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Odio y amor en el mundo de piedra

Chrome estaba cansado como nunca antes después de dos exhaustivas semanas ayudando a Senku con su hijita enferma y luego ayudando en el barco para que la obra no se retrase.

Fue testigo de lo duro que era criar a un bebé y sintió una nueva clase de respeto por Senku y Kohaku que tenían que lidiar con eso a diario desde hace meses y de ahora en adelante por muchos años hasta que la niña creciera.

Y aunque era muy difícil, todo valía la pena por la pequeña.

Sí bien al principio solo la veía como un impedimento para que Senku trabaje más, siempre supo que lo correcto era hacer lo mejor para la niña, sin embargo nunca realmente entendió el por qué. Y es que era tan pequeña y tan frágil, y era tan dulce y risueña, que era increíblemente fácil encariñarse y adorarla. Él estuvo ahí la primera vez que ella sonrió, y fue realmente duro temer que nunca más volverían a ver esa sonrisa.

Pero sobre todo fue duro ver el temor palpable en los ojos de sus padres. Ellos que eran los que más la amaban, estaban decididos como fieras a hacer lo que sea para salvarla, pero eso no quitaba el miedo. Y Chrome lo vio en primera fila.

Conocía a Kohaku desde siempre, crecieron juntos preocupándose por perder a Ruri, la vio desfallecer en sus intentos para ayudarla en lo que sea y vio esa profunda preocupación en sus ojos, pero incluso esa gran preocupación palidecía un poco en comparación al completo terror que sintió esta vez. Tal vez porque la enfermedad de su hija fue más sorpresiva, o tal vez simplemente porque era un tema de madre e hija que él no comprendía del todo.

La cosa era diferente con Senku. Lo conocía solo desde hace un par de años, aunque pasaron mucho tiempo juntos como estudiante y maestro y como compañeros, y lo había visto preocupado también, aunque nunca demasiado. Pero ver sus manos temblar no era nada comparado con ver sus ojos frenéticos y desesperados y su mandíbula apretarse y temblar mientras veía a su hija luchar por respirar. A veces tenía la impresión de que quería llorar también, y sí algo peor hubiera pasado con la niña dudaba que incluso él fuera capaz de contenerse con algo así.

Fue realmente un periodo horrible y estresante, realmente lo alivió cuando ayer por la mañana Senku les anunció a todos que Tsukiku estaba oficialmente fuera de peligro, aunque todavía necesitaban ser cuidadosos con ella.

A pesar de lo cansado que estaba, no lamentaba para nada haberlos ayudado en todo lo posible, y sí lo necesitaban ahora mismo iría corriendo sin dudarlo. Pero por ahora, de verdad que todo lo que quería hacer era dormir, aprovechando que Senku dijo que él se quedaría trabajando en el barco ese día.

Se despertó ese día solo para asegurarse de entregar los materiales que necesitaban para el laboratorio y estaba a punto de volver a acostarse y dormir por el resto de la tarde cuando de repente Senku invadió su choza, otra vez.

-¡¿Qué demonios?!- lo miró sorprendido. Luego recordó que se suponía que él viviría aquí de ahora en adelante. –Ah... ¿La gorila ya te echó de la casa ahora que Tsukiku está bien?- eso era un poco cruel, pero no lo sorprendía, conociendo ya su carácter.

-Vine a buscar mis cosas porque voy a quedarme en mi casa después de todo, la leona cambió de opinión.-

-¿Ah, sí?- se quedó con la boca abierta. -¿O sea que seguirán viviendo juntos y divorciados? Eso podría ser visto con malos ojos por los ancianos y las personas mayores.- murmuró. –Pero supongo que es lo mejor, así al menos podrás seguir viviendo con tu hija.-

-No me importa ni un milímetro sus prejuicios primitivos, pero, solo para que lo sepas, no va a haber divorcio.-

-¡¿QUÉ?!- el cansancio se le fue de golpe. –Pero creí que...- hizo una mueca, intentando recordar qué es lo que había pasado entre ellos exactamente, pero acabó recordando que sí algo le pasaba a Tsukiku entonces Senku podría quedarse según el trato que habían hecho. –Oh, esto es por su hija ¿verdad?-

-Por supuesto que es por ella ¿por qué más sería?- masculló entre dientes.

Chrome se extrañó un poco ante su tono inusualmente resecó. Creyó que estaría más feliz de que al final podría seguir viviendo con su hija, pero casi parecía molesto con algo. Le daba mucha curiosidad, quería preguntarle muchas cosas, pero honestamente no estaba seguro de querer saber la respuesta. Los problemas de un matrimonio debían mantenerse entre ellos, por más falso que fuera el matrimonio. Además que no quería estresarlo más, ya suficiente tuvo con la enfermedad de su hijita.

-Muy bien, muy bien. Mejor así, esa casa es genial, sería una pena que solo vivieran ellas solas.- la semana que pasó allí fue agotadora, pero muy interesante.

-Tarde o temprano ustedes también tendrán casas así, cuando empiecen a surgir las grandes ciudades.- murmuró Senku distraídamente mientras guardaba sus cosas.

-Suena genial, aunque la mayoría de los aldeanos estamos muy acostumbrados a nuestro estilo de vida.- bostezó, recostándose en su cama con renovadas intenciones de dormir.

-También tienen gustos horribles en comida, pero no dejaré que mi hija crezca así.- masculló rodando los ojos. –Ella crecerá junto con el resurgir de la civilización moderna. Conseguiré un material especial para hacer líquido de despetrificación infinito y traeremos más gente para construir todo lo que haga falta. Y apenas lo tenga, lo primero que haré será revivir a un maldito pediatra, o a varios, mejor.- pensó en voz alta.

-¿Líquido de despetrificación infinito? ¿Eso es posible? Espera, ¿qué es un pediatra?-

-Claro que es posible, lo difícil será encontrar el material, aunque tengo una corazonada respecto a dónde podría hallarlo.- sonrió ladinamente. –Para eso, necesito hablar con Ruri.-

-¿Ruri? ¿Por qué Ruri?- preguntó volteando a verlo un poco receloso.

-Ugh, ¿qué es ese tono de celos? ¿Sigues resentido porque te desmayaste y yo terminé casado con ella por tres minutos?- volteó a verlo con una mueca de asco mientras rascaba su oído. –Es la tía de mi hija y será quien la cuide mientras estemos fuera, así que tendré muchísimo que hablar con ella. ¿También harás una escena por cada conversación?-

-¡No estoy celoso! Solo preguntaba.- apartó la mirada. -¿Qué tanto quieres hablar con ella, de todos modos?- preguntó curioso.

