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XV

🌙 La Guerra de los Mundos 🌙

          Después de todo un día entero conduciendo en dirección a Kansas, al fin llegaron a su destino, cuando empezaba a caer la noche sobre aquellos dos perros callejeros.

          Will dejó las llaves puestas y salió solo del coche, mirando a la que se suponía que iba a ser su casa, impactado y sin terminar de creérselo. Maisom había bajado la ventanilla del coche y también contemplaba su casa, su nueva casa al menos, que ya seguro que no iba a serla, pues de ella lo único que quedaban eran los escombros de las maderas quemadas.

          — ¿Pero qué...? —mascullaba el chico, con las manos en la cabeza.

          Maison miraba con cierta pesadumbre aquel lugar. Ya era la segunda vez que llegaban a un sitio donde se suponía que podrían establecerse y empezar a vivir, y tenían que marcharse por los inconvenientes del lugar. Primero una mansión encantada. Ahora una vieja casa quemada.

          — ¡MIERDA! —exclamó Will, inclinando hacia delante su cuerpo.

          —Will... —El chico se giró a ella, alicaído y un poco angustiado. Se acercó a la camioneta y apoyó las manos sobre la ventanilla del coche.

          —Lo siento, Maison. Te prometí sacarte de este sitio y... —La chica puso su mano sobre la de él y sacudió la cabeza.

          —Tranquilo. Ya se nos ocurrirá algo —sin embargo, Will no parecía tan convencido.

          Miró al suelo y negó con la cabeza. Se sentía mal consigo mismo. Estaba siendo un fracaso monumental. Él y cada cosa que intentaba.

          —Creo que Gavin no hizo bien al mandarte conmigo —murmuró —. Ni si quiera sé cuidar de mí mismo, ¿cómo voy a protegerte a ti? No me necesitas para nada. Tú sola puedes con lo que sea —levantó la cabeza —. Lo siento, Maison, pero me parece que al final vas a tener que ayudarme tú a mí, en vez de al revés...

          —Si Gavin te eligió es por algo. Will, yo nunca me he fiado de mucha gente, tan solo, en dos tipos. Y ellos me enseñaron a desconfiar en aquellos en quienes ellos desconfiaban. Gavin confiaba en ti, así que, yo también lo hago.

          Will miró a la chica conmovido. Le sorprendía la fé ciega que Maison tenía en Gavin, ese chico que daba la impresión de ser tan poquita cosa y que al final, dio su vida por ella. Will se preguntaba si él sería tan fuerte como para dar la vida por alguien, y por el momento, su corazón le decía que no.

          — ¿Qué vamos a hacer ahora? —preguntó Will cansado.

          Maison pensó. Tenían que conocer algún sitio disponible, vacío, alejado de las masas y protegido. No había muchos sitios así donde pudieran esconderse y pasar desapercibido, así que, no debía de ser muy complicado. Tras mucho tiempo buscando entre sus recuerdos, dio con el sitio idóneo, y se maldijo por no haberlo pensado antes.

          —Will. Conozco un sitio. Es perfecto, créeme, yo viví allí un tiempo.

          — ¿Ah, sí? ¿Y qué sitio es ese?

          —Utah. Es un... Palacio —una sonrisa burlona asomó en su rostro —, bueno, no, así es como Crowley lo llamaba... Es un antiguo manicomio abandonado. Pero realmente parece un palacio. Antes era donde Crowley, el Rey del Infierno, tenía su trono y estaba infestado de demonios, pero con él fuera...

          — ¿Estás segura de que no habrá nadie allí?

          —Si Crowley ha muerto y Lucifer ha desaparecido, sí. Lo estoy. Los demonios no tendrían nada que hacer allí.

          —Un momento... ¿Lucifer? ¿Ese Lucifer?

          —No creo que exista otro —contestó con una carcajada.

          — ¿Y dices que ha desaparecido?

          —Exacto —respondió con mucha seguridad.

          Will se mantuvo quieto unos segundos, confuso e incapaz de tomar una decisión correcta. Al final puso los ojos en blanco y volvió a subirse a su asiento. Le preocupaba que estuviese equivocada y algo malo les pasase, pero, sus poderes, unidos a los doblemente fuertes poderes de Maison, podrían deshacerse de cualquier cosa... Aunque Lucifer... Era Lucifer...

          —Bien. ¿A dónde, capitán? —preguntó cambiando la voz, subiendo el volumen de forma divertida, imitando a un pirata, o eso es lo que parecía.

          —A Utah —respondió ella mirando al frente —. A casa...

§

          —Si alguna vez te pierdes. Si alguna vez alguien intenta hacerte daño o te quedas sola. Si alguna vez... Quieres verme. No lo dudes, Maison, esta es tu casa, tuya y de nadie más. Y siempre que quieras podrás regresar. Pero ahora, por lo que más quieras, corre. Vete de aquí y aléjate cuánto puedas. Algo malo de acerca y si te ocurriera algo... No me lo perdonaría...

          A Maison se le hizo un nudo en la garganta al recordar esas, las últimas palabras de Crowley. Nunca antes le había dicho algo así, y fue en ese momento, cuando Maison huyó del viejo manicomio, cuando se dio cuenta de lo mucho que el demonio la quería y de lo mucho que ella le quería a él. Las lágrimas que corrieron por sus mejillas aquel día eran las mismas que amenazaban con salir entonces, lloraban por la misma razón, por la misma persona.

          — ¿Estás bien, Mais? —preguntó Will en un tono muy suave y cálido, envolviendo con su mano tiernamente el brazo de ella.

          Maison le miró algo angustiada, pero tragándose todo ese dolor que había crecido desde que volviera a ver el espíritu de Crowley en aquellos túneles. Sin duda alguna, Maison era muy fuerte, y se debía a todas las cosas que había tenido que sufrir de niña. Ahora, siendo casi una adulta, miraba con valor a todas esas cosas que antes la asustaron o hicieron llorar. Ahora no lloraba, ahora se guardaba sus sentimientos más profundos y malos para no dar pena a nadie. Sin embargo, aquel chico parecía ser inmune a sus esfuerzos.

          —Tranquila —añadió con una amable sonrisa —, te dije que ya nunca más estarías sola, ¿verdad? —La mano de Will se deslizó por el brazo hasta alcanzar la tímida mano de la chica, y la agarró con firmeza, entrelazando sus dedos —Sea lo que sea, ya no importa, porque ahora yo estoy contigo.

          Definitivamente, Will era inmune a sus esfuerzos de mantener encerrados sus pensamientos malos que la hacían sentir tan triste. Y se debía a que él mismo había estado en su piel. Ambos hijos de lo prohibido, ambos adoptados viviendo un cuento de hadas hasta que alguien llegó para matarlos. Una vida, más larga o más corta, huyendo sin parar por mantenerse respirando. Eran lo que comúnmente se conoce como almas gemelas que el destino había querido juntar. Maison sonrió al darse cuenta de esto. Nunca más estaría sola. Pero él tampoco. Vista al frente y con una ambiciosa sonrisa, estaba preparada para recibir su nueva vida con los brazos abiertos.

          —Adelante.

          Abrieron las puertas con cuidado y aún así, rechinaron y el eco atravesó todo el edificio. Los dos se miraron un poco disgustados; eso habría que arreglarlo. El interior, tal y como Maison había dicho, se encontraba vacío y abandonado. Estaba en peor estado que la primera casa, pero, al contrario que la segunda, esta tenía paredes y techo.

          —Este sitio puede estar bien —comentó Will —, si pintamos las paredes y liberamos los pasillos y las habitaciones de toda esa porquería, quedaría un lugar agradable y espacioso —observó.

          —Me alegro de que te guste, pero esto solo es el principio. Yo vivía abajo, y ese sitio sí que estaba bien. Te encantará, ya lo verás.

          — ¿De verdad? —Un hombre vestido de negro de pronto apareció de detrás de una columna.

          Will y Maison retrocedieron sobresaltados y se miraron. Will empezaba a pensar que tal vez no fuera tan buena idea refugiarse allí. Y Maison empezaba a pensar que no estaba tan vacío como se suponía que debería estar.

          — ¿Y tú quién eres? ¿Un demonio? —preguntó la chica sin rodeos.

          —Oh, no, niña, solo soy el tío que trabaja con uno.

          — ¿Un traidor? —Maison se rió —Eso sí que es nuevo.

          — ¿Y tú eras...?

          Maison guardó silencio. Ese tío acababa de decir que trabajaba con un demonio, no con los demonios. Supuso que alguien de había puesto al mando y no le convenía que todos supiesen quién era ella.

          —Solo una transeúnte que de ha equivocado de sitio... Nosotros... Ya nos íbamos —agarró de la camiseta a Will y tiró de él hacia atrás —. Un placer conocerle señor... Eh... —se giraron, le dieron la espalda y dieron el primer paso de la carrera.

          Sin embargo, no llegarían muy lejos, ya que el traidor había desenfundado dos armas taser con las que disparó a los dos y electrocutó al instante. Con una sonrisa, recogió las armas y se acercó a los cuerpos inconscientes de los dos adolescentes.

          —Ketch. Señor Ketch. Un placer...

§

          Lo primero que sintió Maison cuando volvió en sí, fue el frío suelo. Y cuando abrió los ojos, creyó seguir inmersa en un profundo sueño del que no acababa de despertar. Todo a su alrededor era frío y oscuro, aunque no estaba en un lugar silencioso, más bien, cada pequeño movimiento que se hiciese allí, resonaba con eco por toda planta. La única luz que penetraba en la estrecha sala en la que se encontraba, se encontraba a bastante altura y no era más que una pequeña rendija, como un conducto de ventilación de las alcantarillas. Miró a su alrededor. Distinguió paredes, pero no una puerta, todo estaba demasiado oscuro. Fue cuando se percató de que estaba sola que empezó a sentir una asfixiante presión en el pecho.

          — ¿Will? —preguntó nerviosa —Will, ¿estás ahí? —se levantó del suelo — ¡William!

          Una rendija se abrió de pronto, asustando a Maison que guardó silencio de inmediato. Por lo visto sí había una puerta, pero parecía abrirse únicamente por fuera.

          —Ya estás despierta, ¿eh, granuja? —era un hombre, de voz ronca y persuasiva, de cabellos grises y enmarañados, vestido totalmente de blanco —Qué buena noticia... —hablaba de una forma que parecía estar doblando al típico villano, al malo de película clásico con voz grave y firme. Maison se fijó también en la cicatriz que lucía este hombre en la cara.

          — ¿Y tú quién eres? —preguntó ella.

          —Mi nombre es Asmodeus, un Príncipe del Infierno —contestó con prepotencia.

          — ¿Dónde está Will?

          —Oh, tu novio está aquí al lado, no te alteres.

          Maison estaba atrapada. No podía usar sus poderes, ese tipo no era de fiar, mejor que siguiese desconociendo su naturaleza.

          —Ahora me toca a mí. ¿Quiénes sois y qué habéis venido a hacer aquí?

          Maison guardó silencio, se retiró de la puerta y retrocedió hasta estar al otro extremo de aquella celda.

          —Así que no vas a hablar... —masculló —Habrá que incentivarte un poquito...

          Asmodeus abrió la puerta y agarró a Maison del brazo. Ella chilló, se retorció. Se tiró al suelo para hacer incluso más fuerza, pero el demonio la sacó a rastras de su celda. La levantó bruscamente y la agarró del cuello cuando llegaron a la celda en la que se encontraba Will. El chico, al igual que los otros dos presos que lo acompañaban en celdas contiguas, se levantaron tan rápido como vieron y escucharon a Asmodeus y a Maison llegar al pasillo.

          —Maison —dijo entre dientes.

          —Muy bien, parejita, tenéis un minuto para empezar a hablar o si no, uno de vosotros morirá.

          —Venga —intervino Maison —, mátame, inténtalo, al menos te llevarás una medalla a la participación.

          —No, no, creo que no lo habéis entendido —acercó la boca al oído de la chica, que se retorció al sentir a aquel monstruo tan cerca, Will agarró con fuerza los barrotes —Si no habláis, uno tendrá que matar al otro.

          —Eso es ridículo —se rió la chica —, ¿y si nos negamos?

          — ¡Oh, niña! Si no lo hacéis, entonces... —abrió la puerta de la celda y la tiró al interior —Os quedaréis ahí encerrados, viendo cómo poco a poco os sentís peor. Y así uno verá al otro morir sin poder hacer nada. Entonces, soltaré al superviviente.

          —Ese plan es estúpido. Igual que tu estúpido traje —escupió Will —. Solo espera un poco, y no hará falta que digamos más, te enseñaré lo que le hago a la gente que me enfada.

          Asmodeus, retándolo con la mirada, se acercó a los barrotes y sonrió.

          —Estoy deseándolo...

          Dicho esto, se dio la vuelta y se marchó del pasillo, dejando a sus cuatro prisioneros a solas. Maison se masajeaba el cuello dolorido. Will se acercó a ella preguntando si le había hecho daño.

          —Eh, chicos, ¿estáis bien? —preguntó una voz desde el otro lado del pasillo.

          —Sí —respondió Maison, palpando aún su cuello.

          — ¿Por qué no te has enfrentado a él? Podrías haberle aplastado tú sola... —preguntó Will.

          —No —respondió Maison con convicción —, Will, de haberlo hecho, ahora sabría de mis poderes, y preferiría que siguiera pensando que soy normal. Una cazadora.

          —Pues te lo advierto, la próxima vez que nos ponga la mano encima, pienso usar los míos...

          —Tranquilo, tigre —apareció el cuatro preso, cuya celda ers contigua a la del otro —. No sé de qué poderes estáis hablando, pero no creo que os sean muy útiles aquí. Los nuestros no lo son...

          — ¿Los vuestros? —Los dos chicos de acercaron a los barrotes para ver a los dos hombres que les estaban hablando — ¿Tenéis poderes?

          — ¡Pued claro! —exclamó el segundo como si se tratara de algo obvio. Era un hombre de pelo corto y claro, de ojos oscuros, vestido con una camiseta blanca y una chaqueta de color arena —Chavales, resulta que somos Ángeles, bueno, él es un Ángel —corrigió, menospreciando al otro, un hombre, de cabello oscuro y ojos claros, vestido con camisa, corbata azul y una vieja gabardina —, yo soy Lucifer.

          Maison y Will se quedaron ahí clavados, mirando al supuesto diablo con tensión y pánico. Él sonrió y luego soltó una carcajada.

          — ¡Eso es! —aplaudió — ¿Has visto eso, Cas? Esa debería de ser la reacción de alguien cuando escucha mi nombre. Sí, muchachos, soy el único y genial Lucifer.

          —Eso de genial, vamos a dejarlo —murmuró el Ángel, el llamado, Cas —. Tranquilos, no os va a hacer ningún daño.

          —Perdona si discrepo y dudo de ello —masculló entre dientes Will —, pero es el maldito diablo...

          —Créeme, no os hará daño. Está débil.

          — ¡Cas, no les digas eso! ¿Qué impresión tendrán de mí entonces?

          Cas y Lucifer iniciaron una discusión sin sentido en la que el primero con serenidad le decía que se dejara ya de estupideces y el segundo, como un niño pequeño enrabietado, le decía algo de que debía mantener una reputación.

          — ¿Cómo que débil? —preguntó Maison, interrumpiendo.

          Lucifer gruñó y miró a la chica, algo deprimido e incómodo.

          —Muchas gracias, Cas... —murmuró —Pues... ¡Te lo voy a contar rápidamente! —dio una palmada y pareció volver a venirse arriba; Will no estaba dando crédito alguno de lo que vía, ¿en serio ese tío era Satán? —Cuando los amigotes de aquí el Ángel de la gabardina me encerraron en una versión alternativa de nuestro universo, una en la que el Apocalipsis no fue interrumpido, fui apresado por un tipo llamado Miguel, un Arcángel que en esta versión del mundo, es un blandengue. Pero, este otro Miguel, es un capullo integral que me ha quitado parte de mi gracia y ahora estoy... Pues eso, sin vitaminas...

          Will y Maison ahora sí que se habían quedado sin palabras. Ellos, que de por sí eran de mente curiosa y atrevida, ahora no tenían ni la más mínima intención de preguntar a cerca del tema porque no tenían ni la más remota idea de lo que acababa de contarles como una película de ciencia ficción.

          — ¡¿Qué?! —exclamaron a la vez.

          —Ay, y eso que parecían listos —se quejó Lucifer —, no importa, ¿sabéid? En realidad, lo único que importa es que, uno, yo no tengo mi gracia, dos, estamos aquí atrapados donde no podré recuperarla, y tres, un Miguel de un mundo apocalíptico está a punto de venir aquí con su ejército de Ángeles a convertir nuestro bonito rincón en una representación muy oscura del Juicio Final.

          —Un momento, ¿qué has dicho? —preguntó Maison con los nervios a flor de piel — ¿Cómo que va a venir aquí?

          —Oh, sí, niña —respondió el diablo con miedo en la mirada —, se acerca el final. La Guerra de los Mundos... Está por llegar.










Buenaaaas.
Me paso por aquí para decir varias cositas importantes e interesantes.

Pues para empezar, gracias a todos los que habéis llegado hasta aquí. De verdad que no creí que fuera a gustar está locura de historia que se me ocurrió estrujando mi cerebro para poder jugar estas dos series que tanto me gustan en una sola historia. Los que la siguen desde sus inicios, dan fé de las veces que he podido cambiarla, borrar los capítulos porque algo dejaba de tener sentido o dejaba de resultarme llamativo. Pero en fin, eso queda atrás, ahora estamos aquí, y una de las cosas que quería deciros es que ¡quedan diez capítulos para el final! Me gustaría acabarla antes de que se estrene la temporada 14 de Supernatural (por cierto, alguien más está nervioso y ansioso por verla?), pero como empiezo las clases y este es un curso duro, no sé si lo acabaré a tiempo. Y luego.... La segunda novela ya está preparada. Al menos, ya sé con qué serie toca hacer crossover, y espero que os guste (seguro que os gusta, ya lo veréis), que por cierto, en la historia de Instagram que estoy haciendo, wayward girl, ya he dicho con qué serie haré crossover. Y a todo esto, ¿os gustaría conocer el título del siguiente libro?
Y eso era todo. No me entretengo más. Nos vemos!!

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