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Chapter V.

Mi burbuja había estallado, literalmente. Tras ese maravilloso día con Miky, tuve que regresar a casa, para mi sorpresa mi mamá había regresado y me había llamado varias veces por teléfono pero yo no atendí, estaba apagado y ni cuenta me di porque con Woodz, ese aparato estaba prácticamente prohibido.

Estaba en el baño curando las heridas que me había ocasionado en un arrebato de ira, sí , podía ser bastante agresiva cuando no encontraba las cosas exactamente como ella quería.

—Tendré que buscar una excusa para no ir mañana a clase.—acaricié mi labio, dolía.

Abrí el closet y suspiré al ver las bolsas con todo lo que Miky me había comprado, seria fácil decirle a mi mamá que las marcas me lo mandaron para hacer publicidad pero yo sí conocía su origen y por más que disfruté el sexo con Miky no podía evitar sentirme algo mal, sabía que no era así pero no podía hacer que desapareciera la sensación, me sentía como una cuero, una bien cara.

Mi teléfono comenzó a sonar, maldije al ver que se trataba de él, me había dicho muchas veces que odiaba que no atendiera pero no quería que me viera en el estado en el que me encontraba.

Puse el teléfono en modo avión y decidí dormir. No podía lidiar con él ahora.

(...)

Me desperté algo adolorida por los golpes pero al ver mi labio menos hinchado decidí ir a clase, eso levantaría menos sospechas.

Tomé una ducha caliente y fui directa a vestirme, agarré una camisa ancha que abotoné dejando el hombro descubierto y coloqué un corset de color granate, igual que mis botas.

Maquillarme me tomó más tiempo esa mañana porque bueno, hoy si había cosas que debía tapar.

Mi teléfono comenzó a vibrar en cuanto desactivé el modo avión.

—Buenos días , Miky.

—¿Y ya?

—Perdón.

—¿Dónde fue que te metiste?

—Andaba ocupada con algunas cosas en la casa y después me quedé dormida, olvidé poner a cargar el teléfono.—escuché la voz de un niño en el fondo, tal vez era su hijo.

—Si te llamo debes atender, Chiara.

—Yo sé, perdón.

—¿Podremos vernos hoy?.

—Tengo clases.

—Yo sé pero podría pasar por ti, podemos ir a algún lugar para comer algo rico y...

—¡Chiara, más vale que salgas de una buena vez, hay un chico muy guapo esperando abajo!

—¿De qué chico habla mi suegra?

—No le digas así.—me quejé.

—¿Quién es el chico?

—Nadie importante.—respondí cortante.—Tengo que irme ya.

—No me respondiste.

—Mejor aprovecha la tarde para ayudar a tu hijo con sus tareas.—me arrepentí en cuanto colgué, primero porque si quería verlo y segundo porque había sido demasiado dura sin motivo.—Ya no importa.—agarré mi bolso.

Bajé con algo de prisa las escaleras, al llegar al carro le di un beso en la mejilla a Gabriel.

—¿No vinieron las chicas?

—Fueron con Gael.

—Oh.

—Te quería pedir disculpas por lo del otro día, no es asunto mío lo que hagas con tu vida y estuvo muy fuera de lugar mencionar a tu padre, no sé en qué estaba pensando.

—¿Pensabas?.—me miró confundido.—Nunca fuimos nada, siempre estuviste enamorado de mí y no te dieron los huevos para decidirte, por algún capricho del destino terminamos acostándonos y ni siquiera después de eso pudiste hablarme con el corazón así que sí, está demás que comentes cuando estoy intentando escuchar lo que otro quiera decirme , te debe importar cero su edad.

—¿Te encuentras bien, Chiara?

—Claro.—sonreí.

—Me gustas.—mi sonrisa se borró.—Siempre me has gustado pero estaba asustado, mis relaciones salieron mal porque soy un mujeriego y tenía miedo de herirte, no quería comprometerme sin estar completamente seguro de que te podría ofrecer lo que te mereces.

—¿Ahora estás seguro?

—Estoy intentando descubrirlo.

—Suerte.—susurré.

Agradecí cuando divisé el instituto, me miró con atención mientras bajaba y sonreí, Gabriel era posiblemente el chico más guapo que había visto en mucho tiempo pero tal vez ese era el problema.

Era un chico.

No un hombre.

Y después de Miky, mis gustos habían cambiado mucho, no podía negarlo.

—¿Nos vemos en el recreo?.

—Claro.—me quedé inmóvil cuando sentí sus labios posándose sobre los míos.

—¿Qué fue eso?.—dije acariciando mis labios.

—¿Fueron mal las cosas con el colorao'?.—Quiso saber Gala.—Mi hermano anda besuqueándote.

—Le dije que no le dieron los huevos para decirme lo que sentía y...

—¿Y?.—me tomó por los hombros y me sacudió.

—Y pues me lo dijo.—observé como se acercaban las demás chicas.—No les digas, por favor.

—¿Cómo dices?

—Que no digas nada.—fingí una sonrisa.—Hablaré después con Gabriel pero por el momento, dejemos las cosas así.

—Solo no le hagas daño.

—Lo sé.

(...)

—La fiesta será este sábado.—observé al chico frente a mí.—¿O no te deja tu jevo?

—¿Ah?

—Te vi con Gabriel.

—¿Nos viste de que modo? Él y yo no andamos pero tampoco creo que sea de tu incumbencia.

—Caile al party, mami. La vas a pasar bien rico, eres mi invitada especial.

—¿Ah si? No me diga.—humedeció sus labios.—Tal vez pueda convencerte para que vayas al baile conmigo.

—Lo pensaré.

Cuando el chico se marchó agradecí al cielo, mis amigas comenzaron a reírse porque sabían que él estaba interesado en mi y yo no, ni siquiera antes de Miky.

—¿Ese tipo sabe que tienes tanto público?

—De seguro sí.

—¿De verdad lo crees?.—insistió Gala.—No creo que ni llegue a imaginar cuantos chamaquitos andan detrás de ti.

—¡Chiara!.—miré a Gabriel.—Tengo un partido en la noche, ¿vendrás?

—Lo siento, tengo que entregar un trabajo.—mentí.—Yo ahora tengo que irme, mi mamá me espera.

Me alejé de ellos hasta el lugar que me indicó Miky, cuando subí al carro me tomé par de segundos para besar sus labios pero el tipo me esquivó el beso.

—¿Qué pasó?

—¿Y esa respuesta que me diste en la mañana que? Si no fuera porque te quería ver, no habría venido.

—Entonces márchate.

—¿Cómo dices?

Quise bajar del carro pero puso seguro.

—¿Qué es esa forma de hablarme?

—Quiero bajar, Miky.

—¿Qué dijiste?

—¡Déjame salir!.—comencé a golpear el cristal.

—Te vas a dañar.—dijo algo más relajado, más bien, preocupado.—¿Estás bi...—se quedó callado, dirigí la mirada al mismo lugar que él y entonces vi la marca morada en mi muslo.—¿Qué es eso?

—Llévame a casa.

—Chiara, ¿tienes más?

—No.

—¿Tas segura?

No respondi.

—Arrancamos pa mi casa, a ver si es que dices la verdad.

Tragué duro solo de imaginar la que se avecinaba, ¿cómo le iba a explicar mi situación?

Tenía miedo de su reacción.

Estaba aterrada.

•••••
Chiara, odiamos a tu mamá.

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