-Nada que te interese. Duerme lo que quieras, pero después de cenar será mejor que vayas al barco, necesito a un científico supervisando los detalles de la instalación de las luces.-

-Sí, sí, me encargaré, ya lo sé.- bostezó. –Oye, Tsukiku... sigue estando bien ¿verdad?-

-Por supuesto, no habría salido de la casa si no lo estuviera.- dijo desinteresadamente mientras se cargaba sus cosas a los hombros.

-Sí...- clavó su mirada al techo. –Sabes, Senku, eres un buen padre. Aunque nunca creí que te diría eso.- rió un poco.

Él guardó silencio un momento, mientras caminaba lentamente hacia la salida de la choza científica.

-Gracias.- finalmente dijo. –Tú eres un buen tío, deberías dejar de ser un cobarde ineficiente y declararte a Ruri de una vez para tener el título oficial.- volteó a verlo con una sonrisa maliciosa, haciendo que los colores se le subieran al rostro.

-¡Ya lárgate!- le gritó avergonzado, pero él solo se rió.

-En eso estoy, pero antes quería pedirte un favor.-

-¿Un favor? ¿Cuál?- en toda respuesta, Senku simplemente sacó de una de sus bolsas un plano y se lo entregó.

-Agradecería que hagas eso cuando tengas tiempo, yo lo perfeccionaré luego.-

Chrome miró el plano con curiosidad, antes de sonreír.

-Por supuesto, cuenta conmigo.- después de acceder, Senku finalmente se marchó y Chrome dejó el plano a un lado de su almohada antes de finalmente caer dormido.

.

Kohaku estaba jugando felizmente con su hija, besándole todo el rostro y haciendo caras ridículas para hacerla reír cuando escucho un golpe a la puerta.

De buen humor por lo risueña que estaba su pequeña, abrió la puerta con una sonrisa.

-¡Kohaku-chan!- Suika, Minami y Mirai la saludaron con grandes sonrisas.

-Oh, hola, ha pasado tiempo.- sonrió nerviosamente.

Durante esas dos semanas el número de visitas estuvo muy restringido, y no dejaron entrar ni a Suika porque según Senku los niños también eran bastante susceptibles a contraer bronquiolitis.

-¿Cómo está esa princesa? ¿Crees que pueda cargarla? Me puse el desinfectante.- Minami estiró los brazos ansiosamente.

-No creo que haya problema.- dijo mientras se adentraban en la sala. –Está de muy buen humor hoy.- se sentaron en el sofá y se la dio a Minami, que prácticamente se derritió de ternura cuando Tsukiku le devolvió la sonrisa que le dedicó.

-Aww, eres una dulzura.- pellizcó suavemente sus mejillas regordetas. –Es increíble que seas hija de Senku... aunque él se ríe mucho... pero no de forma linda.- se estremeció un poco, seguramente recordando sus caras de científico loco.

-Es tan bonita, no la he visto mucho, ya que me encargaron vender algodón de azúcar y ramen junto con Suika-chan, además que ayudo a Yuzuriha con las estatuas y la ropa.- Mirai también se acercó a acariciar las mejillas de la bebita, que le sonrió. -¡Aww, parece que me quiere!-

Kohaku sonrió. Tsukiku en realidad era así con casi todo el mundo, y le alegraba mucho que volviera a ser tan risueña y feliz como lo fue una vez superada esa maldita bronquiolitis.

Se rió al recordar las únicas personas a las que Tsukiku les tenía cierto recelo. A Taiju se le rompió un poco el corazón, pero Tsukiku odiaba que él la cargue, aparentemente incómoda en sus musculosos brazos, aunque le sonreía sí él le hablaba. Con Chrome siempre tuvo cierta desconfianza, pero después de esa semana que lo tuvo aquí parecía más interesada en él. Chillaba aterrorizada cada que Magma se le acercaba a menos de cinco metros. Chillaba molesta cada que escuchaba a Yo-kun hablar. Y Nikki estaba tan incómoda al cargarla que parecía incomodarla también, pero probablemente sí le sonriera ella le sonreiría también. Por lo demás ella era un encanto lleno de sonrisas con la mayoría de personas.

Todo eso corrió por su mente mientras Minami y las niñas hacían sonreír a su bebé con sus mimos, pero entonces la escucho toser y de inmediato volvió a cargarla, recostándola contra su pecho y frotando su espalda suavemente.

-¿N-no qué ya se había recuperado?- preguntó Suika con temor.

-Senku dice que pasaran otro par de semanas hasta que se deshaga por completo de la tos y los mocos.- suspiró mientras seguía acariciando su espalda. –Debemos ser cuidadosos, así que supongo que esta visita no puede durar mucho más.-

-Oww.- gimotearon de inmediato, pero rápidamente asintieron con resignación.

-De todos modos, queríamos darte esto.- Mirai sacó de una gran bolsa una libreta como esas que usaban en la academia científica para leer.

-¿Qué es?- preguntó curiosa.

-Míralo cuando tengas tiempo.- canturreó Minami con un guiño.

-Lo hicimos entre las tres.- agregó Suika.

Después de despedirse de madre e hija, las tres se marcharon, dejándola lidiando con Tsukiku ahora malhumorada por el pequeño ataque de tos que tuvo, aunque luego de un rato de jugar con su móvil en su cuna volvió a su humor de siempre antes de exigir tomar más del pecho antes de volver a dormirse.

Kohaku se quedó observándola dormir mientras pensaba en lo agradecida que estaba por el simple hecho de que respirara normalmente. De verdad que se asustó mucho con esa enfermedad que sufrió, ahora sentía casi como un milagro que esté mejor.

Suspiró un poco al pensar en Senku. Estaba tan agradecida con él que ni siquiera sabía qué hacer para demostrarle su gratitud, aunque él le había dicho que no hacía falta porque era su hija también y estuvo tan preocupado como ella. Pero sí hubiera algo que pudiera hacer sin duda lo haría. Era una pena que él fuera tan complicado, realmente no sabía qué podría gustarle.

Además... él estuvo un poco distante estos últimos días, desde que trajo sus cosas para mudarse de regreso a su casa oficialmente. Bueno, no tanto, pero... actuaba un poco raro. A primera vista todo parecía como siempre, pero ella notaba los pequeños detalles de su actitud que la hacían extrañarse. Como el hecho de que ahora nunca desayunaba ni cenaba con ella, o que cuando estaban teniendo sus conversaciones con su pequeña ya no le devolvía las bromas... honestamente, eso la estaba molestando mucho, pero no dijo nada.

Tal vez solo estaba exagerando. Además él seguía muy cansado por esas estresantes dos semanas y ahora no había podido descansar del todo al estar recuperando el tiempo perdido en la construcción del barco.

...Esperaba estar exagerando.

