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Reencuentro en el mundo de piedra

La sonrisa de Kohaku casi no le cabía en el rostro mientras se acercaba a la costa noreste junto a Senku, encontrándose con Chrome, varios de sus amigos y unos cuantos isleños que en ese momento estaban reunidos alrededor de la estatua del Cabeza de la isla.

-¡Chicos!- los saludó con una gran sonrisa mientras agitaba el brazo con el que no estaba arrastrando la estatua de Oarashi.

-¡Kohaku!- con ojos llorosos, Suika corrió hacia ella extendiendo los brazos, a lo que de inmediato soltó la estatua y recibió a la niña riendo llena de alegría.

-Me sorprende que tantas personas hayan logrado escapar...- murmuró impresionada luego de soltar a Suika. —Me alegra haber logrado comprar más tiempo para ustedes, aunque nunca habría esperado que Senku y Chrome serían de los que se salvarían.- los miró con una sonrisa burlona, a lo que Chrome pareció sumamente ofendido.

-¡Solo para que lo sepas, yo me salvé a mí mismo! No como Senku que fue arrastrado por Taiju.- alzó la barbilla orgullosamente.

-Ahora que lo mencionas, estoy realmente curioso acerca de cómo demonios te salvaste, Chrome bastardo.- Senku sonrió ferozmente. —Puedes contarme todos los detalles mientras trabajamos en hacer fórmula de despetrificación para despetrificar a nuestra tripulación y largarnos de aquí de una buena vez.-

-Es cierto.- Yuzuriha se acercó a ellos jadeando felizmente. —Finalmente hemos ganado... con esto ya podremos recuperar el barco. ¡Podremos regresar a Japón!- todos sonrieron enormemente.

-Aunque nos tomará tiempo.- bufó Senku, hurgando en su oreja. —Debemos revivir a toda nuestra tripulación o a la mayor parte, y tampoco podemos dejar a todos los isleños transformados en piedra. Toma tiempo hacer fórmula de despetrificación. Y, por lo que vi al estar en el barco, no lo dejaron en las mejores condiciones que se diga... las reparaciones también tomarán tiempo. ¡Así que debemos empezar ahora mismo!- se acercó a Chrome y le dio un leve golpe en la espalda con el codo. —Mi hija cumple seis meses en poco más de una semana. ¡Y no pienso seguir en esta isla para cuando llegue ese día, así que no crean que hay tiempo para descansar ni celebrar! ¡Manos a la obra!-

Todos accedieron con gritos emocionados, excepto Ginro que se puso a lloriquear por el trabajo extra.

Empezaron a montar el equipo para que Senku y Chrome pudieran trabajar en la fórmula, y mientras estaban en eso Kohaku escuchó la explicación de cómo Chrome se salvó: aparentemente la primera vez que lo petrificaron estudió la naturaleza del rayo petrificador y con eso creó una teoría que puso en práctica con ayuda de sus amigos (los que se quedaron atrás), que se pararon a cierta distancia e hicieron una señal para que pueda calcular el momento en el que la luz llegaría a él. Aunque eso fue muy difícil para él, sus ansias por obtener información útil para el futuro hicieron que pudiera calcular todo con exactitud y eso les dejó datos muy importantes según Senku pero que Kohaku no entendió del todo.

Los isleños se enteraron de la verdad sobre Ibara y que Soyuz era el hijo del Cabeza y el legítimo sucesor del trono y, aunque habían opiniones contradictorias, la mayoría de ellos juró lealtad al momento de enterarse de que era el hijo del Cabeza, suplicando también que cambiará las cosas a como eran antes de que Ibara se apoderará de la isla. Soyuz estaba nervioso por eso, sin saber bien cómo actuar, pero gracias a él los isleños estuvieron dispuestos a ayudar a Senku en sus planes.

Antes de acabar el día, surgió la pregunta de qué hacer con Oarashi, que tenía el arma petrificadora en su estómago.

-Se siente mal romperlo...- murmuró Suika con pena. —Fue muy cruel hacer que se comiera el arma petrificadora...-

-Yo no podría romper una estatua...- masculló Taiju con los puños apretados.

-Sí, sí, qué tiernos. Nikki, destrúyela.- mandó Senku con su meñique metido en la oreja, a lo que la guerrera de inmediato comenzó a picar la estatua de Oarashi con su hacha, haciendo que todos los miraran con los ojos casi saliéndose de sus cuencas.

-¡¿No tienes piedad?!-

Senku los ignoró y tomó el arma petrificadora con una sonrisa triunfante.

-¡Esta es la llave de nuestra victoria! ¡La medusa finalmente es nuestra!- exclamó con tanta emoción que logró contagiar a los demás, haciéndolos sonreír otra vez. —Y no se preocupen por la estatua de Oarashi, ¡tenemos a nuestro ultra habilidoso club de artesanía aquí, después de todo!- miró a Yuzuriha con una sonrisa ladina, a lo que ella solo pudo suspirar.

-Sí, yo me encargó...-

Después de dejar a Yuzuriha armando la estatua del guardia con ayuda de Suika, Senku se retiró a seguir trabajando con Chrome en sus cosas de ciencia mientras Kohaku se dedicaba a traer cerca del laboratorio las estatuas de sus amigos y la gente de la aldea de Amaryllis que habían sido los que más los ayudaron directa o indirectamente durante su tiempo allí. Aparte de que eso haría feliz a Amaryllis y Kohaku había tomado mucho cariño por la isleña durante su estancia en el harem.

Cuando cayó la medianoche, arrastró a Senku a dormir con ella en una pequeña tienda, ya que aunque los dos eran los más interesados en acabar con sus asuntos allí y partir para volver a Japón con su bebé ese había sido un día demasiado agitado y ambos necesitaban una buena noche de sueño antes de matarse a sí mismos trabajando.

Al día siguiente, apenas se despertaron y se vieron a los ojos, ambos hablaron al mismo tiempo:

-Hay que reparar el teléfono.-

Después de que prepararán más fórmula de despetrificación con Chrome y de que revivieran a varios de sus amigos, Senku y Kohaku tomaron un bote junto al resto de sus amigos y remaron hasta el Perseo, donde se encontraron con que el barco estaba, en efecto, hecho un completo desastre. Y lo que más enfureció a Kohaku fue descubrir que la sala de comunicaciones también estaba completamente inutilizable.

-Creo que será más rápido reparar el teléfono móvil, pero la comunicación sería mejor desde la sala de comunicaciones...- Senku se llevó un dedo a la barbilla, suspirando profundamente. —Supongo que podemos trabajar en ambas cosas, aunque nos quitaría tiempo para otros asuntos... pero aun así podríamos volver justo a tiempo para el primero de octubre.-

-Hagámoslo.- dijo Kohaku de inmediato. —Primero quiero asegurarme de que mi bebé esté realmente bien, luego sería bueno tener una mejor comunicación, supongo.-

-Suena como un buen plan. ¡En ese caso no hay tiempo que perder!- rápidamente comenzó a dar instrucciones a sus amigos para comenzar con las reparaciones del télefono y el barco al mismo tiempo.

