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O16.

Un joven SeungMin suspiró sonoramente y se dejó caer sobre la solitaria banca que estaba en la pequeña plaza del condominio donde vivía, dejó su bolso a un lado con un poco de brusquedad sin prestar mucha atención, estaba tan agotado mentalmente que no le importaba lo que sucediera con el, todos los días pasaban con pesar para el muchacho, pero ese día había llegado al límite, no quería llegar a casa así que al salir de la universidad decidió que se quedaría allí por un rato, después de todo aquella plaza no era muy transitada.

Ser guapo para muchos es su mejor virtud, porque al parecer las caras bonitas solo pueden ser felices ¿No es así? A todos les gusta estar contigo, pasar el rato, reírse hasta que les duela la panza, pero no se te permite deprimirte porque no puedes ser tan egoísta, hay personas que tienen peores problemas que tú, ¿por qué eres tan malagradecido? Y si, SeungMin no quería ser egoísta, no quería quejarse en voz alta porque todos inmediatamente lo señalarían, tenía que permanecer callado y sonriente, dejando que todos te usen a su conveniencia, pero cuando lágrimas corren por tus mejillas no hay nadie acompañándote, porque nunca le interesaste a alguien por algo además de tu apariencia.

Pensó que era feliz, muchos omegas, betas y hasta algunos alfas querían estar con él, constantemente recibía halagos de las personas a su al rededor y se regodeaba de ello, haciendo hincapié en lo guapo que era, pero cuando en su última cita intentó contarle sobre su carrera universitaria a su acompañante, y en cambio esta se mostró totalmente desinteresada pidiéndole para tomarse una selfie juntos sintió algo incomodándole dentro de sí, más cuando miró la foto en las redes sociales ‹‹una cita con el más guapo›› entendió de que se trataba, no había alguien interesado en él, solo se importaban con su físico, les encantaba presumir que habían estado con él, pero cuando necesitaba algo más que halagos y selfies vacías, no había nadie más.

En silencio miraba a las pocas personas pasar, un incómodo sentimiento dentro de sí le gritaba que estaba siendo un completo egoísta de sentirse triste por eso, pero una parte de sí se decía: ¿A caso la tristeza distingue entre las personas? Si eso era ser egoísta, pues entonces quería serlo, solo por ese día.

Por otro lado un chico se disponía a salir de su pequeño departamento, con un abrigo esponjoso y un adorable gorro rosa, hacía algo de frío afuera así que evitaba a toda costa pescar un resfriado, de su cuello guindaba una de sus posesiones más preciadas, con la cual estaba dispuesto a distraerse un rato, el atardecer estaba por llegar y tener una hermosa foto de ese acontecimiento lo haría muy feliz, sobre todo porque el clima estaba un poco frío y el bajo que salía de la boca de los transeúntes le parecían sumamente atractivo, digno de aparecer en su fotografía.

Ser nuevo en el lugar le dificultaba a la hora de decidir hacía donde debía ir, no conocía mucho de por allí, así que no sabía cual era el escenario perfecto, recurrió a lo más básico, la plaza del lugar, esta conectaba a todos los edificios así que era imposible no notarla, con bastantes ánimos se dirigió hacía ella, su día no había sido el mejor, pero tenía la certeza de que su hobby le ayudaría a desestresarse.

Pero vaya sorpresa se llevó al llegar, estaba casi vacía, pero no permitiría que esto lo desanimara, más aún cuando la hermosa puesta de sol estaba empezando, paseando su mirada por el lugar sonrió al decidir su toma perfecta, apuntando hacía la banca, donde detrás de este el sol se escondía y un chico suspiraba cada dos por tres, enfocó listo para sacar su foto.

—¡Hey tú! —un grito, que sonó molesto, le distrajo, más aún porque se trataba del chico que protagonizaba junto al bello sol la toma que intentaba capturar.

Era consciente de que a no todos les gustaba ser fotografiados, y menos por un desconocido, pero nunca nadie se había enojado tanto como aquél chico que caminaba con pasos firmes hasta donde se encontraba, el aroma fuerte que emanaba el otro llegó hasta su nariz, y en menos de un segundo tenía solo el torso del contrario ocupando el lente de su cámara.

Hasta ese momento no había bajado el aparato, así que lo soltó dejando que guindara nuevamente de su cuello, se sentía un poco apenado, debió considerar primero lo que pensaba el chico, no creyó que se enojaría, admitía parte de la culpa.

—Umh, yo lo siento, es que... —intentó explicarse mediante nerviosos y tímidos balbuceos, lo que menos quería eran altercados con sus vecinos, sus dedos jugando entre si, sus manos sudaban un poco.

—No me digas, otro admirador. —el alfa rodó sus ojos al terminar la frase, cruzándose de brazos, demostrándole el descontento que le causaba la situación.

Ahora si HyunJin se perdió entre las palabras del chico en frente de él.

—¿Mmm? —preguntó un poco desconcertado y el chico comenzó a reírse de la nada, asustándolo un poco, uno nunca sabe que loco puede vivir en el mismo condominio que tú.

—¿Ahora finges demencia? Mira, solamente quiero aclarar que no quiero más de eso, estoy cansado de que tomen fotos de mi sin permiso, ni siquiera sé que hacen con ellas, psicópatas...

¿A caso el tipo lo estaba acusando de acosador? Eso si que no, el enojo comenzó a invadir su ser, ¡Ni siquiera lo conocía! Quizás lo ha visto apenas dos veces pero no era culpable de tal acusación, y si así fuera esa no era la forma de tratar a ningún omega, el alfa frente a él le demostraba que era un imbécil y esa era una de las cosas con las que más odiaba lidiar: Los alfas idiotas, todos se cayeron de pequeños porque no tenía otra explicación.

