
PROLOGO
❝Noble❞
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Adara, nombre hebreo que significa "Noble". Ella no pudo ser nombrada de mejor manera, noblemente amable, dulcemente tierna y efusivamente alegre. Adara, era la luna y el sol al mismo tiempo. Ella podía ser tan alegre como mariposa en primavera, pero como las mariposas tiempo después de la manera más cruel, su alegría se apagaba. Tal vez era porque su madre adoptiva se deterioraba demasiado rápido, con un corazón que se debilitaba y con un padre impotente por no poder salvarla. Las preocupaciones de sus padres los llevo a dejarla sola en casa, sola con pensamientos que solamente la destruían. Para distraerse, para dejar que sus sombríos pensamientos la consumieran más. Ella decidió bailar, tan libre ella se sentía girando y moviéndose al compas de la música, girando y moviendo los pies ella dejaba de pensar, girando y cerrando los ojos ella se desconectaba del mundo demasiado cruel con los que ella amaba.
Bailando ella era libre, bailando era como ella abría sus frágiles alas de mariposa. Ella habría deseado ser una bailarina profesional, pero... Adara se había dado cuenta que la fama que te daba el baile arruinaba lo artísticamente bello del mismo. Le ensombrecía la mirada saber que la sociedad sabia por naturaleza como arruinar lo que era un arte, pero aquellas sombras no dudaron mucho cuando su padre le había habilitado una habitación de baile para ella en casa. El regalo había sido bello, pero había un trasfondo más grande. Su padre estaba comprando su perdón. Una compensación por no poder salvar a su madre.
Aunque la muerte de su madre la había marcado de una manera permanente, ella comprendía que el sufrir que su madre había vivido por fin había acabado. La extrañaba, claro que sí, pero ese era el egoísmo de una persona cercana al enfermo. El egoísmo de alguien que perdía a la persona que amaba, era imposible no ser egoísta. Quieres a quien amas siempre a tu lado, pero no siempre era posible, Adara sufrió, como toda hija que pierde a su madre. Pero esa era el curso normal de las cosas, llorar una perdida, culparte por no haber hecho más, la ira. Su padre se había ahogado en ira, golpeaba a diario un saco de box. Adara sabía que esa ira era momentánea y lo fue, luego llevo el silencio.
El silencio, la usencia. Su padre se concentró tanto en ser el mejor doctor del mundo que olvido que su única hija todavía bailaba dentro de un cuarto con el corazón roto. Por suerte ella no estaba sola, su abuela materna se había mudado para cuidar de la adolescente mientras su padre ahogaba su culpa leyendo libros médicos.
Esa era la vida de Adara, despertaba las mañanas con las suaves caricias de su abuela. Quien con diversión le decía — Pareces tener un Gáster en el cabello, ve a bañarte niña... cuando bajes el desayuno ya estará listo.
Ella como buena niña, se daba el baño, se arreglaba como una vez su madre le enseño y salía a comer, si tenía suerte vería a su padre, pero ella era tan fuerte como lo fue su madre por lo que llegando de la escuela ella junto con su Mama Toñita como le decía a su abuela hornearían juntas algunas galletas o un pastel para que la bailarina se lo llevara a su padre junto con un termo con café caliente y un recipiente más de comida, fue la única manera en la que Adara podía ver a su padre. Pero a ella no le molestaba, no cuando de paso le daba galletas y café a los enfermeros, médicos y guardias de policía que se encontrara en su camino. Ella solía contagiar a las personas de su alegre entusiasmo, la conocían por todavía conservar esa inocencia que de niña la caracterizo. Ella era la novia perfecta que querían las mamas para sus hijos, pero para la desgracia de aquellas mujeres. Adara tenia un padre demasiado celoso, ¡Oh pobre diablo de aquel que intentara acercarse a su bailarina!
El único muchacho autorizado era. Derek Swan, quien era su mejor amigo desde niños, prácticamente desde cuna. Lamentablemente también el joven Swan era demasiado celoso con su amiga. Para ellos ningún joven sobre la tierra merecía semejante joya que era Adara. Muchos valientes lo intentaron, Mike Newton fue uno de los muchos pretendientes, pero el joven rubio no logro ni siquiera acercarse a ella cuando el ejercitado adolescente ya estaba amenazándolo de muerte.
Era comprensible, tanto adolescente como adulto temían que su dulce Adara se viera destruida ante el aplastante peso de un corazón roto, pero el dolor era parte de la vida, llorar, reír, enfurecerse. Todo sentimiento positivo o negativo ella tenía que vivirlo para que pudiera madurar y crecer. Pero tanto Derek como Sebastián tenía que aprender a dejarla vivir. Tenían que aprender a dejarla volar con sus propias alas, esperando a que nadie las rompiera en el proceso.
La familia de Adara estaba tan ensimismada en protegerla y darle alegría en vez de tristeza que no le tomaron importancia a la nueva familia que se mudaba a Forks.
¡Oh! Si tan solo le hubieran puesto atención a ese detalle.
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