XIX [2]
🌙Wayward Sisters🌙
Desde fuera, Maison observaba el supuesto lugar donde una grieta se había abierto a otro mundo, dejando pasar a una horda inimaginable de monstruos que jamás habían visto. ¿Cuántos habría? ¿Cuánto tiempo les quedaría? Un fuerte pesimismo la llevaba a pensar que aquello no saldría bien, como todo lo que hacía.
—Bien, ¿habéis entendido el plan? —preguntó Claire, con autoridad.
—Cristalino —respondió Will de brazos cruzados y malhumorado —, pero, ¿todo esto va a funcionar? Sí, tu madre se cargó a uno de esos, pero, quién sabe los que puede haber ahí dentro.
—No lo sabremos hasta que lo intentemos, ¿no? —dijo Alex al chico.
—No sé... Todo esto me sigue pareciendo un suicidio.
—Por no decir que Sam y Dean podrían estar muertos ya —añadió Kaia.
Maison se giró un poco a mirarla. Por todo lo que sabía, matar a Sam y a Dean era complicado, o, mejor dicho, mantenerlos muertos. No sabía qué era ese sitio al que Kaia rehusaba a ir, del que esos monstruos venían. Sin embargo, bien que ayudó a abrir la puerta, bien que ellos querían meterse ahí. Maison no entendía muy bien la situación que estaba aconteciendo, así que, dejó de comerse el tarro y se acercó a preguntar.
—Oye, Kaia, aún no nos has contado qué intentaban los Winchester.
La chica se giró a verla.
—Sí que lo hice. Dije que pretendían rescatar a su madre.
—Y recurrieron a ti. Si tanto miedo te da ese lugar, ¿por qué abriste la puerta?
—En primer lugar, yo no abrí la puerta. Yo solo mostré el camino. Dean me presionó para hacerlo. ¡Y no era allí a dónde debía llevarlos! Ellos querían ir a otro mundo, uno... Diferente.
Maison asintió, comprendiendo.
— ¿Y quién lo hizo? ¿Cómo se abre una puerta a otro mundo? —preguntó Patience, uniéndose al interrogatorio.
—Un Nefilim —Maison y Will alzaron la mirada en el mismo momento en el que pronunció aquella palabra —. Se llama Jack.
—Un momento, ¿Jack? ¿Está ahí dentro? —preguntó Maison un poco alarmada, bajo la atenta y celosa mirada de Will — ¡¿Y por qué no nos lo has dicho hasta ahora?!
—Porque no lo sé. No sé qué ha sido de Jack. Puede que esté allí o... Igual que yo, puede estar en otra parte. Hubo una explosión, algo así, y cuando desperté, estaba en una carretera, cerca a Sioux Falls. A lo mejor él también está aquí...
Claire estudió atenta las reacciones de Maison. De simplemente participar, ahora parecía impaciente por entrar en ese astillero, obviamente, sabiendo la existencia de Jack, el Nefilim, en la ecuación.
— ¿Qué pasa? ¿Ese Jack es tu novio o qué? —preguntó la rubia, Will se sobresaltó.
—Jack y yo... Tenemos un vínculo raro. Somos los dos únicos Nefilim en la Tierra, y hasta verlo, no sabía de la existencia de otro —explicó Maison —. Yo no sé quién es mi padre, no sé qué Ángel puso la semillita, pero, hay una mínima posibilidad, muy pequeña, de que sea el mismo que el de Jack —continuó —. Hay una pequeña posibilidad de que Jack sea mi hermano. Eso es lo que pasa.
Las chicas se miraron entre sí. No eran conscientes de la vida de mierda que había llevado Maison, pero no era muy difícil averiguar que había estado sola la mayor parte del tiempo. Estaba cerca. Podía encontrar a su padre. Y ahora, también a un hermano. A lo mejor. Los Winchester podían ser su familia, según Billie, pero no era seguro. En cambio, Jack, fuera quién fuera su padre, era su familia. Ya sea hermano o primo. Pero era seguro. Jack era su verdadera familia, y no podía permitir que eso se le escapase otra vez. Por su parte, Will sintió como se le iban todos los celos. Lo que parecía una atención excesiva, atracción por ambas partes, en cuanto a Jack y Maison, no era esa clase de interés, sino, el interés y la emoción de encontrar a la familia. Will también cayó en la cuenta de que eso, entre todas las mentiras que podían escuchar, eso en concreto, era cierto. Jack y Maison eran parientes.
La chica suspiró.
