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Maitake; conflictos y algo más.

Los rostros de todos alrededor no reflejan las verdaderas emociones por la confesión de Inui Seishu. Takemichi jadeó sorprendido, teniendo que pellizcar sus piernas para salir de su estupor inicial y, no poner aún más nervioso a Inupi quien se mantenía expectante de las reacciones de sus amigos. Takemichi se preocupó muchísimo, no era propio de Inupi cometer tales errores y menos de un Kokonoi tan metódico e inteligente, entonces... ¿por qué?

— A ver, ¿Cómo pasó eso? — preguntó Takemichi, sentándose al lado del rubio claro; poniendo dubitativo una mano sobre su espalda para ayudarle a relajarse.

— ¿Hablas en serio, capitán? ¿No sabes cómo se hacen los bebés? — preguntó un Chifuyu burlón, conteniendo la risa al ver que Takemichi le devolvió una mala mirada; no era culpa del rubio cenizo querer aligerar el ambiente, solo trataba de ser amable.

— Claro que sí, pero me refiero a otra cosa— respondió un poco avergonzado el ojiazul—. Hablo de como Inupi pudo haber... quedado embarazado si es tan cuidadoso y Koko también, digo, ¿de verdad tuvieron sexo?

Todas las cabezas en la sala se giraron en dirección a Inupi; el doncel estaba más que afligido, sus ojos empañados de lágrimas y sus hombros caídos. Takemichi se sentía mal por empujarle a hablar, así que solo le dejó otras palmadas en la espalda y se alejó.

— No respondas si no quieres— continuó con un tono tranquilizador, sonriendo suavemente.

— Esta bien, necesito hablar de esto con alguien y ustedes son mis amigos— Takemichi se fue a sentar al lado de Chifuyu para escuchar con calma a Inupi—. Koko y yo siempre hemos sido cuidadosos, realmente no sé cómo pasó, además solo lo estoy sospechando, no es como si estuviese del todo seguro— contestó Inupi, jugueteando con sus manos con nerviosismo.

— Debes hacerte la prueba entonces— murmuró Chifuyu y todos estuvieron de acuerdo, menos Inupi.

— ¿Están locos? Lo último que quiero es que Koko se entere. Deben prometerme que no se lo dirán, ni tampoco harán insinuaciones.

Asintieron sin convicción, prometiendo en voz baja guardar el secreto, obviamente era un asunto de Inupi, pero todos estaban preocupados por él; ocultar un embarazo no era sencillo y, menos era criar un bebé, Takemichi había aprendido a la fuerza con Taiki lo difícil que eran los bebés, muy llorones y delicados, ni que decir de tener cronometradas sus horas de sueño y de comida, era realmente agotador.

— Sea lo que sea, Inupi, cuentas con nosotros— dijo Takemichi—, incluso te defenderemos de Koko si no quiere hacerse responsable.

— Es cierto, todos somos un equipo y nos cuidamos la espalda— habló por fin Hakkai quien se había mantenido callado, sopesando todas las opciones.

La situación era complicada, Takemichi no se imaginaba en el lugar de Inupi, tal vez ni siquiera estuviese tan tranquilo como él, seguro estuviese llorando y maldiciendo su suerte por eso y más, admiraba al rubio claro, siempre tan sereno y practico.

Hablaron un poco más y el rubio teñido vio como lentamente el color de Inupi volvía a sus mejillas, debía estar mejor ya. Abrió su boca para insistir con el tema de la prueba, pero una llamada lo distrajo lo suficiente para no decirlo. Al ver la pantalla de su móvil abrió sus ojos con sorpresa al reconocer el número. Se trataba de Mikey.

Mikey, el insistente y tonto Mikey.

De repente su pecho se inquietó con lo que parecía ser un mal presentimiento. Su faceta de padre lo estaba afectando verdaderamente si estaba teniendo tantos malos pensamientos.

— Es Mikey-kun, debo responder— dijo con cierta timidez, incorporándose para ir a responder— debe tratarse de Taiki, ¿se habrá cansado? — trató de sonar casual, pero la realidad  estaba muy nervioso. 

— Responde, no vaya a ser que por arte de magia se aparezca aquí— farfullo divertido Chifuyu, Takemichi chasqueó la lengua y luego se echó a reír.

