Drama en el mundo de piedra
Kohaku despertó sobresaltada, sintiendo el impulso de que su bebé la necesitaba, por alguna extraña razón. Sin embargo, apenas se sentó sobre la cama, se congeló por completo.
Senku estaba dormido acostado a su lado en la cama, nada raro ya que últimamente dormían juntos en la misma cama prácticamente todos los días, pero ese día en particular él estaba DESNUDO y ahora que lo pensaba ¡ella también estaba desnuda!
Comenzó a entrar en pánico, pero entonces recordó lo que pasó la noche anterior.
Él llegó borracho a la casa, su hermana, Yuzuriha y Francois se llevaron a Tsukiku, y entonces... ella recordó todo lo que pasó la noche en la que concibieron a su hija, se besaron y entonces...
Ahogó un gemido de frustración y enterró el rostro entre sus manos, maldiciendo a todo lo que pudiera maldecir.
Rápida y sigilosamente se levantó de la cama y comenzó a vestirse, intentando calmar su respiración acelerada.
-¿Tan rápido me abandonas?- se congeló cuando oyó la voz de Senku en medio de ponerse uno de sus vestidos cómodos para amamantar que Yuzuriha había hecho para ella. –Eso me hiere.- volteó a mirarlo, notando que recién se despertaba, frotando sus ojos y cabeza. -¿Tan malo soy en la cama?- sonrió sarcásticamente.
-¡Vete al infierno, Senku!- le gritó con la cara roja.
Él siseó, sujetándose la cabeza.
-Mierda, leona, cálmate. La resaca me está matando.- masajeó su sien.
-Te lo mereces.- dijo rencorosa, aunque sin gritar esta vez. Después de un momento, volvió a hablar. –Recuerdas todo ¿verdad?- él asintió secamente, sin siquiera mirarla. -¿Y ahora qué va a pasar con nosotros?- preguntó temerosa.
Senku se tensó, dejando de lado el masaje a su cabeza para mirarla seriamente por un momento.
-¿Hablas de... nuestra relación?- indagó con voz baja.
Kohaku lo miró extrañada, antes de negar con la cabeza.
-No. Habló de lo que pasó anoche, idiota. ¿No me voy a quedar embarazada otra vez, verdad?- palideció de solo pensarlo.
-Ah.- pareció quedarse sin palabras por un momento, antes de tomar aire y encogerse de hombros. –Bueno, es poco probable.- suspiró. –Ahora mismo estás pasando por el puerperio, que es el periodo que le toma a tu aparato reproductor recuperarse después de un parto. Es el periodo menos fértil de la edad reproductiva de la mujer, aunque la posibilidad existe.- hizo una mueca. –Habrá que esperar un par de semanas y haré una prueba de embarazo casera, aunque no será diez billones por ciento eficaz, pero podemos intentarlo, de todos modos la probabilidad es baja y se notaría con el tiempo de igual forma.- volvió a suspirar. -¿Podrías traerme un poco de agua? La resaca realmente me está matando.- frotó su frente ansiosamente.
Decidiendo que necesitaba salir de allí, no lo pensó mucho y fue a buscar agua para él.
Meditó todo lo que había pasado mientras iba y también mientras volvía, todavía sin poder creer que existía la posibilidad de que volviera a pasar por algo así. Amaba a su hija, por supuesto que sí ¡pero estar embarazada era horrible! ¡Y acababa de recuperarse de eso! Esperaba que no tuviera que pasar por eso de nuevo en mucho, mucho tiempo o mejor aún nunca. Una hija le bastaba.
-Aquí tienes.- le tendió el vaso de agua bruscamente, derramando algunas gotas.
-Tranquila, leona.- tomó el vaso con mala cara. –Te dije que es muy poco probable que te quedes embarazada, hay una probabilidad como de un quince por ciento de cien, tal vez menos teniendo en cuenta que tenías periodos irregulares. En realidad es muy variable de mujer a mujer, pero esta vez las posibilidades juegan en contra para el positivo a la gonadotropina coriónica humana.- aseguró.
-¿Positivo a la go-qué-cosa?- lo miró con la boca abierta, luego negó con la cabeza. –No importa, espero que no sea el caso, entonces.- se cruzó de brazos, apartando la mirada. –Porque planeaba comenzar a entrenar mañana...-
Senku se atragantó con su vaso de agua.
-¿Por qué dices eso?- una vez dejó de toser, la miró con los ojos muy abiertos. -¿Acaso tú...?...-
-Sí.- asintió. –He decidido que me marcharé con ustedes en el barco.- informó con rostro muy serio.
Se quedaron en silencio un momento, estudiándose mutuamente, hasta que finalmente él sonrió suavemente, desviando su mirada.
-No discutiré contigo, si esa es tu decisión final, pero quiero que sepas que no la comparto.- Kohaku lo miró sorprendida. ¿Qué acaso no apreciaría él más mano de obra y a su mejor guerrero a su lado en el viaje? –Honestamente preferiría que te quedes con la niña, pero como dije, no pienso discutir contigo. Sí cambias de opinión en cualquier momento incluso hasta cuando el barco ya esté listo y abordemos, no me importará que des marcha atrás.-
Kohaku no entendió del todo el por qué de sus palabras, pero asintió de todos modos.
-De acuerdo. Aunque no pienso retractarme, lo pensé mucho.- aseguró. –Empezaré a entrenar pronto y recuperaré mi fuerza.- entonces podría proteger a Senku, el futuro de la humanidad y el futuro de su hija también.
-Veamos sí dices eso cuando realmente tengamos que irnos.- rió secamente. –Je, ahora casi desearía que de verdad te quedes embarazada, así no podrías marcharte ni aunque quisieras.- aunque obviamente estaba bromeando, Kohaku no pudo evitar mirarlo mal ante esa declaración.