—Y Sam y Dean también... —murmuró Will, el chico se acercó a su amiga, cediendo —Jack es tu familia, de eso no cabe duda. Pero los Winchester... Ellos también podrían serlo —Maison lo miró confuso —. Por eso vamos a ir a rescatarlos.
Maison levantó las cejas sorprendida, al mismo tiempo que una suave carcajada sonaba de espaldas al chico.
— ¿No decías que era un suicidio? —preguntó Claire.
—Y lo es —Will se giró a las otras —, por supuesto que lo es.
—Pero has cambiado de opinión.
—A veces hay que hacerlo...
— ¡Bueno! ¿Entonces, qué? ¿Nos vamos? —preguntó Alex, dando una palmada.
Entre ellos, compartieron una mirada de convicción y atrevimiento, dando a entender que todos luchaban en el mismo bando, y que, sí, se subían al barco.
§
Se acercaban. Gruñían las bestias y se relamían conforme a cada paso que daban. Un polvoriento coche azul se encontraba ahí, en mitad de la nada, pero era lo único que mantenía a Jody y a Donna fuera de la vista de los monstruos. Ambas aguardaban en silencio, con las armas a la vista, bien sujetas y con el seguro quitado, preparadas para disparar a cualquier cosa que apareciera al otro lado de los cristales del vehículo.
Golpearon el coche. Sabían que estaban ahí metidas, pero albergaban la esperanza de no ser vistas aún. Dos monstruos pasaron por delante, apoyándose en las ventanillas, ambas los tuvieron a tiro, pero ninguno de ellos se giró ni hizo ademán de atacarlas. Simplemente caminaron hacia delante. Luego se subieron sobre el coche. Jody suspiró, temblorosa y cerró los ojos por un momento, pensando en qué podían hacer. Esas cosas se habían detenido sobre el coche y no parecían querer moverse de allí, y seguramente, habría otras cuantas rodeándolo. ¿Qué podían hacer para salir de allí?
—Si salimos corriendo, estamos muertas —sentenció Donna, como si estuviera leyendo su mente.
—Y si no también —respondió Jody.
—Eso es verdad...
El monstruo saltó sobre el techo del coche, zarandeándolo bruscamente. Sobresaltadas, levantaron las armas y dispararon, haciendo varios agujeros en el techo. El monstruo saltó y golpeó la puerta de Jody. Le brillaban los ojos de un color rojizo, espeluznante, dos puntos rojos en medio de un rostro sombrío y monstruoso. Jody se incorporó y apuntó al monstruo, pero antes de que ninguno pudiera hacer nada, una potente llamarada lo barrió de golpe. Las dos salieron del coche, enmudecidas. Jody vio a la criatura, calcinada en el suelo a unos pocos metros de ella, mientras que Donna miró de frente, encontrándose a sus salvadoras.
Claire sostenía el lanzallamas que Donna traía en su coche, y tras ella, Patience, Alex y Kaia conformaban su equipo.
—Llamé. Y no contestabas. Nos preocupamos —explicó apagando su arma.
Jody, sin poder quitarla los ojos de encima, sonrió con orgullo.
— ¿Dónde está el otro? —preguntó Donna.
— ¿Hay otro? —preguntó Pacience con un escalofrío.
— ¡Había otro! —anunció Maison, apareciendo junto a Will, sacudiéndose las manos —Ahora solo queda una mancha en el suelo —sonrió.
—Maison —Jody volvió a sonreír —. Creí que te ibas a marchar.
—Bueno, si algo hemos aprendido en este tiempo que hemos estado con vosotras, es que no se da de lado a la familia —respondió Will —. Aunque eso implique ciertos riesgos.
—Sí, pero, supongo que los Ángeles andarán lo suficientemente entretenidos con todo lo que está pasando como para prestarme atención, ¿no?
—Pan comido —añadió Claire.
La chica rubia se giró sobre sí observando el lugar. Un ligero zumbido y un suave brillo procedían de arriba, y como moscas a la miel, Claire salió disparada hacia allí, a pesar de la mirada de súplica de Jody, seguida de ésta y de Kaia.
— ¡Claire, espera, por favor! —exclamó Jody, topándose con las dos chicas paradas frente a la luminosa e imperfecta grieta que se sostenía en el aire —Joder...
— ¿Qué? —preguntó Kaia, al ver el rostro de sorpresa de Jody.
—Se ha hecho más pequeña. Se está cerrando...
Automáticamente, Claire dio un paso al frente y se lanzó hacia la puerta, pero Jody la retuvo.
— ¡No, Claire, para!
— ¡Jody! Ya sé que intentas protegerme. Pero debo salvar a Sam y a Dean. Tienes que dejarme.
Jody la miró confusa durante unos segundos, pero comprendió lo mucho que esto significaba para Claire. Con convicción, reteniendo su instinto maternal y el miedo a perderla, cedió.
—Lo sé.
§
Donna cargó su escopeta con agilidad y la puso el seguro antes de ofrecérsela a Patience.
— ¿Has disparado alguna vez?
—No...
—De acuerdo, pues aquí tienes —la morena cogió la escopeta —. Apunta en la dirección aproximada, relájate y dispara. Aprieta, no empujes.
—Y cuidado con el impulso —advirtió Alex sonriente.
Un rugido alertó a la retaguardia. Venía desde las profundidades del barco, pero no lo bastante lejos como para desaparecer de allí. Donna miró a Maison y Will.
— ¿Y vosotros? ¿Tenéis algo?
—Uy, sí —respondió pícara Maison —. Tenemos un plan —Y acto seguido, su mirada cobró ese particular brillo dorado que todos los Nefilim poseían —. Will, ya sabes qué hacer.
El chico sonrió. No estaba del todo seguro de sí su plan iba a funcionar con esos bichos, pero había hecho aquello antes, con dos chicas, por lo menos podía intentarlo. La criatura bajó de un salto y se asomó, a lo lejos, por entre los coches y las cajas.
—Está ahí... —Otro rugido por la espalda, alertó a Donna.
Cuatro monstruos más se presentaron de pronto. Estaban rodeados.
—Donna, estos son nuestros —avisó Will, dando un paso al frente.
Miró fijamente a las cuatro bestias que se acercaban, Maison lo miraba de vez en cuando, preparada para lanzarlos por los aires si no resultaba, al mismo tiempo que retrocedían, pegándose los unos a los otros, con Donna apuntando al que venía por el otro lado.
—Chicos, si vais a hacer algo, será mejor que lo hagáis ya —dijo Alex apresurada.
—Esperad... Solo un poco más... —Will se llevó la mano a la cabeza, y presionó más.
Las bestias gruñeron, se acercaron a ellos despacio, cada vez más cerca.
—Will... ¡Esto no funciona! —exclamó Patience.
—Ya... Casi... —Maison apretó los puños, Patience le quitó temblorosa el seguro a la escopeta y los monstruos rugieron. Fue casi más un grito, como el de los dinosaurios de las películas, un chillido animal y extraño, y en el mismo momento en el que se disponían a saltar sobre ellos, Will lo consiguió — ¡Ya está!
Las bestias de pronto se detuvieron y retrocedieron asustadas. Will sonrió, su plan había dado resultado.
— ¿Qué ocurre? ¿Qué les pasa? —preguntó Alex, mirando a un lado y a otro.
—El poder de Will trata de manipular las mentes. Puede hacer que veas lo que él quiere que veas —explicó Maison —. Es muy útil cuando pretendes escapar.
— ¿Y qué están viendo? —preguntó Donna.
—Al Ghouli —respondió él antes de salir corriendo, detrás de las demás, por las escaleras.
—Ah, vale... ¿Quién? —preguntó Donna, siguiéndolos.
Pero no llegó a poner ni un pie en el primer escalón cuando otro grupo de monstruos apareció, y estos, no se encontraban bajo los efectos mentales de Will y su Ghouli. Donna disparó, dando a uno y tirándolo, pero alertando también a los demás, que empezaron a rugir de esa forma tan estridente. Donna echó a correr sabiendo que venían tras ella.
— ¡Jody, socorro! —exclamó Alex, apuntando a las bestias que se asomaban desde abajo.
Donna llegó a su lado y la imitó.
— ¿Cómo vamos a parar eso? —preguntó Patience alterada.
Donna y Alex siguieron disparando, dando de lleno a unos cuantos, y a otros solo rozándolos. Se empujaban por subir primero y alcanzarlas.
—Apartad —avisó Maison.
Con sus ojos brillando de dorado, extendió el brazo hacia un armario que había a ahí en medio y con sus poderes lo hizo levitar con cuidado hasta las escaleras. Después soltó una fuerte descarga —aunque ella ni se despeinó, la verdad, lo hacía como si no costara —, y el armario salió disparado contra los monstruos, taponando las escaleras e impidiendo su paso, al menos, por un tiempo.
— ¿Cómo has hecho eso? —preguntó impresionada Patience.
—Tú ves el futuro. Yo hago mis truquitos —respondió guiañándola un ojo.
—Pero ve con cuidado. Los Ángeles...
—Tranquilo, Will. Creo que tenemos problemas mayores que los Ángeles, ¿no te parece?
—Chicas —Jody apareció depronto —, ¿estáis bien?
—Por poco tiempo —añadió Alex.
— ¿Se han ido? —preguntó Donna a Jody, ella asintió. Donna miró a su alrededor, viendo un pasillo que llevaba a un lugar más amplio, mejor para disparar y cargarse a esos bichos —Por aquí.
En efecto, la sala era mucho más amplia. Al menos de esta forma no se sentirían tan acorralados, aunque, en realidad lo estaban. Esas bestias podían salir de cualquier sitio, y no sabían cuántas quedaban. Por suerte, seguía vacía.
—Si entra algo aquí, matadlo —ordenó Jody, cargando su pistola.
—Eh —llamó Alex, viendo a Patience muy, pero que muy alterada. Ni si quiere cogía la escopeta bien, le colgaba de una mano, como la bolsa de la compra.
—Tranquila —dijo Donna —. Chicos, vosotros cómo vais de pilas.
Maison y Will se miraron, asintieron al instante.
—No hay problema.
El silencio del ambiente volvió a romperse con sus graznidos. Movieron el armario, y se acercaron. No sabían cuántos más quedaban, pero estaban preparadas. Eran fuertes y valientes. Tenían la convicción de su lado, de que saldrían victoriosas. Maison, al mirarlas, supo que se trataba de profesionales. Sintió gran admiración y lo único que deseó en ese momento, fue ser como ellas.
—Bien. A trabajar.
Se asomó el primero. Era ágil, todos lo eran, saltaban y se retorcían esquivando los disparos. Pero Donna y Jody no fallaron, y lo derribaron rápidamente. Pronto aparecieron más. Y esta vez no sólo bastó con las dos adultas para defenderse. Siguieron disparando, pero alguno pasaba los límites a los que el anterior, muerto en el suelo, llegó. Aparecían por otro lado, y corrían rabiosos a por ellas. Patience disparó varias veces, pero tan solo logró dar a las ventanas. Alex tomó el relevo y se cargó al monstruo de la morena con cuatro balazos. Pero a pesar de todo, seguían luchando, y como si fuera sencillo, disparaban, acorralada y mataban a los enemigos. Sí, Maison volvió a pensarlo. Ojalá ser como ellas algún día. Mientras, ella y Will solo observaban, mientras vinieran de uno en uno, usar su fuerza sería inútil. Apareció otro más y se lanzó directo a por Patience. Ella se asustó tanto que levantó la escopeta y disparó, y le dio de lleno. La chica se quedó de piedra, paralizada ante lo que acababa de hacer, pero los monstruos no iban a darlas ni un respiro, y el problema es que las balas estaban en su límite. Prácticamente, estaban sin munición.
— ¡Poneos detrás de mí! —exclamó Maison, viendo que estaban muy cerca, y eran demasiados.
La chica dio un paso al frente, apretó los puños y dejó que sus poderes fluyeran como nunca antes lo habían hecho. De nuevo sus ojos se pusieron dorados, alzó los brazos hacia los enemigos, abriendo las manos, y descargó su fuerza, impactando en todos ellos. Salieron volando, pero flotaron por unos segundos, manteniéndose en el aire.
—Salid... De aquí... ¡Rápido! —mandó la chica.
Poco a poco y sin dejar de mirar, las chicas fueron saliendo, y Alex no se lo pensó dos veces antes de agarrar a Will, quien no tenía intención de moverse de allí, para sacarlo a rastras. Corrieron a la sala de la grieta. Maison sostuvo en sus manos a casi seis monstruos, y por un momento, se sintió poderosa, más fuerte que nadie.
—Adelante. Aplástalos —alentó Crowley, apareciendo a su lado.
Maison lo miró y sonrió pícaramente. Miró de nuevo a los monstruos y despacio fue cerrando sus manos de nuevo en puños. Cuando se cerraron, apretó con fuerza, y los cuerpos flotantes retorciéndose de dolor, estallaron y se redujeron a cenizas. Los ojos de Maison volvieron a teñirse de azul, y el brillo que desprendían sus poderes bajo la piel, se apagó. Jadeando se inclinó y apoyó sobre las rodillas.
