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Dolor en el mundo de piedra

Antes de poder meter a su bebé en la bañera para darle su baño, las convulsiones volvieron.

Si bien un principio fue algo shockeante para Senku, esta vez tomó aire y se propuso a actuar como era debido, recostándola en la camilla que trajo la doctora y poniéndola de costado.

Kohaku estaba tan horrorizada como antes, pero esta vez contuvo su pánico mucho mejor y se arrodilló para hablarle amorosamente mientras las convulsiones se pasaban, aunque se notaba lo mucho que le dolía no poder hacer nada más que consolarla mientras pasaba por algo tan espantoso.

Honestamente, Senku no estaba mejor que ella. Seguía sintiéndose como un idiota por congelarse antes, ¿cómo pudo cometer semejante irresponsabilidad? Sabía que las convulsiones podían ser benignas, pero fue como si su cerebro se empeñara en hacerlo pensar en todas las peores causas por las cuales podría tenerlas, y por un momento... sintió como si su Tsukiku se estuviera muriendo. Fue tan horrible que ni siquiera podría describirlo en palabras. El miedo lo paralizó.

Suspiró aliviado al ver que las convulsiones volvieron a parar, pero entonces ella vomitó y tuvo que impedirle a Kohaku cargarla.

Limpió su boca con cuidado y luego la llevó a la bañera, manteniéndose alerta por si volvía a pasarle algo.

—Eso se siente bien, ¿no? —pregunto cariñosamente al verla calmar su llanto al entrar en contacto con el agua tibia—. ¿Te sientes mucho mejor? ¿Sí, sí, sí? —Mojó su cabecita y su frente con su mano.

—Titi... —dijo débilmente, haciendo a sus padres sonreír temblorosamente.

Diablos que amaban a esa niña más que a nada en el mundo.

Kohaku acarició sus mejillas antes de ayudar a Senku a bañarla, cantándole para mantenerla más relajada, cosa que pareció funcionar.

Afortunadamente no volvió a tener convulsiones y al estar vestida y en brazos de su madre pareció más calmada y se quedó dormida rápidamente.

Senku comprobó su temperatura con el ceño fruncido ante la atenta mirada de Kohaku.

—La fiebre bajó un poco, aunque aún tiene —informó muy serio—. Debería ir a ayudar a Kaseki y Yoshio. Después de todo, le rompiste la espalda al pobre tipo, que es la única persona que puede prepararle el equipo necesario a Atsumi-sensei. —Suspiró resignado, aunque sin estarle reprochando. Él habría hecho lo mismo en su lugar.

Aun así, Kohaku se vio muy culpable.

—Pídele disculpas de mi parte, no estaba pensando bien en ese momento.

—Lo haré. —Se acercó a su hija dormida y miró con preocupación su ceño fruncido aún en sueños.

—¿Entonces te irás a ayudarlos? ¿Y debo cuidarla sola? —Se vio preocupada—. ¿Q-qué tal si le da de nuevo esas cosas horribles? ¿Qué hago? ¿Y si su fiebre sube otra vez? —Sus ojos estaban llenos de lágrimas y el estrés era evidente en todo su ser, todo mientras abrazaba a su bebé con suma delicadeza, como en sus primeros días de vida.

—Enviaré a Francois para ayudarte, pero ya viste como la ayudamos a pasar las convulsiones. Y ya sabes cómo actuar si vomita o tose, además eres la mejor para mantenerla calmada. No te preocupes, estará bien. —Besó la frente de su hija, antes de alzar la cabeza para darle un suave beso en los labios a Kohaku.

Ella no dejó de verse preocupada, pero asintió y él volvió a acariciar el rostro de su hija antes de marcharse con el corazón en la garganta, apretando el arma petrificadora escondida en una de las bolsas de su cinturón.

Si era necesario volvería corriendo, y haría lo que fuera necesario para no perder a su niña.

Cuando llegó al laboratorio (después de pedirle a alguien que fuera a buscar a Francois para ayudar a Kohaku), vio a Atsumi-sensei trabajando en la creación de un anestésico, con Kaseki y Yoshio trabajando a pocos metros de ella.

—Requiero anestesiar su espalda baja para cuando extraiga el líquido, no queremos provocarle dolor a la dulzurita —le explicó, a lo que él frunció el ceño, pensativo—. No te preocupes, es bastante seguro, aunque no completamente efectivo debido a la falta de materiales. Aún sentirá un ligero pinchazo, ustedes tendrán que mantenerla quieta y tranquila.

—Me alegra saberlo. —La miró con curiosidad—. ¿De dónde sacó los ingredientes para hacer anestesia?

—Se la aplicaré en forma de crema. Y conozco varias formas de lograr el efecto con plantas locales, que también sé dónde crecen, aparte de algunos químicos que por suerte tenías en tu poder. No debería haber problema. —Él asintió y ella le sonrió suavemente—. ¿Cómo está la pequeña? ¿La fiebre bajo?

—Un poco, pero no se fue. —Se acercó a Yoshio y tomó los planos que le dio—. Kohaku está preocupada, pero dejé a Francois con ella.

—Terminaré con esto e iré también. Quiero estar muy pendiente de la pequeña. —Comenzó a trabajar con más rapidez—. Los síntomas entre meningitis viral y bacteriana son similares, pero podría reconocer si es una u otra identificando las señales más tempranas. Mientras más rápido sepamos qué tiene, mejor. —Lo miró con pena—. Siento decirte esto pero debo ser franca, aunque quizás ya lo sepas: la meningitis bacteriana no solo podría ser un riesgo para su vida, sino que puede dejarle secuelas de por vida, podría causarle daño cerebral, pérdida de audición, problemas de memoria, e incluso hasta ceguera, entre otras cosas, solo por el simple hecho de no atenderla a tiempo. Cada segundo cuenta para salvar su vida y su correcto desarrollo.

Senku hizo lo posible por contener el nudo en su garganta y asintió, estudiando los planos con atención.

No había forma, no había forma en el puto mundo de que dejará que su princesa sufriera daño cerebral, pérdida de audición o de vista, o alguna otra mierda de esas. Intentaría salvarla por los métodos de Atsumi-sensei, pero si no funcionaba entonces usaría el último tiro que tenían del arma petrificadora.

Y lo peor era que ni siquiera estaba del todo seguro de que aún funcionara, así que daría su mejor esfuerzo por salvarla por medio de la medicina del siglo XXI.

Algo era diez billones por ciento seguro: no se iba a ir, no sacaría un pie de Japón hasta que ella estuviera completamente recuperada, creciendo feliz y sana como se lo merecía.

