Maitake; TOMAN.
Varios días habían transcurrido desde que Takemichi se instaló en la casa Sano; La familia era increíblemente amable y acogedora, al doncel no le hacía falta nada estando allí, hasta le habían dado una habitación propia junto a Taiki. Por otro lado, ser padres primerizos no estaba siendo tan malo al lado de Mikey, ambos compartían muy bien la responsabilidad y se turnaban con los cuidados en casa, sin embargo, no se acostumbraban a lidiar con el bebé falso y sus horarios, dormía mucho de día y de noche era insoportable sacando esa energía acumulada.
Takemichi estaba tan cansado por las rabietas del bebé la noche anterior, que se quedó dormido y ya no supo de nada más. No hubo ruido, ni llanto, ni siquiera el molesto Mikey de las mañanas. Todo era paz y armonía. El doncel estaba acurrucado en la cama, recuperando parte de sus horas de sueño. La larga pesadez poco a poco iba disminuyendo.
Tan adormilado como estaba, Takemichi se removió sobre la cama y estiró su diestra hacía la cuna de madera que el abuelo Sano había insistido en construir para "su bisnieto". No era nada ostentosa, pero le permitía dormir bien. El doncel metió la mano entre los barrotes delgados y tanteó lentamente la esponjosa superficie. Su cara se fue transformando en una mueca al no sentir a Taiki. El bebé no estaba por ningún lado.
Debido al letargo, Takemichi pensó que Taiki estaría más al fondo de la cuna y se estiró un poco, sin calcular que en un mal movimiento se enredaría con la sábana y caería de lleno al suelo, jadeando dolorido por el descuido. Era tan torpe. Aturdido y nervioso se levantó, yendo a revisar que la cuna vacía fuese solo producto de su imaginación, no obstante, no estaba el bebé por ningún lado.
A punto de entrar en pánico, Takemichi recordó la existencia de Mikey. Si no estaba allí en la habitación haciendo berrinches o lloriqueando por comida, quería decir que tanto Mikey como Taiki estaban juntos, pero eso lejos de calmarlo lo inquietó mucho más, puesto que su compañero no solía estar a solas con el bebé y, mucho menos se levantaba temprano ni, aunque Takemichi le jalará de los mechones rubios cenizos.
Aspiró una larga bocanada de aire y sin darle más vueltas al asunto se metió al baño. Una ducha caliente y tranquilizarse era lo único que necesitaba para ir en busca de su compañero.
Lo siguiente que hizo al estar limpio y vestido fue recorrer la casa de arriba abajo. A medida que avanzaba su preocupación se acrecentaba. Era tarde ya y Mikey no aparecía, esperaba con todas sus fuerzas que no estuviese haciendo nada tonto o Takemichi se encargaría personalmente de él. Se encontró al abuelo Sano en el dojo de la familia y no le supo responder. Un poco más tenso avanzó hacía la cocina de donde prevenía un siseo débil.
Al asomarse, se encontró con Emma, la hermana de Mikey. Ella estaba leyendo una revista y al notar su presencia dejó de leer y le sonrió dulcemente.
— Buenos días, Emma-chan. — Saludó cordial Takemichi, quedándose de pie en el umbral.
— Buenos días, Takemicchi. Hay comida en el microondas por si quieres calentar un poco. — Dijo Emma, señalando el microondas. Takemichi miró el plato dentro, pero descubrió que no tenía nada de apetito. Su única preocupación por el momento era el paradero de Mikey y el bebé, no obstante, Emma no se percató de eso, estaba reclinada en la encimera con la mirada un poco baja. Se veía cansada y ¿ansiosa?
— ¿Estás bien, Emma-chan? — Preguntó intranquilo, en lo poco que había tratado a Emma, ella siempre fue vivaz y entusiasta. — Si necesitas hablar de algo...
— Solo estoy un poco cansada. — Le cortó ella, respondiendo un poco apenada. — Estoy empezando a descartar la idea de tener hijos en el futuro. — Continuó en tono de broma, pero su expresión se mantuvo sombría. — Si no fuese porque Ken-chan y yo queremos algunos ya me hubiese rendido. Pero bueno, aún somos jóvenes para pensar en eso.
Takemichi estuvo de acuerdo y carraspeó antes de hablar. — Los bebés no son nada fáciles de manejar, lloran por todo.
— Y te quitan el sueño. — Agregó Emma.
— Muy cierto. — Takemichi se relajó y estiró un poco el cuello mientras recorría con la mirada la cocina. No había rastro de Mikey por ningún lado, bueno, eso era obvio. — A todo esto, no encuentro a Mikey por ningún lado, tampoco a Taiki, ¿los has visto?
— ¿No te avisó? — Inquirió Emma, soltando un pequeño ruidito que Takemichi no alcanzó a descifrar.
— ¿Qué cosa? — Los músculos de Takemichi se tensaron, no intuía nada bueno desde que se levantó de la cama. Los ojos de Emma se desviaron de nuevo a la revista y sus labios se torcieron en una mueca. Quizá estaba pensando de más, pero Mikey era impredecible.
— Hoy estarán resolviendo asuntos de la Toman, ya sabes... — La rubia le devolvió la mirada un tanto afligida. Takemichi palideció, pero mantuvo la esperanza de que hubiese dejado a Taiki a salvo. — Mikey es el capitán.
— ¿Y dónde está Taiki?
— Uh. — Emma suspiró y siguió con su explicación. — Mikey se lo llevó al santuario, dijo que no quería molestarte. Llevas varios días sin dormir bien.
Takemichi cerró los ojos con fuerza y pasó furiosamente una mano por sus cabellos teñidos antes de exclamar molesto: — ¡Lo voy a matar!
— Calma, Takemicchi. No creo que le pase nada al bebé, Mikey puede ser un poco impulsivo y torpe, pero es cuidadoso, además están los chicos con él, y la Toman es responsable.
Esas palabras en vez de tranquilizarlo lo exaltaron más. Mikey se había ido sin preguntarle que pensaba al respecto y estaba poniendo en peligro a Taiki. No era un asunto que pudiese asimilar con facilidad.
— Siguen siendo peligrosos y no quiero que a Taiki le pase algo. — Hizo una pequeña venia y giró sobre sus talones. Emma no se movió de su lugar, dejándolo continuar con su "rabieta".
— Bien, pero Mikey es muy terco. Seguro no toma bien que te aparezcas por allá.
— Yo también lo soy.
Una parte de Takemichi sabía que debía tranquilizarse, pero la otra estaba renuente a dejar pasar esa afrenta. El doncel estaba decidido a traer a Taiki de vuelta y de paso, insultar a Mikey. Si moría ese día lo haría valientemente.
"Era peor perder el año escolar", pensaba mientras caminaba al santuario.
No dejaba de imaginar las cosas que estaría haciendo Mikey con el bebé, o si de plano estaría vivo aún. Takemichi era muy alarmista, pero con justa razón. Su compañero de equipo también era un bebé que definitivamente no podría cuidar a otro bebé.
"Taiki resiste, papá ya va por ti", dijo Takemichi muy para sus adentros.
Media hora después y con la rapidez que anduvo por las calles de Tokio, por fin Takemichi llegó al santuario. Takemichi vio un pequeño grupo reunido en la cima de las escaleras y subió, aún conservaba un poco de valentía, pero poco a poco estaba siendo reemplazada por el nerviosismo y la vergüenza.
Nadie se había dado cuenta de su presencia aún, por lo que el doncel tuvo tiempo de buscar a Mikey hasta encontrarlo recostado en una estatua de piedra, con Taiki en el cangurito de bebé que habían comprado celosamente para cuando quisiera sacarlo a pasear.
Takemichi volvió a recobrar el ánimo y detuvo el discurso que Draken estaba dando, gritando a todo pulmón:
— ¡Sano Manjiro, estás en problemas!
El santuario quedó de repente en silencio. Todas las miradas puestas en el intrépido rubio que se atrevía a alzarle la voz al invencible Mikey. Takemichi por otro lado, sudó frío y tembló cuando los ojos negros de Mikey se fijaron en él. Su expresión era ilegible, pero no se veía muy divertido al verlo allí.
— ¡Takemicchi, despertaste! — Dijo Mikey, ladeando un poco su cabeza como si no supiera de que se le acusaba, era tan sencillo para él, hacerse de la vista gorda. — ¿Qué hice ahora?
— Trajiste a Taiki a este lugar, no me avisaste o dejaste una nota, ¿sabes lo preocupado que estaba? — Preguntó en un hilo de voz, sin bajar la cabeza. Ya estaba allí, lo último que necesitaba era acobardarse y menos cuando todos lo miraban.
— Tenía que venir, la Toman me necesita. El bebé está bien, no ha llorado y le traje su bolso. — Mikey trató de explicarse, señalando lo tranquilo que estaba Taiki en su pecho. Suponía que tenía su punto, pero nada le quitaba a Takemichi la indignación.
Abrió su boca para replicar, pero alguien se le adelantó con un tono amenazante que le heló la sangre.
— No debes darle explicaciones, Mikey, vamos a golpearlo.
— Baji-san... Takemichi tiene derecho de reclamar. — Takemichi reconoció esa voz, era Chifuyu, iban a la misma escuela y varias veces se lo había topado en los pasillos, de hecho, el rubio también cargaba un bebé ese día, ¿acaso nadie tiene sentido de la responsabilidad?
— ¡Esta irrumpiendo en nuestra reunión! — Dijo alguien más, Takemichi ya no reconoció a esa persona.
El doncel meneó la cabeza y aún con el temblor de su cuerpo se acercó a Mikey y le extendió las manos.
— No hay excusas, Mikey-kun, debes volver a la casa o darme al bebé.
— No quiero, estoy en una reunión y debería golpearte por interrumpir. — Dijo Mikey con un semblante más serio. Baji estuvo de acuerdo de nuevo y algunos otros solo se rieron en silencio. — Además, también soy el padre de Taiki, tengo derecho de pasar tiempo con él.
— No intentes torcer la situación. — Masculló entre dientes. — Esto es serio, deberíamos hablar en otro lugar.
— No quiero, ya estás aquí y debes afrontar las consecuencias de tus actos. — Argumentó Mikey, Takemichi frunció el ceño, sin saber exactamente a que se refería Mikey.
— Lo hago, dame al bebé y desapareceré de tu vista.
— Ya dije que no... — Mikey infló las mejillas y negó varias veces con la cabeza. Los demás que veían su interacción, empezaban a aburrirse de la pelea de la pareja. Ellos se estaban tomando muy en serio cuidar del falso bebé.
Takemichi estaba desesperado, no había forma de convencer a Mikey cuando se ponía en ese plan, era un berrinchudo de lo peor.
— ¿Entonces qué quieres hacer? — Preguntó, optando por una actitud más pacifica, esas si funcionaban con Mikey. Su compañero resopló y se dio vuelta hasta darle la espalda, cosa que desesperó más al pobre Takemichi.
— Déjame pensar.
— Bien... — Era lo mejor que podía hacer por el momento. Mikey tardó en tomar una decisión, el grupo expectante, no perdía detalle en la forma en que Takemichi miraba al rubio cenizo, parecía que en algún momento saltaría y lo golpearía, aunque suponían que era demasiado cobarde para llegar tan lejos.
Finalmente, tras varios minutos, Mikey se irguió y en un tono suave dijo: —Takemichi tiene razón, me iré.
Hubo una exclamación grupal y varios pares de ojos que no podían creer lo que estaba pasando, entre ellos Takemichi que un poco dubitativo, jugueteó con sus manos en su regazó y bajó un poco la mirada.
— ¿En serio? ¿Gané una discusión? — Preguntó.
— Lo hiciste, ganaste, Takemichi. — Mikey se acercó al doncel y puso una mano sobre su hombro. Takemichi se puso rígido por el toque, pero extrañamente también lo sintió reconfortante. — Me iré, de todos modos, tengo que comprarle algunas mantitas nuevas a Taiki y Dorayakis.
— Si, bueno... No pensé que esto pasaría así de fácil. — Levantó una mano hasta sus cabellos teñidos y se rascó un poco nervioso. — Te acompañaré entonces.
— Sobre eso, hay una condición. — La poca confianza de Takemichi se esfumó, nada bueno podría salir de eso. Gimió frustrado, levantando el rostro.
— ¿Qué cosa?
— Puesto que la toman necesita un capitán, en estos momentos delego esa responsabilidad a Takemicchi. — Dijo Mikey y sonrió con desdén. — Hanagaki Takemichi, quedas a cargo de la Toman.
Ya nadie sabía que era peor, las peleas de pareja o las tontas decisiones de Mikey, pero ninguno fue capaz de refutarle la decisión al capitán. Draken lo intentó, pero Mikey lo cortó con un simple levantamiento de mano.
— No se asusten, solo será mientras esté al cuidado de Taiki. Takemichi y yo debemos compartir responsabilidades. — Takemichi escuchaba al cínico de su pareja y más se arrugaba su rostro.
— No ese tipo de responsabilidades...— Habló por fin el vicecapitán, suspirando hastiado.
— Mikey-kun, espera, no puedes estar hablando en serio... — Mikey lo ignoró y viró en dirección a Chifuyu con una sonrisita.
