaban esos anillos para su pareja.
-Yoongi, ¿Estás seguro?
El mayor no lo pensó ni por un segundo antes de asentir firmemente.
-Mi abuela me dijo que se lo diera a mi compañero de vida, no hay alguien más con quien quisiera compartir mi vida si no es contigo, Jimin.
Jimin limpió las lágrimas de sus mejillas con rabia para ver si se dignaba a dejar de llorar de una santa vez antes de taparse la cara y tomar una gran bocanada de aire para calmarse.
Hizo esa acción un par de veces, estando ambos en silencio uno segundos hasta que se recompusiera.
-Bien, hagamos esto -le miró a los ojos -Pero primero ve por tu saco.
- ¿Cómo?
-El saco de tu traje, lo dejaste abajo, ve y póntelo, si vamos hacer esto lo vamos hacer bien -decretó tomándole de la mano para llevarlo a la puerta.
-Pero ya está todo quemado -reprochó dejándose arrastrar -Además, mi traje esta todo empapado de agua.
-Y el mío lleno de vino pero no importa, lo haremos como se debe -indicó con severidad -Y trae una botella del salón.
-Pero... -Y antes de poder decir otra cosa la puerta ya se le había cerrado en la cara -Bien, ya voy.
Jimin había estado mirando desde el interior por la mirilla de la puerta hasta que su novio desapareciera.
Solo entonces pudo entrar en pánico como Dios manda.
- ¡SANTO PADRE, HIJO Y ESPRITU SANTO, QUÉ MIERDAS VOY HACER! -Chilló al borde de un ataque cardiaco.
Tenía que preparar todo el departamento en diez minutos o menos antes de que su novio volviera.
Y el tiempo se le fue de las manos cuando apenas y pudo acomodar un par de cosas entes de que Yoongi entrara en el departamento con el saco de su traje todo quemado en una de sus manos y una botella de vino en la otra.
-No me voy a poner esto, ni siquiera parece un saco -se quejó entrado a la sala de estar y confundiéndose cuando no lo encontró - ¿Jimin?, ¿No me dejaras plantado, verdad?
A pesar de que sabía de qué su novio no era capaz de algo así, si se preocupó de que hubiera caído en otro ataque de pánico.
- ¿Mi amor? -Volvió a llamar - Jimin, ¿Dónde te metiste?
Escuchó un débil llamado proveniente de su habitación dónde lo encontró hecho bolita a un lado de la cama.
Ya se imaginaba un poco de la situación. Por lo que solo tomó haciendo a su lado y le abrazo en silencio, esperando a que el menor se sintiera listo para hablar solo.
-No pienses que no me quiero casar contigo -murmuró después de un rato -Sabes que no tengo muy buenas referencias hacia el matrimonio.
-Lo sé, y no pienso eso, ¿Quién en su sano juicio no se querría casar conmigo? -Bromeó, sonriendo cuando su misión de hacer reír al menor fue un éxito -Tienes miedo, descuida, lo comprendo.
Yoongi ya se esperaba eso, no se sentía mal por saberlo. La historia de los padres de Jimin era algo que le costó superar a su novio, un pasado que sufrió y no fue fácil dejarlo ir, y a pesar de ya haber trabajado en eso, las secuelas eran algo de lo que nunca se podrían deshacer.
Y estaba bien, Yoongi había prometido estar ahí en cada una de ellas y cuidarlo hasta que se sintiera mejor, apoyarlo en todo y consolarlo.
-No quiero hacerte sentir mal, es solo que...
-Adelante, puedes hablarme de lo que quieras y lo sabes.
- ¿Y si es como mi familia? -Preguntó inseguro el menor - ¿Y si después de casarnos todo empeora?
- ¿Y si en vez de eso todo mejora? -Inquirió el mayor acariciando su mejilla dándose cuenta de que Jimin seguía llorando -Nunca lo sabremos hasta intentarlo.
