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Recién nacido en el mundo de piedra

Cuando Senku entró corriendo a la sala de parto, la sangre estaba por todas partes y el llanto del bebé aún se hacía escuchar. Yuzuriha lo miró esperanzada al notar como rápidamente se acercaba a una apenas consciente Kohaku y comenzaba a examinarla, tomando su pulso mientras le hacía preguntas a la partera.

-¡¿Qué le sucede, Senku?! ¿Puedes salvarla?- preguntó asustada.

-Debe ser hemorragia posparto, una de las principales causas de muerte materna mundialmente en la era moderna.- sonrió nerviosamente, llevando sus manos al abdomen de Kohaku y comenzando a masajearlo. –Esto sucede por diversas causas, no puedo estar seguro de cuál fue en esta ocasión aunque afortunadamente ya he descartado algunas posibilidades y me decantó más a la posibilidad de que esto sea la causa más común: atonía uterina, que es cuando el útero no se contrae después del nacimiento y los vasos sanguíneos que se abrieron tras el desprendimiento de la placenta siguen sangrando. En este caso lo ideal sería inyectarle oxitocina, pero en este mundo de piedra es imposible de conseguir, todo lo que puedo hacer es este masaje uterino para inducir contracciones y devolver el útero a su sitio. Puede que le duela un poco.- apretó los dientes, con el sudor recubriendo todo su rostro.

-El bebé...- habló Kohaku débilmente. -¿Él... él está bien?- preguntó con sus ojos apenas abiertos.

-Es una niña, Kohaku.- informó Ruri sosteniendo su mano. –Tienes una hija hermosa y muy sana.- acarició su cabello tiernamente.

-Una niña ¿eh?...- sonrió. –Me alegra que esté bien...- sus ojos se cerraron por un momento.

-¡Mantente despierta!- exigió Senku todavía trabajando en su masaje. -¿La niña ya está limpia? ¿Pueden traerla?-

-No sé sí es el mejor momento para que la veas, Senku...- murmuró Ruri preocupada. -¿No estás ocupado?-

-Solo traigan a la niña lo antes posible y mantengan a Kohaku despierta.- dijo sin siquiera mirarlas, muy concentrado en su tarea. –Hagan que la amamante. Amamantar al bebé liberara grandes cantidades de oxitocina, eso podría ayudarnos mucho a inducir a las contracciones para salvar su vida. ¡Háganlo rápido!-

-¡Ah, sí!- Ruri salió disparada a donde las otras mujeres cuidaban de la recién nacida.

Yuzuriha se acercó a Kohaku para darse a la tarea de mantenerla despierta.

-Kohaku-chan, pronto te traerán a tu bebé.- dijo limpiando con un trapo remojado el sudor de su frente. –Ella es muy linda. ¿Cómo vas a llamarla?-

-No he pensado en eso...- admitió respirando agitada, viéndose cada vez más pálida. –Ruri-nee dijo que debería pensarlo junto a Senku... ella dijo que...- sus ojos volvieron a cerrarse.

-Podemos pensar en eso ahora.- intervino Senku, provocando que los ojos azules se abrieran. -¿Qué nombre te gusta? Puede ser el que tú quieras.- seguía concentrado en el masaje, pero la miraba de reojo de vez en cuando.

-¿Qué tal Hoshi? Significa estrella.- propuso Yuzuriha.

-No lo sé...- sus parpados se veían cada vez más pesados.

-¿Qué tal Nyoko? Significa joya del tesoro.-

-No en un diez billones por ciento.- se negó Senku sonriendo con obvio nerviosismo en su rostro, mirando como Kohaku apenas podía mantenerse despierta.

-¿Qué tal Tsuki? Ehh... ¿Tsukiko? Significa luna.-

-¿Qué tal...?...- Kohaku volvió a abrir los ojos, fijando su mirada en la ventana donde ya estaba atardeciendo y se podía ver la luna comenzando a subir en el cielo, para luego mirar a Ruri acercándose a ellos con su bebé envuelto en mantas en sus brazos. -¿Tsukiku?-

-¿Tsukiku?- Senku sonrió ante la proposición de Kohaku. –Perfecto al diez billones por ciento.-

-¿Así se llamara? Es lindo.- Ruri entregó el bebé a su madre después de que Yuzuriha la ayudara a acomodarse mejor.

Kohaku observó a su hija que seguía lloriqueando levemente. Tenía unos cuantos mechones del mismo color de cabello extraño igual al de su padre y sus ojos entrecerrados dejaban ver un lindo tono de azul al mirarla.

Era tan pequeña y frágil...

-Tiene hambre, Kohaku.- dijo Senku suavemente. –Eres su madre, aliméntala.-

-Sí.- pestañeó para alejar las lágrimas y con ayuda de Ruri bajó su ropa y acomodó a la bebita en sus brazos para que comenzara a beber de su pecho.

Mientras Senku continuaba con el masaje uterino, Kohaku miró con dulzura a la pequeña Tsukiku alimentarse. Se la notaba todavía pálida y cansada, pero ahora tenía un motivo mucho más fuerte para permanecer despierta, por lo que Yuzuriha y Ruri solo la observaron atentamente, rogando en su interior que pudiera salvarse.

Después de lo que pareció una eternidad, Senku se apartó de Kohaku mientras estaba apenas consciente aun amamantando a su hija.

-La hemorragia...- dijo jadeando y sudando profundamente por el esfuerzo continuó que realizó. –Se detuvo.- sonrió aliviado.

Yuzuriha jadeó felizmente mientras Ruri estallaba en lágrimas de alivio. A su alrededor todas suspiraron y la partera parecía sumamente sorprendida y tal vez hasta culpable por no haber dejado a Senku entrar antes.

-Gracias, Senku.- dijo Ruri entre lágrimas.

-Todavía no me agradezcas, aún queda mucho por hacer.- se secó el sudor de la frente. –En cuanto a ti, Kohaku, ya estás fuera de peligro. Puedes descansar.- Ruri tomó al bebé y Kohaku sonrió un poco antes de caer dormida.

-Eres realmente increíble, Senku.- dijo la partera con la cabeza gacha. –Nunca antes vi a una mujer sobrevivir después de perder tanta sangre, pero tú lo hiciste posible con esa ciencia de la que tanto hablan. Me he quedado sin palabras. Solo puedo agradecerte por salvarla.- se llevó una mano al pecho, mirándolo con ojos sinceros.

-Como dije, no es tiempo para agradecer.- sonrió levemente. –Aún tenemos mucho trabajo que hacer, partera. Sí gustas, tu ayuda me sería muy útil.- la mujer mayor lo miró sorprendida, antes de asentir con una mirada determinada.

-Te ayudaré en lo que necesites.-

-También necesitaremos tu ayuda, Yuzuriha. Y Ruri, sí pudieras ir a darle las noticias a los demás antes de que derriben la puerta por la preocupación lo agradecería.-

-¡Sí, yo me encargó!- corrió fuera de la casa después de darle el bebé a Turquoise.

-¡Manos a la obra, damas!- se colocó unos guantes y comenzó a dar órdenes que todas cumplieron felizmente, confiando en que Senku solo haría lo mejor para Kohaku y su hija.

.

Afuera de la casa de la partera todos estaban tensos esperando por noticias. Nadie hablaba, y Suika y Mirai estaban abrazadas casi llorando, temiendo por Kohaku y el bebé.

Taiju no dejaba de caminar de un lado a otro. Confiaba en que Senku podría salvar a su esposa, sí alguien podía hacerlo ese era él, pero... ¿qué pasa si no lo hacía? No quería ni considerar la posibilidad, pero a cada minuto que pasaba sin saber nada sus nervios aumentaban y se preguntaba sí estaría listo para consolar a su mejor amigo de toda la vida en una situación tan horrible.

¡No! ¡Eso no pasaría! Senku la salvaría, Kohaku y el bebé estarían bien los dos, y serían una gran familia. Pero... ¿y sí no? No, no, no. Estarían bien. Claro que sí. ¿Pero por qué tardaban tanto en...?...

-¡Ella está bien!- Ruri abrió la puerta y se acercó a ellos corriendo y gritando con una sonrisa. -¡Kohaku está bien! ¡Senku la salvó!-

-¡OH!- Taiju alzó los brazos al cielo con lágrimas en los ojos. -¡LO SABÍA! ¡Sabía que Senku la salvaría! ¡SIIIIIIIIII!- brincó en su lugar y saltó a abrazar a la persona más cercana a él, que resultó ser Nikki.

Todo el mundo vitoreó y la alegría volvió a reinar en la aldea. Tomó su tiempo y muchos nervios, pero al final Senku siempre triunfaba con el poder de la ciencia de su lado.

-¿Y qué hay del bebé? ¿Él también está bien?- preguntó Suika ansiosamente.

-Está muy bien ¡y es una niña!- informó Ruri sonriendo con dulzura.

-¡¿Tenemos una pequeña gorila?!- Chrome parecía en parte feliz, en parte sorprendido, en parte temeroso.

-¡Tenemos una princesa!- dijo Ryusui a viva voz. -¡La princesa del reino de la ciencia ha nacido!-

-¿Cuál es su nombre?- preguntó Francois con calma contraria al entusiasmo de su jefe.

-La han llamado Tsukiku. Creo que Yuzuriha dio la idea, Kohaku decidió ese nombre y Senku lo acepto.- rió.

-¡OHHHHH! ¡Ese nombre es perfecto!- Taiju lo consideraba un buen nombre, y sí su amada Yuzuriha había dado la idea entonces era muchísimo mejor.

-Es... interesante.- Gen sonrió con una gota bajando por su sien. –Me alegra que estén bien. ¿Cuándo podremos ver a la pequeña princesa de la ciencia?-

-No lo sé.- el gesto de Ruri se volvió un poco decaído. –Senku dijo que aún les queda mucho trabajo por hacer. Todavía tiene que seguir curando a Kohaku y también debe revisar a la bebé y hacer muchas cosas, por lo que entendí.-

-Ya veo. ¿Hay algo en lo que podamos ayudar?- dijo Taiju ansioso.

-Por el momento creo que no, ya tiene a las mujeres dentro ayudándolo, pero seguro que los llamará si necesita algo. Yo ahora volveré a entrar, pueden irse a descansar si quieren, ha sido un largo día.- dijo mientras se retiraba, volviendo a entrar a la casa.

-Me quedaré.- decidió Taiju inmediatamente, sentándose en el suelo con las piernas cruzadas. –Puede que necesiten ayuda, así que estaré aquí por las dudas.-

-Ah, en ese caso creo que me quedare también.- Gen se sentó a su lado en la misma pose, con las manos metidas dentro de su abrigo.

-¡Suika también se quedará!-

-Me gustaría quedarme, pero necesitamos seguir trabajando en el barco.- dijo tristemente el viejo Kaseki.

-Maldición, me gustaría ver a la princesa, pero es cierto que debemos trabajar en el barco.- Ryusui suspiró dramáticamente. -¿Crees que podrías quedarte aquí y avisarme cuando las visitas sean permitidas, Francois?-

-Será un placer, amo Ryusui. Me anticipe a que esto podría pasar.- sacó una silla plegable de la nada y la armó para luego sentarse cómodamente en ella.

-Siempre está preparada.- Minami la miró con una gotita bajando por su sien. –Me iré a descansar un momento, pero volveré pronto para tomarle su primera foto a la pequeña. Ven, Mirai, tú también deberías descansar.- tomó la mano de la jovencita y ambas se retiraron no sin antes despedirse.

La mayoría se retiró prometiendo volver pronto, dejando a Taiju, Suika, Gen y Francois acampando al lado de la casa de la partera, esperando poder ayudar en algo. Una fogata era su única fuente de luz y calor para la noche.

-Oww, ya quiero ver al bebé de Senku y Kohaku.- murmuró ansiosa Suika acariciando a su perrito. -¿Creen que quiera jugar conmigo?-

-Tendrás que esperar unos cuantos años para poder jugar con ella, Suika-chan.- Gen le palmeó la cabeza. –Ahora es demasiado pequeña y depende mucho de sus padres y de los adultos para crecer tan linda como tú.-

-¡Yo la cuidaré con todas mis fuerzas! ¡Será la niña más linda del mundo!- gritó Taiju desde el fondo de sus pulmones.

-Baja la voz, grandulón, o vas a despertarlas.- la repentina voz de Senku hizo que los cuatro se tensaran y voltearan a verlo con sorpresa. Él apenas estaba asomado por la puerta. –Me alegra que estés aquí, necesito que cargues a Kohaku de regreso a su habitación rápidamente pero con mucho cuidado. ¡Suika! Ayuda a Yuzuriha a llevar el cesto y las mantas desde su casa a la de Kohaku. Francois, sí pudieras comenzar a preparar una comida rica en hierro para Kohaku te lo agradecería. Necesita mucho hierro para recuperarse y evitar la anemia.-

-En ese caso me apresuraré a conseguir los ingredientes necesarios.- guardó su silla y se marchó rápidamente sin decir más.