— Me voy ahora, Chifuyu e Inupi cuiden al capitán con sus vidas.
— De acuerdo. — Dijeron ambos rubios al mismo tiempo.
— ¡Mikey-kun! — Insistió Takemichi en vano, Mikey solo lo miró una última vez y le sacó la lengua, antes de bajar en compañía de Draken y perderse por las calles. Takemichi estaba paralizado, con el corazón latiendo a mil por horas. Ahora si estaba en verdaderos aprietos.
Para colmo, Baji lo empujó al centro para que continuara con la reunión. Todos allí se estaban burlando de él.
— Capitán continué. —Chifuyu le animó, sonriendo con ligereza. Takemichi lo fulminó con la mirada, hasta que recordó que estaba rodeado de pandilleros sin la protección de Mikey.
— Apuesto a que se desmaya. — Dijo alguien más y otro lo secundó. Alrededor, los susurros se hicieron audibles y Takemichi quería hundirse en la tierra y convertirse en abono.
— Ya déjenlo, es nuestro capitán ahora. Mikey no estaría contento si lo desobedecieran — Inupi intervino, poniéndose a su lado. Era el único con el que charlaba fuera y dentro de la escuela, un buen amigo. — Habla con confianza, Takemichi.
Takemichi miró alrededor y tragó en seco, no tenía idea de que decirle al grupo de pandilleros, tampoco era bueno dando órdenes. Ese día iba a ser desastroso.
— Ohm... Vayan a hacer esas cosas que hacen normalmente. — Sacudió una mano en el aire y cerró sus ojos en espera de quejas y señalamientos, sin embargo, el grupo gritó tan fuerte que Takemichi se sobresaltó.
— ¡De acuerdo, capitán!
¡Había funcionado!
Exhaló un suspiro de alivio, dejando caer sus hombros tensos. No tenía idea que irían a hacer, pero suponía que cada uno era consciente de sus cargos.
— Bien hecho, capitán.
Takemichi apoyó la espalda en una piedra tallada y lentamente se dejó caer al suelo. Aún las piernas le temblaban y sus pensamientos estaban revueltos. Los miembros de la Toman poco a poco se fueron disipando, en su estupor solo veía a las cabezas desaparecer por las escaleras. Chifuyu estaba hablando con Baji o discutiendo por la forma en que se movían sus manos. El pelilargo tomó al bebé y se fue renegando.
A su lado solo quedaron Chifuyu, Inupi y un tipo al que alcanzó a reconocer como Hakkai.
— Estoy orgulloso, capitán. mi Taka-chan nunca hubiese dejado venir al bebé. Ha dejado de venir a las reuniones por lo mismo.
— Me siento mal, solo dime Takemichi.— Murmuró, haciendo pucheritos. — ¿Qué hacemos ahora?
— Anímate, si Mikey estuviese aquí seguramente continuaría con su plan para recolectar información de Tenjiku. Vamos. — Interrumpió Inupi, extendiendo una mano para ayudarle a levantarse.
— Recolectar información suena peligroso...— Takemichi en ese punto no estaba muy convencido de nada, solo quería irse a casa.
— No es tan malo, al menos no vamos a golpear gente.— Bromeó Chifuyu, pero al ver que Takemichi palideció, rápidamente agregó: — No, no, aquí no hacemos eso.
— Ajá.— Inupi rodó los ojos y empujó de los hombros al petrificado capitán. Iba a ser un largo día si tenía que arrastrar los pies de Takemichi.
— ¿Qué es Tenjiku? — Preguntó Takemichi, intentando ponerse a tono. Si iba a ser capitán por un día, al menos debía saber a qué se enfrentaba.
Mikey debía ser muy fuerte para ser capitán de una pandilla, estaba empezando a admirarlo un poco más. Ya de por sí era guapo, divertido y buen amigo. Era difícil ignorar los sentimientos que crecían por su compañero.
— Es la pandilla del hermano de Mikey. — Respondió rápidamente Inupi. — Esta molesto porque Mikey se hizo cargo de Blackdragon y por eso lo está fastidiando. Hace varios días Izana ha estado atacando a los nuestros y Mikey no lo perdona. Shinichiro no interviene porque dice que deben arreglar sus asuntos de niños mimados.
— Como si ya no tuviésemos suficientes problemas con Kisaki y su grupito. — Agregó Chifuyu.
— Y los bebés. — Dijo Hakkai, y todos los demás estuvieron de acuerdo.
— Tienes razón, Hakkai. Debemos dividir el tiempo entre pandillas y bebés. — Dijo Inupi en voz baja.
