Para muchos es algo negativo. Sin embargo, ignoramos que ésta ha estado presente desde que los primeros organismos primitivos hicieron acto de presencia sobre la Tierra.

Las bestias, desde las más pequeñas hasta las más grandes, se abaten en brutales enfrentamientos por alimento, defensa, pareja, territorio, o incluso por mera diversión. La violencia es algo natural, está en nuestro ADN recurrir a ella en las disputas. Así pues, llegó la humanidad, una especie que, a pesar de su ridículamente inofensiva apariencia, demostró ser capaz de no solo todo lo anterior, sino que introdujo una nueva razón para privar de la vida a un semejante.

"Matar la idea, matando al hombre"

Dicha filosofía ha perdurado hasta nuestros días, y probablemente nunca desaparezca. La fuente de todas las ideas y creencias, nuestro cerebro, también es la razón por la que en este preciso momento que tú estás leyendo, en algún lugar del mundo miles sufren por la crueldad de la guerra.

Haya intereses o no de por medio, las llamadas Guerras Santas son conflictos a los que poco a poco se les ha revelado su naturaleza absurda. Pues, aunque en la teoría se trata de una disputa por ver quién tiene más razón, al final gana aquel que pega más fuerte. 

¿Y si fuera como en teoría debe ser?