-¡Ni siquiera bromees con eso! ¡Lo de anoche no debió haber pasado y lo sabes!- gruñó un poco demasiado a la defensiva.
-Claro que lo sé.- rodó los ojos. –Aunque tú eras la sobria y la que debería haber intentado parar la situación, pero bueno, es totalmente entendible que no te resistas a tu querido esposo.- antes de que pudiera gritarle por hacer otra de sus bromas malas, él se puso en pie, completamente desnudo.
-¡AHHH! ¡Bastardo, vístete!- se cubrió los ojos con las manos.
-¿Por qué te avergüenzas?- se rió burlonamente. –Hiciste más que solo mirarme ayer durante toda la noche, ya sabes.-
-¡Cállate, cállate, cállate!- su rostro estaba prácticamente humeando ahora. -¡No quiero volver a hablar de eso nunca!-
-Claro, antes tenías la excusa de que los dos estábamos borrachos ¿ahora qué excusa pondrías?- siguió burlándose de ella mientras se colocaba la ropa interior. –Solo admite que te gusto. No hay nada de malo en eso, somos un matrimonio, consumado y todo.- se rió más al escucharla gruñir y verla sonrojarse todavía más.
-¡Que te calles! ¡Tú fuiste quien dijo que lo empezó todo en las dos ocasiones!- descubrió su rostro y lo señaló acusadoramente.
-Bueno, no puedo negar eso.- murmuró mientras se colocaba su atuendo favorito. –Aunque, a diferencia de lo que tú has demostrado, yo puedo asegurar que nunca me acostaría contigo a menos que esté ahogado de borracho.- apenas dijo eso, ambos se congelaron.
Kohaku jadeó y lo miró con los ojos muy abiertos. Él apretó la mandíbula y se llevó una mano a la frente, suspirando profundamente.
-Lárgate.- dijo ella en un susurro, intentando mantener la calma y no golpearlo.
¿Por qué tuvo que decirle algo como eso después de lo que hicieron?
-Kohaku...-
-¡Vete, Senku!- exigió abrazándose a sí misma.
-No quise decir que...-
-¡Que te vayas!- estrelló un puñetazo en la pared, traspasando la madera y dejando un pequeño agujero.
Luego de dudar por un momento, finalmente la dejó sola en la habitación, cerrando la puerta detrás de él.
Apenas se fue, Kohaku sintió sus ojos inundarse de lágrimas.
¿Por qué la afectó tanto escuchar eso? Ya sabía cómo era Senku, sus palabras no eran una sorpresa para nadie que lo conociera, pero... en serio... ¿por qué tenía que ser tan cruel?... Decía la verdad, obviamente, pero al menos podría no sonar tan descarado al respecto, al menos podría tener un poco de consideración y no hacerla sentir como si fuera una ramera sin valor.
Sollozó, apretando los ojos con fuerza para no derramar ni una sola lágrima. No iba a llorar por ese bastardo, incluso sí tenía razón.
Se esforzó por calmarse y se marchó al baño para arrojarse agua a la cara y estar lo más decente posible. Sentía que su hija la necesitaba otra vez, e incluso sí tenía que soportar al bastardo que tenía por padre su pequeña iba a ir con ella no importa qué.
.
-La pequeña no deja de llorar, a este punto ni yo puedo calmarla.- informó Francois a Ruri, que suspiró profundamente y la tomó en brazos, sin sorprenderse cuando no se calmó.
-Debe querer a sus padres, será mejor llevarla con ellos ya.- decidió.
-Al menos lograron dormir bien, ya pasan de las diez de la mañana.- comentó Yuzuriha felizmente.
-Sí, eso espero.- Ruri sonrió mientras envolvía a su sobrinita en una fina manta para cubrirla del sol en lo que caminaban a la casa donde sus padres debían estarla esperando sí es que no seguían dormidos.
Caminó cargando a la bebita meciéndola para apaciguar un poco su llanto en lo que llegaban a su casa. Una vez llegaron, Yuzuriha tocó la puerta por ella.
Senku les abrió rápidamente.
-Oh, aquí está.- suspiró aliviado. –Estaba a punto de ir por ella.- tendió los brazos para que se la entregara.
-Lo mismo digo.- exclamó Kohaku bajando por las escaleras. –Dénmela.- corrió para tomar a su hija antes de que el padre pudiera sostenerla. Él hizo una mueca, pero no dijo nada al respecto. –Gracias por cuidarla.- hizo una reverencia a las tres.
Tsukiku finalmente dejó de lloriquear al estar en brazos de su madre otra vez.
-No fue nada.- aseguró Francois.
-¿Lograron descansar?- preguntó Yuzuriha.
Los dos se tensaron por completo, provocando que los miraran extrañadas y un poco preocupadas. Sus ojeras ya no eran tan pronunciadas, pero de alguna forma se veían agotados de igual forma. Y Kohaku tenía los ojos rojos e hinchados como sí... como sí hubiera estado llorando.
Ruri de inmediato entró a la casa y colocó las manos en las mejillas de su hermana, examinándola cuidadosamente. Ella se tensó bajo su agarre y apartó la mirada, pero no engañaría a su hermana mayor. Definitivamente estuvo llorando.
¿Pero por qué? La única razón que se le ocurría era...
Miró sospechosamente a Senku, que se estremeció y apartó la mirada. Sí, definitivamente esto era su culpa de una forma u otra.
-Senku-san.- sonrió un poco demasiado dulcemente. Honestamente le costaba ser amable con quien obviamente hirió los sentimientos de su hermanita. –Chrome mencionó que necesitaban más ayuda con el barco. ¿Por qué no vas allí a trabajar por hoy y yo me quedó con Kohaku y la niña?- propuso, intentando sonar lo más inocente posible.