Aunque no pudiera verla crecer, se aseguraría de que siempre estuviera bien y jamás le faltara nada. Era lo mínimo que le debía.

.

Cuando Francois llegó, de inmediato le ofreció prepararle algo de comer. Kohaku no tenía ánimos, pero Senku siempre le dijo que era importante que ella comiera y estuviera en perfecta salud ya que era la principal fuente de alimento de su bebé, así que no le quedó de otra más que aceptar que le hiciera el almuerzo, y una vez estuvo listo dejó a su bebé en su cesto, pero siguió vigilándola como un halcón.

Francois comprobó la temperatura de la niña mientras la madre comía.

—No ha bajado, pero tampoco subió. —Le sonrió tranquilizadoramente—. Además parece dormir tranquila.

Eso alivio un poco a Kohaku y acabó de comer tranquila.

Una hora después, Atsumi-sensei llegó a su casa y de inmediato comenzó a examinar a la bebé aún dormida.

—Está un poco rígida... pero es normal. —Suspiró pesadamente—. ¿Cuándo fue la última vez que comió?

—Esta mañana...

—¿A qué hora, exactamente?

—Como una hora después del amanecer. Ahora que lo pienso... —Abrió mucho los ojos—. No comió mucho, solo vació un pecho y ya debería haberse despertado para comer sus papillas... —Empezó a preocuparse, mirando ansiosa de su bebé a la doctora.

—Y Senku me dijo que vomitó. —Negó con la cabeza—. La falta de apetito también es un síntoma, uno muy problemático, apenas se despierte intenta alimentarla y si no quiere comer avísame.

Intentando no consumirse en angustia, Kohaku asintió.

Afortunadamente, Tsukiku se despertó unas dos horas después, llorando agudamente. Al principio no quiso saber nada de comer, pero con un poco de insistencia por fin accedió a beber del pecho.

Una vez comió un poco, aunque no tanto como siempre, empezó a llorar otra vez.

—¡Eda! ¡Eda! —pidió desesperada.

—¿Quiere algo? —Atsumi-sensei miró a Kohaku, que suspiró mientras asentía.

—Quiere la funda de mi cuchillo, la ha estado mordiendo mucho estos días. —La sacó de su cinturón y Tsukiku de inmediato le estiró los brazos, ansiosa.

—Déjame ver eso. —Le pidió la funda y la examinó con ojo crítico—. Pobrecita, aparte de lidiar con la enfermedad debe aguantar los dientes... lamento mucho no poder dejarla morder esto. —Guardó la funda en su bata y Tsukiku chilló indignada y muy enojada—. Trata de calmarla, iré a buscarle algo que le alivie el dolor. La funda no es adecuada, podría dañar sus dientitos.

—¡Oh, ya veo! —Eso la preocupó—. Esto la va a tener de muy mal humor...

Entre ella y Francois lograron mantener el malhumor de la bebé bajo control, pero ella siguió muy enfadada, hasta que Atsumi-sensei regresó con una bolsa llena de utensilios raros, entre ellos algo pequeñito con una forma extraña.

—Esto es un dedal —le explicó amablemente, colocando el objeto transparente en su dedo enguantado—. Un masajito a sus encías calmara el dolor y aumentara su higiene bucal. Se los hubiera dado antes pero estaba ocupada. —Sonrió alegremente, mirando a la bebé que seguía malhumorada en brazos de su madre—. Ahora viene lo difícil, creo que nuestra complicada relación empeoró cuando le saque la funda del cuchillo. —Rio cantarinamente—. Esperemos que me dejé hacer esto. Kohaku-chan, Francois-chan, presten atención a lo que hago, así podrán replicarlo. —Ellas asintieron solemnemente—. A ver ahora, dulzurita preciosa, ¿me dejas aliviarte ese dolor feo? —Acercó el dedo con el dedal a su boquita.

—¡NO! —Tsukiku de inmediato empezó a patalear y llorar a viva voz, sin querer que se le acerque.

—Cuánto malhumor. —La doctora solo se rio—. A ver si la señora mami nos puede ayudar un poco. ¿Qué tal una canción para esta pequeña malhumorada?

Kohaku sonrió felizmente y comenzó a cantar con alegría, a viva voz, llamando la atención de su bebé que alzó la mirada para verla con la boca abierta, a lo que Atsumi-sensei de inmediato aprovechó para insertar con cuidado el dedo en su boquita, comenzando a hacer un suave masaje en sus encías.

Tsukiku chilló indignada y pataleó, llorando grandes lagrimones que hicieron a Kohaku preocuparse, hasta que su expresión se suavizó y se relajó.

—¿Eso se siente mejor, no? —Atsumi-sensei volvió a reír—. ¡Eres una niña muy buena! ¡Cuando tengas edad suficiente seré muy feliz de darte una paletita! Aunque ahora te tengo una sorpresita después de estos masajitos. —Tsukiku se quedó tan tranquila que hasta sonrió en medio del masaje dental—. ¡Que niña tan buena! ¡Eres un encanto!

Kohaku sonrió suavemente. Casi pareciera que su bebé estaba bien, tan sana como siempre, pero podía sentirla rígida en sus brazos, y sabía que en una situación normal ya estaría a las carcajadas.

Su bebé no estaba bien, lo sabía, y apenas podía aguantar estar sin llorar. Al menos se sentía más tranquila viéndola sonriendo con Atsumi-sensei, y sobre todo teniéndola allí con ella ahora que Senku estaba ocupado preparando todo para poder curarla.

Luego de que el masaje dental acabara, le dieron otro baño y después Tsukiku volvió a dormirse y Kohaku le preguntó a la doctora si ya podría estarse recuperando.

—Temo que no, aún tiene fiebre. —Sintió su temperatura con su mano—. Lo bueno es que los síntomas se calmaron, y está estable. Ahora nuestra prioridad es que coma y descanse bien. Mañana ya podré hacer la punción lumbar para dictaminar sí tiene meningitis viral o bacteriana. Es preciso estar muy atentos a ella durante toda la noche. Deberás dejar que Francois-chan te ayude cuando duermas, ya que también es importante que tú descanses bien.

Kohaku asintió pesadamente, mirando a su bebé dormir en su cesto con el ceño fruncido, intranquila y tensa. Su pobre pequeña...

Atsumi-sensei estuvo ocupada preparando algunas cosas, antes de anunciar que debía irse.

—Me falta un último ingrediente para completar la anestesia, pero lo pospuse porque quería ver cómo está la pequeña. Sí vuelve a quedarse malhumorada por los dientes háganle el masaje que le mostré antes, el dedal ya está desinfectado. Vigilen que la fiebre no suba y si notan cualquier cosa rara anótenla, necesito saber absolutamente todo en lo que la enfermedad pueda estarla afectando.

Atsumi-sensei se fue y Kohaku se quedó mirando a su hija con preocupación, hasta que Francois la persuadió de dormir un poco.

Tuvo que acceder a regañadientes. La verdad era que se sentía mentalmente agotada.

Se recostó en la cama junto a su bebé, tomando una de sus manitas en la suya, acariciándola amorosamente.

Se durmió en un sueño inquieto, deseando desde el fondo de su corazón que al despertar su bebé se sintiera mejor. Era todo lo que quería.

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Suika, su jabalí Sagara y su perro Chalk, junto a Kinro y Ginro fueron los encargados de acompañar a Atsumi-sensei a buscar el último ingrediente para terminar la anestesia que usarían en lo que sea que necesitaran hacer con Tsukiku, que aparentemente estaba enferma otra vez.

—Suika está muy preocupada —murmuró la niña con tristeza—. Tsukiku-chan la última vez estuvo semanas sintiéndose mal. ¿Esta vez se encuentra incluso peor? —Miró con lágrimas en los ojos a la doctora, que sonrió para apaciguarla.

—Es una enfermedad diferente, pero puede que no sea tan peligrosa. ¡Hoy estaba muy contenta cuando la atendí! Mañana empezaré a comprobar qué es lo que tiene exactamente. ¡Pero haré todo en mi poder para que se encuentre sana y salva en un abrir y cerrar de ojos!

—¡Vaya, Atsumi-sensei es realmente genial! —La niña sonrió emocionada—. Suika desearía que hubiera llegado a la aldea antes, muchos niños se enfermaban y se ponían mal antes de usted y de Senku...

La doctora sonrió con tristeza, mirando al cielo.

—A lo largo de la historia, el avance de la medicina ha tenido sus tropiezos, y muchos errores que costaron caro, pero en el siglo XXI los años de estudio y sacrificio lograron mejorar la vida de miles de millones de personas. —Sus ojos se iluminaron—. Y aun así, a veces ni la más avanzada medicina moderna podía contra algunas enfermedades... —Suika y los hermanos la miraron con preocupación—. Senku-chan me habló del arma petrificadora y su increíble poder de curación periférica. Es un concepto que definitivamente quiero estudiar algún día, algo que podría avanzar aún más la medicina y mejorar la vida de más personas. Pero mientras no tengamos acceso a esa tecnología milagrosa, dependemos de los conocimientos que la humanidad ha ido acumulando. —Miró sonriente alrededor del bosque, hasta que finalmente vio la planta que había estado buscando, todo mientras los aldeanos la miraban maravillados—. Y les puedo asegurar algo. —Sonrió triunfante, inclinándose para recolectar las hierbas que necesitaba—. Ya he derrotado a la enfermedad que Tsukiku-chan tiene, con las armas de la medicina moderna del siglo XXI. Ahora me quedé sin mis armas, ¡pero lo bueno es que podemos volver a reconstruirlas! —Alzó triunfante la canasta llena de las hierbas medicinales—. ¡Y con estas armas, soy la guerrera más fuerte que existe en contra de esos virus y bacterias malvados que amenazan a los niños!

—¡Vaya! —Suika la miró con ojos brillantes, y Kinro y Ginro también se quedaron boquiabiertos, hasta Chalk y Sagara parecían mirar fijamente a la doctora.

—No importa lo duro que sea el enemigo. —Sonrió confiada—. Yo no soy una rival fácil de vencer. Tsukiku-chan está bajo mi protección.

—¡Atsumi-sensei derrotará a todas las enfermedades! ¡¿No es cierto?! —Suika brincó emocionada.

—Puedes estar segura de que pelearé con todas mis fuerzas. —Acarició suavemente su casco-sandía.

—Esto me deja más tranquilo, si me enfermó ahora tendré quien me cure. —Ginro suspiró aliviado, sacando de la burbuja de impresión a Kinro, que de inmediato le dio un coscorrón.

—¿Ya ha acabado, Atsumi-sensei? —preguntó respetuosamente.

—Tengo lo suficiente para la pequeña, pero ya que estamos deberíamos llevar más para tener a futuro. —Miró a su alrededor.

—¡Suika buscará más para usted, Atsumi-sensei! —La niña se metió dentro de su sandía y comenzó a brincar por el bosque, acompañada de sus mascotas mientras buscaba las hierbas.

—¡Me encanta ese entusiasmo! —La doctora la siguió sonriente.

—Ow, ¿tenemos que seguir caminando? —Ginro empezó a lloriquear, sin moverse de su sitio.

—¡Vamos, Ginro! ¡Debemos proteger a la doctora, las reglas son las reglas! —Kinro empezó a jalarlo.

La niña y la mujer de mediana edad se adentraron en el bosque hasta que encontraron mucha más de las hierbas que necesitaban.

—¡Hurra! —Suika de inmediato comenzó a recolectar las hierbas alegremente.

Atsumi-sensei sonrió feliz al ver tanto entusiasmo, pero entonces notó algo moverse entre la hierba y palideció, corriendo a apartar a la niña justo a tiempo para cuando una serpiente saltó hacia ella, acabando clavando sus colmillos en la muñeca de la doctora, que gritó de dolor, provocando que Kinro fuera corriendo hacia ellas, lanzando su lanza hacia la serpiente de inmediato, matándola en el acto.

Atsumi-sensei retrocedió varios pasos, sintiéndose mareada y desorientada.

Su vista comenzó a nublarse y ya no pudo seguir sosteniéndose sobre sus piernas.

Cayó desmayada en el césped, incapaz de responder a los gritos desesperados de los aldeanos.

Suika lloró angustiada ante la vista de la doctora en el suelo, pero no había tiempo para llorar.

—¡Hay que llevarla con Senku!

Él era el único que podría salvarla ahora.

Kinro cargó a la doctora en brazos y corrió de regreso a la aldea, gritándole a Ginro que cuidara a Suika y la llevara de regreso a casa.

Suika, aún llorando, recogió la canasta de Atsumi-sensei y cargó más hierbas en la suya, antes de caminar junto a Ginro y sus mascotas hacia la aldea.

Solo esperaba que la mordida de la serpiente no hubiera sido letal.

Porque si ella no estaba... ¿quién podría salvar a Tsukiku?

.

Senku limpió el sudor de su frente, trabajando junto a Kaseki, Yoshio y Chrome recién sumado para terminar con todo lo que Atsumi-sensei necesitaría.