— Eso sería aterrados, no lo haré esperar.

Dejó a los demás hablando en la sala y Takemichi tomó distancia dentro de la cocina, apoyando su cadera en la encima mientras relajaba sus expresiones, preparándose para lo que fuese que le dijeran.

— ¿Mikey-kun?

Takemicchi— Mikey arrastró las palabras a través del teléfono—, ¿Dónde estás? — no sonaba mal, entonces se permitió respirar con tranquilidad.

— En casa con los chicos, Inupi no se sentía bien.

¿Qué le pasó? ¿Tuvieron problemas en el camino? — esta vez la voz de Mikey sonó mucho más profunda, como si se hubiese enderezado y estuviese frunciendo el ceño, Takemichi se lo imaginó claramente y esbozó una sonrisa boba.

— Todo está bien— sostuvo el teléfono con fuerza, tratando de no dejar escapar nada de lo que Inupi dijo, mejor se concentró en la llamada y lo que Mikey estuviese haciendo—, ¿para qué me llamas? ¿Y el bebé? ¿Hiciste algo?

¡Tanta desconfianza, Takemicchi! Y háblame bonito— Takemichi suspiró cuando Mikey dejó el tema de su subordinado de lado y sonrió cuando una nueva imagen se construyó en su cerebro, esta vez de Mikey haciendo pucheros; era tan predecible, lo que no se esperaba era lo que vendría a continuación—; Todo está bien, creo... ¿es posible que los bebés falsos se enfermen?

Takemichi entrecerró sus ojos con desconfianza— ¿de qué hablas? — preguntó sosteniendo con más fuerza el móvil entre sus dedos—, No estoy seguro si se enfermen, sin embargo, no llevas ni dos horas con Taiki; es imposible que se haya enfermado.

Pues bueno, está un poco caliente. Quizá ya se echó a perder— respondió tan impasible que Takemichi no podía creer lo despreocupado que era su compañero—, solo estábamos paseando por el centro comercial, luego fuimos por algo de comer y bueno, me estuve preguntando si Taiki podría comer dorayakis y helado, pero no resultó bien el frío porque ahora está enfermo.

— ¡¿Qué?! — la voz le salió un poco más alta de lo normal. Estaba un poco ansioso, repasando las palabras de Mikey, ¿era posible qué Taiki en realidad estuviese enfermo?

Aspiró un poco de aire, pasando sus dedos temblorosos por sus cabellos alborotados; su nota escolar estaba en peligro por culpa de Mikey, ese mismo chico que estaba empezando a gustarle. Debía estar perdiendo la razón si se fijaba en él—, ¿Dónde estás, Mikey-kun?

Voy de camino a casa.

— Entonces te veo luego, no hagas nada tonto mientras estoy de camino, por favor— suplicó un tanto nervioso, colgando la llamada antes de que Mikey pudiese agregar algo más para su mero disgusto. Mordisqueó su labio inferior, saliendo a la sala en donde el grupo lo esperaba.

— Lo siento, pero debo irme. Surgió un pequeño problema— dijo Takemichi.

— ¿Es grave? ¿Quieres qué te acompañemos? — preguntó Inupi más repuesto. Takemichi se sintió fatal de dejarle en esos momentos, pero luego podrían hablar con más calma.

— No sé qué tan malo sea, pero no puedo dejar solo a Mikey-kun nunca más— respondió con amargura el peliteñido—, ustedes deberían ir con sus bebés, no vaya a ser que se enfermen— no iba a dejar ir el tema muy fácilmente.

Los chicos se levantaron de sus respectivos asientos y palmearon el hombro de Takemichi de forma amistosa, consolándolo en voz baja por ser el compañero del capitán. Aunque estuvo renuente a la compañía después de salir de casa sus compañeros lo siguieron parloteando de cualquier cosa que se les ocurrieran. En el camino fueron tomando caminos separados hasta que finalmente Takemichi quedó solo.

Aprovechó el silencio para relajarse, llegando a casa de Mikey tranquilo y con una especie de repetitivo mantra que hablaba de la paciencia y el amor. Seguro Mikey estaba exagerando en la llamada y Taiki solo estaba un poco sobrecalentado por el tiempo activo; sus ilusiones se rompieron al ver a su bebé un poco más callado de lo normal y de verdad caliente o, más bien febril como si estuviese resfriado, lo que le faltaba.