-No te quiero perder a ti también.
-No lo harás -Aseguró tomando su mano para unirla con la propia en un gesto de apoyo -No me perderás porque yo te prometo siempre estar contigo.
Jimin devolvió el apretón con su mano y le miró aun con ese brillo de temor en sus ojos.
- ¿No te volverás como ellos? -preguntó con temor.
Yoongi no pudo hacer otra cosa más que abrazarle con fuerza, incluso sus huesos tronaron por el movimiento tan brusco, aunque Jimin no se quejó, contrario a eso le devolvió el abrazo con la misma fuera.
-Nada cambiará, porque seguiré amándote con la misma fuerza con la que te amo ahora, mi amor, nunca dudes de eso.
Jimin se separó para mirarle a los ojos, no había nada más que seguridad en ellos y Yoongi se sintió aliviado cuando el menor dejó de llorar para dedicarle una sonrisa.
-Hagamos esto, Gigi.
Yoongi por su parte ya ni siquiera intentó arrodillarse o hacerlo perfecto, porque ya lo era, llevó su mano al bolsillo donde tenía guardada la cajita de terciopelo y la abrió para mostrar las dos alianzas que descansaban dentro.
Tomó la primera argolla de oro blanco y tomó la mano de Jimin.
-Park Jimin -comenzó llevando la argolla hasta el inicio de su dedo - ¿Quieres casar-
- ¡Si! -chilló Jimin, tomando las mejillas del mayor para besarle como nunca antes, demostrando que en él ya no quedaba ningún rastro de duda, estaba más que dispuesto a pasar toda la vida a su lado en esta y en la que seguía - Si quiero, Dios, claro que quiero, sí, sí, sí, mil veces sí.
Yoongi correspondió al beso con la misma intensidad y con el mismo amor que su pareja. Solo rompió el beso para poder colocar el anillo en el dedo anular de su esposo antes de volver a besarle.
El menor se separó después de unos cuantos minutos para admirar el anillo que adornaba su mano frunciendo el ceño de un momento a otro.
- ¿Por qué yo tengo el de la abuela?, ¿Estás diciendo que tengo manos de mujer?
Yoongi rodó los ojos antes de tomar la muñeca de su esposo y besar la alianza.
-El anillo de mi abuela es blanco porque ella era la luz de mi abuelo y mi luz eres tú, solo tú -explicó, sonriendo cuando los ojitos de Jimin comenzaron a brillar aún más -Aunque si quieres puedo cambiártelo.
- ¡Ño!, Ya es mío.
Su esposo rio para la forma en la que se había soltado de su agarre para evitar que le quitara el anillo, aunque claramente Yoongi solo le estaba molestando, no iba a hacerlo en realidad.
-Déjame -pidió tomando la cajita y sacando la argolla dorada y colocándosela a su pareja en su dedo anular -Ahora eres Park Yoongi.
El mencionado rio un poco, asintiendo con la cabeza.
-Y tú eres Min Jimin, mi esposo.
-Ahora no te libraras de mi -canturreó el menor.
-No planeaba hacerlo.
Yoongi tomó esos esponjosos labios nuevamente en un beso más, uno cargado de sentimiento, de emoción y sobre todo amor, todo lo que sentía hacia su compañero estaba expresado en aquel beso, mucho mejor de lo que un poeta podría intentar expresar con simples palabras.
-Una cosa más -habló entre besos el mayor -No se aceptan devoluciones.
Jimin rio haciendo que sus ojos desaparecieran casi por completo.
-Tampoco se aceptan quejas, tú te condenaste a esto solito -molestó.
Y Yoongi no pudo hacer otra cosa más que reír tomando el cuerpo de su esposo en un abrazo llevándoselo consigo al suelo, quedando ambos acostados uno frente al otro.
-Es la mejor propuesta de navidad que me has hecho -susurró Jimin.
-Y tú me has dado la mejor respuesta, mi amor.
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