—Bien hecho, Maison...
La chica miró hacia su amigo demonio, sin embargo, ya no estaba. Se irguió, y salió corriendo de allí, para reunirse con los otros. Pero cuando llegó, se topó con el panorama. Claire estaba tendida en el suelo, en brazos de Jody, llorando, muy afectada, y casi sin fuerzas. A su alrededor, estaban los demás. Alex y Will miraban al suelo, y Patience miraba a Jody y Claire con los ojos muy abiertos. Eso era lo que había visto en su visión, no a Claire muerta. Donna también las miraba, con pesadumbre y Maison se percató de la falta de alguien.
—Kaia... —murmuró en voz alta, llamando la atención de casi todos.
— ¡Maison! ¿Qué ha pasado? ¿Estás bien? —preguntó Will, acudiendo a su lado.
—Sí... Eh... Los monstruos, ya están muertos, creo que no quedan más —miró de nuevo a su alrededor y la voz se le cortó. Ahí estaban. Sam y Dean Winchester. Y lo peor es que la habían reconocido —. Deberíamos... Deberíamos irnos, ¿no?
§
Después de una buena pelea, lo que menos apetecía era ponerse a recoger. Estaban todos agotados, pero... La casa de Jody había quedado destrozada después de la intromisión de los monstruos, los cuales, por cierto, habían desaparecido. Después de atender a Claire, Sam y Dean se dispusieron a volver a casa.
—Adiós —se despidieron de Alex y Patience mientras terminaban de recoger.
—He intentado hablar con ella —dijo Dean a Jody.
—Sí. Está... Parece muy cerrada —añadió Sam.
Los tres caminaban hacia el coche de los chicos. Hacía una mañana soleada y agradable, tranquila. Todos se preparaban para partir, los Winchester, Will y Maison, y las chicas de la casa de la sheriff, seguían arreglando la casa.
—Claire necesitará mucho tiempo...
—Pues, cuando esté preparada...
—Dale las gracias de nuestra parte —Jody los miró sonriente y asintió.
Maison los observaba desde lejos, nerviosa. Desde que se vieron en el barco, no había vuelto a interactuar con los Winchester, y en ese momento, estaba algo ansiosa por desaparecer, pero también por acercarse y decirles algo, cualquier cosa. Preguntar por Jack, por alguna pista de si realmente eran familia. Lo que fuera... Jody se abrazó a los chicos como despedida. Esa mujer era un todoterreno, una madre estupenda. Maison entendió por qué estaba tan preocupada por los chicos. Y es que, eran sus chicos. A Maison le pareció tierno, nada de lo que Crowley decía de ellos. Cuando vio se que se iban, algo empujó a la chica hacia ellos.
—Eh, chicos —los llamó. Jody la sonrió, al ver que les daba una oportunidad —. Eh... Bueno, yo... Solo quería daros las gracias... Por sacarnos de aquel sitio...
Dean la miró serio, con cierta desconfianza. En cambio Sam se acercó y sonrió a la chica.
—No hay de qué... Me alegra saber que estáis bien.
—Sí, por cierto. ¿Qué hacéis vosotros dos aquí?
—A decir verdad, hemos estado por todas partes. Vamos buscando un hogar, pero... Vayamos a donde vayamos, el peligro nos acecha. Ya me entendéis... —Dean seguía mirándola con seriedad —Conocí a Jack. Él me dijo que aquí estaría a salvo.
— ¿Jack y tú os conocéis?
—Sí. Es... Simpático. ¿Qué le ha pasado?
Sam y Dean se miraron un segundo y luego volvieron a fijarse en la chica.
—Debe estar en otro mundo... Algo raro pasó y cada uno fuimos a parar a un sitio, así que... Lo más lógico de pensar es que está allí —respondió Sam.
—De acuerdo, señor Spock. Nos fiamos de su lógica.
—Uh... Buena esa, ya me caes bien —la dijo Dean ofreciéndola chocar el puño.
—Bueno... Pues ya nos veremos —se despidió, viendo que Will tenía prisa.
—Espera un momento. Si estáis en peligro, ¿por qué no os venís? —preguntó Sam, Dean en cambio, no parecía muy de acuerdo con eso.
—Te lo agradezco, Sam. Pero ya tenemos planes... Aunque nos volveremos a ver, te lo aseguro...
Y dicho esto, Maison se fue por su lado, Sam y Dean por el suyo. Pero como bien decía ella, pronto, muy pronto, sus caminos volverían a juntarse...
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