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Era pasado de media noche cuando Jin pudo tomar un respiro en su labor de bartender, odiaba el hecho de tener que ser él único por la decisión de Namjoon de correr al otro mesero debido a sus celos.
A Jin le parecía ridícula la aptitud de Namjoon, pero más que su ex novio era su jefe, y no se encontraba en la mejor situación económica luego de volver del servicio militar; su bajo rendimiento había anotado muy malos puntos en su cartilla, y aquello sumado a su nula universidad era obvio que le costaría conseguir un trabajo con tan buen sueldo.
No importaba la exigencia o los coqueteos que recibía, Jin podía con eso. Sabía de antemano el tipo de escoria que eran en su mayoría los clientes de ahí, no podía fiarse de una cara bonita siendo que se encontraba en un bar, le había costado mucho lograr lo que ahora tenía como para perderse en un hombre.
No señor, Jin prefería morir solo y - si al menos le gustaran - con diez gatos antes de rendirle cuentas a alguien. Tenía muy larga experiencia con las malas relaciones y estaba cansado de creer que un día un hombre lo amaría de verdad, porque sí, aún luego de todo Jin creía en el amor.
Porque lo sentía, aunque no tuviera la misma intensidad cada vez que veía a Namjoon. Y al mismo tiempo se sentía decepcionado, el saber que Namjoon era muy abierto no justifico nada al enterarse que se había tirado a la mayoría de los chicos que prostituia, aquello fue un golpe bajo para Jin puesto que convivía con todos los que trabajan ahí.
Luego de su recorrido mental por el pasado suspiro cansado, se sirvió un poco del te que siempre llevaba en un termo y bebió con calma pues todos parecían entretenidos con el espectáculo que Jungkook daba en el escenario.
No tenía mucho que había comenzado y los espectántes ya gritaban que se quitara el disfraz de bombero. Jungkook parecía disfrutarlo, siempre contento y con una mirada feroz, tocandose frente a todos.
Jin lo aceptaba, Jungkook era un niño muy atractivo.
Con un cuerpo fuerte y fornido, era alto y su cabello azabache resaltaba su tono de piel, tenía un tanto de rasgos gruesos, lo suficientemente masculinos sin llegar a ser agresivos. Sí Jin aceptará una salida con Jungkook nadie se daría cuenta de la edad...
- Tal vez. - Soltó bajito en respuesta al "Ya veremos" de Jungkook.
...
- D-detente... - Hoseok tomó unos mechones de cabello castaño y lo hizo mirarlo.
- ¿No quieres que te la chupe? -
- Por dios Taehyung... - El menor estaba de rodillas frente a la aún cubierta erección de Hoseok, lo tomó de las axilas y lo subió
-sorprendió de lo liviano que era- de nuevo a su regazo.
Taehyung acarició los cabellos en su nuca y Hoseok cerró sus ojos disfrutando del toque. Había pasado tanto desde que alguien lo había confortado así...
- Tengo que irme. - Le dijo y Taehyung asintió siguiendo sus caricias.
- ¿Vendrás mañana? -
- No. - Respondió tajante.
- Qué bien entonces, porque mañana es mí día de descanso y te aseguro que ninguno aquí te hará sentir como yo. -
- Pareces demasiado seguro de ti mismo. - Murmuró ya sintiéndose relajado.
- No por nada soy tan popular aquí. -
- ¿Debo preocuparme por eso? - Preguntó volviendo a su conciencia y mirando al castaño.
- No, estoy limpio. Siempre uso condón. - Finalizó dando un beso en la punta de la fina nariz de Hoseok.
- De acuerdo. - Se levantó de la cama y Taehyung se ocupó de volver a abotonar su camisa y acomodar su cabello.
- Listo. - Dio unos golpecitos con la palma abierta sobre su pecho y Hoseok le sonrió encantado de sus mimos.
- Gracias. - Tomó el suéter que había quedado en el suelo y volvió a ponérselo buscando luego la cartera en su pantalón. - Ten, Taehyung. - El castaño lo aceptó, contó y luego miro a Hoseok.
- Esto es más de lo dije-
- Esta bien. - Le cortó. - Me haces sentir bien. -
- Es mi trabajo. - Respondió con una sonrisa orgullosa. Hoseok dejó una última caricia sobre su cabello y salió queriendo ignorar la fila de hombres que ya había.
...
Jimin despertó antes que el peliazul debido a los toques en la puerta y se levantó sin cuidado puesto que no era la primera vez que dormían juntos y sabía que Yoongi tenía el sueño muy pesado.
- Jimin. - Le llamaron y volvieron a tocar. El pelirosa se miró en el espejo antes de abrir.
- ¿Sí? - Jungkook ya estaba listo cargando su pequeña mochila. - Oh dios, lo olvide, no puse la alarma, pero dame unos minutos y-
- No te preocupes, de hecho venía a decirte que tengo otros planes y no puedo llevarte. -
- ¿Tienes otros planes? -
- Sí, sería bueno que llamarás un taxi. - Un sonoro ronquido venia desde dentro. - ¿Él está aquí? - Preguntó Jungkook queriendo asomar su cabeza pero Jimin cerró un poco más la puerta. - Esta bien, no diré nada, pero dile que se valla antes de que pase Namjoon o te meterás en problemas. Adiós. -
- Adiós... - Una vez perdió al pelinegro de vista al doblar por el pasillo, Jimin cerró la puerta de su camerino y se recargo de espaldas a esta. Yoongi seguía profundamente dormido en una manera incómoda sobre el sillón.
Lo dejo descansar unos momentos más mientras preparaba sus cosas para irse, terminó vistiendo algo más decente y puso un gorro de lana sobre su cabeza. Zarandeó a Yoongi por los hombros y luego de una lucha de diez minutos despertó.
- Buenos días Jiminnie. - Murmuró levantándose de a poco. - ¿Qué hora es? -
- Las seis, un poco tarde considerando que hay salir de aquí. -
- De acuerdo. - Dijo acomodando su chaqueta. - Te veo afuera. - Dejo un beso corto sobre los labios abultados de Jimin y se fue antes de que el pelirosa pudiera protestar.
Luego de rendir cuentas a Namjoon y de un sermón sobre ser el mejor empleado y seguir así Jimin salió del lugar que ya estaba por cerrar, eran un poco más de las siete de la mañana y ya tenía unas ganas inmensas de llegar a casa, ver a su familia y dormir un poco.
No se sorprendió de no ver el convertible de Jungkook aunque si se desánimo, en cambio el auto estándar de Yoongi si estaba ahí.
Yoongi dentro del asiento del piloto mientras veía a Jimin, esperando a que subiera el auto y llevarlo consigo, pero Jimin negó y camino por otro lado.
No iba muy rápido puesto que en ocasiones luego de "trabajar" le costaba un poco caminar, además de que no dormía demasiado y estaba cansado, le faltaba muy poco para llegar a la estación de metro y aunque odiara usarlo no podía darse el lujo de pagar un taxi.
Cuando estaba por entrar a la estación un claxon sonó desesperadamente y solo por ocio miro en la dirección, Yoongi ya había bajado y estaba casi corriendo donde él.
- ¿Qué se supone que estás-
- Déjame llevarte a tu casa. - Le corto. - Solo eso, enserio. -
- No, ¿Qué tal y es una de tus trampas para llevarme contigo? - El peliazul agachó la cabeza y luego volvió a mirarlo.
- Lo prometo, te llevaré a tu casa y luego me iré, sabes que yo siempre cumple mis promesas. - Claro que lo sabía, Yoongi era la persona más honesta que conocía.
- Bien, solo por esta vez. - Volvieron donde el auto y Yoongi se apresuró para abrirle la puerta, Jimin no le agradeció pero sonrió sin que él otro lo viera. Yoongi entró al auto también y Jimin le dio la dirección.
- ¿De verdad vives tan lejos? -
- Dijiste que me llevarías, no protestes. -
- No protesto. - Fue un recorrido en silencio en el que Jimin prefirió mirar por la ventana en lugar de lidiar con las miraditas de Yoongi en cada semáforo.
Luego de casi una hora de camino Yoongi se estaciono en la orilla de una calle no muy agradable.
- Bueno, gracias. - Estaba por salir cuando Yoongi bajo los seguros con el mando automático. - Yoongi... -
- No quiero dejarte ir, es la primera vez que aceptas un poco de mi sin estar en ese lugar - refiriéndose al bar -
- Tampoco puedes retenerme. -
- Jimin, yo de verdad quiero estar contigo. - El pelirosa suspiro y miro a Yoongi, con esa carita de gatito perdido.
- Estás muy loco, ¿lo sabías? - Sonrió un poco y tomó la nuca de Yoongi para acercarlo y dar un choque de labios que después de pasar de la sorpresa se convirtió en algo más intenso.
Yoongi gimió contento, tomando las mejillas de Jimin entre sus palmas y avariciándolo con sus pulgares. Antes de dar paso a sus lenguas, Jimin se separó.
- ¿Ahora puedo irme? - Yoongi negó con una boba sonrisa, pero respondió.
- Sí, adiós Jiminnie. -
Cuando el auto se fue Jimin camino aún más lejos y profundo entre las solitarias calles hasta llegar al sucio callejón donde se encontraba su hogar.
No quería que Yoongi supiera la realidad de dónde proviene, prefería hacerlo creer que vivía en una zona no tan agradable pero que era un lujo a comparación de dónde vivía.
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