-Pero...- miró a su hija, obviamente deseando poder pasar tiempo con ella después de muchas horas de no verla. Ruri frunció el ceño, lo entendía, pero ahora mismo las cosas parecían tensas entre él y su hermana, y siempre se iría del lado de su hermana.
-Insisto, Senku-san.- le dijo con rostro serio.
Él también frunció el ceño y miró a su esposa, pero ella evitaba mirarlo. Finalmente, dejó escapar un suspiro y asintió con la cabeza.
-Muy bien, entonces. Pero volveré antes del atardecer.- murmuró yendo a buscar sus planos antes de salir por la puerta, no sin antes mirar atrás a su hija que parecía muy contenta con comer del pecho de su madre. –Adiós.- se despidió antes de cerrar la puerta.
Yuzuriha y Francois también se despidieron, dejando a las hermanas y la bebita solas en la casa.
Ruri esperó a que Tsukiku se durmiera y su madre la dejara en su cesto para empezar a hacer sus preguntas.
-Kohaku... ¿Pasó algo entre Senku y tú?- preguntó mirándola preocupada.
-¿Eh?- se crispó de inmediato. -¿P-por qué dices eso, Ruri-nee? N-no pasó n-nada...- se frotó los brazos.
-Puedes decirme lo que sea, ya sabes.- le habló con voz suave. –No le diré a nadie y nunca te juzgaría.- se acercó a ella y la envolvió en un abrazo. –Perdona si sueno entrometida... es solo que no me gusta verte triste.- pasó una mano por su espalda.
-Está bien, Ruri-nee, es solo que...- se detuvo, con su voz temblando. –No quiero hablar de eso...- sus ojos se aguaron.
-Entiendo.- aseguró dejando que recostara su cabeza en su hombro. –No te preocupes, no tienes que decir nada.- aseguró.
Luego de unos minutos, estando abrazadas en silencio, finalmente su hermana menor habló.
-Senku y yo...- Ruri la miró curiosa al verla dudar tanto en hablar. –Él y yo... volvimos a...- se sonrojó profundamente.
Y Ruri entendió todo.
Oh.
-¿Hicieron el amor?- preguntó en un susurro, también enrojeciendo un poco. Roja como tomate, ella asintió. -¿Y... por eso estás triste? Espera... ¿te... lastimó o algo?- no, Senku no haría algo tan horrible ¿verdad? Incluso sí Kohaku era mucho más fuerte que él, todavía podría lastimarla en algo tan delicado como las relaciones íntimas. Pero él no lo haría ¿cierto?
-Claro que no. Cómo sí pudiera...- se apartó de ella, rodando los ojos. Ruri prefirió guardarse el hecho de que en realidad podría en algo como eso. –Es que... esta mañana...- tomó aire. –Estábamos discutiendo, más o menos, y él dijo...- bajó la cabeza, antes de alzarla con los puños apretados. De pronto su tristeza murió para dar paso a la completa ira. -¡Él me trató como si fuera una mujer sin honor!- gritó iracunda a susurros para no despertar al bebé. -¡Me dijo que nunca me tocaría estando sobrio! ¡Y ni siquiera se disculpó!- comenzó a pasearse de un lado a otro en el cuarto, despotricando furiosamente aunque a susurros. -¡Y dijo que yo era la que estaba corriendo detrás de él! ¡Prácticamente me llamó ramera! ¡Solo le faltó escupirme a la cara para terminar de insultarme de la peor forma!- crujió los dientes.
Ruri la escuchó con los ojos muy abiertos, intentando tener una imagen clara de qué fue lo que pasó exactamente. Su hermanita podía sobredimensionar las cosas cuando estaba muy molesta, pero sea como sea pareciera que Senku hizo una broma demasiado pesada que se salió de los límites, cosa que él hacía muy seguido sin que le importe, pero Kohaku ahora era su esposa y vivían juntos, además de que los dos eran nuevos en las relaciones amorosas, así que... Sí, esto era un desastre.
Se llevó una mano a la frente, negando con la cabeza.
-Kohaku, ven aquí.- le hizo una seña para que se sentara a su lado en la cama, intentando no pensar en la razón por la cual las sábanas estaban tan desordenadas. Todavía echando humo, ella se sentó a su lado. -¿Intentaste hablar con Senku luego de que discutieron?-
-Claro que no. Apenas aguante las ganas de matarlo.- se cruzó de brazos, enfurruñada.
-Tal vez deberías intentar hablar con él luego.- frotó su espalda para intentar apaciguarla. –No es como si pudieras ignorarlo ni estar enojada con él para siempre, tienen una hija, después de todo.-
-Lo sé...- suspiró, finalmente suavizando un poco su mirada. –Solo que... no sé porque me molesta tanto.- su gesto volvió a entristecer.
-Es normal.- aseguró frotando su hombro. –Eres su esposa, quieres que te respeté y trate como tal.-
-¡C-claro que no!- se estremeció. -¡No me importa!- aseguró un poco demasiado alto, luego se tapó la boca y ambas miraron al cesto de la bebita, pero ella permaneció tranquila. –No me importa.- siguió hablando. –Sé que este matrimonio ni siquiera es real, solo nos casamos para contentar a papá. No quiero ser su esposa ni él quiere ser mi esposo.- arrugó el gesto. –Seguramente en unos años nos divorciaremos, cuando Tsukiku sea mayor. Así que no me importa.- apartó la mirada.
Ruri la miró preocupada. Estaba en negación aún peor de lo que imaginó.
-Bueno, sí tú lo dices.- no era el momento para hablar de eso. –Pero eso no significa que no deban intentar llevarse bien mientras crían a su hija, no puede crecer en un ambiente donde sus padres se odien, ya sabes.-
-Sí, lo sé.- bajó la mirada. –Pero... ¿Podría quedarme contigo y papá por hoy? Realmente no quiero dormir bajo el mismo techo que Senku.- se frotó los brazos frenéticamente. –Además así podría comenzar a entrenar con papá y Jasper mientras cuidas a mi bebé.- agregó emocionada.