—¡Alfa idiota ni siquiera te conozco! —interrumpió su acalorado y molesto monólogo, sus mejillas rojas denotando su creciente rabia, sorprendiendo al contrario por su grito repentino, discutir no era uno de sus hobbys pero no pensaba quedarse callado.

—¿Ah no? ¿Y que hacías tomándome una foto? Porque yo vi claramente como tu cámara apuntaba hacía a mi. —atacó el menor.

El omega rió con sarcasmo ante lo dicho, cruzándose de brazos otra vez.

—Oh lamento que tu ego sea tan grande por creer que te fotografiaba únicamente a ti, me compadezco de ti, pero no dejes que te afecte el cerebro, tonto. —dijo esto último, con la intención de irse de allí, pues las ganas de desestresarse se habían ido a la basura debido al tipo que comenzaba a estresarlo aun más.

Su corazón latía con un poco de rapidez, nunca antes se había enfrentado a un alfa de aquella manera, ni siquiera contempló las posibles consecuencias, ¿Y que tal si era loco de verdad y le hiciera daño? ¿O si era de esos vendedores de herbalife que iban de puerta en puerta y lo seguía a su casa para saber donde vivía? ¡Tocaría su puerta los domingos en la mañana!

—Nunca conocí a un omega tan grosero, no puedes simplemente andar hablándole a las personas de esa forma ¿No te enseñaron modales en tu casa? —siguió provocándole, además de que al parecer también le seguía los pasos, comenzó a asustarle tener a ese tonto detrás de él, pero ni aún así se dejaría vencer.

—Ah, supongo que tu debes ser muy respetuoso hablándole de igual manera a un omega, querido tutankamón —dijo sin parar a escucharle—. Además deja de seguirme, ni siquiera te conozco, idiota.

El otro chasqueó su lengua, al parecer no estaba nada acostumbrado a perder las discusiones, porque a pesar del pedido que había hecho el omega, podía oír las pisadas detrás de él.

—Dejaré de hacerlo cuando ya no me llames tonto, y pidas perdón por acosarme.

El mayor rodó sus ojos, lo que le faltaba, un intenso siguiéndole hacía su departamento, ¿Podría ser peor su día? Cauteloso, miró hacía el suelo, en casos como ese cualquier cosa podía ser un arma.

—No te acosaba, supéralo. —si bien era un omega y lamentablemente tenía todas las de perder, no estaba dispuesto a pedir disculpas por algo de lo que era totalmente inocente.

—No lo creo. —respondió.

No lo iba a soportar más, y puede ser que su vestimenta le diera la apariencia de un omega adorable, pero podía jurar que en esos momentos no lo era, ni tenía ganas de serlo.

—Mira, no tengo nada contra tu complejo de Johnny Bravo creyendo que el mundo gira a tu al rededor, pero no tengo ni idea de quién eres, ya te dije, solo quería tomar una foto pero ya lo arruinaste todo ¿Feliz? Solo déjame volver a mi departamento porque ahora el que me está acosando eres tú, —señaló con frustración.

Hasta ese momento, SeungMin lo dudaba, pero por el tono de su voz se notaba bastante molesto pero además un poco inquieto, y su aroma dejaba a notar que también estaba un poco asustado, se sintió un poco idiota, quizás el chico decía la verdad y era él que se estaba comportando como un verdadero tonto, pagando su rabia con el inocente vecino, cuando se dio cuenta el chico ya estaba un poco lejos, caminando a paso rápido, así que comenzó a trotar para poder alcanzarlo, cuando estuvo tomó su antebrazo para hacerlo parar su rápida caminata y poder disculparse por su ataque de estupidez.

—Oye, yo...

—Ya déjame en paz, cabeza hueca. —tiró de su propio brazo intentado liberar el agarre del estúpido que lo retenía—, gritaré si no me sueltas.

—No, no, solo...

Pero, en un rápido y casi imperceptible movimiento, el chico se agachó y tomo un poco de la escasa nieve que se encontraba aun en el pasto, empuñándola y claro que SeungMin nunca se esperó que dicha nieve fuera a parar directamente en su cara, dejándolo atónito y con su boca llena del hielo sucio.

El omega aprovechó su distracción para correr lejos de él.

—¡Alfa de cuarta! —le gritó mientras se alejaba del lugar, dejándolo parado como un mismísimo tonto, tratando de quitar la nieve que aun obstruía su rostro.

Y en ese momento, mientras lo veía alejarse de él en conjunto a la noche cayendo, algo comenzó a crecer en el pecho del alfa, un caluroso sentimiento que empezaba a extenderse.

‹‹si es niño Riki, si es niña SuMin››.

—¿En serio pensaste eso? —preguntó sorprendido el mayor, mirando a su esposo.

—No, pero hubiera sido hilarante ¿No crees? —respondió con una sonrisa que luego se convirtió en una contagiosa risa—, hey, aun no supero que me hayas hecho comer nieve.

—¡Tú estabas siguiéndome como psicópata!

El omega también se rió, recordaba el día que se conocieron como si hubiera sido ayer, le causaba gracia como terminó casado con el idiota que lo acusaba de acosador. Miró esta vez hacía la mecedora, donde su pequeño ahora se encontraba durmiendo, contarle la historia había tenido buenos resultados, se inclinó un poco para dejar un besito en su frente despejada, se miraba tan calmado que era realmente adorable, sus pequeños labios formaban un pucherito que a veces se movía, quizás soñando con el gusto de su leche.

Sintió unas manos tomarle de la cintura y unos labios besar sobre su cabeza.

—¿Ahora vamos por SuMin?

¡Gracias por leer!

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