No se dio cuenta de cuánto tiempo paso, pero acabó durmiéndose apoyada sobre la cuna de su hija y no se despertó sino hasta que la escucho balbucear algo. Abrió los ojos lentamente, pero no la encontró en su cuna. Casi se le sale el alma del cuerpo, no obstante solo fue cuestión de voltear para verla felizmente cómoda en brazos de su padre, balbuceando sin parar cosas adorablemente sin sentido.

-Oh, bienvenido.- se frotó los ojos, bostezando. -¿Viniste temprano o dormí de más?-

-Vine temprano, aunque en la noche voy a volver después de que ella se duerma.- murmuró sin mirarla.

-¿Tan tarde?- lo miró preocupada. –Necesitas dormir también, Senku.-

-Eso realmente no te incumbe, Kohaku.- ella se crispó con indignación ante su respuesta cortante, pero solo pudo suspirar.

Lo que sea, probablemente solo quería recuperar el tiempo perdido, siempre pensando en el trabajo y lo práctico.

Se acercó a él y a su hijita muy risueña y ella le tendió los brazos de inmediato, a lo que la cargó gustosa, regando besos por todo su rostro para arrancarle otra risita adorable.

-Aww, eres adorable, te amo, te amo, te amo.- dijo sin dejar de besuquear su linda carita.

-Sí ya terminaste de bañarla en afecto, hay que darle un baño real.- masculló Senku rascando su oreja con el meñique. –Tú la sostienes y yo me encargó del resto, ya que quiero asegurarme de que no corra ningún riesgo de infecciones.-

-Como digas.- le sonrió, pero él simplemente se dio la vuelta y salió de la habitación sin decir nada más.

Rodando los ojos, Kohaku lo siguió.

Después de bañarla, Senku se quedó cuidando de ella mientras Kohaku iba a hacer un poco de entrenamiento con Jasper y su padre, comprobando con alivio que esas dos horribles semanas no habían arruinado demasiado su condición física, aunque de todos modos se esforzó el doble en el entrenamiento y llegó a casa más tarde de lo habitual, pero Senku no le reclamó nada, demasiado ocupado trabajando en sus planos mientras mecía con un pie a su hija en el coche de bebés que Kaseki les había regalado tiempo atrás.

-Por cierto, ¿eso es tuyo?- se estremeció un poco cuando él le habló.

Últimamente sentía que solo le hablaba contadas veces al día, y solo cuando era absolutamente necesario.

Curiosa, siguió con la mirada a la dirección que apuntó con el pulgar, sorprendiéndose al ver la libreta decorada con flores, corazones y brillantina que Minami, Mirai y Suika le habían dejado tirada en medio del sofá. Casi se olvida por completo de su regalo.

-Oh, sí, lo siento.- rápidamente tomó la libreta y la abrió con curiosidad, preguntándose qué podría ser. De inmediato se encontró con la respuesta a su pregunta y su boca cayó. -¡Oh! ¡Senku, tienes que ver esto!- exclamó emocionada, acercándose a él.

-Ahora no. Estoy ocupado.- masculló sin mirarla.

-Pero esto es...-

-Dije que ahora no, Kohaku. ¿O acaso lo que quieres no puede esperar?- finalmente volteó a verla, con sus ojos llenos de irritación.

Ella suspiró, apartando la mirada.

-No... si puede esperar. Lo siento, termina tu trabajo.- abrazó la libreta contra su pecho con un brazo mientras que con el otro tomó el cesto de su hija y se retiró a la cocina para buscar algo de comer esa noche.

Había ramen ya preparado que probablemente alguien les trajo mientras estaba fuera, así que vertió los tazones en una olla para calentarlo otra vez y luego volvió a servir uno. Le preguntó a Senku sí quería, pero él insistió en que comería luego.

Su hija se despertó mientras comía por un pequeño ataque de tos y su padre de inmediato vino a cargarla.

-Termina de comer, yo me ocupó.- dijo mientras se iba del comedor, dejándola sola.

El ataque de tos fue una pequeñez, y pronto escucho las risas de su hija desde la sala, haciéndola sentir un poco solitaria ya que hubiera preferido que simplemente tomara asiento en el comedor, si de todas formas no podía trabajar con la niña a cuestas. Casi le pide que se quedé, pero él ni siquiera le dio tiempo de tan rápido que se retiró, sin siquiera considerar la posibilidad de quedarse.

Comió rápidamente, pero no demasiado, y se levantó para unírseles en la sala después de dejar el plato para lavar, pero antes decidió tomar la libreta.

Encontró a Senku sonriéndole alegremente su hija mientras hablaba alguna cosa científica de la cual no entendió ni una palabra en lo que ella lo miraba atentamente, sonriéndole y riéndose de vez en cuando ante algún gesto exagerado.

Sin embargo, apenas verla, él se puso serio.

-¿Tienes tiempo ahora?- señaló la libreta con gesto expectante.

-No, será mejor que la lleves a dormir de una vez.- se puso en pie y se la entregó, casi haciéndola tirar la libreta de no ser porque alcanzó a colocarla debajo de su brazo. –Ya me voy a trabajar al barco, llegaré tarde. No es que te incumba, ya que no tendré por qué despertarte ni nada al llegar. Sí me necesitas simplemente grita y alguien seguro que se despertara.- comenzó a juntar sus planos en lo que hablaba rápidamente. –Buenas noches.- antes de que ella pudiera decir nada, se marchó como alma que lleva el diablo.

Kohaku suspiró, mirando tristemente a la libreta bajo su brazo.

Podría verla sola, pero la verdad es que quería verla con él. Tal vez eso apacigüe un poco su malhumor por tanto trabajo y estrés.

O... tal vez él esté molesto por su trato...

Sacudió la cabeza y le sonrió nerviosamente a su bebita, que la miraba casi con confusión.

No, claro que no podía ser eso. ¡Este era Senku de quien estábamos hablando aquí! A él no podría importarle en lo más mínimo ser su esposo o ser su amigo, o una mezcla rara de las dos cosas. Sí bien sabía que le tenía cierto aprecio, y cierta atracción física, dudaba muchísimo que él perdiera el tiempo preocupándose por algo como sentimientos románticos. Él simplemente no era así, por más que le hubiera gustado creer que quería intentarlo no solo por su bebé, sino por ella también. Simplemente no podía ser.

De verdad debía dejar de hacerse ilusiones o solo terminaría llorando por él, otra vez. Y ya se había prometido que no lo haría.

.

Ryusui estaba casi en la séptima nube. ¡No faltaba mucho para que tuviera su precioso velero a gran escala!

-¡Gran trabajo inspirando a los hombres, Asagiri Gen!- chasqueó los dedos mientras miraba sonriente al mentalista. –Tienes talento.-

-Por supuesto, no me gané el puesto de general solo por mi gran atractivo, ya sabes.- rió con arrogancia. –Mis planes no fallan.-

-Hmm, eso es discutible, ya sabes.- de repente ambos se enseriaron, recordando un gran fracaso que tuvieron recientemente.