Ruri hizo una mueca preocupada. Claro que no tenía ningún problema y su padre estaría encantado, pero le daba un poco de pena por Senku. Estaba bastante segura de que él no planeó herir los sentimientos de Kohaku apropósito.
-Por nosotros no hay problema, pero deberías hablarlo con Senku, es el padre de Tsukiku-chan, después de todo.- recomendó.
-Le dejaré una nota.- se encogió de hombros, su tono seco y amargado.
La sacerdotisa suspiró. Solo esperaba no haber empeorado las cosas, pero lo cierto es que probablemente sería mejor separarlos un tiempo mientras el temperamento de su hermanita se calmaba un poco o la salud física del actual jefe de la aldea correría peligro.
.
Taiju estaba en medio de ayudar a construir el invernadero cuando vio a Senku regresar a la zona de construcción del barco arrastrando los pies con cara de que alguien acababa de darle un golpe aunque se viera ileso. Le extrañó volver a verlo tan pronto, ya que solo hace media hora dijo que regresaría a su casa y que no volvería hasta mañana.
-¡Hola, Senku!- a pesar de su confusión, lo saludó alegremente.
-Hola, grandulón.- masculló secamente.
-Oh, regresaste.- Chrome se les acercó viéndose tan confundido como Taiju se sentía. -¿Olvidaste algo?-
-Nah.- se dejó caer frente a una de las mesas llenas de planos y sacó los suyos propios, que eran todavía más. –La leona secuestró a mi hija y se largó de la casa, supuestamente regresa mañana así que aprovecharé y trabajaré.-
-¿Qué dices de secuestro?- Ryusui se acercó acompañado por Francois y Gen.
-¿Eh? ¡¿La gorila secuestró a su propia hija?! ¡¿Eso es posible?!- Chrome se estremeció.
-Es una forma de decir, idiota.- lo miró sumamente fastidiado. –Quiero decir que tomó a la niña y se largó sin consultarme, solo dejando una nota. Dijo que regresará mañana y que ni intente buscarlas.- hizo una mueca. –Por eso me quedaré aquí a recuperar tiempo perdido. Eso es todo lo que necesitan saber. Ahora vuelvan a trabajar y no hagan más preguntas al respecto.- prácticamente gruñó, del peor humor que Taiju lo había visto en mucho tiempo.
Todos lo miraron sorprendidos, y claro que empezaron a hacer preguntas a diestra y siniestra.
-¡Espera, espera, espera! ¿Por qué demonios hizo eso?- preguntó Chrome.
-¡Suena como una dama resentida por su marido infiel! ¿Qué hiciste para molestarla tanto?- Ryusui se largó a reír.
-Espero que la pequeña esté bien, ella los extrañaba a ambos esta mañana.- murmuró Francois, haciendo que Senku pareciera ahora aparte de fastidiado deprimido.
-Umm...- Gen empezó a sudar. -¿Esto no tendrá que ver por el incidente con el vodka, verdad?- preguntó nerviosamente.
-Mentalista, tú ni me hables.- Senku lo miró cansinamente. –Mejor ve a buscar algo que hacer antes de que te envíe a recoger tú solo todo el trigo.- Gen rápidamente chilló y se largó casi corriendo. –Y les dije que vayan a trabajar.- también miró mal a todos los demás.
A pesar de las órdenes, Taiju decidió no marcharse y esperó a que todos los demás se fueran antes de hablar.
-Senku, ¿pasó algo malo?- ignorando su obvio intento de querer ignorarlo, Taiju se sentó en un banco cercano a la mesa de trabajo de su mejor amigo. -¿Tienes problemas con tu esposa?-
-No veo porque debería hablarle de eso a alguien que ha pasado ocho años enamorado de la misma chica sin decirle nada.- masculló con crueldad.
Taiju sintió el golpe como una patada al estómago, pero tomó aire y sonrió. Ya conocía a Senku desde hace mucho tiempo, sabía que él realmente no pretendía ofenderlo. Y Senku ya debería saber que no dejaría caer el tema tan fácilmente, necesitaría más que eso.
-Es realmente increíble que yo aún no tenga novia y tú ya seas padre... Siempre creí que sería al revés.- rió afablemente.
Senku se estremeció, obviamente tomando el golpe en donde le dolía, pero también se recompuso rápidamente y sonrió con burla.
-A este paso creo que voy a tener nietos antes de que tú tengas novia.- otro duro golpe, pero Taiju apenas lo sintió esta vez.
-Nunca creí que dirías eso, creo que ya no tendrías tiempo para la ciencia.- Senku obviamente sintió eso, y esta vez tanto que gruñó entre dientes y todo.
Mientras tenían su discusión barra intercambio de bromas, Taiju prestó atención a la actitud de su amigo. Tardaba mucho más de lo usual en responder a sus burlas, hasta parecía quedarse sin palabras. Y eso era preocupante. ¿Senku perdiendo una discusión contra ÉL de todas las personas? Lo que sea que tenga lo estaba afectando muchísimo, y sin duda tenía que ver con su familia.
Taiju no era muy listo, pero conocía a Senku más que nadie, al menos de eso podía jactarse.
-Tal vez no tenga mucho tiempo, pero al menos no ando desperdiciándolo babeando sobre una chica sin decirle ni una maldita palabra.- finalmente contestó a su broma después de casi un minuto entero.
-Senku.- Taiju frunció el ceño. -¿Estás bien?- preguntó seriamente.
Él se le quedó mirando en silencio, dejando de lado su interés en los planos por un momento, antes de suspirar, negando con la cabeza. Pero lo que sorprendió a Taiju fue la expresión en su rostro cuando lo miró después. Él se veía solo... tan cansado.