Estaba asquerosamente preocupado, quería desesperadamente ir con su hijita y asegurarse de que estuviera bien, pero necesitaba terminar esto. Ni siquiera él podría identificar una meningitis y menos diferenciar una bacteriana de una viral con este equipo tan primitivo, Atsumi-sensei era su única esperanza, y debía agradecer que Yoshio supiera hacer todo el equipo necesario con una calidad decente.

Por el calor de estar trabajando con el horno de fundición encendido a pocos metros, todos ellos se habían quitado las partes superiores de sus ropas, acabando descamisados mientras trabajaban, y Senku podía ver los grandes y dolorosos moretones que los golpes de Kohaku le dejaron a Yoshio. Aun así el tipo estaba trabajando como un loco, dando lo mejor de sí. Eso acabó de eliminar la pequeña pizca de rencor que aún le guardaba por los problemas que tuvieron en un principio.

Anocheció e hicieron turnos para comer un poco de pescado mientras los demás trabajaban.

En el turno de Chrome, todos se tensaron cuando de repente lo escucharon gritar.

—¡¿Pero qué mierda?!

Voltearon de inmediato, viendo a Kinro llegar al laboratorio con Atsumi-sensei desmayada en sus brazos.

Ella estaba pálida, sudaba profundamente y parecía respirar inquietantemente lento.

—¡Mamá! —Yoshio abandonó su trabajo y corrió hasta ella, tomándola en brazos y mirándola lleno de miedo—. ¡¿Qué fue lo que le pasó?! —preguntó a Kinro.

Con la boca seca y el pánico por los cielos, Senku se acercó hasta la doctora también.

—Una serpiente la mordió. La traje conmigo por si era útil. —Les mostró la lanza con la serpiente muerta.

—Esto no me puede estar pasando. —Senku crujió los dientes, arrodillándose junto a la doctora y midiendo su presión arterial—. Esa serpiente puede ser mortal, pero en contadas ocasiones, no parece ser el caso de Atsumi-sensei, pero aun así... —Sudor frío le recorrió la frente—. Probablemente no se despertará en días...

—Mierda... —Chrome se llevó las manos a la cabeza, viéndose casi tan desesperado como Senku se sentía—. ¡¿Cómo pasó esto, Kinro?!

Kinro les explicó que la doctora salvó a Suika de ser mordida, pero Senku apenas lo escuchó.

El mundo se le estaba viniendo encima.

La única persona que podía salvar a su bebé estaba completamente inconsciente, y no podía darse el lujo de esperarla.

Tendría que actuar solo y recurrir a su último recurso.

—¿Y ahora qué haremos?... —preguntó Kaseki preocupado—. La pequeña Tsukiku-chan necesita a la doctora Atsumi...

—Yo digo que terminemos el equipo —propuso Yoshio—. Quizás ella despierte mañana cuando o acabemos y pueda descubrir la naturaleza de su enfermedad.

—No creo que esté en condiciones de realizar un procedimiento tan delicado... —Senku frunció el ceño duramente, llevando una mano a la bolsa donde tenía el arma petrificadora.

—Yo puedo hacerlo sin problemas. —Yoshio lo sorprendió con esas palabras—. Fui entrenado como enfermero toda mi vida, aunque luego escogí la ingeniería. Senku, si puedes terminar la anestesia que mi madre estaba preparando entonces podré realizar la punción lumbar, y apenas despierte ella podrá examinar la muestra. ¿Puedes, Senku? —Él no contestó—. ¡¿Puedes?!

Con un suspiro, Senku alejó su mano del arma petrificadora.

—Sí... Puedo. —Sonrió con los dientes apretados, decidido a darle una última oportunidad a este método.

En parte se odiaba por permitir que su hija sufriera cuando podría curarla en un abrir y cerrar de ojos, pero si era meningitis viral, una enfermedad no grave que se curaba por sí sola y que además podría ayudarla a mejorar sus defensas para futuras infecciones, entonces lo más sensato era guardar el último tiro que tal vez tuviera la medusa para alguien al borde de la muerte.

—Entonces volveré a trabajar. —Yoshio sonrió aliviado—. Por favor asegúrate que mi madre esté bien y luego vuelve a ayudarnos. Te prometo que mañana sí o sí todo el equipo estará listo. —Le extendió su puño.

Senku sonrió y chocó puños con Yoshio, antes de pedirle a Kinro volver a cargar a Atsumi-sensei.

—Voy a checar su salud y dejar a alguien cuidándola. Ustedes sigan trabajando. —Miró a Chrome y Kaseki, que asintieron y volvieron con Yoshio a trabajar en las piezas.

Atsumi-sensei estaba mal, pero no era nada mortal, se despertaría diez billones por cierto seguro, pero no sabía cuánto tardaría en despertar. La fiebre podría ser peligrosa, pero era controlable. Dejó a Mirai y Suika al cuidado de Atsumi-sensei, aprovechando para asegurarle a Suika que no fue su culpa, además de tomar las hierbas para terminar con la anestesia.

Daría todo lo tenía para salvar a su hija, y lo antes posible, sobre todo porque se moría por volver a casa y tenerla entre sus brazos, para asegurarse de que estuviera realmente bien.

.

Kohaku se despertó preocupada al día siguiente, viendo con sentimientos contrariados a su bebé aún dormida, tensa y ceñuda.

Sentía los pechos llenos, su bebé ya debería haberse despertado hambrienta, pero parecía profundamente dormida y no parecía que se fuera a despertar pronto.

Acarició sus mejillas un momento, haciendo intentos por despertarla, pero al final no se atrevió a molestar su sueño y la dejó dormir.

La dejó al cuidado de Francois mientras se daba un baño, y luego llamó a alguien por la ventana para que fuera a buscarle noticias de parte de Senku. El mensajero regresó pronto, informándole la terrible noticia de que Atsumi-sensei había sido mordida por una serpiente y estaba inconsciente, pero aun así siguieron adelante con sus planes, Senku terminaría la anestesia y Yoshio haría la punción lumbar, esperando que la doctora se despertará pronto y examinara la muestra.

Eso la hizo sentir más inquieta, y lo único que la consoló fue que Yoshio aseguraba que acabaría con el equipo necesario antes de las siete de la tarde.

Ahora que Atsumi-sensei no estaba disponible, Kohaku sentía que el miedo se la tragaría entera.

¿Era normal que durmiera tanto? ¿Qué pasaba si no quería comer? ¿Y si los dientes le dolían demasiado?

No podía recurrir a Atsumi-sensei ni a Senku, y su bebé estaba tan rígida e intranquila que le dolía.

Pasaron las horas y Tsukiku siguió dormida.

Abrió los ojos un par de veces, pero solo unos segundos y se volvió a dormir de inmediato.

Cuando se hicieron las diez de la mañana y siguió dormida, Kohaku estaba que se moría de la preocupación y trató de despertarla con suaves caricias, a lo que ella se despertó, pero a los gritos, llorando de forma estridente, como si se estuviera lastimando la garganta al hacerlo.

Se horrorizó y trató de cargarla, estremeciéndose cuando solo la hizo llorar peor apenas le puso las manos encima.

Miró desesperada a Francois, que se acercó a Tsukiku arrullándola dulcemente, pero en vano. No dejó de llorar, y de una forma desesperada y desgarradora.

Al final, Francois decidió ir a buscar a Senku, que llegó corriendo con una mirada frenética de preocupación en sus ojos.

—¡¿Qué le pasa?! ¡¿Qué tiene?!

—No se despertaba... —Kohaku estaba sentada al lado de su hija, con el rostro empapado de lágrimas—. Me preocupaba, ayer no comió mucho y hoy nada, pero apenas se despertó empezó a llorar de esta forma y no se ha calmado, ¡lleva casi una hora!

—Puede tener dolor de cabeza, malestar, estar irritable... —Chasqueó la lengua—. Lo complicado de un bebé enfermo es que no puede decirte cómo se siente, qué es lo que le duele o le molesta. Puede que se sienta incómoda cuando la cargamos, no estoy del todo seguro de qué hacer. —Frunció el ceño amargamente—. ¿Probaste cantarle?

—Sí, probé todo sin poder cargarla. —Intentó acariciar sus mejillas pero ella la apartó bruscamente, retorciéndose sin dejar de lloriquear—. Apenas me deja tocarla. —Se secó las lágrimas—. Apenas ha comido desde ayer...

Viéndose tan frustrado como ella se sentía, Senku intentó tomarla en brazos, pero ella siguió llorando y se revolvió para apartarlo, haciéndolo suspirar.

—Francois, ¿podrías ir a preparar una papilla para Tsukiku? De manzana, quiero ver si eso le da hambre.

—Por supuesto. —Sonriendo a sabiendas, Francois los dejó solo.

Después de pasar varios segundos luciendo como si estuviera en guerra consigo mismo, Senku se recostó al lado de Tsukiku y le indicó con una seña recostarse del otro lado. Ella le hizo caso, aunque con una mirada confundida.

Acabaron cara a cara, con su bebé en medio sin dejar de llorar, tan fuerte y tan desconsoladamente que era aturdidor y devastador.

Se quedaron en silencio, y al principio Kohaku no se dio cuenta de lo que Senku estaba haciendo, hasta que el llanto de su pequeña comenzó a disminuir y entonces pudo escuchar un suave tarareo.

Se quedó con la boca abierta, pero no dijo nada, solo sonrió y miró a su bebé, que miró a su papá con curiosidad, llorando grandes lagrimones, con su cara roja y labios temblorosos.

—Papá... —Sollozó y Senku extendió una mano lentamente para acariciar su mejilla—. Papá nono...

—¿Qué pasa, princesa? —Posó sus dedos en su frente, midiendo su temperatura—. No está tan caliente... Sigue con fiebre baja. ¿Eme, princesa? ¿Eme sí, sí, sí?

Ella no dijo nada, así que Kohaku se puso en su campo de visión con una sonrisa de lo más dulce.

—¿Eme, bebé? ¿Sí, sí, sí eme?

Tsukiku la miró pensativa, llevándose un dedo a la boca.

—Eme titi —dijo finalmente. Kohaku sonrió y quiso cargarla, pero ella gimoteó—. Nono mamá.

—¿No, no al eme?

—¡Eme titi! —Hizo otro intento de cargarla y la rechazó de nuevo—. ¡Nono mamá!

—Prueba a tratar de alimentarla sin cargarla —murmuró Senku pensativo.

—¡¿Y cómo se supone que hare eso?! —gritó en un susurro.

Él rodó los ojos, le pidió sentarse y le bajó las tiras del vestido, le bajó el sujetador y la hizo inclinarse sobre su bebé, que le atrapó un pecho ansiosamente con su boquita hambrienta.

—No era tan difícil ¿o sí? —Sonrió sarcásticamente.

—Cállate. —Fingió mirarlo mal, no obstante, estaba demasiado feliz de ver a su bebé comiendo—. Aw, mi bebé tenía ha-¡AH! —chilló, estremeciéndose de dolor al sentir algo que antes no estaba allí.

—¡¿Qué pasa?!

—Creo que ya le salieron los dientes... —Lloró cascaditas, volviendo a retorcerse de dolor—. Auch...

—Ah. —Rio divertido—. Lo siento, leona, tendrás que aguantar, es más importante que coma.

—Lo sé. —Siguió lloriqueando.

Era muy bonito que a su bebé le salieran los dientes... ¡pero demonios que dolía!

Después de comer, Tsukiku siguió sin aceptar ser cargada, pero empezó a aceptar caricias de sus padres y que le revisaran la boquita para ver sus dientecitos.

Solo tenía un solitario, apenas visible puntito blanco en la parte inferior de sus encías, pero fue suficiente para volverlos locos de la emoción.

—Estas también se van conmigo a Estados Unidos. —Senku rio encantado después de sacarle como diez fotografías—. Bueno, te dejaré la mitad, es demasiado adorable para privársela al mundo, ¿verdad que lo eres, mini-leona? Claro que lo eres, por supuesto que sí. —Le sonrió exageradamente, haciéndola sonreír.

—¡No es una leona! Pero claro que es adorable. —Kohaku se inclinó para darle un suave beso en la frente, sintiéndose increíblemente feliz cuando ella no la rechazó.

Bostezó y Kohaku empezó a cantarle suavemente, hasta que se quedó dormida otra vez.

—Es probable que vuelva a dormir mucho, no te asustes —le dijo Senku mientras se levantaba de la cama—. Debo volver a ayudar a Yoshio. Ya acabe con la anestesia y solo nos falta acabar con las últimas piezas. A las seis debería estar todo listo y podré volver con ustedes.

—Está bien. —Le sonrió suavemente—. Gracias.

Él asintió y se marchó apresuradamente.

Kohaku se quedó más tranquila y siguió cuidando de su bebé, confiando en que todo estaría bien.

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Finalmente a las dieciocho con veintidós minutos Yoshio, Kaseki, Chrome y Senku acabaron con todo el equipo necesario para diagnosticar a Tsukiku, aunque por desgracia Atsumi-sensei no dio señales de despertar pronto.

—¿Probaste la anestesia, verdad? —preguntó Yoshio mientras lo acompañaba a su casa, listo para realizar la punción lumbar.

—Por supuesto. —Rio entre dientes—. Solo mira a Chrome.