Antes de que pudieran seguir hablando de eso, Chrome y Senku llegaron a escena.

-Ustedes realmente me han impresionado.- Senku rió entre dientes, observando con orgullo el barco casi terminado. –Realmente han logrado que un trabajo tan infernal como lo es la construcción del casco se construya en un mes. Claro que todavía no está terminado y todavía hay posibilidades de arruinarlo, pero son escasas y falta muy poco para finalizar el trabajo. Solo quedaría finalizar el equipamiento del laboratorio, los dormitorios, terminar de cargar las provisiones y terminar el invernadero. Realmente se puede lograr en el transcurso de los próximos dos meses.-

-¿Los próximos dos meses? ¡Ja, no lo creo! Danos otra semana y el casco estará terminado. Y luego todo lo demás se puede lograr en un mes y medio, estoy seguro. ¡Mi instinto de marinero lo presiente!- Ryusui sonrió muy seguro de sí mismo.

Muy contrario a la reacción que esperaba, la sonrisa de Senku desapareció y el orgullo en sus ojos al mirar al barco se convirtió en pura melancolía.

Y entonces recordó que finalizar el barco significaría partir inmediatamente. Y partir inmediatamente significaría dejar a la princesa del reino de la ciencia sin padres.

Oh, mierda.

Tosió incómodamente, sintiendo la mirada de desaprobación de Gen en su nuca.

-Bueno, es un mes y medio idealmente, pero tal vez sí se prolongue a dos meses o hasta tres o...-

-No.- Senku interrumpió al chico mayor levantando una mano, con los ojos cerrados solemnemente. –Sí dice que se puede terminar en un mes y medio, entonces debemos hacer todo lo posible para terminarlo dentro de esa fecha. Debemos partir inmediatamente apenas esté listo, y debe estar listo en la brevedad posible. Eso es indiscutible.- la seriedad en su voz no dejaba paso a ninguna replica.

Los tres bajaron la mirada, sabiendo que él era el más interesado en que el barco no se finalice tan pronto, pero aparte de pensar como padre igual debía pensar como líder. Eso hacía que Ryusui lo respetará aún más, aunque no dejaba de ser triste por la pequeña.

-B-bueno, ya que parecen tener controlada la situación aquí por el momento ¿qué tal si terminas ese juguete para Tsukiku? Yo me quedaré a supervisar el trabajo por el resto del día, ya tengo tus planos perfeccionados.-

-¿Juguete?- eso llamó la atención de los otros dos, lo que los instó a seguirlo mientras se alejaba de la zona de construcción.

-Solo es un sonajero, no es la gran cosa.- rascó su oído con desinterés. –Le dejé a Chrome el trabajo de hacer su forma con el plástico, solo falta agregar detalles y esterilizarlo, ya que sí le encanta comerme el cabello definitivamente verá esto como una maldita paleta.-

-Bueno, no es por nada, Senku-chan, pero tu cabello se ve un poco como un vegetal...- señaló Gen, a lo que Senku lo ignoró por completo, volviendo a hablar.

-Aunque esperaba que Yuzuriha pudiera decorarlo, sin embargo está demasiado ocupada terminando con lo último que queda de las estatuas que rompió Tsukasa.- suspiró largamente. –Supongo que solo le pondré un moño o algo así.-

-¡Nada de eso!- el gritó del capitán sobresalto a los otros dos. -¡Una princesa solo se merece lo mejor! Sé mucho de mujeres, seguramente seré de ayuda.- sonrió arrogantemente.

-Eh, mi hija es un bebé, no creo que le importe si su juguete tiene más o menos cosas femeninas...-

-¡Tonterías, Senku-chan! ¡Es importante tratarla como la princesa que es! Fue de mucha ayuda para alentar a los trabajadores. ¡Yo también ayudaré, estoy seguro que sé más de chicas que tú!- rió maliciosamente mientras no dejaban de seguirlo a su laboratorio.

El científico chasqueó la lengua, pero apenas llegar a su laboratorio sacó una caja llena de materiales brillantes, rosas, suaves, esponjosos y asquerosamente lindos e infantiles. Aparte sacó pinturas y cinco sonajeras blancas de distintos tamaños y formas.

-Muy bien, par de tíos consentidores, ¿qué demonios se supone que debo hacer con todo esto?-

-Umm...- Ryusui sacó el primer artefacto extraño que vio en la caja, que resultó ser un moño exageradamente grande y rosa con puntitos más rosas y una tela secundaria más rosa todavía.

-¿De dónde sacaste todo esto, exactamente?- Gen miró con gotitas bajando por su sien la enorme cantidad de dulzura rosa acumulada en una caja.

-Son cosas que le sobraron a Yuzuriha de toda la ropa y muñecos que ha hecho para mi mocosa.- bostezó, obviamente poco interesado en algo como decoración, pero obligado a hacerlo porque era para su pequeña princesa preciosa.

-Siempre he visto a Tsukiku-chan vestir de blanco, mayormente...- comentó Gen con una mano en la barbilla, intento recordar haber visto algo así en la niña.

-Yuzuriha se emocionó demasiado desde que supo del embarazo y le ha hecho kilos y kilos de ropa de diferentes tallas. Las más pequeñas son blancas porque todavía no sabía si iba a ser niño o niña, pero después de que nació empezó hacerle prendas para cuando creciera más. Un par de centímetros más y mi mocosa se convertirá en una bola de rosa, lazos y moños.- rió entre dientes.

-Ugh, pobre de ti.- Ryusui ya sentía que le dolían los ojos por tanto rosa.

-Pero bueno... como dijimos, todo sea por la princesita.- Gen sonrió tensamente, ya comenzando a arrepentirse de meterse en esto.

Durante la siguiente hora los tres hombres lucharon por decorar de la forma más linda posible los cinco sonajeros, pegando moñitos diminutos, atando lazos a los extremos y pintando patrones adorables de colores llamativos y brillantes.

-Ugh, si alguna vez llegó a tener hijos...- comenzó a decir Ryusui ya casi vomitando arcoíris de tanto pegar florecillas y dibujar corazoncitos. –Ojala sean varones.-

Ya había visto suficiente rosa por el resto de su vida.

-Su madre ni siquiera es tan femenina, ojala que ella no salga como su tía o estarás jodido, Senku-chan.- Gen estaba casi llorando por el trabajo abrumadoramente tedioso por más sencillo que fuera a comparación de otras cosas.

-Estoy jodido desde el día en que nació, sea como sea, me será difícil decirle que no a sus caprichos.- rió entre dientes mientras se esforzaba en hacer un moño decente con un lazo rosa con bordados de corazones.