-No es nada, grandulón.- sonrió sin ni una pizca de humor brillando en sus ojos. –Solo que por una vez no tengo ni idea de cómo actuar en una situación. Estoy en territorio nuevo, inexplorado, donde las leyes de la ciencia no sirven para nada.- rió entre dientes. –Es completamente ilógico. Normalmente evitó meterme en este tipo de problemas, pero esta vez estoy atado de pies y manos, sin salida, e incluso sí tuviera una no la quiero, solo quisiera...- se detuvo, frunciendo el ceño. –Quisiera saber lo que estoy haciendo.- murmuró.
Taiju ladeó la cabeza, cada vez entendiendo menos.
-¿Lo qué... tú estás haciendo? ¿Y qué estás haciendo?- preguntó, perplejo.
-Ese es exactamente mi problema, grandulón.- volvió a suspirar. –No tengo idea de qué demonios estoy haciendo.- apartó la mirada.
Decir que esas palabras sorprendieron a Taiju era decir poco, nunca esperó ver a Senku... sin saber qué hacer, ese normalmente era él. Sin embargo, aunque no supiera cómo hacer las cosas, él nunca se rendía hasta que lograba su objetivo ¡y Senku tampoco! En eso eran exactamente iguales.
No obstante, este era un problema con su esposa, a pesar de que no lo dijo expresamente, y aunque llevaba muchos años enamorado de su adorada Yuzuriha, nunca tuvo una esposa ni mucho menos una novia, ni siquiera recordaba cómo interactuaban sus padres el uno con el otro, así que no sabría cómo aconsejar a su mejor amigo en este tema, pero había algo de lo que sí estaba seguro "al diez billones por ciento".
-No sé qué es lo que haya pasado entre tú y tu esposa.- comenzó a decir, captando la atención del científico. –Pero sea como sea, lo mejor es enfrentar la situación sin miedo.- aseguró cruzando los brazos. –En vez de evitarla, encárala y haz algo al respecto lo antes posible, ese es mi consejo para ti.- asintió, complacido por sus propias palabras. –Verás que no es tan malo.- le sonrió sinceramente.
Las pocas veces que Yuzuriha y él tuvieron problemas, ya sea porque él se acobardaba de dar el siguiente paso o temía revelar sus sentimientos, siempre intentaba evitar el tema y siempre acababa descubriendo que era mucho mejor simplemente enfrentarlo. No es como que ella fuera a dejar de hablarle por un pequeño malentendido, y la verdad es que siempre acababan resolviendo todo tan fácilmente que hasta le daba risa recordar esos problemas estúpidos.
-Pff...- Senku bufó. –Cómo sí tuviera miedo...- rodó los ojos, cruzándose de brazos. –Ya lárgate a trabajar, grandulón, no intentes usar la desgracia ajena como excusa para holgazanear.- prácticamente lo echó, agitando una mano mientras volvía a mirar sus planos, aunque al verlo más atentamente, Taiju notó que realmente no los estaba leyendo.
Sonrió, sabiendo que debía estar pensando en lo que le dijo. Eso le hizo sentir que lo ayudó de algún modo.
-¡Muy bien! ¡Regresaré a trabajar!- rápidamente lo despidió y volvió corriendo a seguir trabajando en la zona de construcción del barco, mentalmente deseándole la mejor de las suertes para resolver todos sus problemas.
.
Noventa y siete vueltas alrededor de la pequeña isla donde se organizaban los torneos y Kohaku ya se estaba muriendo de cansancio, de hecho desde hace dieciocho vueltas que sentía que ya no podía más, pero se forzó a sí misma a seguir adelante. ¡Y no pensaba rendirse hasta dar cien vueltas!
-Kohaku ¿no crees que ya es suficiente?- su hermana la miró preocupada mientras sostenía a Tsukiku, que estaba medio dormida chupándose el pulgar. -Apenas puedes estar en pie.- señaló la forma en la que estaba casi a cuatro patas todavía intentando completar la vuelta noventa y ocho. –Y creo que Tsukiku se niega a dormirse hasta que le des más del pecho.- miró sonriente a su sobrinita.
-Solo dame unos... minutos...- dijo, jadeando pesadamente. –Ya casi terminó...-
-Ya casi terminas de matarte.- Turquoise se cruzó de brazos, con clara desaprobación en su voz. –Ven aquí de una vez y atiende a tu bebé.- ordenó severamente.
Es cierto, pensó la joven madre frunciendo el ceño. Mi bebé me necesita, y me dije que terminaría estas cien vueltas, pero...
Incorporándose recta sobre sus dos pies, tomó una gran bocanada de aire y salió disparada corriendo a gran velocidad, completando las últimas tres vueltas restantes en un parpadeo a pura fuerza de voluntad, dejando con la boca abierta a su hermana y sus guardias.
-Li-listo...- colapsó de cara en el suelo delante de Ruri, extendiendo un brazo patéticamente. –Dámela...-
-Eres realmente increíble, Kohaku...- Jasper negó con la cabeza, sonriendo resignado. –Iré a buscarte algo de agua para que al menos recuperes el aliento.-
Cuando Jasper le trajo el agua dulce y fresca, Kohaku bebió la mitad de la botella y la otra mitad se la arrojó encima, suspirando aliviada al sentir el ardor de su piel disminuir un poco. Negando con la cabeza, Turquoise fue a buscar una toalla, diciéndole que era mejor que se secara antes de que le regresaran a su hija.
Finalmente seca y ya sin tanto sentir que se estaba muriendo, pudo amamantar a su hija, pero esta todavía no lograba dormirse a pesar de sus ojitos cansados, cosa rara ya que normalmente le encantaba dormirse con el pecho en la boca.
-¿Qué tal si le cantas?- propuso Ruri.
-¿Cantar yo?- se crispó de inmediato. –Ni hablar.- negó con la cabeza.
-Al menos tararea.- sugirió. –Como hacía mamá contigo. ¿Lo recuerdas?-
-Supongo que puedo intentarlo...- hizo una mueca, no muy convencida de esta idea.
Pensó por un momento, intentando recordar la melodía que su madre tarareaba cuando era una niñita pequeña. Pero, por más que forzaba su memoria, simplemente no podía darle forma a la melodía, solo recordaba que era algo muy dulce y relajante.
Dulce y relajante... ¡Oh! ¡Entonces tal vez una versión más lenta de la canción que dejaron los astronautas serviría! Recordaba esa canción a la perfección, así que no debería tener problemas sí era solo tararearla. Pero... en cierta forma la incomodaba tener que hacerlo, ella no era del tipo... cantante. Había hecho una banda con Chrome y Suika una vez, pero tocando una batería improvisada y a un ritmo rápido y alegre. ¿De verdad a su hija le gustaría escucharla tararear?
Bajó la mirada y allí la vio en sus brazos, con su boca alrededor de su pecho, succionando sin muchas ganas, con los parpados caídos. Era tan linda que le quitaba el aliento incluso más que cien vueltas alrededor de toda la aldea, pero también le traía una paz inmensa.
Tomó aire, decidiendo que se sentía lo suficientemente relajada para al menos intentar eso de tararear.
Casi sin darse cuenta, mientras intentaba recordar bien el comienzo de la canción, comenzó a tararearla suavemente. Al darse cuenta de que ya estaba haciéndolo, descubrió que no era tan malo y sonrió mientras miraba a su hija, cuyos parpados se cerraron un poquito más. Alentada por eso, continuó con su tarareo, apenas dándose cuenta de que los otros tres la dejaron sola. Solo se fijó en su bebita, contemplando con ternura como lentamente caía dormida. Aun así no se detuvo, siguió arrullándola hasta que sintió que se le irritaba un poco la garganta, solo entonces se detuvo y caminó con ella hacia dentro de la casa para alejarse un poco del sol matutino.
Dejó a su pequeña en su cesto y le hizo señas a Ruri de que la vigilara, ya que quería bajar a hacer un poco más de ejercicio. Su hermana no pareció muy de acuerdo con la idea, pero finalmente cedió y ella pudo bajar tranquila.
No obstante, apenas bajó el último escalón, se topó cara a cara con Senku y toda su tranquilidad murió al instante. Se quedó completamente inmóvil, ambos mirándose directo a los ojos.
-Hola.- Kohaku se estremeció al oírlo hablar y luego se sintió una tonta por eso. ¡Ni que él mordiera ni nada! ¿Por qué demonios estaba tan tensa en su presencia?
-H-hola...- saludó torpemente, abrazándose a sí misma.
-¿Tuviste una buena noche durmiendo aquí?- preguntó casualmente, ladeando la cabeza con una sonrisa tranquila. Ella solo asintió, un poco dudosa. -¿Y cuando planeabas volver? Estamos a pocas horas del mediodía, y no será bueno sacar a la niña cuando el sol suba de intensidad.-
-Yo... planeaba volver por la tarde.- maldita sea, creyó que él se quedaría trabajando y ni siquiera notaría la diferencia.
-¿O sea que mentiste en tu carta cuando dijiste que regresarías temprano, eh?- alzó una ceja.
-¡N-no, no lo hice!... Solo que no m-me di cuenta del t-tiempo.-
-Ajá.- no pareció creerle. –Y dime... ¿sigues molesta conmigo?- ante esa pregunta, Kohaku se quedó con la boca abierta, no tanto por la pregunta en sí, sino por la seriedad en su voz y en su rostro al hacerla.
Nunca creyó que él abordaría el tema, o al menos no de forma que no fuera otra broma cruel, pero aquí estaba y no podía entender por qué demonios le importaba.
Tomó aire antes de contestar, decidiendo actuar como la mujer madura que se suponía debía ser como una madre.
-No.- respondió en voz baja. –Lamento haberme ido tan apresuradamente, no volverá a pasar.- o al menos eso esperaba. –Ni siquiera sé por qué reaccioné así.- continuó, un poco nerviosa por su mirada fija. -Fue estúpido y ni siquiera me importa.- sonrió forzadamente.
-¿Con que no te importa, eh?- alzó las cejas levemente.
-No, para nada.- se cruzó de brazos, apartando la mirada.
-Ajá, entonces supongo que no tenías planeado echarme a patadas de tu habitación y mandarme al cuarto de invitados ¿verdad?-
Kohaku lo miró con la boca abierta. ¡Eso era exactamente lo que planeaba hacer! ¿Cómo lo supo? ¿Acaso en serio leía mentes?
-T-tú... eh... ¡N-no tengo idea de qué hablas!- pisoteó, sin querer reconocer que tenía toda la razón del mundo. –Pero ahora que lo dices es buena idea, de todos modos estarás cerca sí ella llora y podré llamarte fácilmente, no hay razón para que sigamos compartiendo habitación ¿no crees?- hizo un último intento por salirse con la suya.
-Tampoco hay razón concreta para no seguir compartiendo habitación.- rodó los ojos, acercándose un poco más a ella. –A menos claro que... te incomode mi presencia.- se colocó a solo unos centímetros de ella, con sus narices casi rozándose.
-¡Claro que no!- se tensó de inmediato, cuadrando los hombros. Senku sonrió divertido y Kohaku resistió el impulso de golpearlo, suspirando para calmarse un poco y no dejar que la superara tan fácilmente. –Ya tengo my claro que no debo preocuparme por ti en lo más mínimo... a menos claro que hayas bebido antes, ya que como dijiste... nunca me tocarías estando sobrio.- él hizo una mueca y ella sonrió victoriosa al saber que por una vez sus palabras lograron afectarlo.
Lo haría arrepentirse de tratarla como una mujer sin honor. O al menos eso pensaba cuando de repente sintió su mano en su mejilla.
Se quedó sin aliento.
-Bueno... parece que estoy tocándote ahora mismo.- le sonrió burlonamente. –Y no he bebido nada, pasé toda la mañana reparando tus daños a la casa antes de venir aquí, puedes sentir mi aliento, sí quieres.- se acercó más, solo para que ella retrocediera bruscamente, aunque solo echando la cabeza hacia atrás sin romper su agarre en su mejilla.
-Lamento lo de la pared.- apenas alcanzó a susurrar, confundida sobre qué demonios quería hacer Senku ahora. –No volverá a pasar.-
-Sabes, he notado algo gracioso sobre nosotros.- volvió a estar demasiado incómodamente cerca. –Siempre decimos que hay cosas que no volverán a pasar o que nunca sucederán y sin embargo las cosas pasan.- rió entre dientes. –Tal vez tendríamos mejor suerte manteniendo la boca cerrada ¿no crees?- se acercó todavía más a ella.
Kohaku frunció el ceño, apenas registrando lo que decía, más concentrada en lo cerca que estaba su boca de la suya, y sin poder dejar de pensar en todos los besos que compartieron hace dos noches.
-No tengo idea de qué demonios estás hablando, Senku.- hizo esfuerzos por mirar a sus ojos y no a sus labios, solo para congelarse al ver que él no le estaba prestando ninguna atención a sus ojos, ni a nada más que no fuera su boca.
-Qué curioso... yo tampoco tengo ni idea de qué demonios estoy haciendo.- murmuró ausentemente, antes de rozar sus labios con los suyos y...
-¡Kohaku!- Ruri se asomó desde la casa, solo para chillar ruidosamente al ver a los dos casi completamente pegados con las bocas casi juntas. Ante su chillido, los chillidos de Tsukiku en brazos de su tía no tardaron en hacerse oír también.
En un parpadeo, Senku se encontró en el suelo boca abajo por perder el equilibrio cuando Kohaku se alejó bruscamente de él como sí de ácido sulfúrico se tratase, mientras que ella ya estaba a medio camino de las escaleras para tomar a su bebita en brazos, meciéndola y susurrándole cosas bonitas para intentar calmar su llanto una vez se la quitó a su muy sonrojada hermana mayor.
-Mierda.- gruñó el científico mientras despegaba su rostro del suelo, con un hilillo de sangre corriendo por su barbilla seguramente por haberse roto el labio inferior. Ruri fue a buscar un trapo que remojó en agua y para cuando él llegó a la cima de las escaleras donde su esposa mecía a la bebita, le tendió el trapo. –Gracias.- murmuró secamente, apoyando el trozo de tela fría y húmeda contra su pequeña pero dolorosa herida.
-L-lamento haberlos interrumpido.- dijo apenada la mayor en edad (sí no se contaban los tres mil setecientos años extra de Senku). –Es solo que Tsukiku-chan se despertó y...-
-No interrumpiste nada.- gruñeron los dos entre dientes, con miradas repletas de amargura en los rostros.
Con gotitas bajando por su sien, Ruri decidió dejar el tema.
-Y... ¿ya volverán a su hogar?- preguntó intentando romper el silencio mientras Senku solo trataba su herida y Kohaku amamantaba a su hijita.
-Deberíamos, antes de que el sol se ponga peor.- masculló el hombre de extraños cabellos. –Sin embargo, quería hablar contigo primero, Ruri.- eso llamó la atención de las dos hermanas. –Dime... ¿Kohaku ya te habló de "eso"?- preguntó seriamente.
Las dos rubias enrojecieron. ¡¿Acaso hablaba de... su "encuentro" nocturno?! ¡¿Pero por qué diablos querría hablar con ella de ESO?!
-Eh... t-te refieres a...- al ver el rostro increíblemente rojo de su cuñada, Senku rodó los ojos.
-No, no me refiero al hecho de que Kohaku y yo tuvimos sexo.- su franqueza las hizo sonrojar más. –Me refiero al hecho de que Kohaku decidió que se iría en el barco conmigo y los demás tan pronto esté listo.- eso de inmediato mató toda vergüenza y la mayor miró boquiabierta a la menor, que bajó la mirada.
-¿Habla en serio?- preguntó en un susurro. Desanimada, Kohaku asintió. –Oh, pero... pero... ¿Qué pasara con Tsukiku? No me digan que se la llevaran.- los miró preocupada.
-Absolutamente imposible.- ambos negaron con la cabeza. –No llevaré a mi hija a una posible zona de guerra, y Kohaku tomó la decisión de que prefiere venir, y aunque no estoy de acuerdo la respetó.- continuó hablando Senku. –Por eso, la única persona de las que se queda a las que podríamos confiarle nuestra hija, la primera opción incluso sí otras buenas opciones se quedaran, eres tú, Ruri.-
-¿Yo?- los miró con los ojos muy abiertos. –Pero... ¿Qué hay de las ancianas, la partera o incluso mi padre? Yo no tengo mucha experiencia con bebés, por más que realmente no me molestaría.- se mostraba obviamente insegura.
-Es muy probable que papá vaya con nosotros, Ruri-nee.- murmuró Kohaku. –A pesar de su edad sigue siendo uno de nuestros guerreros más talentosos. Aunque Senku no habló conmigo sobre esto, yo también estaba pensando en que la más indicada para cuidar de mi bebé eres tú.- la miró con un poco de pena por tener que dejarle una responsabilidad tan grande.
-Y aunque las ancianas y la partera serían una gran ayuda, no las conozco lo suficiente.- siguió Senku. –Es de mi hija de la que estamos hablando, no puedo dejarla con cualquier persona, primero obligaría a Kohaku a quedarse o bien mandó el viaje a la mierda.- ambas lo miraron sorprendidas ante esas palabras. –Voy a ser muy franco contigo, Ruri, sino me juras con tu vida que la cuidaras... o bien Kohaku se queda, o bien retrasamos el viaje hasta que se me venga en gana.- se cruzó de brazos. –Estoy consciente de que te estoy pidiendo demasiado. Los dos fuimos unos irresponsables y ahora pareciera que te estamos pasando la niña a ti y largándonos, de hecho de no saber que tú te quedarías ni siquiera le habría dado la opción a Kohaku de venir, pero sé que tú eres la única en la que podría confiarle a nuestra hija, tu sobrina.- se acercó un paso más a ella, mirándola mortalmente serio. -¿Aceptaras, Ruri?-
Mientras su hermana le devolvía la mirada llena de seriedad a Senku, Kohaku no pudo evitar mirarlo con los ojos muy abiertos. ¿De verdad él había pensado todo eso desde incluso antes de darle la opción de quedarse? Ya tenía todo premeditado, a pesar de desear que ella se quede con su hija, ya había pensado en absolutamente todos los caminos posibles.
Abrazó su hija contra su pecho, sintiendo una nueva oleada de culpa por habérsela llevado sin avisar a Senku. Él estaba dispuesto a tanto por ella, procurando solo lo mejor que pudiera darle sin descuidar sus responsabilidades en lo posible, y ella no tenía ningún derecho a apartarla de él por más enojada que estuviera.
-Aceptó.- cuando su hermana habló, Kohaku volteó a verla con sorpresa. ¿De verdad aceptaría una responsabilidad tan grande tan fácilmente? –No tienen que sentirse culpables por mí.- les sonrió, haciendo que los dos la miren con los ojos muy abiertos. –Lo haré con gusto, es mi adorada sobrina.- se llevó una mano al pecho. –Además, sé que esto también será difícil para ustedes. Debe ser duro... tener que alejarse de su hija para asegurar el futuro de todos, aparte del de ella.- los miró con una sonrisa un tanto agridulce. –Pueden estar tranquilos... daré mi mejor esfuerzo. Lo juro por mi vida.- hizo una pequeña reverencia.
Senku lanzó un gran suspiró, luciendo como sí un gran peso se levantara de sus hombros. Kohaku, por otro lado, miró a su hermana con los ojos llenos de lágrimas. Aprovechando que Tsukiku había dejado su pecho para mirar a su padre al escucharlo hablar, se la dio y corrió a abrazar a su hermana efusivamente.
-Ruri-nee...- murmuró tan agradecida que ni siquiera sabía por dónde comenzar a decir gracias.
-Está bien.- ella frotó su espalda cariñosamente. –Entiendo completamente, eres muy importante, podrías ser la diferencia entre la victoria y la derrota para el reino de la ciencia. Aunque también preferiría que te quedes, respetaré tu decisión y la cuidare por ti.-
Después de que ambos le agradecieran a Ruri y arreglaran una reunión para profundizar sobre el tema luego, finalmente volvieron a su casa con Tsukiku todavía despierta, pero felizmente acurrucada contra el pecho de su padre.
-Ella te extrañó mucho.- susurró Kohaku con una sonrisa de culpabilidad mientras miraba a su pequeña en lo que cruzaban el puente para salir de la aldea.
-La extrañé también.- admitió él en voz baja. Eso la hubiera sorprendido de no ser porque él dijo cosas más sorprendentes hace solo un par de minutos.
-Senku... ¿hablabas en serio?- no pudo evitar preguntarle mientras se aceraban a la casa. –Cuando dijiste que retrasarías el viaje por ella... ¿Hablabas en serio?- lo miró perpleja.
-Bueno, obviamente preferiría no tener que hacerlo, pero... sí, sería capaz.- murmuró con aparente indiferencia. –Sí ella llegase a enfermarse unos días antes de partir, por poner un ejemplo, no me sacarían de aquí ni a rastras hasta que se recuperé completamente.- soltó una seca carcajada. –El trabajo duro y las esperanzas de todos pesan sobre mis hombros, y los mandaría al diablo en un segundo por el bien de esta pequeña mocosa.- bajó la mirada hacia su hija en sus brazos, que le devolvió la mirada con sus ojitos soñolientos y alzó un bracito, palpando su rostro con curiosidad cuando él lo bajó un poco para que tuviera mejor acceso. –Ahora mismo me gustaría buscar la forma de convencerte para que te quedes, y lo lograría sí realmente lo intentara, pero sé que, dependiendo la amenaza a la que nos enfrentemos, probablemente no tengamos ninguna oportunidad sí una pieza clave como tú faltará.- llegaron a la casa y cruzaron la cerca. –Por eso te dejé la decisión a ti, y ahora que has decidido mantendré la boca cerrada aunque no me guste.- justo mientras decía eso, Tsukiku capturó su labio lastimado y tiró. –Auch, oye, no hagas eso, mini-leona.-
Kohaku rió suavemente, acercándose a ellos para impedirle a su bebita seguir torturando a su padre. Mientras estaba en eso, rozó con la punta de los dedos los labios de Senku y ambos se miraron fijamente.
Casi sin darse cuenta, los dos comenzaron a acercarse, lentamente, dudosos. Cerraron los ojos y entonces... un horrible aroma llegó a sus narices.
Ambos bajaron la mirada, viendo a su hija sonreírles casi traviesamente, como sí supiera exactamente lo que acababa de interrumpir.
-Tú la cambias.- riendo, ya de un humor mucho mejor alrededor de Senku, Kohaku rápidamente huyó de allí.
Los dos eligieron inconscientemente no pensar en lo que acababa de pasar entre ellos. Era mejor así.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro