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Problemas en el mundo de piedra

Kohaku se despertó esa mañana cuando sintió que algo andaba mal. No sabía por qué, pero sentía que su bebé la necesitaba, a pesar de tenerla al lado y no haberla escuchado llorar.

Abrió los ojos rápidamente y pestañeó para alejar un poco los rastros de sueño, luego buscó a su pequeña con la mirada. Ella estaba en medio de sus dos padres, tal como la dejaron a noche, pero visiblemente despierta y removiéndose.

La mujer rápidamente se sentó y la tomó en brazos, y entonces vio su cara roja y labios fruncidos y al acercarla más escuchó sus sollozos apagados y roncos, apenas audibles. Ok, eso obviamente no era bueno. ¡Era como sí se hubiese quedado sin voz! ¿Pero por qué? ¿Estaría enferma? Por su carita daba la impresión de estar sufriendo, y eso le partió el corazón una vez más mientras de paso entraba en pánico, estirando una mano para sacudir bruscamente el hombro de Senku.

-¡Senku, Senku!- lo llamó desesperadamente. Él se despertó gimiendo algo inentendible, mirándola con confusión. –Algo pasa con nuestra hija, con su voz, mírala.- se la dio apenas él se incorporó y lo dejó allí para rápidamente abrir una ventana y así dejar a la luz del sol que acababa de salir pasar.

-En vez de mirarla debería oírla sí el problema está en su voz ¿no crees?- preguntó cínicamente en medio de un bostezo, pero luego se fijo en su hija y se puso mortalmente serio. La acercó más a él, escuchando sus sollozos apagados. –Parece que tiene... disfonía.- frunció el ceño.

-¿Qué es eso?- preguntó preocupada, sentándose a su lado.

-Un trastorno de la fonación que...- al ver su mirada perpleja, se interrumpió. –Básicamente, significa que apenas es capaz de producir sonido mediante sus cuerdas vocales. Afonía es cuando no puede hablar en lo absoluto, pero ya que todavía puede gimotear aunque sea en un volumen más bajo, esto se trata de disfonía.- explicó de manera más simple.

-¿Podemos curarla, verdad?- indagó ansiosa.

-Bueno, no realmente... Tranquila, leona, no es nada grave.- rodó los ojos al ver su expresión llenarse de puro horror. –Se curará con un poco de tiempo, solo debemos asegurarnos de que no tenga otro periodo de llanto prolongado, evitar que lloré lo más posible para que su garganta pueda recuperarse. Esto obviamente pasó porque lloró demasiado ayer por la noche, solo necesitamos mantenerla tranquila y tú solo necesitas seguir manteniéndola bien hidratada dándole el pecho cada que lo desee. Eso es todo.-

-Oh.- finalmente se relajó un poco, volviendo a tomar a su bebita en brazos y bajando su vestido para amantarla. Afortunadamente ya había dejado de sollozar. –Bien, entonces. Me dio un gran susto.- suspiró.

-Es relativamente normal.- frotó su rostro con cansancio. –No hay por qué alarmarse. Iré a hacer el desayuno, puesto que ya amaneció.- murmuró mientras se levantaba, para luego abandonar la habitación.

Kohaku amamantó a su bebé hasta que ella volvió a dormirse. La dejó en su cesto y fue a darse una ducha rápida. Poco después de que terminará, Senku la llamó para avisarle que el desayuno estaba listo, advirtiéndole de paso que llevara el cesto de la niña con ella ya que sí se despertaba llorando desde el comedor no podrían escucharla por su disfonía.

En medio de su desayuno, su pequeña se despertó con un llanto silencioso por necesitar un cambio de pañal. Esta vez Senku se encargó mientras Kohaku terminaba de comer su desayuno. Para cuando terminaron cada uno con lo suyo, Tsukiku seguía despierta y parecía malhumorada.

-Creo que no quiere dormir...- murmuró preocupada mientras volvía a tomarla en brazos para mecerla. -¿Le dolerá mucho la garganta?- acarició suavemente su rostro.

-Puede ser. No es un grado de dolor preocupante o estaría intentando chillar y por lo tanto arruinándose más la garganta, pero sí debe dolerle un poco, de seguro.- Kohaku hizo una mueca. –Pero no te preocupes, de todos modos ya está más grande, es normal que pasé un poco más de tiempo despierta que antes, y claro que está malhumorada por la irritación. Pero no es grave.- le aseguró.

-Aun así... pobrecita.- bajó la cabeza para besar varias veces su frente y mejillas. –Malditas tormentas... y es probable que no sea la última.- miró preocupada el cielo nublado a través de la ventana. –Se acerca la temporada de tormentas, después de todo.-

-Lo tapones de oído serán nuestra única opción, supongo.- Senku frotó su nuca con cansancio. –O bien podría insonorizar toda la casa...- de repente sonrió diabólicamente, pero luego se congeló, mirando nerviosamente a Tsukiku, por suerte ella estaba mucho más interesada en mirar su propia mano. –Aunque eso tomaría tiempo, así que podría solo insonorizar su habitación... pero eso haría que no podamos escucharla llorar, ya que la mayoría de materiales aislantes funcionan en la misma medida en los dos sentidos, en no dejar entrar sonido y no dejarlo salir.- hizo una mueca, antes de pararse completamente recto y alzar un dedo frente a su rostro, en su típica pose de estar pensando algo que ella probablemente no podría entender. –O podría insonorizar nuestra habitación, y ella dormiría allí cuando haya tormenta eléctrica, aunque igual no podríamos escucharla, pero podemos poner los materiales de forma removible en la pared que da a su habitación. De todos modos tomaría tiempo, ya que es más fácil instalar métodos de insonorización durante la construcción. Lamentablemente no se me ocurrió que la mocosa le tendría terror a los truenos, así que deberemos hacer cierta remodelación a los techos y paredes. Podemos usar caucho para las ventanas, y colocar cámaras de aire en las paredes y el techo, necesitaremos fabricar un material aislante efectivo y ligero, para que su instalación no sea demasiado problema. Me inclino más a la lana de vidrio, ya que para fabricarla será sencillo calentar a 1450 grados centígrados la arena de cuarzo, vidrio reciclado que ya no nos sirva y otro par de materiales útiles, convirtiéndolo en fibras utilizando un método que ya conocemos. ¡El del algodón de azúcar! Luego habrá que rociar las fibras con una solución aglutinante para adherir las fibras entre sí, y volver a calentarlo luego.-

-O-oh, vaya, creo que entendí como un cuarto de eso.- al menos lo de calentar y lo del algodón de azúcar le sonaba familiar.

-Estás de suerte leona, finalmente podrás volver a trabajar para el reino de la ciencia, ya que necesitaremos de tu velocidad para convertir el vidrio en fibras, eres la única que puede hacerlo.- le sonrió ladinamente.

-¿De verdad?- sintió la emoción recorrerla. A pesar de que Senku era un maldito esclavizador, en realidad extrañaba un poco ayudarlo en la fabricación de cosas científicas. Además esto era por el bien de su bebé. -¡Me encantaría! ¿Cuándo empezamos?-

-Cuando la mocosa se recupere de su garganta, por supuesto. No queremos que llore desesperadamente por extrañarte mientras estás ocupada. Debería tardar un par de días en recuperarse, pero démosle una semana para no arriesgarnos a que vuelva a dañarse la garganta inmediatamente.-

-Ya veo.- suspiró. –En ese caso creo que no entrenaré hoy. Siempre llora cuando se despierta sin mí, incluso sí Ruri-nee está allí y puede calmarla después de un tiempo, pero es mejor evitar que lloré en lo absoluto.- decidió con pesar.

-Sabia decisión. Yo regresaré temprano, entonces.-

-Sí, también se pone de malhumor si no te ve en todo el día.- sonrió tiernamente mientras besaba otra vez el rostro de su bebita.

-Sí...- él apartó la mirada, intentando y fallando en disimular una sonrisa. –Bueno.- rascó su oreja con fastidio, de repente adoptando una mirada de indiferencia. –Será mejor que vaya ahora, así podré regresar antes.-

-De acuerdo.- a pesar de que Kohaku estuvo fácilmente de acuerdo, Tsukiku, que ya desde hace rato había dejado de mirar su mano para mirar con curiosidad a sus padres mientras hablaban, se puso roja y empezó a gimotear en silencio al ver a su padre alejarse en dirección a la puerta. Kohaku no pudo evitar sonreír divertida ante esto. –Oye, Senku.- casi canturreó. –Creo que tenemos un pequeño problema aquí.-

-¿Qué?- ya con sus planos bajo el brazo y la puerta abierta, volteó a verla con curiosidad.

-Quiere ir contigo.- rió mientras señalaba con la cabeza a su hijita, que parecía a un pelo de romper en llanto.

Senku miró con anhelo el mundo exterior fuera de la casa, antes de regresar arrastrando los pies, dejando sus planos y cerrando la puerta otra vez.

Cuando tomó a Tsukiku en brazos, ella sonrió como si estuviera complacida.

-Al diablo con lo que dice la psicología, esta mocosa está totalmente manipulándome.- observó con una mueca entre divertida y temerosa, aunque sus ojos eran suaves al mirarla. –Celebra tu victoria todo lo que quieras, mocosa, no podrás mantenerme aquí todo el tiempo.- murmuró mientras los dos se sentaban en unos cojines en medio de la sala.

Una vez su hija se durmió una hora después, Senku quiso marcharse, pero ella de inmediato se despertó y comenzó a gimotear otra vez, solo volviendo a dormirse cuando él se quedó cerca pese a estar en los brazos de su madre.

Ambos intercambiaron una mirada cuando volvió a hacer eso por tercera vez.

Oh, sí, esta niña definitivamente estaba manipulándolos.

.

-¡Senku, hasta que llegas!- ante el grito de Chrome, Ryusui levantó la vista de los planos que estaba estudiando. -¡Pasa del mediodía! ¡Estaba a punto de mandar a llamarte! ¿Dónde diablos estaba?-

-Tranquilo, Chrome, deberías ser más comprensivo.- Ukyo lo miró con gotitas bajando por su sien. –Tiene una familia, claro que tiene muchas cosas que hacer.-

-Con una esposa tan hermosa como esa y una hija tan adorable, ¡yo también me tomaría mi tiempo en ir a trabajar!- Ryusui rió escandalosamente, chasqueando los dedos por encima de su cabeza. –Pero qué bueno que llegas, tenemos un pequeño dilema por aquí.- le señaló un punto en los planos una vez estuvo lo suficientemente cerca de ellos.

-Lo siento, lo siento, la mocosa tiene un pequeño problema de salud.- murmuró él mientras tomaba el plano. -¿Cuál es su dilema exactamente?- preguntó, pero nadie escucho eso último ni en lo más mínimo.

-¡¿Qué quieres decir con que tiene problemas de salud?!- todos se tensaron, casi lanzándosele encima para sacudirlo por los hombros.

-¡¿La princesita está enferma?!-

-¡¿Ya sabes lo que tiene, es grave?!-

-¡¿Qué demonios haces aquí si ella está enferma, Senku?!-

-Maldita sea, cálmense.- se retorció para alejarse de los tres hombres ansiosos con muchas preguntas. –Solo tiene disfonía, no es nada grave.- se cruzó de brazos con una mirada de fastidio.

-¿Qué es eso? ¿Es como la neumonía de Ruri?- Chrome seguía horrorizado.

-Suena parecido a la afonía.- murmuró Ryusui.

-Disfonía es cuando apenas puede hablar, afonía es cuando no puede hablar en lo absoluto.- explicó el arquero al capitán. –Pobrecilla. Pero incluso sí no es grave ¿no deberías quedarte con ella para que se mejoré más rápido?-

-¡Estoy de acuerdo!- Ryusui volvió a chasquear los dedos. -¡Podemos arreglárnoslas! ¡No se debe dejar a una princesa esperando!-

-¡Sé un hombre y ocúpate de tu mini-gorila, Senku!- Chrome lo miró mal. -¿O acaso piensas dejarle eso a Ruri también?- se cruzó de brazos, mirándolo con ojos entrecerrados.

Ryusui se sorprendió cuando Senku realmente se vio culpable por un segundo.

-Bueno... la verdad es que solo pude venir aquí porque Ruri y Suika llegaron a la casa y Tsukiku finalmente me dejó irme sin lloriquear.- admitió en voz baja.

-¡AJÁ! ¡Lo sabía, tú, escoria!- lo señaló acusadoramente. -¡Le dejan todo a Ruri! Y pobre de tu bebé, enfermita y abandonada.- negó con la cabeza. –No sé qué sea esa disfonía pero suena doloroso.-

-Tsk, cierra la boca si no sabes de lo que hablas, idiota.- Senku parecía cada segundo más y más enojado con el castaño.

-Aun así, si dices que ella lloriqueaba cada vez que intentabas irte, entonces tal vez deberías haberte quedado, Senku.- opinó Ukyo.

-Cierto, cierto.- Ryusui asintió de acuerdo a las palabras del chico albino. –A una princesa no se le debe negar lo que quiere, menos en momentos como este. ¡¿Qué clase de reino somos sí no podemos hacer feliz a nuestra princesita?!- exclamó dramáticamente.

-¿No hay nada que podamos hacer por Tsukiku? ¿Cómo una medicina igual que la que le hicimos a Ruri?- sugirió Chrome con una mano en la barbilla.

-En realidad la disfonía tiende a curarse sola sí no es causada por una infección, creo.- señaló Ukyo. -¿Sabes qué la causo? ¿Tal vez por tanto llorar?-

-Sí, en realidad. Parece que le tiene terror a los truenos.- Senku se cruzó de brazos. –Pero volviendo a los planos...-

-¡Mierda, y la tormenta de ayer fue horrible!- exclamó Chrome preocupado. –Pobrecita, debió llorar mucho.- negó con la cabeza.

-Yo también sufrí por esa tormenta.- Ukyo frotó sus oídos con cariño.

-¡¿Con que miedo a los truenos, eh?! ¡Bueno, al menos ahora lo sabemos!- Ryusui ajustó su sombrero sobre su cabeza, antes de alzar su dedo índice al aire. -¡Mi instinto de marinero no falla! ¡Esta noche habrá otra tormenta, aunque no tan mala como la de ayer!- juzgó al estudiar el cielo y sentir la humedad en el aire, aunque también en gran parte solo por su instinto.

Muchas veces el cielo y la humedad no eran suficientes, por eso siempre confiaba en sus instintos y su experiencia ¡y rarísima era la vez en la que se equivocaba!

-Bueno, eso es útil y todo, pero ya me lo imaginaba. Ahora, ¿podrían decirme qué pasa con los planos y...?...-

-¿Y cómo vas a protegerla de los truenos? ¿Hay alguna ciencia para eso?- preguntó Chrome emocionado por la sola idea.

-Creo que tapones para oídos funcionarían.- Ukyo sonrió nerviosamente. –Es lo que yo uso... Aunque hay que tener cuidado con esas cosas sí se trata de una bebita tan pequeña como Tsukiku-chan...-

-¡Siempre podemos insonorizar la casa! ¡Apuesto a que Senku sabe cómo hacerlo, con todo su conocimiento! ¡Y estoy seguro de que todos lo harían hasta gratis si es por el bien de la princesita!- Ryusui rió escandalosamente.

-Ehh.- antes de que siguieran hablando, Senku estrelló un plano enrollado en la mesa, llamando la atención de los tres. -¿Tengo que recordarles que su preciosa "princesita" es mi hija? Mi hija, no suya, yo me ocupó de ella y soy perfectamente capaz de cuidarla sin sus consejos totalmente carentes de experiencia con niños.- rodó los ojos. –Ya tengo completamente planeado lo que haré para encargarme de este problema. Y tampoco pienso quedarme aquí mucho tiempo, solo una o dos horas. Ahora dejen de hacerme perder el tiempo y díganme cuál es el puto problema con los planos porque cada segundo que me hacen seguir aquí es un segundo menos para dedicárselo a su princesita.- gruñó entre dientes, obviamente hastiado hasta los huesos.

Chrome y Ukyo se quedaron en silencio, pero Ryusui estalló en ruidosas carcajadas.

-¡Tranquilo, hombre! ¡Nadie aquí quiere robarte a tu princesita! Solo da pena imaginarla sufriendo.- le dio una fuerte palmada en la espalda. –Solo... recuerda que sí necesitas ayuda en cualquier cosa, puedes contar con nosotros.- sonrió con camaradería.

Senku lo miró en silencio por un momento, antes de devolverle la sonrisa.

-Por supuesto, soy consciente de eso.- se encogió de hombros. –Ahora díganme el maldito problema con los planos.-

Los tres sonrieron, antes de señalarle su problema con la instalación del radar, la antena y el GPS en la cima del segundo mástil y ponerse a trabajar juntos para solucionarlo.

.

Esa noche también hubo una fea tormenta, pero ni por asomo tan mala como la que hubo la noche anterior. Tsukiku se estremeció con el primer trueno, pero le pusieron los tapones para los oídos y se quedaron cerca de ella y Kohaku le cantó para dormirla.

Afortunadamente solo hubo otro trueno mientras estaba despierta y solo hubo otro par mientras dormía, pero no lo suficientemente fuertes para despertarla. Sí sollozo un poco, pero no llegó a llorar de modo que forzara su garganta.

La tormenta paró luego de un par de horas y los dos pudieron respirar tranquilos.

Tsukiku durmió en su cesto en medio de las camas de ambos. Senku estrenó su nueva cama y Kohaku se recostó en la suya casi maldiciendo cuando sintió su aroma inundar todos sus sentidos al apoyar la cabeza en la almohada, lo peor era que una parte de ella realmente extrañaba sentir su calor y el de su bebita a su lado, y casi podía sentir su mano todavía rozando su mejilla en la oscuridad de la noche.

Sin embargo, sacudió la cabeza y se deshizo de esos pensamientos rápidamente, clavando la vista en el techo para ignorar su presencia al otro lado de la habitación en la medida de lo posible.

No funcionó muy bien, pero de todos modos el cansancio general de una vida tan ocupada cuidando a su hijita le llegó y acabó cayendo en un sueño profundo que solo se interrumpió al sentir que algo andaba mal. Sentía su pecho pesado, clara señal de que su bebita tenía hambre.

Se incorporó y se levantó de la cama para ver a su niña despierta en su cesto, chupándose el pulgar. Senku se despertó de pronto, mirándola interrogante con sus ojos cansados.

-¿Qué pasa, leona?- preguntó soñoliento.

-Tiene hambre.- contestó simplemente mientras la tomaba en brazos después de haber bajado su vestido.

-Ni siquiera la escuche. ¿Acaso sí que quedó afónica esta vez?- preguntó sentándose en su cama.

-Oh, no. No estaba llorando. Solo lo sentí.- explicó con una sonrisa.

Él la miró incrédulo.

-Eso no tiene sentido.- masculló con una mueca.

-Tal vez no, pero simplemente lo supe.- se encogió de hombros.

Senku se tomó otro momento para mirarla como un bicho raro antes de suspirar y volver a acostarse.

-Bien, bien, como sea. Ni siquiera sé por qué esperaba alguna clase de respuesta con el mínimo de lógica viniendo de ti.- masculló secamente antes de darle la espalda y dormirse.

Kohaku rodó los ojos, antes de sonreír ante la expresión casi perpleja en la linda carita de su pequeña princesa.

-Ignóralo, papá todavía tiene mucho que aprender sobre el lazo entre bebés y sus padres.- rió, acariciando sus mejillas regordetas. –No es que yo sea una experta, pero sé que nos une mucho más que solo la sangre.- la hizo soltar su pecho un momento para besarle la frente más cómodamente.

Ella le dedicó una sonrisa hermosa y Kohaku sintió que sus palabras tenían diez billones por ciento de sentido, aunque para Senku y su ciencia no fuera así.

Le dio otro suave beso antes de volver a darle del pecho hasta que se quedó dormida.

La colocó de regresó en su cesto y volvió a dormirse. Se despertó luego ya después de que el sol saliera al igual que Senku.

Ambos desayunaron, cambiaron pañales, la alimentaron y la bañaron, y cuando llegó el momento de que él se fuera, Tsukiku volvió a protestar, impidiéndole marcharse otra vez.

-Oh, vamos, mini-leona, tengo trabajo que hacer.- protestó mientras la mecía, intentando que se duerma para así darle una oportunidad de escapar.

-¿Qué tal sí vamos contigo?- sugirió Kohaku luego de otra hora sin que pudiera marcharse. –Dijiste que es bueno que dé paseos.-

-Hay un poco de viento, no creo que sea buena idea.- observaron las ramas de los árboles agitándose fuera de la ventana. Sin embargo, luego de otra media hora, dejó escapar un gran suspiro. –Bueno, sí la llevamos rápido cubierta en mantas y nos quedamos en mi laboratorio, entonces debería estar bien.- finalmente decidió.

