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Maitake; Hogar.

Takemichi se removió incómodo en la silla de madera. Estaba en el comedor, rodeado de sus padres y Mikey, con la vista en la sopa de miso y los palillos en ambas manos. Se había levantado de su siesta gracias al llanto del bebé y afortunadamente pudo manejarlo por su cuenta. Su compañero había llegado minutos más tarde como prometió, sin embargo, lejos de sentirse feliz por ello, estaba estresado y amargado. Mikey había llegado con una resolución, que le había revuelto el estómago y puesto los nervios de punta.

—  Entonces, joven Sano, ¿pretende que Takemichi se quede en su casa por dos semanas? — Repitió su madre lo que Mikey ya había dicho, Takemichi arrugó la cara y escuchó con atención para luego intervenir.

— ¡Por supuesto!

—¡No! 

Tanto Mikey y Takemichi dijeron al unísono, lanzándose miradas retadoras. Takemichi apretó los palillos en sus manos,  torciendo la boca.

— Podemos intercalar con el cuidado del bebé, un día Mikey y el otro yo, es más sencillo.— Dijo Takemichi.

— Podríamos, pero no quiero de esa forma.— Mencionó Mikey, sin apartar la vista de Takemichi. Ninguno de los dos había probado su comida aún, solo estaban batallando por quien tenía la razón, muy maduro de ambas partes. — Tendríamos que andar de un lado a otro y eso no sería sano para Taiki.

— ¿Y por qué no te quedas aquí? — Inquirió Takemichi y sus padres que,  veían la interacción en silencio, estuvieron de acuerdo por primera vez.

—Porque mi casa es más grande, sin ofender.— Mikey expuso un buen punto y medio sonrió al nervioso Takemichi, quien solo atinó a rodar los ojos. — Yo soy el que debería estar haciendo berrinches, no tú, Takemicchi.

El rubio teñido se relajó visiblemente, pero mantuvo su postura firme. Su zona de confort era su casa, no se le daba bien estar con extraños. Mikey debería ser mas comprensivo.

— Piénsenlo esta noche y mañana toman una decisión.  Por nuestra parte, el joven Sano tiene razón en una cosa, sería más fácil si se quedan en un solo lugar. Takemichi debe estar al lado de su pareja.— Intervino su madre, con su típica voz dulce y conciliadora. Takemichi dejó los palillos en la mesa y se irguió de golpe.

— No somos pareja.—Masculló entre dientes, bordeando la mesa hasta estar lo suficientemente lejos de Mikey  y sus padres.— Mejor voy a ver como está el bebé. 

— Dale un besito a Taiyaki de mi parte.— Mikey se le burló, guiñándole uno de los ojos. Takemichi resopló, yéndose del comedor sin mirar atrás. Lo último que escuchó fue una disculpa de sus padres por su mal comportamiento. Estúpido y acaparador Sano Manjiro.  

Al llegar a la habitación, lo primero que Takemichi hizo fue revisar a Taiki. Estaba limpio y tranquilo. Lo cubrió con una manta pequeña y apoyó su pequeña cabeza en una almohada antes de decidir que finalmente todo estaba en orden. Lo que siguió después fue que Takemichi se sentó en el suelo y empezó a leer la guía de padres primerizos, debía ser un padre responsable si quería sacar  buenas notas.

Pasados varios minutos, alguien tocó la puerta y asomó su cabeza, era Mikey que de forma pacifica  venía a hablar con él. Traía un plato de bocadillos en su mano y una sonrisa más amigable, claro, como si con eso fuese a arreglar todo. 

—Takemicchi, te fuiste sin terminar tu comida. Tu madre te manda galletas. —  Mikey se agachó y dejó el plato de galletas a su lado. Takemichi no se inmutó y mantuvo su vista en la lectura.  — Oh vamos, tampoco me interesa nada de esto, ni cuidar a un bebé falso, pero estoy aquí porque mis hermanos me obligaron y mi abuelo dijo que debía ser responsable, de hecho fue idea de ellos que te quedaras en mi casa.

— Es injusto, pensé que íbamos a hablar de esto juntos. Te fuiste y me dejaste solo.— Dijo Takemichi, bajando la guía hasta su regazo para después enfocarse en su compañero.

— ¿Eso es lo que te molesta? —Preguntó Mikey sorprendido.

— No, no... — Se apresuró  a responder, avergonzado de pie a cabeza.— Es solo que... Todos siempre toman decisiones sin considerar mis sentimientos.

— Esta bien, pero no me voy a disculpar por eso.— Mikey se encogió de hombros y se sentó a su lado. — De todas formas, tienes razón, haremos lo que decidas ahora, no iremos si no quieres.

— ¿De verdad te quedarías aquí si yo te lo pidiera?

— Por supuesto, supongo que no importa el lugar, si no el hecho de que haremos esto juntos.

Takemichi sintió calidez en su pecho y por  primera vez en todo el día, una sonrisa sincera asomó en sus labios. Estaba feliz porque Mikey escuchará sus opiniones.

 — Gracias, Mikey-kun.— Se inclinó hacía Mikey y lo rodeó con sus brazos. Mikey no supo como reaccionar y simplemente palmeó la espalda de Takemichi.—  Confiaré en ti, iremos a tu casa, pero debo empacar primero.

Se soltó de Mikey más animado, levantándose del suelo. Mikey esbozó una pequeña sonrisa y recogió la guía que Takemichi dejó olvidada y se levantó también. 

— Hay un futón en mi guardarropas, ayúdame a sacarlo primero.

Mikey dejó la guía sobre la cama y acompañó a Takemichi hacía el guardarropas, allí ambos tuvieron que empinarse por el futón enrollado en la parte de arriba, luego en conjunto lo extendieron en el suelo y colocaron sabanas y almohadas. Takemichi se alejó para ir  a empacar, echando en un bolso ropa casual y pijamas, sentía que se iba de vacaciones. También empacó sus efectos personales y unas mantitas. Si olvidaba algo regresaría a casa, aunque él suponía que podría venir cada que quisiera, no es como si Mikey lo fuese a retener. 

Sonrió cuando tuvo todo listo y se sentó en la cama, Mikey  estaba sobre el futón, comiéndose sus galletas. 

— Ya terminé y oye, no te comas mi comida. 

— Están muy ricas.— Dijo Mikey, tragándose de golpe una de las galletas. Takemichi se estiró por el plato, pero el rubio cenizo se negó a dárselo. 

— Por cierto, Takemichi, me pido la cama.— Murmuró Mikey, interrumpiendo su tarea de quitarle las galletas, Takemichi se rio sin humor y lo dejó continuar con sus tonterías, Mikey era bien gracioso. — Si duermo en el futón estaré de mal humor mañana. 

— Lamento romper tus ilusiones, pero la cama es mía. — Dijo Takemichi con desdén, acomodándose en el colchón. 

— Debes tratar bien a las visitas. — Masculló Mikey, dejando el plato sobre la mesita de noche. Tenía una expresión ilegible, por lo que Takemichi supuso que tendría que defenderse.

— Esta es mi casa y yo decido, Mikey-Kun.

Se acostó sin preocuparse de más, solo para sentir que Mikey se subía en la cama y trataba de empujarlo fuera. Takemichi soltó un grito ahogado, y se aferró a las sabanas. Estirando sus piernas para empujar al tonto que intentaba hacerse de su cómodo colchón.

—  No juegues, Takemichi. Aún no conoces mi fuerza, ni de lo que soy capaz.— Se estremeció por ese comentario, pero se armó de valor, él no era un cobarde.

— Oh claro, como eres un vil y sucio pandillero.— Escupió molesto, siendo empujado con más fuera. Takemichi se arrastró sobre la cama y atrapó el pie de Mikey para jalarlo fuera, Mikey respondió pateando su hombro. 

— ¡Basta, Takemicchi! 

Llovieron los golpes y sacudidas territoriales. Ni Mikey o Takemichi estaba dispuestos a perder, aunque el rubio teñido fuese el que más estuviera sufriendo, debía tener  moretones visibles. Sin embargo, el que terminó ganando al final fue el bebé, quien se puso a llorar y ambos tuvieron que detenerse para atenderlo. Habían olvidado que seguía allí, que malos padres eran.

Y ese fue el comienzo de la pesadilla.

Takemichi bostezó cansado por milésima vez. Miró el reloj de su mesita de noche y eran las cuatro de la mañana. Taiki se había despertado y no por hambre o el pañal, era porque irónicamente a esa hora era más activo. Mikey estaba durmiendo en el futón, Takemichi no quiso molestarlo esa vez. Ya había hecho mucho también.

— Taiki, no puedes hacer esto cada vez. Es hora de dormir.— Takemichi lo acunó en sus brazos y lo meció suavemente. El bebé simplemente permaneció despierto, como si se estuviese burlando de él. Era igual  de molesto que Mikey. 

— Te pareces tanto a tu padre... —Se subió sobre la cama, apoyando al bebé en su regazo cuando estuvo mas calmado. Como definitivamente no podría volver a dormir, volvió con la guía y la leyó hasta que no supo más y el sueño le ganó. 

La mañana siguiente todo era un caos. Takemichi se estaba preparando para irse con Mikey, pero ni Taiki, ni Mikey dejaban de hacer berrinches. ¡No cooperaban y el pobre iba a explotar! 

— Mikey-kun, entiendo que no te guste, pero debes comértelo todo, no seas desagradecido.— Señaló el plato de frutas, aburrido. Mikey infló sus mejillas y negó como si fuese un niño, sus cabellos rubios cenizos se alborotaron, tanto que le había costado peinarlo.

— ¿Qué clase de desayuno es este? quiero dorayakis, ve a comprar. 

Y para colmo el chico era demandante, Takemichi suspiró agotado.

—  Estoy alimentando al bebé, además debes comer bien, ¿por favor? — Lo intentó haciendo ojitos, pero Mikey apartó la cabeza para no verlo. Era tan desesperante.

— No quiero. Atiéndeme bien. — Farfulló Mikey, empeñado en hacerle la vida imposible. Takemichi dio un par de vueltas por el comedor, sin saber que más hacer. Al final, suspiró resignado.

—Entonces no comas y ve por mi bolso que debemos irnos. Se hace tarde, mis padres ya nos están esperando. 

— Tampoco quiero, no me mandas.

Takemichi acudió a su madre para que sostuviera al bebé y luego fue por el bolso. Mikey se comió la mitad de su desayuno y eso fue un gran logro. Luego, sin hacerse esperar, junto a los padres del rubio teñido, partieron a la casa Sano. 

. . .

La casa de Mikey era espaciosa y confortable, al estilo tradicional. Takemichi se desplazó por la terraza de madera al lado de su compañero, hasta la puerta corrediza que daba a la sala. La cantidad de muebles era mínima, una mesa  baja en medio rodeada de cojines. Una mesa y varios floreros, un par de sillas puestas al lado de la puerta.  Tuvieron que dejar sus zapatos a un lado y caminar descalzos, hasta que se toparon con los primeros miembros de la familia. 

Takemichi irguió su postura, manteniendo al bebé cerca de su pecho. Estaba acobardado por el anciano  y el hombre joven al lado de él, Mikey los presentó como su abuelo y hermano mayor Shinichiro. 

— Así que tú eres la desafortunada pareja de mi hermano.— Shinichiro se le acercó, poniendo una mano sobre su cabeza. 

Takemichi se sonrojó, asintiendo débilmente.

— Siéntete como en casa, hay una habitación preparada para ti y mi sobrino. 

Mikey rodó los ojos y apartó a Shinichiro de Takemichi sin disimuló. 

— Como siempre tan entrometido, vamos, Takemichi. 

— ¡No seas grosero, enano! 

Mikey pasó de largo ignorando las quejas de su hermano, llevándose a Takemichi consigo, sin embargo, no llegaron tan lejos cuando una pareja apareció al frente. El chico más bajo tenía una expresión de puro enojo. 

— Ya te dije, Kakucho, que no me importa lo que digas o hagas, ya tomé una decisión. 

—  No lo acepto, eres mi novio y no te vas a quedar en la casa de un desconocido. Y menos con ese Haitani, siempre ha estado interesado en ti.

Ambos hablaban y Takemichi no entendía nada, se hizo a un lado para evitar  estar en medio de esa acalorada disputa. 

— Tus celos te los puedes meter por... — El chico se quedó callado al ver que la sala estaba repleta de personas, pero no parecía avergonzado en lo absoluto. No parecía amedrentado por nada.

Mikey rompió el silencio, soltando una carcajada. Era el único divertido con la situación.

— No puedo creerlo, la parejita perfecta está en problemas.

— Cállate, Mikey o te juro que te golpeare. No estoy de humor para aguantarte.

— Inténtalo.—Mikey infló su pecho y tenía una mirada que no había visto antes, fue aterrador. 

— Ya basta ustedes dos, ¿No ven que tenemos visitas? — Intervino Shinichiro poniéndose en medio de sus hermanos.

Kakucho ofuscado, miró a su pareja. 

— Me voy ahora, pero luego hablaremos de esto. Piénsalo, Izana.

Takemichi se sobresaltó cuando la puerta fue tirada con fuerza, abrazándose al bebé que se había movido por el alboroto.

— Es un idiota.— Izana pareció ligeramente compungido y luego se recompuso y se marchó por los pasillos de esa gran casa.

— Parece que Kakucho no tomó bien que Izana no fuese su pareja con el bebé.— Meditó Mikey y luego, empujando del hombro a Takemichi lo llevó la habitación.

Primer día allí y ya habían problemas a la vista. Sería una larga semana.

Buenas, buenas.

Siguiente capítulo.  Es un poco largo.

Gracias por leerme. Alguna recomendación o sugerencia, aquí estoy.

Besitos en las nalgas.

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