-Cuidado con eso, una princesa caprichosa puede ser peligrosa.- murmuró Gen con ojos entrecerrados, pero Senku no pareció escucharlo, demasiado centrado en su tarea o tal vez ignorándolo apropósito.

Finalmente los sonajeros estuvieron completados y a Gen y Ryusui le parecieron bastante decentes para una princesita, y al pedir la opinión de varias mujeres aldeanas y de la era moderna todas les dijeron que eran "adorables" así que eso fue suficiente para ellos.

Insistieron en estar ahí cuando la pequeña recibiera sus nuevos juguetes, así que después de ver a Senku trabajar en esterilizarlos y luego de varias interrupciones de personas pidiendo su ayuda en el barco, finalmente llegaron a su casa donde Kohaku estaba amamantando a la niña.

Ryusui no pudo evitar echar un vistazo un poco indiscreto al pecho bastante grande casi completamente descubierto, sonriendo ante la vista de la piel suave de una mujer tan hermosa.

Kohaku no lo notó, por suerte o de lo contrario ya estaría muerto, puesto que Gen acaparó su atención comenzando a alabar la ternura de Tsukiku, pero Senku le dedicó una larga y seria mirada que lo hizo tensarse un poco.

Se dio una bofetada mental y apartó la vista. Ah, no, nada de mirar mujeres ajenas, él no era tan bastardo para ni siquiera fantasear con robarle la chica a un amigo ni mucho menos...

Esperen.

Esperen, esperen, esperen.

¿Acaso el gran, imperturbable y anti-romance Senku acababa de lanzarle una mirada de "apártate" como si fuera un esposo celoso?

Ohh~ pero que interesante~...

Cuando volvió la vista a él, ya no estaba haciéndole ningún caso, más concentrado en explicarle a Kohaku el proceso por el cual pasó para crear los juguetes y la ayuda que recibió, pero el error ya estaba hecho.

Metiste la pata, Senku. Ya te tengo.

No pudo saborear su victoria en ese momento, más concentrado en la reacción de la princesita al recibir su regalo.

Ella miró con ojos grandes y curiosos los sonajeros que su padre le presentó, acercándoselos para que eligiera tomar uno por su cuenta. Se llevó un puñito a la boca, simplemente mirándolos por un momento, antes de estirar la mano hacia el sonajero más saturado con moños y lazos que habían hecho, sonriendo más que encantada cuando su padre se lo entregó.

De inmediato se llevo un extremo a la boca, sobresaltándose un poco cuando el sonido de de las canicas dentro se hizo oír. Repitió el movimiento lentamente, volviendo a sobresaltarse cuando el sonido regreso. Volvió a repetir el movimiento, esta vez sin sobresaltarse, con una mirada curiosa. Cuando el sonido se repitió, sonrió y comenzó a agitar el sonajero de un lado a otro, riendo a carcajadas por el sonido de tintineo que se producía.

Todos en la habitación estaban entre morirse de la risa y morirse de la ternura, en especial sus padres que se inclinaron sobre su cuna y agitaron otros de los sonajeros para escucharla reír más.

Al ver a la pequeña familia tan entretenida, Gen le hizo una señal de que este era el momento de irse y él asintió. Por más que le gustaría seguir mimando a la princesa, tenía algo que hablar con el mentalista.

-Entonces...- empezó a decir una vez salieron de la casa. –Puede o no puede que haya estado mirando un poco al pecho de Kohaku-chan...- admitió tosiendo incómodamente.

-Ah, Ryusui-chan, por mucho que todos conozcamos tu fama de mujeriego, realmente no está bien mirar a la mujer de un amigo, ya sabes.- sonrió divertido, aunque sentía cierta desaprobación en su tono.

-Lo sé, lo sé, pero algo bueno salió de eso, ya sabes.- sonrió maliciosamente. –Creímos que el otro plan fracasó ya que a pesar de todo casi se divorcian y solo no lo hicieron después de que su hija se enfermara, y ahora están súper tensos en presencia del otro y sabemos que Senku duerme en la habitación de invitados. Y sabemos que fue por iniciativa de Kohaku, que ella le puso algunas reglas de no sé qué, aunque a Senku parecía no importarle.- rió por lo bajo, antes de chasquear los dedos y reír a ruidosas carcajadas. -¡JAJA! ¡Y una mierda que no le importa! De lo contrario no me habría hecho esa escenita de celos.-

-¿Escenita de celos? ¿Senku-chan haciendo escenitas de celos?- ni Gen podía creer eso, honestamente.

-Te dije que la había estado mirando indebidamente, y Senku reaccionó como un esposo normal debería reaccionar. ¡Senku reaccionando como un esposo normal! ¡Senku!- repitió para enfatizarlo todavía más. –Llámame loco, pero sus ojos me estaban gritando "esa es mi mujer, bastardo, retrocede" ¡apostaría todo mi petróleo a ello! ¡Mis instintos nunca me fallan!- aseguró.

Gen pareció incrédulo por un momento, antes de llevarse una mano a la barbilla y unírsele a la sonrisa maliciosa.

-Oh~ Entonces lo que me estás diciendo... ¿es que nuestro querido Senku-chan es un marido celoso y posesivo? Oh~ ya veo~- rió traviesamente. –Las guerras se ganan con información, Ryusui-chan, y tú acabas de conseguirnos datos muy valiosos en esta guerra de odio y amor.- sonrió maliciosamente.

-¿Tienes algún plan para seguir entrometiéndonos entre esos dos y jugar a casamenteros?- sonrió ferozmente, absolutamente encantado con la idea.

-Algo es seguro, Ryusui-chan, esta vez no fallaremos~- guiñó un ojo con picardía.

.

Tsukiku estaba muy feliz con sus nuevos juguetes, en especial con esa sonajera llena de moños. Era... linda, aunque extraña, pero a ella parecía fascinarle. Sí no estaba agitándola de un lado a otro o babeándola, simplemente la miraba con curiosidad.

Kohaku estaba feliz de que le gustara tanto, así estaba más dispuesta a quedarse con Ruri mientras ella entrenaba.

Sabía que no faltaba demasiado para que el barco zarpara, y aunque no estaba en peor condición que antes del embarazo, todavía quería mejorar más. ¿Quién sabe a qué se enfrentarían al otro lado del mundo? Como la mejor guerrera de la cual el reino de la ciencia disponía actualmente, necesitaba estar más preparada que nadie.

Un día de esos, mientras entrenaba normalmente, Ruri de repente se acercó cargando a su sobrinita con semblante preocupado.

-Kohaku, ella está lloriqueando mucho.- le enseñó a su hija, que estaba gimoteando con semblante malhumorado.