Taiju y Suika entraron a la casa de la partera con Gen siguiéndolos de cerca, y apenas ver a Kohaku los tres se estremecieron. Ella estaba cubierta de sangre, la sangre estaba seca pero se veía que perdió mucha, también se veía pálida y agotada, con el cabello pegado al rostro y los labios resecos.

-No se preocupen, ella estará bien. Por suerte no perdió la suficiente cantidad de sangre como para necesitar de una transfusión, eso habría sido demasiado complicado de resolver, sino es que imposible hacerlo a tiempo. Por una vez tuvimos mucha suerte, solo tenemos que darle los cuidados necesarios y se recuperara.- sonrió con visible cansancio.

Las ojeras en sus ojos estaban más pronunciadas que nunca, pero Taiju no dijo nada al respecto. Normalmente le pediría que descanse, pero entendía que no se sintiera lo suficientemente cómodo para dormir en una situación así. Él tampoco podría.

-¿Debo llevarla ahora?- se acercó a Kohaku y la miró temeroso. Ella era la mujer más fuerte que había conocido, sin embargo ahora lucía como si fuera a quebrarse solo con que el viento sople un poco más fuerte de lo normal.

-Sí, pero asegúrate de ser muy cuidadoso. También debes ser rápido, debemos ponerla en su cama lo antes posible para que descanse adecuadamente. Hmm... aunque espera aquí unos diez minutos, me adelantare para dejar el lugar lo más limpio posible, ya que su condición es muy delicada y además también llevaremos a la mocosa allí.-

-¡Oh, cierto! ¿Dónde está la bebé? ¿Puedo verla?- preguntó emocionado.

-Te tardaste en preguntarlo, Taiju-kun.- dijo Gen ya inclinado sobre la silla en la que Ruri estaba sentada sosteniendo un bultito envuelto en mantas.

-Ohh...- se acercó a ellos con ojos brillantes, y Ruri apartó las mantas para que pudiera ver mejor el rostro del bebé. ¡Era idéntica a Senku! Una pequeña versión femenina de él solo que con bonitos ojos azules entrecerrados. La pequeña bostezó y Taiju se derritió automáticamente. -¡Aww! ¡Es... es... de verdad es toda una princesa!- le sonrió enormemente, entrando en pánico cuando ella comenzó a gimotear. -¡Oh, no! ¡Lo siento, lo siento!- intentó disculparse pero solo lloró peor.

-Sí sigues gritando así la vas a asustar más.- Senku se rascó la oreja mirándolo con una mueca. –Y con su madre inconsciente eso no es una buena idea. Mantengan la voz baja y traten de hacer que vuelva a dormirse. En diez minutos vayan a la casa de Kohaku llevándolas a ambas rápidamente y con cuidado, eso debería darme el tiempo suficiente para desinfectar la habitación con este desinfectante que prepare hace unas semanas.- sacó un frasco de una de sus bolsas y lo alzó triunfante.

-Qué practico, me hicieron hacer uno de esos en la primaria, imaginó que a ti no te cuestan nada.- dijo Gen con una sonrisa nerviosa.

-No es como los de la era moderna, por supuesto, pero servirá. Recuerden, diez minutos.- sin más que decir se marchó rápidamente.

Taiju se quedó observando como Ruri hacía esfuerzos por calmar a la bebita, sonriendo como idiota al ver a un ser tan adorable. Siempre le gustaron los bebés, aunque nunca había visto uno tan pequeño y menos hija de su mejor amigo, ya sentía que la quería y haría cualquier cosa por el pequeño ángel.

Por desgracia no lograron dormir a la bebita cuando pasaron los diez minutos, pero aun así había que partir. Taiju tomó lo más delicadamente posible a Kohaku en brazos, y salió con cuidado de la casa, seguido de Ruri con Tsukiku en sus brazos y Gen detrás de ellos. Caminaron lo más rápido posible asegurándose de tener cuidado con sus delicadas cargas y a los pocos minutos llegaron a su destino donde Senku los esperaba. Yuzuriha y Suika también estaban ahí arreglando el lugar donde la pequeña dormiría. Apenas los vieron, Senku le quitó a Kohaku de los brazos (con un poco de dificultad) y la recostó cuidadosamente en la cama cómoda que le hizo.

-¿Finalmente va a estar bien?- preguntó Ruri con preocupación por su hermanita.