— Vamos Takemicchi, no puedes culparme del resfriado de Taiyaki— dijo Mikey, paseándose de un lado a otro con la guía del bebé en mano; al menos tenía la decencia de parecer preocupado mientras leía sobre la mejor forma de aliviar a los niños enfermos.

— Es Taiki, tonto— escupió molesto, acunando al bebé cerca en su pecho. Trataba de registrar los cambios en su comportamiento; debían vigilarlo muy de cerca—. Si me hubieses hecho caso en un comienzo, pero no, tenías que sacarlo a tu estúpida reunión.

— No es estúpida, por menos he golpeado a los que se atreven a irrespetar a la Toman— Mikey le respondió enojado.

Si antes el ambiente estaba tenso por Taiki, en esos momentos parecía que fuese a estallar una bomba. Ninguno de los dos estaba dispuesto a ceder en su infantil discusión, ni siquiera cuando el bebé empezó a llorar.

— Basta ustedes dos, no están ayudando— Emma entró a la habitación con una bandeja en mano, les traía bebidas para relajar al par de padres primerizos—. Estás cosas pasan, todos los bebés se enferman.
Takemichi farfulló frustrado, dándose vuelta para evitar ver a su compañero. Por otro lado, Mikey hundió su cabeza en las páginas de la guía, incapaz de dar su brazo a torcer.

— Si algo le ocurre a Taiki y pierdo mi año escolar, jamás se lo perdonare— señaló Takemichi con desdén.

— Me da igual si me hablas o no— respondió Mikey con el mismo tono.

Emma dejó la bandeja en la mesita de noche y salió de la habitación, dejando que el par hiciera lo que quisieran. Ya no eran unos niños pequeños que no pudiesen solucionar sus diferencias a la primera.

El resto del día fue una pesadilla tanto para Takemichi y Mikey, no tuvieron tiempo para relajarse, ni para respirar correctamente pues, Taiki lloró casi todo el tiempo hasta el punto de desesperar a todos en la casa que también intentaron ayudar.

Takemichi aprendió que un niño enfermo era la peor pesadilla de los padres. Una parte de él, admiró la paciencia que tuvieron sus padres al criarlo. En algún punto de la madrugada el bebé se durmió y por fin pudieron relajarse, Takemichi se acostó sobre la cama, acurrucado muy cerca de Taiki para que no se despertara. Mikey estaba del otro lado del colchón, cubriendo su rostro con sus brazos, dormitaba cansado.

— Lo siento, Mikey-kun— dijo en voz baja, deslizando su mano sobre la almohada hasta dejarla descansar muy cerca de Mikey. Su compañero no se inmutó, pero pareció ceder a su intento de disculpa.

— No pasa nada, supongo que también te debo una disculpa.

— Tratemos de sobrevivir los días que falten, ¿sí?

— Por mí esta bien, Takemichi— por primera vez, el peliteñido no escuchó ese apodo que Mikey normalmente le decía y su pecho se comprimió con algo parecido al dolor. Sus nacientes sentimientos por el rubio cenizo estaban tambaleando por una nota escolar, no debió ser tan duro con sus acusaciones, pero ya no era tiempo de arrepentimientos.

— Descansa, Mikey-kun.

No recibió respuesta y esa fue la señal que necesitó para dejar de hablar. Tanteó con sus dedos la frente de Taiki y al comprobar que su temperatura mejoró, también se permitió cerrar los ojos y dormirse, había sido un largo día para todos.

La mañana siguiente las cosas con el bebé habían mejorado, estaba un poco tibio, pero según el abuelo era normal y que seguro tardaría más en estar completamente recupero, pero que sobreviviría. Takemichi se inclinó en agradecimiento y luego con una sonrisa, se ofreció a hacer el desayuno. No vio a Mikey en mucho tiempo, hasta que puso la mesa y todos se aparecieron para comer.

Se sentaron alrededor de la mesa, quedando Takemichi muy cerca del rubio cenizo. Mikey debía estar muy molesto si no levantaba su cabeza para mirarlo, era tan obvio que todos lo miraban desconcertados; la parejita no era perfecta, pero sus discusiones se solucionaban en minutos por el caprichoso de Mikey.

— A ver, ¿Qué está pasando aquí? — preguntó el hermano mayor, Shinichiro, intercalando su mirada entre Takemichi y Mikey.

— Nada, todo esta bien— respondió entre dientes Mikey, agarrando su plato para levantarse— comeré en la habitación, alguien debe vigilar a Taiki.

— Espera, Mikey-kun, come aquí— trató de detenerlo Takemichi, pero Mikey se fue sin más. El rubio teñido suspiró exasperado, apartando su comida, se le había quitado el apetito.

Nadie más menciono del tema, ni siquiera Draken que los estaba acompañando esa mañana. Todo era ridículo, Takemichi era quien debía estar ofendido, no Mikey, por su culpa se había enfermado Taiki.

Se levanto después de un rato sin probar su desayuno, yéndose a cualquier rincón de la casa lejos de su compañero; lo último que quería era ser presa de su indiferencia, le rompía el corazón que Mikey no quisiera verlo. Tal vez luego se le pasaría, era mejor esperar.

Desafortunadamente pasaron dos días y las cosas seguían igual de tensas para ambos. Takemichi estaba a borde de la desesperación, intentando no asfixiarse con el aire espeso de la habitación que por ratos compartía con Mikey. El bebé había mejorado, ya no había rastro del resfriado, pero ni siquiera eso ayudó a que la relación de ambos chicos mejorara. Takemichi se armó de valor y decidió que debía arreglar el problema de raíz, acorralando a Mikey en la habitación antes de que pudiese escabullirse.

— Quédate, tenemos que hablar— trató de mantener su voz neutra, pero sus piernas estaban temblando de los nervios.

— ¿Sobre qué? — preguntó Mikey con tanta frialdad que podía congelar la habitación; Takemichi suspiró con fuerza.

— Debes dejar de ignorarme, estamos haciendo esto juntos, se supone que somos amigos.

— Me culpas de todo lo malo que pasa, Takemichi, como si fueses el único afectado con este proyecto. Tenía planes en mis vacaciones que por culpa de ese muñeco no podré hacer— por primera vez Takemichi vio la mirada dolida de Mikey y se sintió culpable.

— También sacrifiqué cosas, pero no me arrepiento de compartir mis vacaciones contigo— dijo al borde de las lágrimas, llevando sus manos a los hombros de Mikey—, no sigas haciendo como si no existiera. Ya te pedí disculpas, ¿Qué más quieres?

Mikey lo miró de forma extraña, un poco confundido, sorprendido y tal vez molesto porque luego llevó sus manos al pecho de Takemichi y lo empujó hacía la pared, haciéndole soltar un jadeo dolorido.

— Solo quiero que dejes de molestarme hasta que todo esto acabe.

— No lo haré— Insistió Takemichi, tomando de los brazos a Mikey antes de que pudiese alejarse; Mikey se soltó bruscamente y entonces, llevó sus manos a los costados de Takemichi y lo sostuvo contra la pared con su rostro muy cerca al suyo, azul y negro se encontraron con un desafío implícito sobre quien tiene razón—, deja de actuar como un niño pequeño y asume tu responsabilidad con todo esto.

— Eres un idiota, Takemicchi— dijo Mikey.

Takemichi cerró sus ojos pensando que le llegaría un golpe de parte de Mikey, pero casi se cae cuando en vez de un puño, sintió algo tibio y agrietado sobre sus labios. Su cuerpo se llenó de un calor abrumador y una sensación de plenitud que no había sentido antes. No se atrevió a abrir sus ojos y arrancar de su cuerpo la fantasía de que Mikey lo estaba besando.

Llevó sus manos a la tela de la camisa ancha de Mikey, empuñando sus manos sobre él, para que no lo dejara de nuevo, se iba a llevar consigo hasta lo último de aquel momento de ensueño; era su primer beso y tal vez el último que recibiría de la persona que le gustaba.

BUENAS NOCHES, ¿Qué tal? Creo qué hacía un mes que no actualizaba, pero entre las vacaciones, mis borradores y eso, por fin tuve tiempo. 

Gracias a los que me leen, creo que el próximo será el final del Maitake, así que empezaré con otra shipp, ¿Cuál opinan qué debería ser?  Excluyendo al KokoInu, jé. 

Dudas y sugerencias aquí.












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