Kohaku sonrió complacida y rápidamente le pusieron una ropita más abrigada, con un adorable gorrito rosa como extra, y la cubrieron con mantas, para luego caminar rápidamente fuera de su casa en dirección al laboratorio.

Allí encontraron a Chrome, Ukyo, Ryusui, Gen y Yuzuriha hablando sobre cosas del barco, probablemente. Los cinco los miraron sorprendidos al verlos entrar, pero rápidamente la atención se fue a Tsukiku.

Yuzuriha y Ryusui se colocaron el desinfectante a velocidad increíble para luego pedir al mismo tiempo que les dejaran cargar a su pequeña con ojos brillantes.

Con gotitas corriendo por su sien, Kohaku dudó un poco antes de finalmente dársela a Yuzuriha, que sonrió felizmente mientras el capitán hacía pucheros. Le aseguraron que luego él sería el próximo en cargarla.

-¿No hay mal clima como para sacar a la princesita?- preguntó Gen acercándose a los jóvenes padres.

-No teníamos otra opción, necesitamos cuidar que no lloré por su disfonía y se pone a lloriquear cada vez que uno de los dos se aleja de ella.- explicó Senku con cansancio mientras se acercaba a la mesa para estudiar sus planos. –Qué bueno que están aquí, así podrán distraerla para que me dejé trabajar aunque sea un poco.-

-¡Yo lo haré encantado!- Ryusui rió mientras le hacía gestos exagerados a la bebita, que sonrió estirando una mano hacia él desde los brazos de Yuzuriha. -¡Oh, miren eso, me adora! ¡Soy su persona favorita en todo el mundo!- declaró felizmente luego de cinco minutos de su segunda interacción con la niña en sus seis semanas de vida recién cumplidas.

-En realidad, aparte de Senku y yo, ese puesto se lo discuten Francois y Jasper.- señaló Kohaku con una risita.

-Hmm.- Ryusui mantuvo su sonrisa. –Bueno, no puedo culparte por eso, princesa.- habló con Tsukiku, inclinando un poco la cabeza para susurrarle algo. –Aquí entre nos, Francois también es mi persona favorita.- le guiñó un ojo, hablando en voz tan baja que Kohaku no lo hubiera escuchado de no estar tan cerca. Yuzuriha también lo escuchó y ambas compartieron una sonrisa, apartando la mirada y fingiendo no haber escuchado nada cuando el rubio las miró de reojo. -¡Pero ya verás que terminaras amándome también, todas lo hacen!- rió altaneramente.

-Mejor aléjate de mi hija y trae tu trasero aquí.- Senku le lanzó una mala mirada. –Todavía no me dijiste dónde querías colocar ese segundo timón, es lo único que nos falta para terminar la cubierta superior.-

-Ow, está bien.- se dirigió al científico arrastrando los pies. -¡Pero recuerden que quiero ser el segundo en cargarla, eh!- les hizo una seña a las mujeres, que solo se rieron.

-Aww, extrañaba muchísimo a mi linda sobrinita.- Yuzuriha acarició con ternura los cabellos blanco-verdoso de la pequeña. –Cada día crece más. Es hermosísima, Kohaku-chan, muchas felicidades una vez más.- la felicitó por milésima vez, cosa que solo Taiju y ella seguían haciendo para este punto.

Esos dos sí que estaban hechos el uno para el otro.

-Gracias. Lo sé, cada día la amó más... y ya la amó muchísimo, más que a nadie ni a nada.- sonrió enormemente. –Sé que suena loco, pero...- se llevó una mano a la mejilla, sin saber cómo explicarlo realmente.

-Está bien.- rió dulcemente. –Entiendo. Es normal.- aseguró.

-Oh.- sonrió, contenta de que alguien aparte de las ancianas y otras madres mucho mayores que ella la entendiera. –Genial.- solo dijo, sin saber qué más decir.

-Por cierto, aprovechando que estás aquí y el tema de los repuestos para las velas aparentemente no se discutirá por el momento, quería hablar contigo sobre algo.- le dijo con una sonrisa un poco nerviosa.

-¿Eh? Oh, claro, no hay problema. Dime.- sonrió.

-Es que... podría incomodarte.- murmuró mientras mecía a su bebé. –Es sobre tu decisión de irte con nosotros en el viaje al otro lado del mundo.- admitió en voz baja.

-Oh.- la joven madre se quedó en blanco por un momento. –Bueno... sí, es un poco incomodo.- se frotó los brazos. –Pero adelante, puedes decirme lo que sea.- le sonrió para inspirarle confianza.

-Bueno... es que no entiendo por qué consideras mejor venir con nosotros. Sé que eres la mejor guerrera del reino de la ciencia, pero ni siquiera es seguro que debamos pelear con alguien. Y deberemos partir en solo unos cuantos meses, Tsukiku-chan ni siquiera llegaría al año...- la miró con preocupación. –Por favor perdóname sí sueno entrometida, pero no puedo evitar preocuparme... ¿No crees que sería mejor quedarte con ella? Estoy segura que te necesitará más que nosotros.- se removió incómoda. -¡P-por favor, no pienses que pretendo ofenderte ni juzgarte! S-solo me preocupa...- murmuró con un poco de timidez.

Kohaku le colocó una mano en su hombro, sonriéndole.

-Descuida, entiendo.- aseguró. –Yo... pensé mucho en esto.- aseguró seriamente. –Y la verdad es que no quiero irme. No quiero separarme de mi bebé ni en diez billones de años.- soltó el hombro de la artesana para pasar sus dedos por el cabello de su hija. –Pero...- miró de reojo a donde Senku estudiaba de forma diligente sus planos, hablando de vez en cuando con sus compañeros generales del reino de la ciencia. –Él tampoco quiere... y aun así sabe que debe ir.- bajó la cabeza. –Esta misión no es solo por el bien de Tsukasa. Definirá el futuro de la humanidad.- habló seriamente. –El futuro de mi hija también. Y, la verdad, no estoy cómoda con la idea de quedarme aquí sentada mientras ustedes arriesgan sus vidas, tal vez pudiendo necesitarme. Y yo... no quiero darle una excusa a Senku para morir.- sonrió ferozmente. –Debemos criar a nuestra hija juntos, ella nos necesita a ambos. No quiero que piense que está bien no regresar solo porque yo estaré aquí para cuidarla. Iré para asegurarme de que traiga su trasero de regreso aquí y ambos podamos criar a Tsukiku y estar aquí para ella siempre que nos necesite a medida que crezca.- se llevó las manos al pecho. –Estará segura aquí con Ruri-nee y, cuando regresemos, nos estará esperando.- acarició su carita mientras la miraba con sus ojitos azules.

Yuzuriha sonrió, con lagrimitas en los ojos.

-Creo que entiendo.- asintió. –Es duro, pero... es la situación en la que nos encontramos. Solo queda asegurarnos de traerlos seguros a casa para que puedan estar con ella y darle un buen futuro.- sonrió con más optimismo. -¿No están de acuerdo, chicos?- miró a los cinco generales.

Kohaku volteó justo a tiempo para ver a Senku apartar la mirada de ellas, fijando sus ojos en sus planos.

Ups, había olvidado que solo estaba a unos metros de ellas.

Los otros cuatro ni intentaron disimular el no haber estado escuchando la conversación.

-¡No te preocupes, princesita!- exclamó Ryusui con una risa escandalosa. -¡Te traeremos a tus padres en un parpadeo, sanos y salvos!- aseguró chasqueando los dedos.

-¡Ni siquiera lo dudes, Tsukiku! ¡Apenas notaras su ausencia!- aseguró Chrome alzando el puño con una sonrisa.

-¡Así es princesa, volverán en un parpadeo para llenarte de muchos mimos!- canturreó Gen.

Ukyo solo asentía con una sonrisa suave.

Senku se mantuvo en silencio, mientras que Kohaku luchaba por bajar el sonrojo en sus mejillas por haber dicho algo tan personal en frente de esos cuatro idiotas y Ukyo.

Después de tres horas, cuando el clima mejoró un poco, Senku declaró ya haber hecho suficiente trabajó por el momento y volvieron a la casa con Tsukiku dormida bien envuelta en mantas.

-Sabes, entiendo tu punto.- murmuró Senku de pronto a medio camino, sorprendiéndola. –Sigo prefiriendo la idea de que te quedes con ella, pero al menos ahora comprendo más tu punto de vista y ya puedo dejar de lado mi indecisión de sí debería o no presionarte para que te quedes.- sonrió divertido al ver su rostro lleno de indignación. –Tranquila, solo lo estaba pensando. Pero ya no veo esto solo con dos posibles opciones. Beneficio para nuestra mocosa o beneficio para la misión. Entiendo que el camino que has elegido, probablemente sea lo mejor para beneficiar a todos.- suspiró. –Aunque odie admitirlo, fue una decisión bastante racional.- admitió con una sonrisa ladina. –Sigue sin gustarme, pero al menos ahora lo entiendo. Y ellos también.- ese comentario la hizo sonrojar una vez más.

-C-cállate. Te dije que lo pensé mucho.- apartó la mirada. –Tampoco me gusta, Senku, no me gusta para nada. Pero debemos hacer esto juntos. No podré mirar a mi hija a los ojos sí algo llegará a pasarles no solo a ti, sino a todos ustedes allá afuera. Debemos unir fuerzas y regresar todos juntos a salvo.- miró decidida al frente. –Voy a protegerla, voy a protegerte, voy a protegerlos a todos. Esa es la razón por la que quiero usar mi fuerza. Por su bien, por tu bien, por el bien de todos y de la ciencia. Sé que ese es el camino correcto a seguir. Nos traeré a casa, de regreso a ella.- bajó la mirada para verla con cariño.

Él la miró en silencio por un tiempo antes de soltar una seca carcajada.

-Sí... supongo que ese es tu lado. Tú eres poder, yo soy inteligencia. Sí de verdad queremos salir adelante necesitaremos de ambos. Y ella estará bien.- miró con anhelo a su bebita. –Cuando regresemos, ella estará esperándonos.- susurró.

-Sí... cuando regresemos.-

Porque iban a regresar, eso sin duda alguna. Porque su hija estaría esperándolos.

.

-¿Y qué se supone que estamos haciendo ahora?- preguntó Ginro con lagrimitas en los ojos mientras usaba un mazo para romper vidrio en miles y miles de pequeños fragmentos.

-Estamos preparando un tipo especial de cristal para remodelar la casa de Senku.- explicó Kinro sin dejar de destruir su propia pila de vidrio. –No preguntes, solo trabaja.-

-¿Por qué alguien necesitaría un montón de cristales rotos para su casa?- Ginro suspiró cansinamente. Sentía que cada vez entendía menos a la ciencia conforme pasaba el tiempo. -¿Y por qué necesita remodelarla? Dijo que estaba bien así después de que terminamos de construirla hace varias semanas ya.- de verdad que no entendía nada de nada.

-Es por el bien de Tsukiku-chan, por supuesto.- comentó Suika mientras llegaba cargando una caja con más vidrio inservible, junto a ella estaba Chrome.

-Menos mal que guardamos nuestros intentos fallidos de crear vidrio antes de que el viejo Kaseki se nos uniera.- comentó Chrome. –También quedaron muchos fragmentos de bombillas fallidas de cuando hacíamos el teléfono y eso.-

-Yo sigo sin entender para qué necesitan todo esto...- lloriqueó Ginro mientras martillaba.

-¡El trabajo infernal apenas ha empezado!- Senku llegó pateando la puerta de su laboratorio antes de acercarse a ellos que estaban al aire libre cerca del horno de fundición. –Tomaran turnos. La primera mitad de la mañana trabajaran aquí y la segunda mitad volverán a romperse la espalda a la zona de construcción del barco. Tendrán descansos al medio día de solo una hora y luego la mitad de la tarde volverán a trabajar aquí y el resto hasta bien entrada la noche trabajaran en el barco.- rió como un desquiciado mientras todos los trabajadores lo miraban horrorizados.

-¡No puedes hacernos eso! ¡Vamos a morir!- gritó Ginro cayendo de rodillas mientras se sujetaba los lados del rostro.

-Relájate, solo será por unas tres semanas.- el científico rió entre dientes mientras rascaba su oreja. –Tenemos la planta de energía para encargarse de la parte de fundición, y Kohaku con su absurda velocidad se encargará de convertir el vidrio en fibras. Luego Chrome y yo nos encargaremos de la mezcla para la solución aglutinante y con eso deberíamos tener las lanas de vidrio suficientes en un par de días, ya que realmente no importa mucho su densidad mientras llegue a cierto parámetro, y es solo para agregar una mejora extra a las cámaras de aire. Una vez tengamos las suficientes empezaran a trabajar en la remodelación de la casa, lo cual tomara poco más de una semana, probablemente. Y no podemos descuidar el barco, así que solo tendrán que soportarlo.- encogió los hombros.

-¡Ni loco! ¡Nunca! ¡No quiero! ¡Es demasiado! ¡No puedes obligarme!- Ginro negó frenéticamente con la cabeza antes de correr a toda velocidad hacia el bosque para intentar huir, o al menos eso intento, pero Kinro lo tomó del brazo, manteniéndolo corriendo en un solo lugar sin avanzar.

-¿Qué pasa aquí?- Kohaku salió del laboratorio cargando a su bebé con ella, con Gen y Ryusui saliendo detrás de ellas. Ginro se zafó del agarre de su hermano y de inmediato corrió a ver a la pequeña hija del jefe.