-Oh, ¿qué pasa, bebé?- la tomó en brazos, pero ella no pareció calmarse, mirando en todas direcciones ansiosamente. –Hmm...- entrecerró los ojos, intentando sentir qué es lo que quería. No tenía hambre, su pañal estaba limpio, el clima era bueno y ya jugó con sus juguetes así que... -Oh, quiere a su padre.- concluyó con una sonrisa enternecida.

-¿Eh? ¿Cómo podrías saberlo?- preguntó Turquoise sorprendida.

-Soy su madre, lo sé todo sobre ella.- dijo con calma, comenzando a retirarse a la zona de construcción del barco.

-Su madre también era así, y yo nunca entendí cómo siempre sabía lo que nuestras hijas querían.- escuchó murmurar a su padre mientras se retiraba.

Tsukiku se calmó un poco mientras se paseaban por el bosque, pero siguió malhumorada.

Cuando llegaron a donde Senku estaba dando órdenes a los trabajadores, de inmediato llamaron la atención y muchos se acercaron a saludar a su pequeña, pero ella chilló extasiada al ver a su padre, estirándole los brazos. Él se volteó con los ojos muy abiertos, sonriendo de inmediato al ver a su hija chillando por su atención. Mandó a los hombres a seguir trabajando y la tomó en brazos.

-¿Qué las trae aquí?- preguntó mientras palmeaba la espalda de la pequeña abrazada a su cuello.

-Nada, ella solo quería estar contigo. ¿Es un mal momento?- indagó un poco preocupada. Tal vez debería haber pensado más esto.

-La verdad sí, estoy terriblemente ocupado, pero puedo dedicarle unos minutos.- suspiró, caminando bajo la sombra de un árbol para no exponerla demasiado al sol aunque no era demasiado fuerte para nada. -¿Qué pasa, mocosa? ¿Ya te aburriste de la leche materna y viniste a perseguirme?- rió entre dientes cuando ella tomó uno de los mechones de su cabello y se lo llevó a la boca, babeándolo por completo. -¿Por qué no te comes tu propio cabello? Ya te creció bastante.- acarició su cabeza suavemente, pasando los dedos por los mechones de extraños colores idénticos a los que él tenía.

A pesar de sus palabras y su expresión de disgusto, no hizo ningún intento por apartarla.

Kohaku los observó con una sonrisa, pero pronto alguien llamó a Senku para preguntarle algo, a lo que él les dijo que esperen y de su bolsillo sacó un frasco lleno de brillantina que de inmediato llamó la atención de Tsukiku, haciéndola soltar su cabello.

Él le hizo señas para que la tomara en brazos y ella así lo hizo, a lo que su hija le sonrió de inmediato. Sin embargo, apenas vio a Senku marcharse, comenzó a lloriquear otra vez, deteniéndolo en su lugar.

Ambos intercambiaron una mirada preocupada, porque cuando su hija se empeñaba en no apartarse del lado de alguno de ellos, era muy difícil lograr escapar.

Media hora después, seguían atrapados bajo la sombra del árbol, intentando hacerla dormir para que Senku pudiera volver a trabajar sin hacerla llorar desconsoladamente como en sus intentos anteriores. No estaba funcionando, puesto que cantarle no funcionó y ella parecía más entretenida que aburrida por las largas explicaciones científicas de Senku, de hecho era Kohaku la que estaba a punto de dormirse de tanto escucharlo decir cosas que no entendía ni en lo más mínimo.

Cuando comenzaban a perder las esperanzas, Yuzuriha de pronto hizo acto de presencia, cargando una bolsa con ella.

-Escuche de su problema, así que recordé esto que hice hace tiempo.- sacó de la bolsa algo muy raro que Kohaku no reconoció.

Senku reconoció el trozo de tela de inmediato y se estremeció de pies a cabeza.

-¿Qué es eso?- preguntó confundida.

-Un portabebés.- anunció Yuzuriha con una gran sonrisa. –Con esto pueden cargar a su pequeña y tener las manos libres, ¡lo hice especialmente para ustedes! Más para ti, Senku-kun, que necesitas escribir y calcular constantemente.- colocó el portabebés en manos del científico, aprovechando que era la guerrera quien cargaba con la bebita ahora. –Además le traje este sombrerito playero para protegerla del sol, aunque no es muy fuerte pero por las dudas lo traje de todos modos.- sacó un lindo sombrerito blanco decorado con muchos moños rosas y florecitas de tela.

-Wow, es increíble. Con esto podría quedarse contigo sin que dejes de trabajar ¿cierto, Senku?- preguntó emocionada la joven madre.

-Pues sí... pero tendría que tenerla siempre al frente ya que aún no sostiene sola su cabeza.- frotó su cuello con cansancio. –Aunque admito que me permitirá sostenerla por mi cuenta más tiempo, pero...- hizo una mueca, apartando la mirada. -¿De verdad tengo qué hacerlo?- preguntó entre dientes, viéndose deprimido.

-¿Eh?- las dos chicas ladearon la cabeza al verlo tan reacio a usar algo tan obviamente útil.

Cuando Senku finalmente aceptó cargar a su hija con el portabebés, rápidamente entendieron el motivo de su renuencia.

Todos los hombres de la era moderna se rieron de él al verlo, carcajeándose en el suelo, mientras que la mayoría de las chicas creían que era adorable, los hombres no podían dejar de encontrar eso muy gracioso por alguna razón que ella no entendía.

Al ver la mala cara de Senku, Kohaku frunció el ceño y se acercó al grupo de payasos más cercano.

De un solo movimiento, encajó una patada en las mandíbulas de cuatro tipos, que cayeron al suelo esta vez gimiendo de dolor.

-¿Alguien más quiere burlarse del padre de mi hija?- sonrió demasiado dulcemente.

Todos los hombres se estremecieron y rápidamente volvieron a lo suyo, sin decir ni una sola palabra.

Miró sonriente a Senku, que le devolvió la mirada en silencio por un momento, antes de devolverle la sonrisa brevemente.

-Ya puedes irte a seguir con tu entrenamiento, te la llevaré en un par de horas o antes si se pone a chillar.- rascó su oído con desinterés. Ella asintió con pesadez, dándose la vuelta para retirarse. –Te veré luego, leona.-

Rodó los ojos ante el apodo, pero de repente se congeló al darse cuenta de algo.

Durante los últimos días, ya pasada una semana y media desde que decidieron seguir con el matrimonio bajo sus condiciones, él no la había llamado así ni una sola vez. Siempre le decía por su nombre.

Debería ser algo malo el escucharlo llamarla así otra vez, realmente no le gustaba ese apodo a pesar de que era mejor a aquel que Chrome le daba, pero... ¿Por qué sentía que extraño escucharlo llamarla así?

Volteó a verlo, pero ya se había internado en su laboratorio. Sintió el impulso de ir tras él y decirle algo, pero ni siquiera sabía qué quería decirle, así que solo negó con la cabeza y reanudo su andar hacia la aldea para continuar con el entrenamiento. Debía aprovechar los pocos momentos libres que tenía.

Regresó a casa un par de horas antes del atardecer y se dio un largo baño antes de ir a descansar un poco en su cama.

Al estar allí, su vista se fijó en la libreta y sonrió tristemente.

Tendría que encontrar el modo de convencer a Senku de verlo con ella en los próximos días o bien resignarse a verlo sola, pero esperaba no tener que llegar a eso.

Cuando estaba a poco de quedarse dormida, Senku regresó con Tsukiku dormida en el portabebés, luciendo bastante cansado.

-Bienvenido.- dijo sorprendida de no haberlo escuchado llegar. Debió estar realmente distraída.

-Cárgala, ¿quieres? Mi espalda ya no la soporta.- jadeó estrepitosamente.

Rápidamente se levantó de la cama y cargó cuidadosamente a su bebita dormida, colocándola en su cesto que estaba cerca de su cama no sin antes darle un par de besitos en la frente, por supuesto.

-Gracias por cuidarla hoy, de verdad que no quería separarse de ti.- dijo intentando hacer conversación.

-Está bien, no fue ninguna molestia. Se queda bastante tranquila cuando empiezo a hablar, parece una niña muy curiosa.- sonrió cansinamente mientras se sentaba en el suelo junto a la puerta, mirando el cesto donde su hija dormía. –También le llama la atención verme trabajar en mis planos. Aparte de intentar comerme el cabello de vez en cuando, fue una amena compañera de trabajo.- rió entre dientes.

-Que suerte tienes, siempre quiere jugar, jugar y jugar cuando estamos nosotras solas.- rió enternecida. –Aunque no me molesta, pero a veces no me deja entrenar.-

-Según lo que dicen los aldeanos, nos esperan cosas peores cuando crezca más.- rió en medio de un suspiro, todavía cansado.

Ante eso, Kohaku se enserió de repente.

Cuando estuvo en la zona de construcción, vio el barco completo, o al menos desde afuera eso parecía. Estaba casi igual a lo que vio en los planos de Senku, y la había dejado pensando.

-Oye, Senku... ¿Cuánto tiempo nos queda?- preguntó en un susurro, sabiendo que él entendería perfectamente a qué se refería.

Guardó silencio por un momento, mirando al techo, antes de finalmente bajar la mirada hacia ella y sonreír con tristeza.

-Aproximadamente... un mes y medio.- Kohaku se quedó sin aliento.

¿Tan poco? ¿Tan poco tiempo les quedaba con su hija antes de tener que separarse por quién sabe cuánto tiempo?

Los ojos se le aguaron inevitablemente mientras la observaba dormir en su cesto tan tranquila, sabiendo que tendría a sus padres aquí cuando despertara. Ella sentía su falta, lo sabía, hoy mismo demostró extrañar a su padre ¿cómo sería tener que extrañarlos a ambos y el que ellos no respondieran a su llamado no importa qué tanto llorará y los llamará?

La idea le rompió tanto el corazón que se llevó una mano al pecho y otra a la boca para ahogar un sollozo.

Mierda, esto estaba doliendo mucho más de lo que pensó. Y ni siquiera se había ido aún.

Pestañeó y respiró hondo para alejar las lágrimas, sabiendo que Senku probablemente se burlaría de ella sí la veía llorar ahora y le cuestionaría otra vez su decisión de irse, y no tenía ánimos para eso ahora, honestamente.

Volteó hacia él, solo para quedarse con la boca abierta al ver la expresión en su rostro. Se veía cansado, como siempre últimamente, pero también se veía tan... devastado. Sus ojos estaban tan cargados de pesar que era abrumadoramente obvio, su boca estaba entreabierta casi como sí le costara respirar. Y estaba tan quieto que casi creería que estaba dormido con los ojos abiertos de no ver la cantidad de emociones nadando a través de sus ojos.

Claro. El dolor que sentía era compartido, sí había alguien que la entendía ahora mismo era él, aunque tuviera otras formas de expresar sus sentimientos, seguía teniendo malditos sentimientos. Hace tiempo que lo sabía y seguía olvidándolo como una completa idiota. Je, tal vez ella era la insensible aquí, pensando solo en su propio dolor.

-Senku... Ven.- con la voz quebrada, alzó una mano hasta él, indicándole que se le acercará con una expresión suplicante. –Por favor...-

Después de soltar un gran suspiro, Senku frotó sus ojos y se puso en pie, caminando hasta sentarse a su lado en la cama.

-¿Qué?- preguntó secamente. Ella sonrió de forma un tanto agridulce, sacando la libreta de debajo de su almohada. –Agh, ¿otra vez esa cosa? ¿Por qué...?...- calló cuando ella abrió la libreta, dejándolo ver una foto de él cargando a Tsukiku en sus primeras horas de vida y otra foto de ambos dormidos con su hijita recién nacida en medio de ellos. –Ah...- su mirada se suavizó inmediatamente. –Es un álbum de fotos.-

-¿Así se llama?- lo colocó en su regazo. –Quería verlo contigo. ¿Tienes tiempo o debes volver a trabajar?- preguntó nerviosamente.

Él apartó la mirada, viéndose un poco culpable por un segundo antes de negar con la cabeza.

-Creo que sobrevivirán una hora sin mí.- sonrió suavemente, tomando el otro extremo del álbum para dejarlo apoyado en una pierna de cada uno, sentándose mucho más cerca de ella, hombro con hombro. –Ja, recuerdo eso. Realmente nos veíamos horribles.-

-Nosotros sí, ella estaba hermosa. Siempre ha sido hermosa.- acarició con un dedo las fotografías, recordando con nostalgia esos momentos que parecían tan lejanos aunque solo fueron semanas atrás.

-Je, no había notado que esa reportera nos tomó una foto en ese momento, aunque luego me enteré que hasta comerciaron con ellas.- recordó riendo entre dientes.

-¡¿Qué ellos hicieron qué?!- gritó en un susurro.

-Estabas confinada cuidando a nuestra mocosa, pero como por un mes esa foto fue lo más popular en las ventas del reino científico. Todos tienen una.- rodó los ojos.

-¿Y tú se los permitiste?-

-Vendían bien, hice que aumentaran el precio y la gente seguía comprando.- se encogió de hombros, ignorando su mala mirada. –Como sea, pasaré página.- murmuró mientras se abría paso a la siguiente hoja.

Las siguientes páginas fueron fotografías más pequeñas de ella embarazada semana a semana. Fotografías de su boda y algunas fotografías de ella y Senku con amigos, pero se aseguró de pasar rápido esas páginas y rápidamente volvieron a las de su hijita. No había muchas del primer mes, pero sí las suficientes para hacer que su corazón se derrita por lo adorable que era.

Al ver una foto de ella en su cesto con solo dos o tres semanas de vida, no pudo evitar echarle un vistazo a su pequeñita durmiendo delante de ellos.

-Ha crecido mucho ¿no es increíble?- susurró con una sonrisa cargada de ternura. –Antes su cabecita era casi del tamaño de mi mano, ahora incluso es más grande que tu mano.- observó maravillada.

-Evidentemente, los bebés crecen a velocidades absurdamente rápidas, sobre todo en los primeros meses de vida.- frotó su oído con desinterés. Ella lo miró mal y él soltó una seca carcajada. –Pero sí, se ha desarrollado muy bien, por suerte. La has cuidado bien.- murmuró con voz más suave.

-La hemos cuidado bien.- apoyó su mejilla en su hombro casi sin darse cuenta mientras pasaba página.

El resto de fotografías fueron más que nada de la fiesta y cuando paseaba a su bebita, y en la gran mayoría ella estaba sonriendo y haciendo que todo el mundo a su alrededor sonriera también de tan encantadora que era.

Junto a todas las fotografías había algún dibujo de alguna flor o corazones o estrellas, o alguna frase o comentario dulce de parte de Suika, Mirai y Minami, que en la última página prometían hacer otro álbum lleno de fotos de su hijita para ellos una vez regresaran victoriosos de su viaje.

Eso volvió a inundar de lágrimas los ojos de la joven madre, pero no pudo evitar sonreír de todos modos, cerrando los ojos al sentirse tan tranquila y cómoda apoyada en el hombro de Senku. A pesar de que ya habían terminado el álbum, él no la apartó, y antes de darse cuenta se quedó profundamente dormida.

Despertó sobresaltada por el llanto de su hija, dándose cuenta de que ahora estaba sola y hasta cubierta con las mantas, y descalza.

Sonrió mientras amamantaba a su hija. Por un momento temió que Senku incumpliría una regla y se quedaría dormido allí y ella no podría reclamarle, pero no lo hizo. Eso lo hacía respetarlo mucho más, pero una pequeña parte de ella estaba un poco decepcionada.

Se abofeteó mentalmente y sacudió la cabeza. Necesitaba ser más cuidadosa o a este paso sería ella quien rompería el trato.

Luego de dormir otro par de horas, se despertó por un golpe en su puerta.

-Hora de desayunar, trae el cesto de la mocosa.- le dijo antes de retirarse.

Bostezando, Kohaku bajó cansinamente hasta el comedor, donde Senku sirvió un plato a cada uno.

Ella comió sin ganas hasta que de repente cayó en cuenta de algo.

Estaban desayunando juntos. Por primera vez en semanas, e incluso por su propia iniciativa, estaban comiendo juntos otra vez.

Una sonrisa sincera afloró en su rostro y empezó a comer con muchas más ganas, de un humor muchísimo mejor.

Tsukiku se despertó mientras ella lavaba los platos y Senku se preparaba para irse, así que él la cuido hasta que terminó y secó sus manos. Sin embargo, cuando la tomó en brazos y él comenzó a irse, empezó a lloriquear.

-Vamos, bebé, papá tiene que irse.- Kohaku la meció dándose la vuelta para intentar distraerla.

Senku comenzó a escabullirse hacia la salida, pero entonces pasó algo que los congeló a ambos por completo.

-Pa...- Tsukiku miró curiosa a todas partes, buscando a su padre. -¡Papá!- habló.

¡Habló! ¡Su bebé acababa de hablar!

Sonrió enormemente, mirando hacia Senku, que parecía congelado en su lugar. Lentamente se dio la vuelta, con la boca abierta y los ojos llenos de sorpresa.

-¿Qué dijiste, mocosa?- sonriendo lentamente, se acercó a ella, que chilló encantada, estirándole los brazos. –Vamos, dilo otra vez.- la tomó en brazos con la sonrisa más grande que le había visto nunca. -¡Di papá otra vez! Di papá. Papá. Vamos, dilo.- gesticuló cuidadosamente para que ella captara el mensaje. Tsukiku torció un poco la boca, y hasta sacó la lengua, antes de sonreír.

-¡Papá!- repitió felizmente. Senku rió como si no pudiera creerlo y ella pareció muy complacida. -¡Papá! ¡Papá! ¡Papá!- repitió una y otra vez, aparentemente consciente de que eso lo hacía feliz.

Volviendo a reír como un loco, Senku la abrazó contra su pecho, dejando a Kohaku con la boca abierta cuando hasta besó la frente de su hija. ¡Nunca antes lo había visto hacer algo como eso! Y eso que él era súper suave con su hija, pero esta era la primera vez que le demostraba su afecto en algo más que caricias o abrazos. Y era demasiado para el corazón de Kohaku.

Sin poder resistirlo, corrió hacia ellos y los abrazó a ambos, sonriendo como loca mientras murmuraba felicitación tras felicitación a su hijita, que no dejaba de reír y decir "papá, papá" una y otra vez.

Era demasiado para su corazón, estaba tan derretida por la ternura que casi quería desmayarse.

Le gustaría pedirle que intentara decir "mamá" pero tal vez sería demasiado para su bebita y no estaba segura de sobrevivir al ataque de sobredosis de ternura, era un desmayo asegurado. Sin embargo, Senku no parecía muy de acuerdo con su línea de pensamiento.

-¡Increíble, mini-leona! ¡A pocos días de cumplir cuatro meses y ya pareces un perico! Vamos a probar esas cuerdas vocales ¿crees que puedes decir mamá? Vamos, inténtalo. Mamá.- aun sin soltar a su hija, dijo eso con entusiasmo, como si estuviera ante un nuevo experimento científico.

-Mmm...- Tsukiku torció la boca en diferentes formas. –Ma...- a Kohaku se paró un poco el corazón, pero ella siguió simplemente torciendo su boca.

-Eso es, ya casi lo tienes. Mamá. Vamos, ¿o acaso es demasiado para una leoncita manipuladora como tú? No es tan difícil. Mamá. Mamá.- le dijo casi como si estuviera retándola.

Tsukiku frunció el ceño, casi como si aceptara el reto.

-Mmm... Ma... Mmm...- Kohaku sintió su aliento atorársele en la garganta. –Ma... ¡Mamá!- finalmente logro decir.

Listo. Kohaku se desmayó, noqueada por la ternura. Eso fue simplemente demasiado. Senku era increíble por resistirlo tan bien.

A pesar de todo, ese fue definitivamente uno de los días más felices de su vida. Y ojala vinieran muchos más junto a su hermosa hija.

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