Yoshio siguió su consejo, estremeciéndose al ver al otro científico con la mitad de la cara dormida.

—Me ieto geial —habló con dificultad, enseñando un pulgar.

—Le aplique de más, solo usaremos un poco en mi hija —aseguró al ver el rostro preocupado de Yoshio.

—Por favor sé cuidadoso, no quiero que Kohaku-chan vuelva a golpearme. —Frotó su espalda.

Llegaron a la casa y vieron a Kohaku y Francois vigilando a la bebé, que seguía dormida.

—De nuevo la fiebre no bajo ni subió —informó Kohaku temerosa.

—Le haré la punción lumbar ahora. —Yoshio comenzó a preparar todo—. Ustedes deben sostenerla con mucho cuidado, pero inmovilizada, lo más probable es que se despierte por el piquete.

Senku y Kohaku intercambiaron una mirada, asintiendo.

Colocaron a su bebé de lado en la camilla, solo con su pañal, y Senku se encargó de limpiar la zona antes de aplicar la crema. Espero un tiempo y luego le dio un ligero pellizco, a lo que Tsukiku se revolvió un poco. Aplicó un poco más y repitió el proceso, a lo que ahora la bebita no se movió.

Mientras los padres sostenían a la bebé, Yoshio preparó la aguja, para luego introducirla en la región lumbar.

La bebita se estremeció, abrió los ojos y soltó un agudo chillido.

Senku y Kohaku tomaron aire y pusieron su máxima concentración en mantenerla quieta pese a lo doloroso que era verla así.

Unos segundos después, la aguja salió y de inmediato Francois se acercó a vendar la zona.

El llanto de su niña no cesó y Kohaku la cargó de inmediato, sonriendo temblorosamente cuando ella le enredó los bracitos al cuello y enterró el rostro en su hombro.

—Ya todo está bien, mi bebé. —Besó su mejilla—. Todo estará bien...

Senku quería quedarse con ellas, pero tenía otras cosas que hacer con Yoshio y Chrome, así que tuvo que irse de regreso al laboratorio y quedarse allí una hora más, para finalmente dejar todo en manos del hijo de la doctora y volver con su familia, pero antes pasó a ver a Atsumi-sensei.

—Por favor despierte pronto, doc. —Le hizo una reverencia a su figura aún profundamente dormida, para luego seguir su camino.

Llegó a casa ansioso por tener a su hija en sus brazos. Ella estaba dormida otra vez, así que pudo cargarla mientras Kohaku ayudaba a Francois a hacer la cena.

Suspiró aliviado al sentirla cálida en sus brazos, respirando con normalidad. Estaba tensa y ceñuda, y aún tenía fiebre, pero agradecía muchísimo el solo hecho de que no hubiera empeorado.

Se despertó a los pocos minutos, sorprendiéndolo.

—Oye... hola, mini-leona. —Le sonrió alegremente.

—¿Doda? —habló suavemente, como sin ganas.

—Sí, sí, sí. —Besó su frente—. Hola. —Saludó con la mano, enseñándole el movimiento—. Es un gesto diez billones por ciento útil. También lo puedes usar para decir adiós, así que no te preocupes si te resulta confuso al principio. Hola. Adiós.

—¿Dadio?

—Casi lo tienes. —Rio, absolutamente encantado—. Hola y adiós. —Volvió a agitar la mano.

—Dodadio. —Alzó la mano, moviéndola de arriba a abajo.

Él volvió a reír.

—Diez billones de puntos para ti. —Acarició su cabello.

—Dedidonesdodospadi.

Senku se rio más fuerte esta vez.

—¡No te cansas de sorprenderme, eh! —La acunó suavemente—. Eres una mocosa demasiado inteligente. Un par de meses más y tú serás la que me dé clases de ciencia. —Le sonrió con dulzura.

Ella le sonrió también, comenzando a mirar a su alrededor.

—¿Mamá?

—Mamá está preparando la cena para papá y ella. Eh... Mamá eme —dijo, pensando que así podría entender.

—¿Mamá eme?

—Sí, sí, sí. —No podía dejar de sonreír al hablar con ella—. ¿Tsukiku eme?

—Nono. —Comenzó a chupar su pulgar, para luego comenzar a balbucear—. ¡Papapapapa! —exclamó de pronto.

—Eso tiene como diez billones de significados. —Rio entre dientes—. A veces significa que quieres que te cargue, a veces que quieres pasear, a veces que quieres que te cuente cuentos o cosas de ciencia o...

—¡Dendia! —ella lo interrumpió de pronto.

—¿Qué dijiste? —Jadeó.

—¡Dendia! —Le sonrió emocionada.

—¡¿Acabas de decir ciencia?! —La miró boquiabierto.

¡Esto se sentía casi tan glorioso como cuando dijo papá por primera vez!

—¡Dendia! ¡Dendia!

Él rio encantado y la felicitó ruidosamente, antes de ver su ceño fruncido.

—¡Dendadenda papapapapa!

—Ah, ya entiendo. —Volvió a reír—. Bueno, hablemos sobre ciencia. ¿Te gustaría escuchar sobre nuestro sistema solar o sobre el periodo cretácico? ¿Sistema o periodo?

—Didemadedodo.

—Eso no ayuda. —Se carcajeó—. Probemos algo. —Del cajón de la mesita junto a su cama sacó una campana que fue producto de un intento fallido de reloj—. ¿Sistema solar? —Hizo sonar dos veces la campana—. ¿Periodo cretácico? —Lo hizo sonar una vez.

—¡Didemadoda!

—Con esa información me basta. —La acomodó mejor en sus brazos, dejando su cabeza reposar en su pecho—. Bueno, empecemos con la formación de nuestro sol. Hace cuatro mil seiscientos millones de años, todo lo que somos ahora no era más que una nube de polvo y gas, la llamada nebulosa solar...

Kohaku llegó a mitad de su relato, sonriendo feliz al ver a su bebé tan tranquila y relajada. Al verla, Tsukiku le extendió los brazos de inmediato, pero miró a su padre como si quisiera que siguiera hablando, a lo que Senku continuó incluso mientras Kohaku la tenía en brazos.

Aprovechando que estaba tan relajada, Kohaku le ofreció el pecho y ella lo aceptó, comiendo sin muchas ganas, pero comiendo.

Se durmió a los pocos minutos y ambos le besaron el rostro antes de dejarla en su cesto.

Cenaron en la habitación, sin querer mover el cesto al primer piso para no perturbarla, y luego decidieron que tomarían turnos para dormir.