-Oh, vaya, no la había visto desde la fiesta.- murmuró sonriendo. -¡Hola, Tsukiku-chan!- le sonrió tiernamente, para luego hacerle muecas para intentar hacerla reír o sonreír. Ella le sonrió y él también sonrió como un idiota. -¡Wow, le agradó! ¡Hurra!- alzó un puño.

-De todos modos ¿qué era todo ese escándalo?- volvió a preguntar la joven madre mientras Ginro seguía haciendo caras tontas.

-Ginro se estaba quejando de no querer trabajar porque es demasiado.- señaló Chrome.

-Bueno, la verdad es que tiene un punto. De verdad es demasiado trabajo.- dijo uno de los miembros del equipo de la fuerza.

-Cierto. No sé si seremos capaces de algo así...- murmuró otro fortachón.

Gen, que se había mantenido al margen, de repente sonrió con un brillo malicioso en los ojos.

-¡Oh, vaya! ¡Pero qué pena! ¡Pobrecita Tsukiku-chan!- lloriqueó paseándose delante de ellos con una mano en su frente. -¡Y pensar que todo ese trabajo duro es por su bien! La pobre y linda Tsukiku-chan le tiene tanto miedo a las tormentas que lloró hasta lastimarse la garganta y quedarse sin voz. ¡Y según Ryusui-chan pronto vendrán muchas más tormentas! ¿No es cierto, Ryusui-chan?-

-Bueno, sí, pero...-

-¡Oh, pobre, pobre Tsukiku-chan! ¡Va a llorar mucho más y lastimarse más!- se secó una lágrima. -¡Nadie está dispuesto a trabajar un par de horas extra por ella! Es nuestra princesa del reino científico y todo, pero creo que no te quieren lo suficiente.- acarició el cabello de la pequeña, que ahora estaba chupándose el pulgar. –Ni modo, princesita, supongo que estos hombres no creen que seas tan linda y digna de proteger. Qué pena, qué pena.- negó con la cabeza con una mueca de tristeza.

-¡O-oye, eso no es cierto!- dijo Ginro mientras todos los demás miraban indignados al mentalista. -¡Claro que queremos protegerla! ¡O al menos yo si quiero!- corrió a volver a tomar su mazo. -¡POR TSUKIKU-CHAN!- empezó a triturar cristal con más ganas que nunca.

-¡POR TSUKIKU-CHAN!- después de asegurar a gritos que ellos también adoraban a la princesa, todos los otros fortachones del reino de la ciencia se pusieron a trabajar a su máxima potencia triturando los cristales inservibles y otros materiales que también necesitarían para la lana de vidrio.

Ryusui, Senku y Kohaku los miraron con gotitas en sus frentes, mientras que Gen se carcajeaba diabólicamente detrás de ellos.

.

Pasó una semana y la remodelación de la casa, o más bien del cuarto de Senku y Kohaku, ya estaba casi por la mitad. Gen realmente hizo un muy buen trabajo motivando a todos con sus trucos baratos de mentalista.

A pesar de que fue un trabajo infernal, a Kohaku igual le agradó la sensación de volver a trabajar en otro invento científico mientras Yuzuriha y Ruri cuidaban de Tsukiku. Ayudó a crear las fibras de vidrio y a volver a calentar la lana de vidrio después de que las adhirieran entre sí con esa solución aglutinante que Senku y Chrome prepararon. Les tomó solo un par de días tenerlas todas listas, y mientras tanto la remodelación al techo ya estaba en proceso.

En esa semana la garganta de su bebé se mejoró por completo ya que fueron muy cuidadosos en mantenerla lo más tranquila posible, y los tapones para oídos y la habilidad de Ryusui para predecir cuándo llegaría una tormenta fuerte ayudaron mucho también.

Mientras su habitación estaba pasando por la remodelación, Senku y Kohaku se mudaron temporalmente a una de las habitaciones de invitados, tomando sus colchones con ellos así que era básicamente lo mismo. Igual la niña dormía siempre en la misma habitación ya que su voz estaba dañada, y probablemente seguiría así por al menos otra semana hasta que fuera seguro que su garganta no volvería a dañarse.

Sin embargo, después de que pasara esa semana, ya que la pequeña había mejorado considerablemente, Kohaku decidió volver a su entrenamiento mientras se la dejaba a Ruri.

Funcionó por un par de días, pero luego Tsukiku empezó a chillar demasiado mientras Kohaku practicaba su lucha cuerpo a cuerpo contra Jasper. Tanto fue su llanto que su tía no pudo calmarla y tuvo que abandonar su entrenamiento para ir a calmarla. Lo peor fue que apenas la tomó en brazos dejó de llorar, pero cuando quiso volver a irse empezó otra vez a los gritos.

Pasados otro par de días, Tsukiku seguía chillando cada vez que despertaba al no encontrarla cerca, dejándole solo más o menos una hora de entrenamiento al día antes de que reclame por su entera atención.

Cumplidas dos semanas desde que empezaron a hacer la lana de vidrio, terminaron de instalar las cámaras de vacío en el techo y lo reconstruyeron, y un par de días después también terminaron de instalarlo en las paredes. La remodelación estuvo completa, el lugar fue completamente aseado y los jóvenes padres pudieron instalarse allí con su bebé una vez más.

La siguiente tormenta no fue completamente silenciosa, pero los truenos no parecieron molestar en lo absoluto a Tsukiku al sonar muchísimo más atenuados. Eso los hizo suspirar aliviados.

El siguiente problema a resolver era su creciente apego excesivo a sus padres. Pareció acostumbrarse mucho más a tenerlos con ella, y cuando pasaba mucho tiempo lejos de uno o del otro, o de los dos, se ponía especialmente irascible y normalmente solo Francois era capaz de calmarla, pero la chef estaba demasiado ocupada, así que no podía ayudarlos mucho.

-Eres una pequeña manipuladora.- murmuró Senku malhumorado mientras anotaba algo en un plano con su mano libre mientras con su otro brazo sostenía a Tsukiku, que estaba muy entretenida mirando su manito. -¿No crees que estás muy grandecita para estos berrinches? Ya no estás muy lejos de cumplir dos meses.- sonrió, mirándola de reojo. –Con lo dispuestos que están todos a cuidarte y tú te aferras a nosotros. Sí sigues así te vamos a hartar pronto y luego querrás echarnos a patadas y celebraras cuando nos vayamos en el barco.- bromeó.

Tsukiku lo miró al escucharlo seguir hablando y empezó a hacer muecas y soltar sonidos extraños, como sí quisiera imitar lo que su padre decía. Intentando no morir de ternura, Kohaku se acercó a tomarla en brazos.

-No le hagas caso. Solo está amargado porque no lo dejas besar sus planos cómodamente.- rió mientras besaba su frente, ignorando la mala mirada que el científico le lanzó. Tsukiku volvió a gimotear algo, haciendo otro tipo de muecas adorables, probablemente tratando de imitarla a ella ahora. –Aww, eres adorable.- volvió a besar su frente, también besando sus mejillas de paso. -¿Quién es adorable? Tú eres adorable, tú lo eres, sí que lo eres.- le hizo varias muecas y caras tontas, arrancándole otra sonrisa. –Aww, te amo, te amo. Mamá te ama, te ama mucho.- volvió a llenarla de besos.

-Tranquila, leona. Estoy intentando calcular cuánto peso aguantaría el barco sin afectar su velocidad de desplazamiento para llevar los materiales de repuesto aquí, apreciaría un poco de silencio.- masculló el hombre secamente.

-Pues no lo tendrás, voy a mimar a mi hija todo lo que quiera.- le sacó la lengua, luego se volteó a su pequeña. –Papá es un amargado. ¿Quién es un amargado? Papá es un amargado, el más grande amargado de todos.- siguió haciendo muecas ridículas, aunque al verla sonreírle le importaba muy poco tener un comportamiento tan infantil.

-Claro, sigue poniéndola en mi contra, tal vez así me dejé trabajar.- gruñó Senku todavía anotando en sus planos.

-No, no lo hará.- al ver que Tsukiku empezó a mirarlo después de escucharlo hablar, se le acercó y ella, apenas estuvo lo suficientemente cerca, estiró su bracito y atrapó un mechón de su cabello ridículamente grande en su mano, y tiró. Con fuerza.

-¡Auch! ¡Mierda, mierda!- Senku se estremeció de pies a cabeza mientras Kohaku se reía a carcajadas. Tsukiku siguió tirando mientras abría la boca, viéndose como sí quisiera comerse el cabello de su padre.

-Lo siento, Tsukiku. Por mucho que parezca un vegetal extraño, el cabello de papá no es comida.- riendo tiernamente, la apartó de él, que se frotó la cabeza siseando entre dientes.

-¡Lo sabía! ¡La has puesto en mi contra! Muy astuta, leona, pero luego no te quejes cuando solo quiera fastidiarte el tiempo libre a ti.- la miró con rencor, luego se puso en pie y se inclinó para poner su rostro más cerca de su hija. –En cuanto a ti, mini-leona, vuelves a hacer otra travesura de esas y tendré que raparte.- sonrió burlonamente, tomando un mechón del flequillo que se le estaba comenzando a formar, muy similar al de su madre solo que con los colores de su padre.

Su hija gorjeó algo inentendible, pero que Kohaku interpretó a su propia manera.

-Creo que te está diciendo que te vayas al diablo.- tradujo carcajeándose. –Y no nos digas leonas.- cambió su expresión risueña para pasar a mirarlo mal.

Él se encogió de hombros.

-Sí, sí, lo que digas.- antes de que ella pudiera decir nada más, Francois de pronto entró al laboratorio.

Tsukiku estiró una mano hacia la chef de inmediato, que felizmente la cargó apenas Kohaku se la entregó, sonriéndole suavemente.

-Que bueno verte, Francois. Aunque creí que estabas muy ocupada por estos días...-

-Yo la mandé a llamar.- dijo Senku rascando su oreja. –Cuidará a nuestra mocosa por un par de horas.-

-¿Eh? ¿Por qué?- pestañeó confundida.

-Vamos a ir de cacería.- sonrió misteriosamente.

Los dos se encaminaron al bosque después de dejar a Francois con todo lo que podría necesitar y de que Kohaku se equipara con un par de cuchillos y Senku trajera una jaula de tamaño mediano.

-¿Qué animal se supone que debemos cazar? ¿Una liebre? ¿Alguna cría de ciervo o jabalí? ¿Un osezno?- preguntó curiosa.

-Piensa en algo más pequeño.- rió entre dientes. –No te dejes engañar por el tamaño de la jaula, es así de grande porque necesitamos muchas de ellas.-

-Oh, ¿entonces quieres ratas?- preguntó mientras comenzaba a mirar más por el piso y en los huecos de los árboles.

-Sí, y debemos cazar muchas porque solo necesito hembras, jóvenes, pero no demasiado pequeñas.- explicó. –Y las necesito vivas y preferiblemente intactas.-

-Bueno, eso lo vuelve diez billones de veces más complicado.- bufó. Senku dejó escapar una pequeña risa y ella lo miró interrogante. -¿Qué?- él negó con la cabeza.

-Nada.- se hizo el desentendido. –Si puedes encontrar una madriguera sería lo más ideal. Esas pequeñas mierdas se reproducen muy rápido y tienden a quedarse juntas, así que una sola colonia debería bastar.-

-Muy bien, en ese caso no debería ser muy difícil. Sé donde hay un par de madrigueras, solo esperó que sigan allí.- cambió de dirección. –Aunque será difícil atraparlas vivas y sin dañarlas mucho.-

-Solo usa la jaula y baja la puerta cuando tengas un buen número dentro.- le dio la jaula. –Por cierto, luego de esto será mejor que nos demos un buen baño y nos pasemos desinfectante hasta por el culo, también evitemos tocarlas lo más posible, o luego podríamos enfermarnos y sí eso pasa casi estaríamos sentenciando a muerte a nuestra mocosa.- masculló secamente.

-¿Eh? ¿Entonces no deberíamos dejar que alguien más se encargue de esto?- se tensó.

-No realmente. Eres la mejor cazadora, y quien mejor conoce el bosque aparte de Suika y Chrome, y no creo que ninguno de los dos quiera arriesgar a Suika, mientras que Chrome está ocupado, al igual que muchos otros cazadores. Además tu vista es un factor extra. Y yo debo venir para decirte exactamente lo que necesito, por supuesto.-

-¿Y por qué es tan importante?- hizo una mueca, sin realmente muchas ganas de exponerse a posibles enfermedades aunque siempre había sido muy sana. Ahora tenía una bebita hermosa y realmente no quería arriesgarla de ningún modo.

-Son necesarias... Para realizarte una prueba de embarazo.- la miró seriamente. Ella se quedó con la boca abierta. ¡Mierda, se había olvidado de eso! –También podríamos usar ranas, pero no he visto ninguna de la especie que necesito, la xenopus laevis, y eso que llegó a ser una plaga justamente por su introducción al país para funcionar como test de embarazo barato y reutilizable durante los años cincuenta, otras especies que he visto por aquí también son útiles pero no tienen tanta efectividad, así que usaré ratas.- sacó una mascarilla y guantes y se las tendió. –Póntelas cuando encuentres alguna madriguera.- aconsejó.

-Ok, pero... No entiendo. ¿Por qué necesitas ratas o ranas para saber sí estoy embarazada?- preguntó más que confundida. –Esto está comenzando a sonar más como hechicería que ciencia...- ¿acaso querría los ojos de las ranas y las tripas de las ratas para una pócima?

-Sí de verdad estás embarazada, entonces tu orina contendrá cierta hormona que solo liberan las embarazadas, o al menos mayormente ellas, la gonadotropina coriónica humana. Sí inyecto pequeñas dosis de tu orina en las ratas y sus ovarios se inflaman, entonces habrá un ochenta por ciento de probabilidades de que estés embarazada. Afortunadamente es poco probable, así que básicamente solo quiero confirmar el negativo.-

-Oh.- bueno, eso sonaba más lógico, aunque no lo entendió del todo.

Les tomó media hora llegar a donde Kohaku recordaba estaba la madriguera más grande que había visto en el bosque, pero cuando llegaron rápidamente confirmaron que las ratas seguían allí al ver una meterse.

-Es perfecto.- Senku rió entre dientes mientras se colocaba la mascarilla y los guantes. –Ahora deberíamos encontrar el modo de hacer que todas salgan corriendo de allí en pánico y entraran prácticamente solas en la jaula. ¡Por fortuna traje una de estas!- sacó una especie de balón que le resultó muy familiar a la mujer.

-¡Oh! ¡Es una bomba de sonido!- reconoció luego de colocarse su propia mascarilla de tela y guantes.

-¡Exacto! ¡Diez billones de puntos para ti! ¡Solo arrojemos esto a su madriguera y saldrán disparadas!- rió malvadamente.

Recurriendo a toda su experiencia como cazadora, Kohaku apuntó la bomba a la madriguera, logrando hacerla entrar justo en el segundo en el que Senku la activó.

Abrió la jaula justo a tiempo cuando una estampida de cientos y cientos de ratas salieron disparadas corriendo directamente hacia ellos. Senku se apartó del camino, y ella apoyó las manos en la jaula y levantó las piernas en el aire, soportando todo el peso de su cuerpo en las palmas de sus manos mientras decenas y decenas de ratas entraban en la jaula.

Solo esperaba que la jaula fuera lo suficientemente fuerte para soportar su peso mientras pasaba la estampida. Y también esperaba que esas ratas no huyeran a la aldea, aunque no estaban yendo exactamente en esa dirección pero sí cerca.

Cuando las ratas se amontonaron demasiado, echó la cabeza hacia adelante y empujó la puerta hacia abajo dándole un golpe con la frente, cerrando la jaula exitosamente.

Luego de un par de minutos, finalmente todas las ratas salieron y pudo volver a bajar las piernas y asegurar mejor con una traba la jaula donde todas se removían frenéticamente, chillando y retorciéndose unas contra otras.

-¡Las tengo, Senku!- exclamó triunfante al científico, que rápidamente se bajó de la gran raíz de árbol donde había estado antes.

-¡Impresionante, leona! Como era de esperarse de ti, por supuesto.- rió mientras se acercaba a la jaula. –Ahora solo debemos llevarlas al laboratorio sin que escapen.- quiso tomar la jaula por la manija que tenía, pero apenas pudo levantarla.

-Yo la llevó.- se ofreció con una mirada condescendiente.

-Sí, mejor.- jadeó por el solo esfuerzo. En vez de volver al laboratorio que estaba cerca de su casa, llevaron las ratas a la oficina improvisada que tenía cerca de la zona de construcción del barco, ignorando las caras horrorizadas de todos los que los veían caminando con una jaula llena a rebosar de ratas chillonas. –Deberemos esperar al menos una semana más antes de que pueda completar por completo el proceso. Ahora debo seleccionar las ratas hembras que me serán de utilidad, al resto supongo que las liberare en lo profundo del bosque. Eso me tomará el resto del día incluso aunque le pediré ayuda a Chrome y otro par de personas, así que tendrás que encargarte de la mocosa sola al menos hasta las nueve o diez de la noche.-

-De acuerdo... Espera, ¿no necesitas mi orina y eso para tus pruebas?- preguntó curiosa, aunque incómoda.

-Ya la tengo.- eso la dejó con la boca abierta. -¿Qué?- preguntó con las cejas arqueadas. –Compartimos baño, no fue muy difícil conseguirla.- señaló con sequedad.

-A-ah, ya ve-veo.- tomando aire para no abofetearlo por hacer cosas raras sin decirle, se volteó para abandonar su oficina. –Entonces supongo que iré a darme un buen baño.- no había tocado a las ratas, pero debía ser precavida.

-Y no entres en contacto con la mocosa hasta que lo hagas, y tampoco olvides el desinfectante en las manos, brazos, cuello y pecho.-

-Creí que en todas partes.- alzó una ceja.

-Eso era solo una forma de decir, idiota.- rodó los ojos. –Ni siquiera tocaste las ratas, bastaría con las manos, pero hay que ser precavidos. Ya no encaja en el término recién nacida, pero sigue siendo un bebé muy pequeño. No podemos arriesgarla.-

-Muy bien.- entendiendo su punto, finalmente se marchó.

Después de asearse a fondo, fue en busca de su bebita que ya estaba dormida mientras Francois trabajaba en su cocina. Le agradeció a la chef y se marchó de regreso a su casa con su pequeña en brazos.

Esa noche cayó una ligera llovizna, y Senku regresó mucho después de que ella terminara de cenar, casi cuando estaba a punto de irse a dormir tan malhumorada como su hija al no tener a su padre cerca con ellas. Antes de siquiera decirles nada fue a darse una ducha aunque se notaba que ya había bañado y no solo por tener el pelo mojado, ya que eso probablemente era culpa de la llovizna, y cuando salió apestaba al desinfectante, pero igual se negó a cargar a Tsukiku.

-Estuve demasiado tiempo en contacto con las ratas, aunque usando precauciones, pero igual creo que no me arriesgaré a tocarla hasta dentro de otras veinte duchas.- hizo una mueca de pena mientras veía a su hija estirarle un bracito, pero luego se rió. –Ah, no, mini-leona, tendrás que esperar hasta mañana para intentar comerme el cabello, ni intentes empezar con tus pucheros.- Tsukiku siguió refunfuñando otra media hora hasta que Kohaku empezó a cantarle y rápidamente se durmió sin más dramas.

La semana pasó lenta, llena de miles de cosas en las cuales ocuparse y miles de cosas en las cuales pensar. Todavía tenían problemas con Tsukiku demasiado apegada a ellos y no dejándolos trabajar ni entrenar fácilmente, lo cual provocaba muchos más problemas para muchas más personas, pero todos adoraban a la pequeña diablilla así que de alguna forma las cosas terminaban funcionando.

Cuando finalmente la semana terminó, justo un día antes de que su bebé cumpliera dos meses de nacida, Senku le anunció a Kohaku el resultado de sus pruebas.

-¿Y es...?...-

-Negativo.- la miró seriamente. –Ya de por sí la probabilidad era baja, y esto acaba de confirmar que no lo estás. Es diez billones por ciento seguro decir que no estás embarazada.- ambos se miraron fijamente por un segundo, antes de suspirar aliviados.

-Gracias al cielo.- se secó el sudor de la frente. –Ahora solo queda... nunca, jamás de los nunca jamás volver a repetir "eso".- volvieron a mirarse mortalmente serios.

-Por supuesto.- sonrió con otra de sus típicas sonrisas. –Nunca se volverá a repetir.- aseguró.

-Nunca.- asintió.

-Nunca.- volvió a confirmar.

Y esta vez definitivamente cumplirían con su palabra. Al menos esta vez sí. Seguro en un diez billones por ciento. Claro que sí. Obvio.

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