-Sí. Lo estará.- dijo él con voz firme. –Aun así me quedaré a vigilarla hasta que despierte, lo cual podría tomar todo el día, e incluso después de eso debo suministrarle otros cuidados.-

-¿Qué pasa con el bebé?- indagó Yuzuriha, que tenía a la pequeña soñolienta pero aun despierta en sus brazos.

-Esa pequeña leona está sana al diez billones por ciento, solo necesita dormir y apenas Kohaku se despierte haré que la alimente de nuevo.- bostezó. –Sí pudieran dormirla lo agradecería.- se frotó las sienes.

-¿Tú no piensas dormir un poco, Senku-chan?- preguntó Gen con las cejas en alto.

-Está bien, luego me haré un café o algo así.- dijo sin apartar los ojos de Kohaku.

Gen se marchó al poco tiempo prometiendo volver luego. Senku le encargó a Yuzuriha hacerle un nuevo vestido cómodo para amamantar a Kohaku a lo que ella se marchó para ponerse manos a la obra. Ruri finalmente pudo dormir al bebé y se retiró para llevar a Suika a una cama una vez esta cayó dormida en el suelo. Taiju se quedó en un rincón listo para la acción si Senku necesitaba algo, pero al poco tiempo el sueño lo venció también y se durmió viendo la espalda de su mejor amigo.

Despertó al poco tiempo por el llanto de un bebé, encontrándose a Senku en la misma posición en la que lo vio antes de dormirse solo que esta vez miraba en dirección a su hija llorando desconsoladamente.

-Pobrecita.- se frotó los ojos y se acercó para verla mejor. -¿Debería... cargarla?- preguntó un poco temeroso, sin saber sí era capaz de hacerlo sin lastimar al pequeño ángel.

-Sí no te han enseñado como hacerlo, entonces no.- volteó a ver a Senku al escucharlo hablar, haciendo una mueca al ver su rostro demacrado por el cansancio. –Déjala llorar, tal vez sus gritos despierten a Kohaku y ella le dé de comer otra vez.- bostezó.

-No parece estar funcionando.- la joven madre seguía profundamente dormida. -¿La despertamos nosotros?-

-Lo mejor es dejarla despertarse por su cuenta.- contestó cansinamente.

Taiju intentó esperar, pero le daba demasiada pena ver al pequeño ángel llorar.

-¡Senku! ¡Está llorando mucho!- sí seguía así él empezaría a llorar también. -¿Puedo llamar a Ruri o Yuzuriha? ¡No podemos dejar así a la pobrecita!-

-Bien, bien, lo que sea.- se frotó los ojos y se levantó de su lugar para acercarse a la cesta de la niña. –Supongo que tendré que cargarla yo sí va a seguir así...- hizo una mueca, nada contento con la idea.

-¿Sabes cargarla?- bueno, esa pregunta era estúpida, ¡él lo sabía todo, obviamente!

-Ya la he cargado antes para pesarla y medirla.- murmuró inclinándose para tomar a su hija en brazos. –Pesa dos kilos trescientos gramos y mide cuarenta y dos centímetros, un poco pequeña pero teniendo en cuenta que nació tres semanas antes es una estatura y un peso optimo.- acomodó a la pequeña en brazos y la meció suavemente. –Ya debe tener hambre otra vez, sí Kohaku no se despierta pronto y sigue despierta tendré que despertarla yo mismo.- suspiró.

-Oh, dejó de llorar. Qué bien.- se acercó a la angelita para mirarla mejor. –Sé que ya te felicite muchas veces, pero de nuevo te felicitó enormemente por tu hija, Senku. Estoy seguro de que serás un gran padre para ella.- sonrió felizmente.

-Hmm...- pareció incómodo. Miró a un lado por unos segundos antes de bajar la mirada para observar a su hija con la expresión más suave que le había visto nunca al ver que ella lo miraba atentamente con sus ojitos entrecerrados.

De repente oyeron una risita y voltearon justo a tiempo para ver a Gen parado en la puerta con Minami a su lado, ella sostenía su cámara que apuntaba directamente a Senku y Tsukiku.

-¡Has adquirido la primera foto de la princesa del reino de la ciencia!- exclamó alegremente Gen. En ese momento, Kohaku despertó. –Ups, creo que fue mi culpa... Aunque esto es bueno. ¡Más fotos por tomar de la familia feliz!- gritó, ahora haciendo llorar a la bebé.

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