Mientras estaba trabajando en ayudar a reparar el barco, Kohaku se sorprendió al ver a Ukyo (que había sido revivido hace pocas horas) mirar ceñudo a todas direcciones en la cubierta del barco. Extrañada, se acercó a él, preguntándole sí todo estaba bien.

-Sí...- ajustó su gorro, con una mirada muy seria. —Solo me extraña que la estatua de Ibara no esté a bordo... ya que corriste en dirección al barco y ahora lo encontramos vacío, su estatua debería estar por aquí...- Kohaku lo miró con los ojos muy abiertos, pero el arquero rápidamente le envió una sonrisa tranquilizadora. —Lo más probable es que haya caído al agua, pronto enviaré a alguien a investigar.-

Aunque un poco dudosa y con sus propias ansias de investigar, Kohaku decidió restarle importancia al asunto y seguir con su trabajo. Estaba demasiado ansiosa por terminar y volver a tiempo para el primero de octubre, el día en que su hija cumpliría medio año de vida.

Había creído seguro que se perdería esta fecha tan importante, pero ahora que ya todo estaba resuelto y Senku creía que podrían lograrlo a tiempo, quería dar todo de sí para terminar con los preparativos para partir y volver a tener a su bebita en sus brazos por primera vez en semanas.

La extrañaba tanto... nunca dejó de pensar en ella ni un solo día. Y ahora que estaba tan cerca de volver daría todo de sí para lograr que ese momento llegará lo antes posible.

Después de un largo día trabajando en reparar el teléfono y el barco, aparte de no bajar la producción de fórmula de despetrificación, Senku se acercó a ella mientras trabajaba en reparar las partes de la cubierta que habían destrozado.

-Por cierto, Kohaku, tengo algo para ti.- la atención de todos se fue a ellos cuando Senku le tendió una pequeña bolsa con algo dentro.

-Oh, ¿un regalo romántico para tu esposa?- Amaryllis (recién revivida) los miró con ojos brillantes... y chismosos.

-Aún mejor.- Senku rió entre dientes mientras Kohaku abría la bolsa. —Es la medusa.-

-¡¿Por qué tu esposa querría un regalo así?!-

-No es un regalo.- frotó su oído con fastidio. —No sabemos si queda algún loco leal a Ibara o algo así, y Kohaku, siendo nuestra guerrera más fuerte, ahora tiene el deber de resguardar el arma petrificadora. Eso es todo.-

-Eres demasiado frío con tu esposa...- opinó Amaryllis, ceñuda.

La ignoraron.

-Ya veo, en ese caso me aseguraré de cuidar el arma con mi vida.- Kohaku, con una mirada muy seria, ató la bolsa a su cinturón, cerca de su katana.

Después de eso, siguieron trabajando arduamente, y esta vez no hubo fuerza en el mundo que convenciera a Senku de dormir. Se quedó trabajando en el teléfono con la ayuda de Chrome y Kaseki despetrificado no hace mucho.

Kohaku también durmió poco, demasiado ansiosa por terminar con el trabajo y poder volver lo antes posible a Japón.

La adrenalina le dio la energía suficiente para trabajar a su máxima potencia al día siguiente a pesar de apenas haber dormido, trabajó más que nadie, en el barco y ayudando en la isla, pero cuando cayó la noche el sueño comenzó a golpearla con fuerza.

Senku le había dicho que estaba cerca de terminar de reparar el teléfono móvil, así que no quería dormirse por la esperanza de que pudieran llamar a Japón antes de que se hiciera demasiado tarde, pero tampoco quería estar casi sonámbula a la hora de llamar a su hijita, así que decidió que tomaría una pequeña siesta en una de las literas del barco.

Llevaba poco tiempo dormida cuando sintió que algo andaba mal. Su instinto de cazadora le decía que algo andaba muy mal... terriblemente mal.

Una sombra la cubrió y ella abrió los ojos, justo a tiempo para ver a Ibara enterrar un cuchillo en su pecho.

.

Senku estaba esperando impacientemente a que Kaseki terminara la nueva antena para el teléfono móvil. Solo necesitaban esa última pieza y ya sería posible llamar a Japón.

Finalmente podría saber de su hija y confirmar que había hecho bien en confiar que Ruri y todos los que se quedaron atrás habían cuidado bien de ella. Y... con suerte, sí su niña no estaba dormida, podría escuchar esa vocecita absurdamente adorable una vez más.

La idea lo hizo sonreír.

-¡Oh-jo! ¡Finalmente está lista!- Kaseki le mostró la nueva antena con orgullo.

Él de inmediato sonrió inmensamente.

Instalar la antena fue un juego de niños, por supuesto, y pronto el teléfono móvil estuvo ensamblado y listo para funcionar una vez más. Sin embargo, Senku controló sus ganas de querer probarlo inmediatamente, porque habían diez billones por ciento de probabilidades de que su mujer lo mataría sí llamaba a Japón sin ella presente.

-Voy a llevar esto con Kohaku o nos dará una paliza a todos.- rió emocionado mientras se cargaba el teléfono a la espalda. —Si la rutina de mi mocosa no ha cambiado... ella debería estar despierta chillando por atención a esta hora, así que con más razón Kohaku debe estar presente en cuanto hagamos la prueba.-

-Es cierto, dijiste que lo último que escucharon de la mini gorila es que desapareció ¿cierto? Me sorprende que ambos estén manteniendo la calma tan bien...- murmuró Chrome mientras lo seguía hacia la cubierta, a diferencia de Kaseki que insistió en seguir trabajando en la sala de comunicaciones.

-Créeme que no es nada fácil.- rió por lo bajo mientras salía a cubierta y buscaba a su esposa con la mirada. ¿No debería estar trabajando allí? -¿Dónde demonios se metió esa leona?...-

Deambularon un poco por la cubierta hasta que de repente Senku sintió una mano tomar su hombro bruscamente.

-¡Senku!- era Ukyo, con una mirada frenética en sus ojos. -¡Escuche la voz de Ibara!- Senku y Chrome de inmediato palidecieron. -¡Creo que él está...!...-

-En el barco, sí.- la voz repugnantemente familiar de aquel viejo bastardo los interrumpió.

Voltearon, encontrándolo recién entrando a cubierta por la entrada en el mástil, con Kohaku herida con un cuchillo enterrado en su pecho, apenas viva mientras ese miserable la arrastraba consigo. Él tenía el arma petrificadora en la mano que no usaba para arrastrar a la mujer moribunda.

-Tú...- Senku apretó los puños, sintiendo una inmensa ira corriéndole por las venas.

-Yo.- Ibara rió con arrogancia. —Debo reconocer que casi me vencieron allí, pueden sentirse orgullosos de eso.- sonrió de una forma asquerosamente satisfecha, elevando el arma en su mano. —Sin embargo... ¿Senku, no? Esta es mi victoria. El arma es mía.- volvió a reír.

-No puede ser...- Chrome apretó los dientes, mirando con rabia al viejo asesino. -¿Cómo puede seguir vivo?-

-¿Crees que no tenía contemplado que el arma podría no llegar al centro de la isla a tiempo?- preguntó con un tono alegre y casi cantarín. -¿Por qué crees que elegí aquel día para evacuar la isla? No tuvo nada que ver con el hecho de que ese día atacaran, fue porque ese día los vientos estaban a mi favor, y como descifré el secreto de su barco hecho con brujería logré tomar una distancia considerable del rayo, aunque apenas me dio tiempo...- hizo una mueca de amargura ante el recuerdo. —Tuve que saltar en el último segundo, pero lo logré. Luego solo fue cuestión de esperar el momento indicado para atacar... Estuve vigilándolos todo este tiempo, a veces a distancia y a veces dentro del mismo barco. Eso también me hizo averiguar algunas cosas interesantes. Como que esta es tu mujer, líder brujo.- retorció el cuchillo en el pecho de Kohaku, haciéndola gruñir de dolor.

Los ojos de Senku se entrecerraron con fuerza mientras tensaba su mandíbula, mirando en silencio a Ibara.

Ukyo decidió tomar la palabra.

-¿Y qué piensas hacer ahora? Aunque petrifiques el barco entero, sí tú escapas a tiempo nosotros también lo haremos.- bueno, probablemente solo él y Chrome.

-Soy consciente.- Ibara en ningún momento dejó de sonreír. —Así como soy consciente de que pueden revivir a los muertos, ya que no es la primera vez que derramó la sangre de esta joven madre... Pero, me preguntó, ¿podrían revivirla si le arrancó el corazón del pecho y lo arrojó del mar?- al ver los rostros horrorizados de los tres generales, Ibara volvió a reír como un loco. —Eso pensé. En ese caso, tengo como rehén a la mujer de su líder, en otras palabras... ustedes deberán obedecerme.-

Chrome tragó saliva y Ukyo apretó fuertemente su arco en un puño, pero Senku solo mantuvo sus ojos fijos en Kohaku. Y ella le devolvió la mirada.

Muy sutilmente, le hizo una seña con un dedo de lo que tenía que hacer para obtener el triunfo definitivo, esta vez de verdad, y él no necesito más que ver sus ojos llenarse de determinación para saber que había entendido. Sin palabras, los dos ya sabían cómo colaborar para ganar.

Aún en la situación tan vulnerable en la que estaba y lo débil que se encontraba por la herida, Kohaku seguía siendo una de las personas más fuertes que conocía, y en un rápido movimiento logró apartar la mano de Ibara de la empuñadura del cuchillo, librándose de él para correr hacia la borda aún con el arma clavada.

Ukyo disparó inmediatamente una flecha a Ibara, clavándola en su pierna, pero aún así el viejo despreciable siguió corriendo detrás de Kohaku.

-¡Ni creas que puedes escapar!- logró atraparla justo cuando llegó a la borda, tomando su muñeca y arrojándola al piso antes de volver a levantarla y retorcer más el cuchillo en su pecho, haciéndola lanzar un grito de dolor mientras más sangre escapaba. —En cuanto a ustedes, es hora de que abandonen este barco y me traigan a las jovencitas más hermosas de esta isla...- una vez tuvo a Kohaku atrapada otra vez, Ibara volvió a su aire de grandeza y volvió a alzar el arma petrificadora en su otra mano. —Y quiero un navegante que me llevé a las tierras de donde vienen. Pueden quedarse con esta isla, pero yo me quedaré con todo lo que alguna vez te perteneció, querido Senku.- rió perversamente, antes de mirar con infinita burla y superioridad al científico. —Escuche que tienen una hija... en unos quince años seguramente será una belleza con la que me podré divertir... o quizás antes ¿quién sabe?-

Chrome y Ukyo se estremecieron horrorizados, pero Senku y Kohaku solo pudieron llenarse de ira y un asco tan profundo que los hizo actuar de inmediato.

-¡Senku, AHORA!- Kohaku tomó bruscamente el brazo con el que Ibara tenía el arma petrificadora y lo jaló hacia abajo, justo hacia el auricular del teléfono exterior en cubierta. Justo hacia donde lo había llevado apropósito en cuanto Senku le hizo aquella seña.

Ibara jadeó con terror al pensar que iban a hacer alguna brujería y retorció el cuchillo en el pecho de Kohaku, intentando librarse al debilitarla más, pero ella no flaqueó.

Senku (que había tenido el teléfono móvil ya cargado a su espalda desde antes debido a que volvía a funcionar y quería mostrárselo a Kohaku) acercó el micrófono a su boca, esta vez siendo él el que ostentaba una sonrisa triunfante y burlona, ya sabiendo que esta era su victoria.

-Five meters. One second.-

Ibara solo pudo ver con nervios y horror como la luz se activaba. Y esta vez no pudo escapar, solo gritar impotente mientras su piel se tornaba de piedra.

Ibara se petrificó. ¡Finalmente habían derrotado al enemigo de una vez por todas y con una cucharada de su propia medicina!

Kohaku una vez más había sido convertida en estatua, pero teniendo en cuenta sus heridas eso fue lo mejor para ella.

Senku se acercó a las estatuas y rápidamente las separó, colocando a Kohaku a cierta distancia del maldito viejo antes de quitarle a este el arma petrificadora, sonriendo inmensamente aliviado. Esta vez de verdad habían ganado. ¡Era otra victoria para el reino de la ciencia!

Chrome vitoreó alegre y ruidosamente, atrayendo la atención de los tripulantes que habían estado dentro del interior del barco, mientras que Ukyo arrastraba los cuerpos del par de tripulantes que Ibara había dejado inconscientes para meterse al interior del barco a robar el arma y secuestrar a Kohaku.

-¡Finalmente ganamos, Senku!- una vez guardó el arma entre su ropa, Chrome se acercó para chocar los cinco con su amigo científico, que le devolvió el gesto con cansado entusiasmo. -¡Ahora solo queda despetrificar a Kohaku con fórmula de despetrificación y podremos llamar a Ruri para asegurar que todo está bien!-

-Sobre eso...- Senku sonrió con un suspiro. —Como hemos estado reviviendo a todos lo más rápido posible, no tenemos por el momento. Tenemos que esperar hasta mañana para tener lo suficiente para revivirla.-

-Oh... Mierda, es cierto. Bueno... ¿no podrías llamarla solo tú?-

-No... Creo que puedo esperar.- cerró los ojos con una tenue sonrisa.

Estuvo ansioso todo este tiempo, desesperado y dispuesto a lo que sea por hacer contacto e ir con su hija, pero quería hacerlo junto a Kohaku, así que iba a esperar. Iba a confiar en que Ruri y los demás en Japón habían cuidado de ella, iba a confiar en esos ilógicos instintos maternales de Kohaku que le decían que todo estaba bien. Quería confiar. Y confiaba.

-Y... ¿qué haremos con él, Senku?- Ukyo miró con desprecio la estatua de Ibara.

-Yo digo que deberíamos arrojarlo al mar.- opinó Chrome con una mueca de desagrado.

Senku miró muy serio la estatua de Ibara, antes de encoger los hombros con una sonrisa despreocupada.

-Dejaremos que Soyuz y la gente de la isla decidan eso, realmente no nos incumbe.- hurgó en su oído con desinterés. —Nosotros concentrémonos en volver a Japón.- sonrió con calma, más que satisfecho con esta victoria.

Finalmente no habían más obstáculos. Finalmente... podría volver a estar en paz con su familia.

Ya tenían el arma petrificadora, y en solo un par de semanas. Y ya no era tan absurdamente urgente viajar al otro lado del mundo en busca de respuestas. Esas cosas podían posponerse. Podría dedicarle más tiempo a su familia.

Al final las cosas resultaron mucho mejor de lo que pensó. Por una vez, parecía que la suerte había estado de su lado.

Por fin... podría ser el padre que su hija merecía.

.

Ruri estaba muy estresada.

Cuidar a un bebé sí que era tarea difícil.

Amaba a su sobrinita con todo su corazón, pero a veces simplemente se volvía loca intentando atenderla apropiadamente.

Era muy tarde en la noche y la pequeña aún no se dormía. La canción de Lillian había calmado su llanto pero Tsukiku seguía muy malhumorada y negándose a dormir, llorando cada vez que Ruri intentaba cargarla. Y no podía evitar que eso la pusiera de los nervios.

Ahora mismo estaba leyendo la enorme lista de instrucciones que le dejó Senku, intentando averiguar sí esto podría ser una señal de una enfermedad o algo así.

Y, de pronto, el teléfono se activó.

La voz de Senku se hizo oír y Tsukiku chilló de alegría.

-¡Papá!- con un poco de dificultad, la pequeña se las arregló para sentarse ella solita, aunque ya estaba medio sentada sobre una almohada, tomó los barrotes de su cuna para sentarse mejor por su cuenta y miró felizmente al teléfono. -¡Papá!- repitió con una gran sonrisa, extendiendo sus bracitos hacia el teléfono.

Ruri sonrió aliviada al escuchar otra vez a su cuñado. ¡Eso significaba que debían estar bien! Sea lo que sea que les haya impedido la comunicación, ya no debía ser un problema ¿verdad? Finalmente podría decirles que Tsukiku estaba a salvo.

Pero, a medida que escuchaba la voz de Senku, la sonrisa de Ruri se deshizo al darse cuenta de que lo que decía era inentendible para ella.

-12.800.000 meters. One second.-

¿Qué... era ese mensaje tan extraño? ¿Qué estaba diciendo?

Se quedó muy confundida, pensando qué podría haber querido decir Senku con esas palabras tan extrañas. ¿Acaso contenía un significado oculto o algo así?

Mientras pensaba, Tsukiku seguía llamando a su padre.

-¿Papá?- cuando se dio cuenta de que él ya no iba a decir nada más, sus ojitos de inmediato se llenaron de lágrimas y empezó a llorar y chillar desconsoladamente.

Ruri suspiró, antes de correr a cargarla.

Una vez logró calmarla con ayuda de Jasper y Turquoise, todos quedaron demasiado agotados y no tuvieron más opción que ir a dormir. No estaban en condiciones de buscar respuestas ahora mismo.

Mañana, decidió. Mañana intentaría llamar a Senku y preguntarle qué significado tuvo eso.

.

Después de retirar el cuchillo y que Yuzuriha cambiará su vestido ensangrentado por uno nuevo, Senku rápidamente preparó la fórmula de despetrificación apenas tuvieron suficiente ácido nítrico. Y, una vez más, Kohaku fue despetrificada.

Una vez vuelta a la normalidad, de inmediato se llevó una mano al pecho, haciendo una mueca al recordar el sufrimiento por el que tuvo que pasar antes de que finalmente pudieran deshacerse de Ibara. Pero bueno... el parto había sido peor.

Sonrió al ver a Senku y este le devolvió la sonrisa mientras ella se acercaba lentamente a él. Kohaku extendió los brazos y Senku alzó levemente sus manos... solo para congelarse cuando ella lo pasó de largo, yendo directamente al teléfono.

-¡Finalmente está reparado!- se abrazó al auricular del aparato. -¡¿Verdad, Senku?! ¡Ya puedo llamar a mi bebé!- clamó llena de alegría y anhelo.

Suspirando profundamente, Senku asintió con una sonrisa resignada.

-Sí, sí. Ya podemos llamarla. Aunque no lo haremos con el teléfono móvil.-

-¿No?-

-Mientras esperábamos a tener más ácido nítrico para despetrificarte Kaseki y yo estuvimos reparando la sala de comunicaciones. Tendremos una mejor comunicación desde allí así que...- se interrumpió cuando de pronto el teléfono móvil sonó.

-¿Senku-san? ¿Está todo bien?- su voz se escuchaba muy mal y apenas era entendible, pero se escuchaba. ¡Finalmente estaban haciendo contacto!

Y, de fondo, escucharon una vocecita muy familiar.

-¡Papá!- los ojos de Kohaku de inmediato se inundaron de lágrimas, mientras que Senku sonrió inmensamente aliviado, con ojos brillantes. -¡Papá, papá, papá, papá!-

Kohaku rápidamente se lanzó a tomar el micrófono.

-¡Tsukiku! ¡Mamá está aquí!- las lágrimas de felicidad se deslizaron por sus mejillas. -¡Mamá está aquí!- repitió con voz quebrada.

Un chillido de alegría se hizo oír de inmediato.

-¡Mamá! ¡Mamá, mamá, mamá!- Kohaku rió amorosamente, secando sus lágrimas.

-Sí, bebé, soy mamá...- se abrazó al teléfono, aunque luego miró a Senku, que tenía un brazo cubriendo sus ojos y una sonrisa temblorosa. —Y aquí está papá también.- quiso darle el micrófono a Senku, pero él negó con la cabeza, dándole la espalda.

-Vamos a la sala de comunicaciones. Nos podremos escuchar mejor desde allí.-

Rápidamente se fueron a la sala de comunicaciones en compañía de sus amigos, sin que Kohaku dejará de hablar por el teléfono móvil con su hija que no dejaba de chillar de felicidad.

-Tsukiku, pequeña, sé que has extrañado a tus padres...- justo cuando estaban entrando a la sala, Ruri interrumpió el balbuceo incesante de la bebita. —Pero realmente estoy curiosa por ese mensaje extraño que nos enviaste anoche, Senku-san...-

Senku, que ya la estaba escuchando a través del auricular de la sala, frunció el ceño con confusión, mientras que todos los demás parecieron no entender nada.

-¿De qué mensaje hablas, Ruri-nee?- Kohaku fue la primera en hablar.

-Anoche...- justo en ese momento, la voz de Ruri se encontró interrumpida por un fuerte sonido de estática.

-La señal se ha cortado...- se dio cuenta Ukyo con una expresión anonadada. -...¿Por otra señal mucho más fuerte?...-

-¿Está diciendo... números?- Yuzuriha se llevó una mano a la boca.

-¿Es una clase de código?- Nikki alzó una ceja.

-Nop, no es ningún código.- Senku tenía una mirada muy seria en su rostro.

-¿Es la voz de una persona?- preguntó Taiju más que muy confundido, aunque no entendía lo que estaba diciendo el mensaje.

-12.800.000 meters. One second.-

Kohaku recordó que Senku dijo algo parecido al activar el arma petrificadora al vencer a Ibara y de inmediato se horrorizó.

¡¿Dónde estaba el arma?! ¡¿Iba a activarse?!

-¡Oh, no!- Amaryllis también se espantó. -¡El arma petrificadora...!...-

-Sí, lo sé.- Senku sonrió ladinamente, llevando una mano a su espalda y sacando el arma de una de las bolsas colgando de su cintura. —Tenemos que mantenerla alejada del altavoz como si nuestras vidas dependieran de ello.- le arrojó el arma a Kinro que, aunque confundido, la guardó entre su ropa.

-¡Papá, papá!- una vez la estática se detuvo, la vocecita alegre de Tsukiku se hizo oír una vez más.

-¿Qué fue eso?- preguntó confundido Chrome, agitando su cabeza de un lado a otro.

-Un mensaje para activar la medusa...- Nikki frunció el ceño. -¿Pero por qué un número tan grande? ¿No es un poco exagerado?-

Senku se tomó un momento para suspirar antes de responder con la mirada baja.

-12.800.000 es... el diámetro de la Tierra.- les dijo, haciendo que todos se estremecieran con espanto.

-Sí, es eso. Cierto.- Ukyo también tenía la mirada baja y los puños apretados. —Pero tenemos otro gran problema...-

-Sí...- cuando Senku habló, Ukyo lo miró muy seriamente.

-Esa es tu voz... Senku.- con esas palabras, aparte de volver a estremecerse por espanto todos se quedaron con las bocas abiertas por la incredulidad y el shock que ese dato les provocó.

-Bueno... esto si que es emocionante.- sonrió de forma feroz, antes de tomar aire y finalmente agarrar el micrófono. —Oye, mini-leona... ¿no habrás creído que ese mensaje era para ti, verdad? No me vas a decir que por eso estás tan emocionada ¿o sí?- cómo si nada hubiera pasado, Senku habló despreocupadamente con su hija, que de inmediato comenzó a balbucear en medio de seguir chillando papá una y otra vez.

-¿Ese no fuiste tú, Senku-san?- Ruri se oyó muy sorprendida.

-Sí este es el hombre del Why... eso significa que finalmente sabemos sus intenciones.- Ukyo entrecerró los ojos. —Quiere acabar con nosotros...-

Todos miraron a Senku, pero él los ignoró y siguió hablando con su hija.

-¿No has aprendido a decir nada nuevo mientras no estábamos, pequeña leona? Al menos ya puedes decir papá todo junto ¿eh?-

Tsukiku volvió a balbucear y todos solo pudieron mirar con gotitas cayendo por sus frentes como Senku ignoraba totalmente lo que acababa de pasar para responder a los murmullos sin sentido de su hija.

Kohaku estaba muy confundida en este momento, pero solo fue cuestión de que sacudiera un poco su cabeza para despejar los malos pensamientos y se concentrará en su pequeña que no dejaba de llamarlos a ambos.

Cuando Kohaku volvió a acaparar la conversación, Senku les dio instrucciones a los demás para que vuelvan a trabajar y le pidió a Chrome hacer más fórmula para revivir a Ryusui y Gen cuanto antes.

Estuvieron hablando un largo rato con su niña, haciéndola reír y amando escucharla llamarlos, hasta que ella empezó a sonar un poco malhumorada mientras llamaba a Kohaku con más fuerza e insistencia.

Al sentir sus pechos hincharse, Kohaku supo de inmediato qué quería su bebita.

-Lo siento, bebé. Tendrás que conformarte con el biberón hasta que mamá vuelva ¿si?- rió tiernamente, todavía abrazando el auricular.

-Oh, ¿tiene hambre? Es bueno saberlo, a veces me cuesta mucho saber qué es lo que quiere...- murmuró Ruri con cansancio, antes de pedirle a Jasper y Turquoise que prepararan un biberón. —Han sido semanas muy complicadas... Aunque no tienen de qué preocuparse, al final siempre logró calmarla.- aclaró rápida y nerviosamente.

Una vez su hija comenzó a alimentarse, Senku y Kohaku se pusieron serios.

-Ruri... ¿podrías decirnos qué pasó ese día?- preguntó Senku. —El primer día. ¿Qué pasó con mi mocosa?-

-Bueno... De verdad lamentó mucho que eso los haya preocupado tanto. No fue nada grave... solo un terrible descuido de mi parte. Asumó la culpa y sus reclamos por ello.- suspiró, antes de explicarles que Mirai se había llevado a la bebé con Tsukasa y que por eso tardaron horas en encontrarla y cuando quisieron decirles ellos nunca contestaron el teléfono.

-Eso fue mi culpa. Fui imprudente e hice que rompieran el teléfono. También lamento haberte preocupado, Ruri-nee.- Kohaku miró cariñosamente al techo. —Y no tienes por qué culparte. Nos has ayudado muchísimo. Te debemos mucho.- sonrió con ojos brillantes, más que agradecida por lo mucho que su amada hermana hacía por ellos.

-En efecto, no tiene sentido que te culpes. No necesitamos que te sientas mal por mierdas como estas.- Senku hurgó en su oído con desinterés. —Has estado tres semanas cuidando a un bebé ajeno en este mundo de piedra. Ya es un gran logro. Tienes diez billones de puntos, Ruri.- sonrió alegremente.

Ruri se quedó en silencio un momento antes de hablar con voz llorosa y feliz.

-Gracias.-

Después de que su hija terminara de comer, quedó muy soñolienta, pero lloraba si intentaban alejarla del auricular, así que Kohaku le cantó a través del teléfono hasta que su pequeña se durmió, y finalmente se despidieron.

Una vez la línea quedó en silencio, Kohaku notó el rostro extremadamente serio de su esposo. Y entonces recordó el mensaje amenazante que habían recibido.

Senku dijo que necesitaban trabajar para volver pronto a Japón, pero le ordenó a Ukyo quedarse cerca del teléfono ya que según Ruri esta no era la primera vez que ese mensaje había sonado.

Al día siguiente, después de que todos los tripulantes hicieran teorías raras y después de que revivieran a Gen y Ryusui, Ukyo les aseguró que el mensaje con la voz de Senku era una voz sintética, una voz falsa hecha a propósito por alguien. Probablemente por el tal hombre del why.

Ryusui y Gen llegaron haciendo muchas preguntas, y el capitán hasta dijo que saber el porqué imitaba la voz de Senku podría ayudarlos a saber quién era el hombre del why y dónde estaba.

Justo en ese momento Chrome, que antes había estado pensativo, alzó la mirada con los ojos abiertos y dos dedos en alto.

-Senku, cuando pusiste a Ibara en su lugar, le petrificaste con un comando de voz a través del teléfono ¿lo recuerdas? ¿No te parece que es muy parecido a cuando hiciste eso? Tal vez el hombre del why está imitando tu voz usando eso.- sugirió, dejando a todos muy sorprendidos, incluso al mismo Senku, que pareció encontrar sentido en su teoría.

Después de unos cuantos murmullos incrédulos, Kaseki preguntó por qué el arma estaba en la isla en primer lugar y Senku mencionó que saber esa historia podría darles pistas sobre el hombre del Why.

-Apenas he tenido tiempo de examinar el arma, apenas pude hacer este plano.- masculló Senku mientras sacaba un papel con un dibujo detallado del arma.

Al ver el dibujo, Soyuz pareció pensar en algo.

Ese algo resultó ser un hombre petrificado que Taiju había rescatado accidentalmente del mar con la marca del arma petrificadora en su brazo.

Apenas lo despetrificaron, el tipo pareció muy sorprendido de haber sido revivido y de inmediato les expresó su gratitud, aunque cuando Ginro se apareció en el lugar quejándose del trabajo extra el tipo por alguna razón se sorprendió mucho y se arrodilló a los pies de Ginro rogando perdón por haber sido petrificado. Por alguna extraña razón...

Incluso cuando el malentendido se aclaró, la escoria de Ginro quiso sacar provecho de la situación llamándose a sí mismo la reencarnación del hombre al que el tipo recién revivido de nombre Matsukaze servía y con quien lo había confundido.

Ginro era una basura, sin duda, pero al menos le pidió a Matsukaze contar su historia.

Y apenas la dijo, todos se quedaron con la mandíbula por los suelos.

-Esta isla alguna vez fue un reino pacífico... hasta aquel desastre que ocurrió sin previo aviso. Lo que ustedes llaman armas petrificadoras... un gran número de ellas... cayeron del cielo como si estuviéramos en una pesadilla.- a pesar del tono serio y casi traumatizado del hombre, y que la mayoría se sorprendió, Ryusui sonrió alegremente mientras chasqueaba los dedos, diciendo que eso les resolvía todo.

-¡La fuente de la señal está arriba de nuestras cabezas!- y como si esa fuera una señal, Senku salió corriendo jalando a Chrome y Kaseki, asegurando que esa información les era suficiente por ahora y la ciencia les diría el resto, ignorando la incredulidad de los demás porque no quisieran escuchar la historia completa de Matsukaze.

Kohaku se dedicó a seguir trabajando mientras el equipo científico trabajaba, solo descansando para comer y un poco por la tarde para hablar un poco con su linda bebita. Ella chilló por su padre pero Kohaku prefirió no molestarlo mientras trabajaba en rastrear la señal o cómo se llame.

Francois preparó una elaborada cena en la noche y mientras comían Senku les aseguró ya tener una respuesta. Ya sabía dónde estaba su enemigo más grande y más misterioso.

Sin embargo, tardó en decirlo. Y Kohaku notó que había algo raro en su expresión. Él estaba intentando actuar normal pero algo le decía que detrás de su sonrisa complacida por encontrar a su enemigo Senku estaba... él se sentía... devastado...

Después de servirse tranquilamente su cena, Senku finalmente se dignó a responder a las preguntas de todos respecto a dónde estaba su enemigo.

-Hemos rastreado la señal y los resultados nos dicen que viene de arriba, de unos miles de kilómetros encima nuestro.- sonrió ladinamente. -¿Aún no lo entienden? El hombre del why está... en la luna.-

Si antes la sorpresa de saber que el hombre del why estaba usando la voz de Senku fue grande, esta vez la sorpresa fue de proporciones ridículamente gigantescas. ¡¿Y es qué cómo podía ser eso posible?! Kohaku estaba totalmente confundida.

-La señal es igual al movimiento de la luna.- aportó Ukyo mientras Senku terminaba su cena con aparente tranquilidad. —No hay ninguna duda.-

-¿Pero acaso eso es posible?- Kinro estaba pálido. -¿Cómo puede ser...?...-

-Hmm, si lo ignoramos y no pensamos en un plan será nuestra perdición.- a pesar de sus palabras, Ryusui parecía muy relajado al respecto.

Kohaku, sin embargo, no tenía ni idea de qué harían ahora. ¿Qué se podría hacer en una situación así?

-Un enemigo en la luna... ¡no tenemos forma de llegar a él y mucho menos de contraatacar!- parecía ser algo imposible...

Todas las miradas se fijaron en Senku, que se encontraba dándoles la espalda, dejando su plato ya vacío de comida en la mesa. Él estaba extrañamente silencioso, y de repente Gen empezó a sudar profundamente.

-Esperen, esperen. He tenido un presentimiento horrible...- el mentalista sonrió temblorosamente, palideciendo mientras observaba a Senku voltear a verlos con una sonrisa emocionada. —Y por muy absurdo que sea me temo que es lo más probable... En este mundo de piedra, ¿en serio vamos a...?...- ni siquiera pudo terminar la frase del puro nerviosismo, pero aún así Senku respondió a su pregunta.

-¡Sip, vamos a ir... a la luna!-

Después de que Senku dijera esa gran locura que parecía imposible, todos empezaron a hacer decenas de preguntas ya sea preguntándose cómo sería eso posible o bien cuestionando la cordura de Senku.

Kohaku, por otro lado, no tenía ninguna duda en su mente de que Senku podría lograr lo que sea que se propusiera. Y, entre todas las exclamaciones llenas de incredulidad, ella sonrió suavemente mientras miraba hacia el cielo nocturno.

-Ahora que sabemos que nuestro enemigo está en la luna, ¿deberíamos aceptar nuestro destino y esperar a ser destruidos? ¡No! Nunca hemos sido el tipo de personas que se rinden y dejan morir.- a pesar de las difíciles situaciones que atravesaron, siempre lograron salir victoriosos al confiar en la ciencia.

Ryusui y Chrome también expresaron estar emocionados por la idea de Senku, y la mayoría de los escépticos comenzaron a contagiarse de su entusiasmo.

-¡Construir cohetes es básicamente la especialidad de Senku!- exclamó Taiju alegremente, cargándose una canasta en la espalda, listo para buscar cualquier material que su amigo le pidiera. -¡Dime qué tenemos que recoger!-

Para sorpresa de todos, Senku volvió a darles la espalda.

-Ahora no es momento de pensar en eso, grandulón.- bostezó, estirando los brazos por encima de su cabeza. —Terminen de cenar y luego vuelvan a trabajar. ¡Nos quedan pocos días para volver a Japón!- sin más que decir, abandonó el barco, dejando a todos hechos un caos.

-¿Cómo puede irse tan fácilmente luego de soltar una bomba así?...-

Kohaku se quedó mirando el lugar por el que su esposo se había marchado, con ojos llenos de preocupación debido a que sabía que algo no era normal en él. Algo andaba mal.

Quizás era algo respecto al viaje a la luna... realmente no entendía cómo algo así podía ser posible pero todos en la era moderna parecían considerarlo una tarea imposible con su tecnología actual. ¿Sería eso lo que lo preocupaba? Lo dudaba, ese tipo de cosas solía emocionarlo pero... ¿entonces qué era lo que lo angustiaba?

Luego de terminar rápidamente su cena, siguió el camino que Senku había tomado para abandonar el barco, aunque al bajar a la isla no tuvo idea de a dónde pudo haber ido.

Decidió ayudar un poco a los isleños en la construcción de la antena que Senku mandó a hacer para poder comunicarse con ellos una vez se fueran. Después de un par de horas trabajando, volvió al barco e hizo una mueca al no encontrar a su marido allí. Entonces volvió a la isla y se dispuso a buscar.

Era buena siguiendo rastros, aunque de noche era demasiado complicado, aún así no se le ocurrían muchos sitios a los que Senku podría ir en la isla. Y de entre los lugares que se le vinieron a la mente, fue uno el que le pareció mucho más probable que el resto.

Cuando se aproximó al gran árbol donde encontró la nave Soyuz, de inmediato notó el inconfundible cabello blanco-verdoso de su científico favorito a la distancia, parado a pocos metros del gran árbol, observándolo.

Ella se acercó lentamente, sin querer sobresaltarlo, preguntándose qué estaría pasando por su mente.

Él la notó cuando estaba aún a varios metros de distancia.

-¿Qué te trae por aquí?- preguntó con voz baja.

Ella sonrió suavemente.

Eran pocas las veces que Senku usaba ese tono de voz... él siempre hablaba lleno de confianza y emoción. Cuando su voz sonaba tan baja, tan suave y frágil, Kohaku solo sentía deseos de quedarse a su lado toda su vida, confortarlo y entenderlo. Quería hacerle sentir que estaría ahí para él.

Sin embargo, por alguna razón sospechaba que no debía presionarlo a hablar ahora mismo. Aunque tenía mucha curiosidad y estaba sumamente preocupada, esperaría a que él quisiera hablarle.

Decidió responder a su pregunta de forma casual y tranquila.

-Solo estoy haciendo un paseo madrugador. ¿Tú también, Senku?-

Los dos se quedaron mirando al árbol en silencio por un tiempo, parados uno al lado del otro, hasta que él habló otra vez con ese tono tan suave y bajo.

-Hace algunos miles de años, Byakuya y sus compañeros astronautas... bajaron a este mundo nuevo y vacío y empezaron de nuevo.- sus ojos estaban fijos en el árbol, con un brillo triste y nostálgico en ellos. —Obviamente todo se ha deteriorado. Ya no queda ningún rastro de ellos... salvo algunos restos de piedra. Y algún día hasta mis memorias sobre él podrían perderse... sin que pueda hacer nada, todo podría desaparecer... Yo podría desaparecer de este mundo y de las memorias de todos... y nuestra hija podría nunca saber quién fue Ishigami Byakuya... Y tal vez... podría nunca saber quién fui yo...-

Kohaku lo miró en silencio por un momento, sorprendida por la profundidad de sus palabras, antes de sonreír comprensivamente y saltar hasta el árbol.

-¡Ja! ¡No podrías estar más equivocado!- se trepó hasta lo alto del árbol, acercándose a donde solía estar la nave Soyuz. —Tú, yo y todos estamos destinados a morir y convertirnos en polvo... pero nuestras esperanzas y sueños serán pulidos y transmitidos. Nuestra hija es parte de eso... incluso si nunca llegará a recordarnos. Ella es nuestra esperanza y llevará nuestros sueños que, por más diferentes que puedan ser, seguirán teniendo la misma esencia. Y son esos sueños y esperanzas los que nos conectan con el futuro...- sonrió tenuemente. —Eso es lo que la humanidad llama ciencia ¿no? Tú me lo enseñaste, Senku.-

Él se quedó en silencio mientras ella bajaba del árbol al mismo tiempo que el sol ascendía en el cielo, bañando con su luz la oscuridad de la noche.

Finalmente, Senku rió suavemente entre dientes.

-Tienes razón. Porque nosotros vamos a volar más lejos de lo que esos astronautas lo hicieron... para ir hasta la luna.-

-Dices que no queda nada de ellos, pero Byakuya y sus amigos nos dejaron el mundo para que lo heredáramos... y nuestra hija heredará el mundo que nosotros le dejemos. ¿Lo entiendes, no? Estamos conectados... todos nosotros.- saltó a su lado desde el árbol, justo cuando el sol se elevó por encima del horizonte.

En aquella isla del tesoro, los preciosos sueños y esperanzas que reunieron fueron lo más valioso para ellos.

.

Al día siguiente, Kirisame fue despetrificada cuando Taiju la rescato del mar junto a Yo-kun. La fuerte mujer guerrera de inmediato se mostró arrepentida por sus errores y, apenas se enteró de la identidad de Soyuz, juró lealtad hacia él y el joven de memoria prodigiosa decidió asumir la responsabilidad de nuevo Cabeza de la isla de manera oficial.

Después de terminar de construir la antena para poder comunicarse con los isleños pocos días después, con la mayoría de la tripulación despetrificada y el barco totalmente reparado, llegó el primero de octubre y Senku y Kohaku insistieron en marcharse lo más temprano posible.

Soyuz decidió quedarse en la isla y les aseguró que había memorizado cómo hacer fórmula de despetrificación y que planeaba despetrificar a todos los isleños aunque le tomara mucho tiempo. Y hasta le pidió a Kirisame acompañarlos en su viaje debido a su gran poder de batalla. La mujer de inmediato se inclinó ante él y le aseguró que cumpliría con su petición.

Ginro, el maldito aprovechado, le hizo un pedido similar al pobre Matsukaze, que estaba convencido de que ese idiota era una copia de su señor y terminó decidido a acompañarlos en su viaje a Japón, elevando por los cielos el ego de la escoria de Ginro.

Kohaku se despidió de Amaryllis ambas con lágrimas en los ojos. Habían llegado a ser buenas amigas en su tiempo conociéndose y esperaba volver a verla pronto.

Muchos isleños fueron a despedirlos cuando el barco zarpó una vez más, Soyuz y Amaryllis llorando mientras los veían partir, aunque Senku ya les había asegurado que las ondas de radio los mantendrían conectados y eso no era una despedida definitiva.

A pesar de la conmovedora despedida, Senku y Kohaku no se quedaron mucho tiempo en la cubierta.

A medida que se alejaban de la isla, acercándose a Japón, la señal del teléfono mejoraba más y más, y ellos no pudieron resistirse a hablar con su pequeña hija casi todo el camino de regreso a casa.

¡Finalmente... iban a volver a verla! ¡La tendrían en sus brazos una vez más!

-¡Tierra a la vista!- apenas Suika anunció eso, Senku y Kohaku sonrieron inmensamente.

-¡Ya estamos llegando, bebé!- exclamó Kohaku con lágrimas en los ojos. -¡Mamá y papá pronto estarán contigo!-

Ella balbuceó algo felizmente mientras Ruri reía.

-Sé que esto no te gustará, pequeña, pero hay que ir a recibir a papá y mamá lejos del teléfono.-

-Más te vale no hacer un escándalo y estar ahí para recibirnos cuando arribemos o me voy a ofender, mocosa.- Senku rió alegremente. —Tanto que hasta te prohibiré comerte mi cabello, sé que ese es el peor castigo para ti.- de repente se escuchó un sonoro "brrr" y Senku alzó las cejas hasta el inicio de su cabello, con una sonrisa gigante y una risa divertida e incrédula. -¡¿Acabas de sacarme la lengua, mocosa maleducada?!- se carcajeó, completamente encantado.

-¡Lo hizo!- Ruri también se estaba riendo y pronto Kohaku y todos los cercanos al teléfono se le unieron.

Cuando las risas se calmaron, finalmente Ruri se llevó a Tsukiku lejos del teléfono para ir a recibirlos, aunque la pequeña se quejó bastante por eso, y Senku y Kohaku salieron ansiosamente a cubierta, anhelando volver a ver a su hijita.

Cuando la aguda visión de Kohaku detectó a Ruri en la costa, con su pequeña bebé en sus brazos, las lágrimas de inmediato se escaparon de sus ojos y sin pensarlo dos veces se lanzó al mar.

Dejó el barco atrás y nadó con todas sus fuerzas hasta la orilla, sollozando con una gran sonrisa mientras se acercaba más y más a donde su Tsukiku la esperaba.

Cuando llegó a pocos metros de la costa, su bebé finalmente la vio.

-Ma... ¡MAMÁ!- las lágrimas brotaron de sus ojitos mientras estiraba sus brazos hacia ella, casi lanzándose fuera del agarre de su tía. -¡Mamá!-

Kohaku sollozó de felicidad, corriendo hacia la colina donde su hermana sostenía a la pequeña llorosa.

Sin embargo, justo cuando iba a tomarla en sus brazos, Turquoise le tiró una toalla a la cara.

-Al menos sécate un poco.- la mujer mayor le sonrió dulcemente, con ojos conmovidos. —No queremos que se enferme.-

Kohaku sonrió nerviosamente y procedió a secarse lo más rápido posible, hablándole amorosamente a su bebita que estaba retorciéndose desesperada en los brazos de su tía, gritando mamá y mamá una y otra vez, con lágrimas bañando su carita.

Una vez más o menos seca, Kohaku arrojó la toalla despectivamente y tomó a su hija en sus brazos, sollozando de felicidad, besando su cabecita de todos los ángulos posibles, con lágrimas corriendo imparables por su rostro.

-Mamá, mamá, mamá, mamá...- una vez dejó de besuquearla, su bebita enterró su rostro en su pecho, envolviendo sus bracitos alrededor de su cuello lo mejor que podía, sollozando bajito, sin dejar de llamarla una y otra vez.

Senku vio todo esto con una sonrisa suave y cálida mientras anclaban el barco a la costa, antes de voltear con los otros cuatro generales y darles unas cuantas instrucciones. Después de que ellos asintieran, finalmente bajó del barco y se acercó a su esposa y su hija.

Ellas estaban muy ocupadas abrazándose y llorando suavemente, pero Kohaku finalmente notó su presencia cuando se apartó un poco para besar la cabecilla de su bebé, que siguió con el rostro enterrado en su pecho, sin notarlo.

Senku se llevó un dedo a los labios, haciendo una seña de silencio a Kohaku y el resto de sus espectadores, antes de hacerle solo a ella un gesto para que lo siguiera.

Aunque confundida y un poco avergonzada por tanto llanto, ella lo siguió sin decir nada, sin dejar de besar y acariciar dulcemente a su bebita.

Senku las guió hasta su hogar, que estaba en perfectas condiciones, obviamente bien cuidado por Ruri y sus guardias. Y, apenas entrar, cerró la puerta suavemente y por fin acortó la distancia entre ellos.

Y entonces habló.

-Oye... mini-leona...- su hijita finalmente despegó el rostro del pecho de su madre y volteó rápidamente, encontrando sus ojos con los de su padre. —Hola, princesa.- sonrió temblorosamente.

Una vez más, las lágrimas corrieron por las mejillas regordetas de la pequeña. Ella sollozó, extendiéndole los brazos mientras lo llamaba.

-¡PAPÁ!-

Senku rió alegremente, alzando sus brazos para cargarla.

A pesar de que realmente no quería soltar a su pequeña, Kohaku entendió que Senku también merecía su momento y le entregó a su niña, que sollozó agudamente mientras enterraba su carita ahora en el pecho de su padre, que de inmediato acarició amorosamente su cabello antes de besar la coronilla de su cabeza, con los ojos brillantes por la emoción y las lágrimas contenidas.

-Perdón...- murmuró Senku de pronto. —Perdóname...- su voz se quebró mientras le daba la espalda, con su cabeza gacha y su mejilla presionada contra la frente de su hija.

Vio sus hombros temblar y notó unas pequeñas gotas de agua cristalina deslizarse por su barbilla hasta caer en el piso.

Sin poder soportarlo más, Kohaku se unió al abrazo, envolviendo sus brazos alrededor de ambos con suavidad pero firmeza, queriendo sentirlos y que la sientan, llorando suavemente pero con una sonrisa.

Finalmente estaban en casa. Finalmente su familia estaba completa y ya nada la separaría.

...¿Cierto?...

Continuara...

Holaaaaaaaaaaaaa! :D

Ahora si este es oficialmente el final de la saga de la isla!

Obviamente no pretendo ser mejor que la obra original ni nada, hasta hice todo lo posible por dejar todos los detalles que el genio de Inagaki introdujo cuidadosamente con gran importancia a futuro, pero era necesario cambiar cosas para que no fuera tan aburrido... aunq igual creo que no lo logre x'D

Y ahora... imagino que ya deben sospechar lo que se viene :')

Bueno, no voy a decir nada xP Solo que todavía quedan varios capítulos para el final, más de cinco probablemente, realmente no estoy segura QwQ

Lo que si es seguro es que me va a doler TTwTT

Gracias a todos por su apoyo y espero actualizar pronto!

Me despido! 

CELESTE kaomy fueraaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa!

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