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Chapter III.

—Te digo que no respondí, simplemente me largué.—cerré la puerta de la casa.—¡Me pilló la mentira del nombre, de la edad ...—cerré los ojos con fuerza.

—Y la de la enferma.—Sentí como mi cuerpo tembló por el timbre de su voz, venía vestido all white, una camiseta de tirantes, unos shorts y sus zapatillas de jugador de basket. Observé el león de su cadena y me fue imposible no soñar despierta con como se me vería.—¿Viste un fantasma?

—Vienes todo blanco así que, tal vez.

—¿Me ve con cara de estar jugando?.—tragué duro porque yo si me reí con el chiste, se cruzó de brazos y entonces me di cuenta de que estábamos frente a mi casa con un carro de millones de dólares y un hombre que doblaba mi edad hablándome

—¡Mierda!

—¿Qué?

Me viré para abrir la puerta rápido, me puse detrás de Miky y comencé a empujarlo hacia el interior pero solo logré hacer el ridículo porque no se movió ni medio milímetro.

—¡Coño, colabora!

Apartó mis manos de su espalda y me cargó como un saco de patatas antes de entrar conmigo a la casa. Mi mamá me avisó de madrugada que volvería el domingo así que podríamos tener privacidad para hablar.

—Veo que el cel no se dañó.—metió la mano en su bolsillo.—Ya traía otro.—lo dejó en mis manos.

—Miky, no me sient...—alzó una ceja.—Es que no hicimos nada n...

—¿Por qué saliste corriendo ayer si no te sentías mal?

—Me asusté.

—¿Le duró el susto casi veinticuatro horas?.—sonreí.—No es de chiste, si te tiro al cel, atiéndeme.¿Oite'?

—Oigan a este...—susurré.—Ni que pagase las bills de mi cel, le dare el uso que quiera.

—¿Cómo dijiste?

—Que dejes de darme órdenes.—acaricio su barba dos veces antes de humedecer sus labios.

—¿Cuál es el uso que le das al cel?

—Nada, redes sociales , me dedico a eso.

—¿Tienes la página azul?

—Lo cierto es qu...

—Ciérrala.

—Per...

—Te deposito lo que dejes de ingresar.

—Per..

—Que mucho protesta.—masajeó sus sienes como tratando de procesar que yo no dejase de ponerle queja a todo lo que decía.—¿Qué harás este fin de semana?

—Pues tarea, supongo.

—¿Qué edad tienes?

—Estoy por cumplir 17.—cerró los ojos unos instantes.—Los cumplo el día de los enamorados.—añadí para relajar un poco la tensión, estaba desesperada por descargar un poco el ambiente.

—¿Para que te metiste en la página si estás clara que eres menor?

—A algunos eso no les importa.

—Entonces...¿te vale cualquier cabrón?

—No, me registré obligada por mis amigas, fui un sacrificio, por linda.

—¿Por linda?

—¿No lo soy?

—Lo eres, Chiara.—susurró.—Tan linda como anotar desde mitad de la cancha.—esta vez fue quien soltó una carcajada, parecía que por fin había logrado que el ambiente mejorase.—¿Estás bien con esto?

—¿A qué te refieres?

—A qué sigamos viéndonos.—apoyé mi cabeza sobre su hombro.

—No lo sé.

—Entonces será mejor que me vaya.—observé como se movía hacia la puerta y cuando quise darme cuenta, estaba delante de ella, el tipo me miró con curiosidad, supongo que así miraría yo también si un enano de jardín se colocase con los brazos abiertos frente a la puerta que pretendía atravesar para salirme de un lugar.—¿Qué fue?

—No te vayas.

—Si no estás cómoda con esto, no voy a obligarte a nada, Chiara. Entiendo tu posición, te sientes más cómoda con chamaquitos de tu edad.

—No quería decir eso.—me excusé.—Perdón.—me acerqué a él.—Quiero seguir viéndote pero ahora lo sabes, no tengo la libertad que me gustaría y claramente no soy una nena que puedas mostrar allá afuera.

—¿Quién lo dijo?

No respondí.

—Si quieres esconderte, habla claro.

—No, no quiero eso...Este...—su teléfono comenzó a sonar.

Lo sacó en tiempo justo para rechazar la llamada para después volver a centrarse en mi.

—¿Estarás sola en la casa?.—asentí.—¿Hasta el domingo?.—volví a asentir.—Alista lo que necesites para tus tareas, te espero en el carro.

—¿A dónde iremos?

—No me haga repetirme, acá no hay eco.

—Ta' bien.

(...)

Observé la playa desde la sala de la casa, al parecer aquí se perdía cuando necesitaba inspiración o cuando necesitaba descansar del ruido de la ciudad.

—¿Terminaste?

—Sí.

—Pues ven acá.—cerré el cuadernos antes de caminar hasta el sofá, Miky solo traía unos shorts porque había estado bañándose en la piscina, cuando se cansó decidió ponerse algo cómodo mientras esperaba que terminase de atender a mis obligaciones.

—¿Nos bañamos?

—Dale.

Me levanté primero, sentí su mano envolviendo mis nalgas y sonreí de forma breve, cada vez que sentía el tacto de su piel contra la mía, mi pulso se aceleraba de forma incontrolable.

—Es a la derecha.—informó sin soltarme.

—El baño está más grande que mi casa.—pulsó a un botón y la bañera comenzó a llenarse, observé de reojo como se desnudaba y desvié la mirada cuando quedó totalmente desnudo.

—Entra, Chiara.—pidió.

Me deshice del vestido que traía puesto.—¿Y ese babydoll?

—Lo vi en la tienda y me gustó.

—¿En cuál? Debemos ir a buscar un par más.—comenzó a jugar con la espuma de la bañera.—Así mejor.—se mordió el labio cuando quedé descubierta frente a él.

Me metí en la bañera con cuidado para no resbalar y él me agarró para colocarme encima.—¿No vas a preguntar?

—A mi eso no me importa. Lo habrías dicho para que tuviera cuidado, si no lo mencionaste es porque ya probaste.

—¿Y qué tal si no lo dije para que no te arrepintieras?

—Quieres esto, Chiara.—me miró a los ojos.—Tus ojos hablan por ti.

—¿Y qué dicen?

—Que ser mia es lo que más quieres en este momento.—miró mis labios.—Y te lo quiero cumplir.

—¿Pero?

—Tal vez deberíamos saber un poco más del otro antes de llegar a eso.

—¿Qué crees que necesito saber de ti?

—Estoy casado y...Tengo un hijo.

La apertura de mi boca debió provocar que mi mandíbula llegara al piso, me alejé un poco de él sintiéndome algo asqueada, odiaba ser la razón del malestar de otra mujer y esto, iba a provocarle mucho más que malestar a su esposa.

Agarré un albornoz y salí del baño, él no tardó en seguirme.

Comencé a guardar mis cosas mientras ignoraba las palabras que dirigía hacia mi persona.

—¿Te vas?

—Fue una mala idea venir. Voy a pedir un Ub...

—Te llevo.—negué.—Dije que te llevo.—insistió.

El motivo por el cual quería evitar que me trajera a casa era el incómodo silencio que tuvimos que soportar, para colmo, cuando llegué, encontré a Fabio.

—¿Quién es ese tipo?

—Un amigo.

—¿Esperando por ti en la madrugada, en tu casa?.—no respondí.—¿Cada cuanto se da esto?.—seguí sin responder, sentí como me tomaba por las mejillas y me obligaba a hacer contacto visual con él.—Responde, Chiara.

—Mejor ve pa tu casa, llegas a leerle un cuento al nene.—cuando estaba por salir del carro, volvió a agarrarme.—¿Qué carajos te pasa?

—¿Vas a bajar la bellaquera con él?

—Tal vez.—observé como apretaba el volante.—Ya tengo que irme.

—Pasaré por ti mañana temprano.

—Tengo planes.

—No te pregunté.—miró algo a mi lado, Fabio estaba observándonos.

—¿Miky Woodz?

—¿Viniste a decirle algo importante a Chiara?

—Bueno...No, a veces nos vemos.

—Hoy no.—dijo tajante.

—¿Por qué vinieron juntos?

—No es de tu incumbencia.—Fabio rió.

—Baja, Chiara, vengo bien cargado.—cerré los ojos con disgusto, me avergonzaba admitir que me había acostado más veces de las que podía recordar con un imbécil de tal calibre.

—Miky...—susurré.—Sácame de aquí.—asintió.

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Les dura la paz como .... 3 segundos JAJAJAJAJ

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