Fue una noche tranquila, pero a eso de las tres de la mañana la fiebre empezó a aumentar. En un principio no aumentó demasiado, solo un grado, pero a eso de las cinco de la mañana le dio 39° y ambos entraron en pánico. La sacaron de su cesto para bañarla, aunque eso la hizo lloriquear disgustada, y aun así incluso después del baño la fiebre no disminuyó.

Estuvieron poniéndole compresas frías, preocupadísimos, sin saber si sentirse felices o no de que no estuviera llorando a gritos como al principio, pero es que parecía... agotada... como si estuviera tan cansada que ni podía llorar.

Kohaku intentó alimentarla pero no quería, aunque no la rechazaba del todo así que siguió intentando. Finalmente, accedió a beber un poco, pero fue en vano porque minutos después vomitó.

Ambos comenzaron a desesperarse y la bañaron de nuevo. La fiebre no bajó y ella se durmió después, pero aún intranquila y rígida.

Ensució su pañal entre sueños y Senku la cambió algo preocupado de que no se despertará en todo el proceso. Durmió más horas, se hicieron las ocho de la mañana y entonces empezó a sollozar aún dormida. No pudieron despertarla con los métodos de siempre y ni locos harían un movimiento brusco para forzarla a despertar, aunque eso los traía con los nervios de punta.

A las nueve, Senku volvió a tomarle le temperatura.

—Mierda... —Apretó la mandíbula—. Subió a cuarenta grados...

—Por favor mantengan la calma —pidió Francois al ver sus rostros llenos de desesperación—. Deben pensar con claridad más que nunca.

A pesar de las palabras de la chef, los dos solo se asustaron más cuando los suaves sollozos se convirtieron en gimoteos agudos y desesperados y ella les tendió los brazos.

Sollozando, Kohaku cargó a su bebé, mirando a Senku con los ojos llenos de miedo.

—¿Qué hacemos?

Él cambió la compresa, pero tanteó su cara con su mano y se mordió el labio tan fuerte que parecía a punto de sacar sangre.

—Hay una forma... —Metió la mano en una bolsa de su cinturón y sacó el arma petrificadora.

Kohaku y Francois abrieron mucho los ojos.

—¿Petrificarla? —Kohaku palideció, mientras que la chef se marchó silenciosamente.

—Es posible que le quedé batería suficiente para un último tiro. —Frunció el ceño de forma solemne—. La fiebre tan alta es peligrosa, sea meningitis viral o bacteriana... podemos esperar a que baje... o podemos usar esto...

—Pero... —Apartó la mirada—. ¿Por qué no la usaste antes, si es tan fácil?

—Porque es prácticamente nuestro recurso más valioso, esto puede salvar una vida. —Hizo una mueca—. Además, si fuera meningitis viral el riesgo no sería tan grande para ella y la ayudaría a generar anticuerpos. Por eso quería esperar a Atsumi-sensei... pero ella no está, y no soportó ver a mi hija sufrir. —Apretó los labios—. No estoy del todo seguro, porque si la usamos ahora luego será inútil... ¿Esperamos... o la usamos?

—Yo... —Kohaku dudó, mirando con infinita preocupación a su bebé.

Claro que su primer impulso fue decir sí sin dudar, pero luego de escuchar todo ya no estaba segura.

¡¿Por qué debía dejarle una decisión tan difícil?

Apoyó su frente contra la de su bebé, que no había dejado de llorar desde hace horas, suave y cansadamente, siempre llorando.

Su frente estaba ardiendo... ella estaba sufriendo... Y le dolía muchísimo... la asustaba muchísimo.

Suspiró y miró decidida a Senku.

—Está bien... creo que hay que usarla.

—Muy bien. —Senku tomó aire, pero parecía aliviado.

Tal vez estuvieran siendo egoístas, pero ya no podían soportar ver a su bebé así. Ya se habían cansado de esperar a que mejoré mágicamente, el miedo era demasiado.

Senku acercó el arma petrificadora a su boca.

One meter...

—¡Esperen! —Ambos voltearon sorprendidos, viendo a Atsumi-sensei apoyada con cansancio en la puerta de su habitación, jadeando con pesadez, con Francois y Yoshio detrás de ella—. Examine la muestra... ¡Es meningitis viral!

Ambos se quedaron con las bocas abiertas.

La doctora se veía aún pálida, temblorosa y ojerosa, pero ella solo necesito tomar aire un par de minutos antes de atarse el cabello, colocarse guantes y una mascarilla.

—Atsumi-sensei... —Ambos la miraron sorprendidos.

—Sigo enferma, pero puedo atenderla tomando precauciones. —Tomó a la bebé en brazos—. ¿Sigue con fiebre de cuarenta grados?

—Sí. —Senku asintió con pesadez, volviendo a guardar el arma petrificadora en su bolsa, sin descartar tener que usarla de emergencia.

—¿Ha estado bebiendo del pecho hoy?

—No. —Kohaku la miró asustada, sin saber cómo sentirse.

—Esta niña necesita líquidos. Preparen un biberón con leche materna y otro con agua, tráiganlos inmediatamente. Vamos a bañarla otra vez, cambien las sabanas, ventilen esta habitación y luego cierren las ventanas para que no corra demasiado viento. Kohaku-chan, tú ven conmigo.

—¡A la orden! —Yoshio, Francois y Senku se dispusieron a acatar las órdenes, mientras que Kohaku fue detrás de la doctora.

Una hora después, con la supervisión de Atsumi-sensei, la fiebre bajó a 39° y Senku y Kohaku pudieron respirar tranquilos, más cuando Tsukiku finalmente se despertó y pudo beber del biberón, aunque al principio le dio una dura batalla a la doctora, pero poco a poco y a pequeños tragos pudo beber una cantidad decente. Eso más los otros cuidados bajaron la fiebre a 38° en la siguiente hora.

—Ha mejorado, su situación es estable. —Una vez la pequeña volvió a dormirse, Atsumi-sensei se desplomó en el pasillo, frente a la habitación del matrimonio—. Señor papi, temó que debo pedirte que te encargues a partir de aquí, estoy muy débil. —Se oyó extremadamente culpable—. Aun así, si la situación empeora pueden despertarme, mi prioridad siempre serán los niños.

—No tiene de qué preocuparse, doc. —Senku le sonrió, sumamente agradecido—. Ahora que sabemos lo que tiene y que la fiebre ha bajado, puedo encargarme sin problemas. Usted descanse o ya no podrá sernos útil para ni una mierda. —Rio entre dientes.

La mujer también rio de buena gana, abrazándose a su hijo cuando este la cargó con una mirada preocupada.

—¡Muy bien entonces, queridos, la dejó en sus manos! —Con eso, ella y su hijo se retiraron.

Estuvieron luchando con la fiebre el resto del día, pero finalmente al llegar la noche esta desapareció y Tsukiku se mantuvo despierta, alimentándose aunque desganada, para gran alivio de sus padres.

—Eres una niña tan buena, tan linda. —Kohaku le habló amorosamente mientras la veía beber de su pecho—. Tan... ¡IIIH!... Tan... mordelona... —Lloriqueó al sentir su dientito otra vez.

—No vayas a asustarla, leona. —Senku rio divertido, acariciando una de sus manos con sus dedos—. Aunque bueno, de leona a mini-leona no hay mucha diferencia. ¿Verdad que sí, mini-leona? ¿Estás jugando a morder a mamá con tus colmillos de leche? —le habló encantado al verla mirándolo con curiosidad.

—¡Que dejes de decirle leona, no lo somos! —Kohaku siguió quejándose.

Tsukiku estuvo bebiendo del pecho de su madre otro rato antes de morderla, con fuerza.

—¡AUCH! —Kohaku se estremeció—. ¡Oye! ¡Ya dejaste de beber! ¡¿Por qué estás mordiendo a mamá?!

—Necesita un mordedor, Atsumi-sensei ya me dijo que nos dejó algunas alternativas en una bolsa, por ahora solo usare el dedal. —Tomó a su hija en brazos y la llevó a la cocina a buscar el dedal.

Kohaku los siguió, sin querer estar lejos de su bebita.

Francois le enseñó a Senku el método que les dijo Atsumi-sensei, antes de retirarse diciéndoles que les dejó la cena y que mañana vendría temprano a hacer el desayuno.

Mientras masajeaba sus encías, Senku le contó a Tsukiku sus largos relatos científicos, todo mientras Kohaku le acariciaba su carita, feliz de verla tan tranquila a pesar de que siguiera tensa y menos habladora que usualmente.

Cuando acabó, Kohaku la sostuvo en brazos mientras ella y Senku cenaban y luego la llevaron a la cama, queriendo probar a hacerla sonreír con sus juguetes.

—¿No quieres este peluche de león? Apuesto que te recuerda a mamá, ¿no es cierto? —Senku le acercó uno de los peluches que le había pedido a Yuzuriha que hiciera (aunque Kohaku pensaba que Yuzuriha lo hizo por su cuenta o ya lo habría matado), aunque igual con esas palabras ella lo golpeó con un sonajero.

Al ver eso, Tsukiku sonrió y hasta soltó una pequeña carcajada.

—¡Aw, le gusta! —Sin dudarlo, Kohaku lo golpeó otra vez con el sonajero, y hasta más fuerte.

—¡Ouch, oye!

Tsukiku rio un poco más, agitando las manos felizmente.

—Si yo tengo que aguantar mordiscos, tú te aguantas esto. —Kohaku rio maliciosamente, volviendo a golpearlo.

—¡Auch! ¡Leonas conspiradoras! ¡Me las pagaran por aliarse en mi contra!

—¡Papapa dedonadodiga! ¡Papapapa medagadodidegoda! —Senku y Kohaku ladearon la cabeza ante sus lindas palabras dichas en un tono casi serio—. ¡Papá! ¡Dudido mamá! —Esta vez miró a Kohaku, que de repente sonrió, entendiendo todo.

—¡Ah! ¡Ella quiere jugar contigo también! —Le dio el sonajero.

—¿Voy a ser un hombre maltratado? Las denunciaré por violencia intrafamiliar. —A pesar de sus palabras, él estaba carcajeándose de alegría, inclinándose para que su bebita jugará a sus anchas.

El amor duele, después de todo. Aunque este era el dolor más adorable del mundo.

Al día siguiente, Tsukiku ya no durmió tanto, y apenas se despertó Senku la cargó en sus brazos.

—¡Es primero de noviembre! ¡Has cumplido exitosamente tus siete meses de vida! —La miró con una sonrisa llena de orgullo—. ¡Estás cada vez más grande y le estás dando una paliza a esa meningitis! ¡Tienes diez billones de puntos!

Kohaku sonrió encantada, más al ver que su bebé estaba más sonriente hoy.

Parecía que la enfermedad estaba pasando, y le daba tanto alivio que hasta podría llorar de alegría.

Sin embargo, al escuchar la fecha, no pudo evitar sentir un pinchazo en el corazón.

Estuvieron un largo rato mimando a su bebé hasta que ella volvió a dormirse, y entonces Kohaku miró a Senku muy seriamente.

—Senku... dime... ¿te irás mañana?

Él lo había dicho antes, el dos de noviembre zarparían a América, donde empezarían un largo viaje que tomaría meses o incluso años. Meses o años donde estarían separados.

Al escuchar esa pregunta, él cerró los ojos dolorosamente.

—No. —Kohaku lo miró sorprendida—. Ya te lo dije una vez, que no me sacarían ni a rastras de aquí mientras Tsukiku esté enferma. —Rascó su oído con fingida despreocupación—. Aplazaré el viaje una semana más, para asegurarme de que esté bien.

A pesar de que el tiempo seguía siendo corto, Kohaku sonrió enormemente, dejó a su bebé con cuidado en su cesto y corrió a lanzarse sobre Senku, dándole un profundo y apasionado beso que los dejó a ambos sin aliento.

—Te amo —le dijo contra su boca, incapaz de encontrar otras palabras que pudieran expresarle lo agradecida que estaba con él, lo mucho que lo admiraba, respetaba y apreciaba. Solo esas palabras podrían hacer justicia a todo lo que sentía, y todo lo que realmente querría decirle.

Él sonrió contra su boca, besándola de forma mucho más suave, antes de decir algo que terminó de hacer ese día uno de los más felices y hermosos de su vida:

—Creo que ya lo sabes, pero... también te amo.

Continuará...

Holaaaaaaaaaaa :D

Lamento la tardanza pero aquí tienen un nuevo cap de este fic! :'D

Apartir de aquí usaré el guion largo porq ya me acostumbre demasiado a usarlo xP

Muchisimas gracias a todos los que aún siguen esta historia con el pasar de los meses y años! TwT

Ya hasta anunciaron q Dr. Stone está en su saga final QwQ

Como decidí alargar el fic a Baby Stone aún le faltan varios capitulos, pero creo q deberían ser unos 40, tal vez más o tal vez menos o.o

De verdad muchas gracias a todos los q apoyan el fic! No olviden seguirme en mi pag de Facebook llamada Celeste kaomy-chan, también acepto comisiones por si a alguien le interesa ;D

Espero ya no tardar tanto en actualizar uwu

Ojala q el cap les haya gustado! 

Me despido!

CELESTE kaomy fueraaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa!

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