Takemichi no ignoró la forma en la que el oji-esmeralda se tensó, quizá ese tema lo ponía nervioso.
— Nunca imaginamos que Mikey pudiese obedecer a alguien y llega Takemichi y logra lo imposible, ¿Quién eres? — Preguntó divertido Hakkai.
— Solo soy su compañero de equipo. — Respondió con las mejillas ruborizadas, rascándose la nuca. Takemichi no era nadie impresionante, lo más interesante que había hecho era salvar a una amiga de unos matones. — Creo que ser padre le cambió la vida.
Sin darse cuenta entre charlas y risas, habían avanzado hasta unos callejones desolados. Según Chifuyu, por esos lugares andaban los miembros de Tenjiku intimidando a la gente. Takemichi sudó frío por el miedo, pero Hakkai lo tranquilizó diciendo que era difícil vencer a la Toman.
Le creyó, hasta que se toparon con un tipo alto e intimidante, tenía la cara seria y los puños apretados, a su lado varios matones con unas sonrisas burlonas. Takemichi se mantuvo firme, a pesar de que les temblaron las piernas. Se preguntaba que haría Mikey en esa situación.
— ¿Mucho? ¿Sanzu? — preguntó Chifuyu sorprendido.
— ¿Quiénes son? — Takemichi se pondría a llorar, no estaba entendiendo nada.
— Miembros de la Toman. — Respondió Hakkai.
¿Por qué miembros de la Toman los atacaría? Cada vez entendía menos.
— No sean tan engreídos. — Dijo el tipo alto. — Venimos por Inupi, necesitamos que le diga a su noviecito que Tenjiku lo busca.
— ¡Son unos traidores! — Gritó Hakkai a punto de lanzarse a sus antiguos compañeros. Inupi lo detuvo porque si armaban una pelea, seguramente tendrían que irse en serio con Tenjiku y no había tiempo para eso.
— Kokonoi jamás se iría de lado de Tenjiku, ¡Paren con eso! — Inupi estaba molesto. Takemichi se sintió terrible de no ayudar, era débil y un mal capitán. — Izana debe parar con esto.
— Sabes bien que haría cualquier cosa por dinero, es cuestión de tiempo. — Agregó un tipo rubio con cubrebocas, sus ojos claros viendo directamente en dirección a Takemichi, como estudiándolo. El doncel intimidado dio un paso atrás.
— ¡Los voy a matar! — ahora fue el turno de Inupi de lanzarse al ataque, Hakkai y Chifuyu lo detuvieron en el aire. Takemichi no podía continuar viendo eso, así que gritó que se detuvieran.
— Basta ya, no podemos caer en provocaciones.— Esa fue la primera vez que los otros lo veían sorprendido y lo tomaron más en serio.
Tanto Mucho como el tal Sanzu se miraron entre sí, preguntándose qué estaba pasando allí y por qué ese escuálido se tomaba tantas atribuciones.
— Solo veníamos por Koko, ustedes no valen la pena.— El grupo se dio vuelta y desapareció por otro callejón. Takemichi se acercó a Inupi y colocó una mano en su hombro preocupado, el rubio se había puesto muy pálido de repente.
— ¿Inupi?
El mencionado se sacudió de repente y se dobló sobre su estómago para vomitar. Los demás no dijeron nada, pero estaban igual de exaltados.
— Mi casa está cerca, deberíamos ir allá. — Habló Takemichi, recibiendo un asentimiento grupal. Inupi se irguió y se limpió, pero seguía viéndose pésimo.
Y definitivamente la casa del rubio teñido estaba cerca. El cuarteto entró y como no había nadie en casa, se permitió relajarse en la sala. Takemichi fue por agua para Inupi y le ofreció el baño también, pero el rubio se negó diciendo que estaba bien.
— ¿Quieres que le avisemos a Koko qué estás aquí?
— ¡No! — Exclamó el rubio desesperado, sus ojos expresaban pánico y desconcierto. — No es necesario.
— No te ves nada bien, cada vez estás más pálido. — Takemichi insistió.
— Yo... no me he sentido muy bien, Y Koko no necesita saberlo.
— ¿Por qué?
Inupi cerró los ojos y se pasó las manos por la cabeza.
— Creo que estoy embarazado.
El ambiente se tornó bastante tensó después de esa confesión, el aire volviéndose cada vez más frío.
Buenas, buenaaaas.
Otro cap más. Gracias por la espera y sus votos. Es un poco largo, pero hay demasiados detalles.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro